por Jorge Rachid
El mundo vive desde la caída del Muro de Berlín y el hegemonismo de EEUU, auto declarado vencedor de la Guerra Fría, una situación de tensión y conflicto, en donde el surgimiento de nuevos actores, comenzó a cuestionar, dicha posición.
Es así que, desde los años de la dupla neoliberal mundial, Reagan-Teacher, los escenarios de las guerras bélicas, comerciales, culturales, económicas y financieras se desarrollaron en terceros escenarios, alejados de la metrópolis en cuestión. En ese entonces Bagdak quedaba lejos de Washington, Kiev periférica a la Unión Europea, Filipinas entre China y la Vll Flota de EEUU. Damasco atrapada entre Turquía y las operaciones de la CIA, Mossad y M16 inglés, armando el ISIS, además de Libia y Yemen devastadas, arrasadas por petróleo y por el control del Estrecho de Ormuz en el segundo caso, junto a la agresión a Irán permanente.
América Latina navegaba en el mundo multipolar, a partir del cambio del mapa geopolítico de la región, desde la UNASUR y la CELAC, que a través del BRICS (Brasil, India China, Rusia y Sudafrica), abría a Oriente las compuertas comerciales, hecho intolerable para un EEUU sediento de conservar su “patio trasero”, sin la entrada de nuevos jugadores, en especial Rusia y China. Entonces comienza su contra ofensiva boicoteando, golpeando, destituyendo, bloqueando a los países de nuestra región, que se atrevieron a cruzar esos supuestos límites, impuestos por el coloniaje del Imperio.
Eso es colonialismo, que en el caso de nuestro país, se asienta aún más al comprobar, como el escenario de guerra se traslada al Atlántico Sur, desde la posición colonial Malvinas, base de la OTAN, con despliegue hacia el territorio antártico, la depredación marítima, los pasos interoceánicos y la futura explotación del único continente no agredido en sus entrañas, que es la Antártida, que posee riquezas desde combustibles fósiles a litio, oro y otros minerales necesarios para las nuevas y viejas tecnologías, además del preciado oro del siglo XXl, el agua dulce de su casquete polar.
La Pandemia como hecho global de crisis sanitaria, modificó todos los escenarios anteriores, puso al mundo, en su totalidad bajo ataque, ya no hubo terceros escenarios de lucha contra el virus, todo lo inundó. Pero como siempre los pueblos, en sus sectores más humildes, son quienes sufren las peores consecuencias. Incluso los que hasta ayer no sabían nada, ni dónde quedaba Medio Oriente, como el pueblo norteamericano, comenzaron a ver morir a sus compatriotas, que antes llegaban del exterior, víctimas de guerras incomprensibles.
Por la Pandemia las muertes fueron en gran parte, sin asistencia médica en EEUU, pese a tener, por una inyección económica impresionante, un despliegue militar en el mundo de 1100 bases militares, que quedaron paralizadas en sus operaciones por el virus.
Dos millones de muertos hubo en el mundo 2020 por la Pandemia. Se pusieron en tapas de todos los medios, ese día a día de las contabilizaciones macabras. No alcanzan aún esas víctimas, los 2,5 millones de muertos en los últimos 15 años de guerras y destrucción de ciudades y monumentos históricos, provocados por las agresiones coloniales en terceros países, siempre en nombre de “la libertad y la democracia”.
Agregamos a la lista 4,5 millones de desplazados, por esas situaciones que sólo se muestran como pobre gente, que huye de la miseria por el Mediterráneo, en la actitud cómplice de los medios hegemónicos, que nunca explican las causas, ocultan la realidad, mienten y no muestran la película, sólo la foto del drama.
Esa crisis civilizatoria, desnudada por la Pandemia, cambia los ejes geopolíticos mundiales, al realinear las fuerzas, desde la cual emerge con firmeza el mundo oriental, por sobre la hegemonía occidental, tanto desde el punto de vista económico, como tecnológico, además del militar. Se terminó un ciclo de visión occidental de la vida, del mundo y de las cosas, se derrumbó la mirada hegeliana de la historia, se reconstruye la memoria viva de 7000 años de experiencia, enterrados por la prepotencia cultural del mundo occidental de fijar la historia desde los 2400 años con imposiciones religiosas y monárquicas, siguiendo por el capitalismo y del neoliberalismo después.
Todos podemos preguntarnos si el mundo será mejor o peor después de ésta primer Pandemia del calentamiento global, anticipo de posteriores, si los seres humanos no somos capaces de recuperar la Humanidad, como experiencia planetaria al servicio antropomórfico biocéntrico, que nos enamore nuevamente del cuidado de la naturaleza, una forma de cuidarnos a nosotros mismos.
Nadie podrá decir como argumento predictivo el porvenir, porque lo “por venir” es una búsqueda, lo que podemos afirmar, es que no podemos desligarnos de pensarlo, analizarlo y proponer nuevos caminos, de paz y respeto universal, porque la catástrofe ecológica se aproxima a pasos agigantados y nos está dando muestras, que en medicina llamaríamos síntomas y signos del enojo de la Madre Tierra.
Esa Matria, que el pensamiento americano, mestizo, moreno, criollo profundo de nuestra Patria Grande, siempre ha desarrollado en paz, contribuyendo al respeto de la naturaleza, pese a las agresiones coloniales del norte hegemónico, que invadió 33 veces países de la región, bloqueó y sometió a pueblos y gobiernos, durante los siglos XlX, XX y XXl, desde una concepción anglo sajona imperial.
Es América Latina, la imagen de un futuro modelo de solidaridad social activa entre los pueblos. Lo demuestra hoy una Venezuela bloqueada, enviando oxígeno a Manaos de un Brasil arrasado; la producción de vacunas en Argentina para 150 millones de latinoamericanos junto a México; el gas boliviano a nuestro país; la recuperación de Mercosur y próximamente del UNASUR. La apertura al mundo desde nuestra identidad, sin claudicaciones en nombre de esquemas macro económicos y mucho menos colonizaciones culturales, que intentan borrar la memoria de los pueblos, como hizo el neoliberalismo dominante.
De cada crisis surge una oportunidad y la Pandemia lo ha permitido, al desnudar los verdaderos rostros de un mundo invivible, brutal e inhumano, que habíamos naturalizado y estaba carcomiendo las bases de la humanidad tal cual la conocimos hasta ahora. Si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados, la Madre Tierra nos está avisando.
No debemos cambiar de collar: debemos dejar de ser perros.
Jauretche
por JORGE RACHID
PRIMERO LA PATRIA
www.lapatriestaprimero.org
CABA, 18 de febrero de 2021
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