En las elecciones de 1946 la fórmula Perón-Quijano se
impuso en las elecciones presidenciales derrotando a la Unión Democrática, alianza de todos los partidos
argentinos tradicionales: radicales, socialistas, demoprogresistas, comunistas,
conservadores. La alianza peronista era una coalición policlasista que tenía su
núcleo más numeroso en los obreros, pero que incluía a pequeños y medianos
empresarios, a muchos militares, y a la Iglesia.
En los primeros años del peronismo las relaciones entre
el gobierno y la Iglesia fueron muy buenas. Perón introdujo como compensación
de ese apoyo la educación religiosa en las escuelas del Estado, algo muy
opuesto a la tradición laica de las escuelas argentinas.
Pero, con el correr de los años, las relaciones entre
el gobierno de Perón y los católicos se fue deteriorando, y en la década del
cincuenta hubo un claro posicionamiento opositor de la Iglesia. Las
concentraciones eclesiásticas se fueron transformando en marchas opositoras, y
el gobierno comenzó a tomar medidas poco gratas a la Iglesia, como la ley de
divorcio, todo un escándalo en esos años.
Más allá de estas idas y venidas políticas, el
peronismo presentaba muchas coincidencias con los sectores socialmente
conscientes de la Iglesia: basta con comparar las 20 verdades peronistas con la
Doctrina Social de la Iglesia para advertir esto.
“El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular,
profundamente cristiana y profundamente humanista” nos dice la verdad 14. Aquí
el concepto de cristianismo está explícitamente mencionado, pero no es la única
verdad que coincide muy fuertemente con los principios de la doctrina social de
la Iglesia.
El principio de la dignidad del hombre, presente en los
documentos de la Iglesia, es un eje troncal del peronismo que busca da a cada persona
su derecho en función social.
“Los dos brazos del peronismo son
la justicia social y la ayuda social. Con ellos, damos al pueblo un abrazo de
justicia y amor” dice en la verdad décima el peronismo, en la misma línea de
varios de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.
También la verdad 12 “En la nueva
Argentina, los únicos privilegiados son los niños” está en línea con los principios
enunciados más arriba, y la quince
“Como doctrina política, el justicialismo realiza el equilibrio del derecho
del individuo con el de la comunidad”, están perfectamente en línea con las
ideas católicas del principio del bien común, la idea de la lucha por la justicia, y con el
principio de la subsidiariedad
“Como doctrina económica, el
justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la
economía y ésta al servicio del bienestar social, nos dice la verdad 16, lo que
se vincula claramente con principios como el principio de la
participación social, el principio de la solidaridad, y la opción preferencial
por los pobres, así como con la primacía del trabajo sobre los beneficios del
capital. “No existe para el peronismo más que una sola clase de
personas: los que trabajan”, remata la cuarta verdad, muy en esta línea.
Pero, más allá de estas
coincidencias teóricas, el lazo de peronismo y cristianismo se fortaleció
nuevamente tras la caída de Perón, en la medida en que la aparición de la
Teología de la Liberación acercó a ambas corrientes ideológicas.
El padre Carlos Mugica señalaba,
por ejemplo, que el peronismo es el movimiento al que deben acceder los
cristianos que sueñan con mirar las cosas del lado de los pobres. Muchos sacerdotes de aquella época compartían
esta perspectiva, y se comprometían a desarrollar su tarea en barrios
marginales que los necesitaban. No es necesario recordar a cuantos sacerdotes
comprometidos con causas sociales, dicho compromiso les costó la vida.
Fue seguramente en esta etapa de
los años 70 cuando peronismo y cristianismo estuvieron más cerca, ya que si
bien los valores que sostienen son muy semejantes, el peronismo generalmente
apuesta a políticas transformadoras que generan reacciones, mientras que la
Iglesia apunta al apoyo y sostén de los necesitados, pero sin pretender forzar
cambios sociales. En estos años sin embargo, la coincidencia fue muy fuerte,
ante la proliferación de curas comprometidos con los problemas sociales ya que,
como decía Mugica “la auténtica revolución significa formar hombres que vivan
en función de servicio hacia los otros”.
En esos tiempos, muchos miembros
de la iglesia dieron su vida, como Mugica, en defensa de esos principios.
Adrián Corbella
15 de febrero de 2021
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