No quería participar de discusión interna de ningún tipo, pero un tema abordado por el presidente en la entrevista de Noticias Argentinas me interpela fuerte. Voy a evitar calificativos personales. Personalizar demasiado despolitiza. Me centro en el tema específico.
Alberto: durante la campaña 2019 prometiste empezar por los últimos para llegar a todos y cuando comenzó el mandato convocaste una mesa contra el hambre. En ese momento, las escandalosas cifras de pobreza que había dejado el presidente Macri, que asumió con la consigna "Pobreza 0", te sacaban lágrimas ¿te acordás del niño que comía cartón mojado en Moreno que te contaba el Gringo y tanto te conmovió? ¿Pensás que ahora come carne, leche, frutas y verduras?
Tenías razón en tu zozobra de entonces: los indicadores sociales de 2019 arrojaban un panorama desolador: 35,5% en pobreza y 8% en indigencia respectivamente. Fueron precisamente esos indicadores sociales los que me llevaron a mí y muchos compañeros a pensar que con la lucha social no llegábamos a todos y teníamos que abordar la lucha política; esas cifras nos llevaron a participar de la campaña del 2019 en Frente de Todos y llevarte a la presidencia.
Hoy, las cifras son objetivamente peores: pobreza 40,1% e indigencia al 9,3% (primer semestre), todo indica que para diciembre los números serán aún más alarmantes. El sistema de medición es exactamente el mismo. Esta es la realidad que es la única verdad. Hay que hacerse cargo. La argentina sí está estallada, Alberto... solo que ya nos acostumbramos; no explota, implota. Hace menos ruido, pero la gente se desangra por dentro.
Que no puedas explicarte las cifras de pobreza en un contexto de crecimiento del empleo, en una economía con la mitad de su fuerza de trabajo informalizada o registrada bajo modalidades precarias como el monotributo, es realmente un problema grave de comprensión. En primer lugar, hay una enorme cantidad de trabajadores que son pobres aún con empleo registrados de jornada completa: una injusticia nueva, grave e imperdonable porque resolverla está al alcance de este gobierno.
Sin embargo, el hecho fundamental es que la estructura social, en particular la composición de la clase trabajadora, cambió. Es precisamente este sector -los últimos por los que nos dijiste que iba a empezar, los que no tienen salario estable, convenio colectivo, paritarias, aguinaldo ni vacaciones- quienes sufrieron la más brutal reducción en su poder adquisitivo en los últimos años. La fórmula es fácil: inflación sin paritarias ni aumentos indexados.
Que además digas que los índices de pobreza se explican porque los pobres subdeclaran sus ingresos ya me parece una bajeza gorila, cuando lo que en realidad sucede es que son los más ricos -entre ellos, no pocos políticos, sus amigos empresarios, testaferros, etc, etc.- los que mienten en las declaraciones para no pagar impuestos o cosas peores.
Esa mentalidad -los pobres mienten, los pobres compran dólares, viajan en yate, reciben demasiado, las organizaciones sociales son un obstáculo- precisamente, explica en cierta medida porque aumentó el PBI y no se redujo la pobreza. En vez de universalizar definitivamente el salario social para que alcance a los cinco millones de excluidos del empleo registrado y eliminar así la indigencia y cualquier forma de intermediación, se cuentan las costillas de cada pobre como si se fuera a encontrar entre las personas que reciben este magro complemento de ingreso a los grandes responsables de los problemas del país y se pone en a las organizaciones sociales el chivo expiatorio del drama económico que las hizo nacer. Un buen día, no se habló más del impuesto a la renta extraordinaria ni de que la deuda la paguen los que la fugaron… el problema pasó a ser si la gente no busca trabajo porque se conforma con cobrar un “plan” equivalente a la compra de una semana de alimentos. Está bien para un diario finoli, pero ¿un gobierno popular con ese discurso?
Más allá de esa consideración personal, la realidad es que todos los que de una u otra forma participamos del Frente de Todos, hayamos tenido o no cargos públicos, debemos asumir cierto grado de responsabilidad, sea por acción, sea por omisión, en la situación actual de pobreza e indigencia. Ellos, ellas, sobre todo los niños, por los que íbamos a empezar y siguen postergados, más postergados que antes, merecen que les pidamos perdón, que hagamos una reflexión profunda para comprender que hicimos mal como conjunto, cada sector, cada dirigente, cada militante, para que nunca más se repita que un gobierno que se autopercibe y proclama popular y peronista, en un contexto de crecimiento del producto bruto y aumento de la actividad, tenga estos niveles de pobreza e indigencia. Yo pido humildemente perdón por la parte que me toca, sea grande o pequeña, Dios sabrá.
¿Esto quiere decir que se hizo todo mal?... no, hubo políticas públicas acertadas y posiciones adecuadas en algunos temas. Pero el balance general es pésimo y hay que hacerse cargo.
Creo, Alberto, que cómo máxima autoridad del gobierno y del principal partido de la coalición deberías hacer lo mismo: sin excusas, sin anestesia, sin repetir lo que todos ya sabemos de la pandemia y la sequía y la guerra y la mar en coche, sin volver a caer en la idiotez cíclica de echarle la culpa a las mediciones por la realidad que miden. Los problemas no van a resolverse pidiendo perdón, pero en algún punto sería reparador para la sociedad en su conjunto y para todos nosotros, los que vamos a quedarnos en Argentina, posiblemente perseguidos y seguramente demonizados en una proporción muy superior a nuestra responsabilidad personal en la situación social y política del país.
Convencidos de nuestros principios, vamos a dar el debate frente a los que los que quieren justificar en esta realidad tristísima un programa deshumanizado y antinacional, un dogma según el cual la justicia social es una aberración y la redistribución de la riqueza un factor de atrasa. Vamos a hacerlo, remando en dulce de leche; por eso, para todos nosotros y nosotras, que en 2019 votamos y llamamos a votar tu boleta, que integramos la coalición como simples militantes o altos funcionarios, a los que no pudiste liderar en un proceso de reconstrucción nacional, hacelo ahora pidiendo perdón, en nombre de todos, a esos hombres y mujeres por los que íbamos a empezar, a los pobres, que llegaron últimos, siguen últimos… y ahora son dos millones más
Respetuosamente.
Juan Grabois
Fuente: @JuanGrabois en Twitter
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