Un satélite artificial de forma toroidal orbita la Tierra, cual barrio privado espacial. Ese satélite pertenece a una compañía espacial con accionistas privados, la Corporación Armadyne.
Allí viven con todo lujo personas ricas en casas lujosas, rodeadas de parques, lagos y centros de recreación. Los robots los ayudan, los protegen, los asisten. Viven en un mundo sin pobres y sin contaminación, en un Edén de ricos que abandonan la vieja y contaminada Tierra, que la dejan atrás. Tienen resueltos todos los problemas: unas máquinas automáticas les curan todas sus dolencias.
Abajo, en la Tierra, las cosas son muy distintas. Es un planeta de pobres, contaminado, con violencia, sin atención médica. Aquí los robots no protegen, reprimen. Los habitantes del planeta pugnan por sobrevivir en un mundo donde el trabajo escasea cada vez más, donde las leyes laborales no existen, y es jaqueado por el cambio climático, los desechos (nucleares y de los otros) y pandillas muy violentas. Un mundo donde el Estado ha desaparecido, y las personas sufren solas frente al poder de las grandes corporaciones.
Los ricos han logrado lo inimaginable: poner miles de kilómetros de espacio vacío entre ellos y los pobres, y desprenderse de las consecuencias ecológicas de su depredación brutal del planeta Tierra. Son totalmente impunes, pues se han enriquecido librándose de las consecuencias de ese enriquecimiento: la pobreza y el deterioro ambiental.
El protagonista se llama Max Da Costa (rol interpretado por el actor Matt Damon) y trabaja en una fábrica que pertenece a la corporación dueña de Elyssium. Max sufre una contaminación radiactiva mortal en un accidente de trabajo: le quedan unos pocos días de vida. Max tiene una amiga llamada Frey (Alice Braga), que trabaja en un hospital público, pese a lo cual no pueden conseguir un tratamiento para su hija Matilda, que se está muriendo de cáncer.
Esta historia es paralela a una disputa de poder en Elysium entre el Presidente Patel (Faran Tahir)y su ministra de seguridad Jessica Delacourt (papel desempeñado por Jodie Foster), quien está organizando una suerte de golpe de estado informático: pretende hackear el sistema operativo de la estación espacial, destituir al Presidente Patel, y reemplazarlo… por ella misma, claro. Delacourt contrata para efectivizar su proyecto a un grupo de sicarios, lo que muestra que el Paraíso no era tan edénico como parecía.
Max, con las horas contadas y desesperado, logra contactar a la resistencia que opera en la Tierra. Los resistentes le proponen un plan muy arriesgado para infiltrarse en la estación, interferir en la operación de hackeo y lograr el control de Elysium y sus casi mágicas máquinas Med-Pods. Pretende curar a todos los terrestres, incluyendo a la hija de su amiga Frey.
Max no logra salvar su vida, pero si entrega a la resistencia el control del sistema de hackeo, lo que les permite transformar a todos los terrestres en ciudadanos de Elysium, y gozar de sus beneficios.
Una vez más, la Ciencia ficción combina la proyección científica con especulaciones políticas, económicas y sociales, y las mezcla con pesadillas nocturnas del autor. Elysium, un mundo tan aislado de la Tierra, sus pobres y sus problemas, es el sueño inconfesado de toda persona pudiente que se aísla en un barrio privado, que compra un auto blindado o que tiene o aspira a un helicóptero
Los pobres quedan afuera; pero. pese a sus espantosas condiciones de vida, encuentran la manera de patear el tablero y destruir el sistema.
La película, pese a su aspecto pasatista y fantaseoso, es muy profunda. Plantea problemas reales, y los lleva a su lógica final, a sus consecuencias más absurdas. Una de las cuestiones más profundas que plantea es si la desigualdad que tanto se extiende en las últimas décadas por nuestro mundo tiene o no límites infranqueables, si el empobrecimiento y la opresión pueden ser eternos o si, por el contrario, terminarán estallando y cambiando todo.
Elysium no es una fantasía. Es un futuro que nos acosa, que nos acecha, que nos amenaza, al que no queremos llegar nunca.
Belisario Beckford Gatti (*)
6 de febrero de 2021
(*): Seudónimo del editor de Mirando hacia adentro
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