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sábado, 30 de enero de 2021

CUPO VAGINAL VS CUPO FEMENINO, por Sol Di Doménico (para "Érase una vez en Peronia" nro.6)

  


Escultura de una vagina gigante, en Brasil, en el estado de Pernambuco


En el mundo patriarcal hetero cis, la concha siempre ha sido objeto de deseo. Si, es un objeto como su portadora. El misticismo del agua de tanga que embruja a los hombres a ser esclavos de sus deseos a límites inimaginables. Porque un pelo, tira más que una yunta de bueyes...

Y las conchas, digo mujeres, perdón, han conseguido históricamente trabajo explotando su cuerpo. Los altos cargos femeninos se consiguen (en los radiopasillos empresariales) en base de la exposición más atroz de las sábanas femeninas. Las mujeres consiguen y pierden sus trabajos por sus meros desempeños sexuales. Volviéndose eternas María Magdalenas del mundo empresarial esperando un mesías que las eleve o las abandone, en el barro del olvido de sueldos ignotos.

La gente que cree como valida esta teoría, es la misma que empuña la frase post-moderna "las leyes de cupo están mal, porque hacen discriminación a los hombres blancos hétero cis" (claramente no en esos términos, que hasta quizás desconocen). Pues bien queridos cultores de la meritocracia y la capacidad, vengo a revelarles algunas verdades incomodas que les servirán, de ahora en adelante, como lección para no perder la perspectiva y la dignidad en una discusión en la cual carecen de argumentos.

La discriminación siempre es ejercida por el grupo de poder dominante. Nunca puede ser ejercida por el oprimido. En la sociedad Argentina, es imposible que un inmigrante latinoamericano discrimine a un ciudadano argentino. ¿Por qué? Porque son los que ostentan el poder empírico social. En el mundo del trabajo, funciona de la misma forma; un cupo específico no deja sin oportunidades al grupo dominante. Reemplaza al eslabón empresarial mas débil por otro que probablemente tenga mayores capacidades pero que ha sido relegado por su posición minoritaria.

El cupo femenino (o el que sea) no funciona como "nivelar hacia abajo" ya que, si usted piensa eso, habla más de usted mismo que considera que todo ese universo de personas representado en una mínima característica personal (como su género o su color de piel) es capaz de alcanzar la calidad laboral del grupo dominante. Claramente, querido amigo, usted está discriminando. Las leyes de cupo funcionan con la lógica de, a igualdad de capacidades o superioridad de las mismas (si, es tonto decirlo pero es necesario aclararlo) se elige al candidato que represente la minoría. Esto, solo asegura equidad de acceso al mundo del trabajo a todas los participantes de la PEA (población económicamente activa).

En un mundo ideal y utópico, si creemos en la legítima igualdad de capacidades, y no oficiamos de discriminación selectiva -en lugar de selección por capacidades- el universo de personas debería replicar casi fielmente la composición de la sociedad. Ya que, ante universos iguales, se tiene el mismo porcentaje de personal capacitado para integrar ese grupo de manera equitativa.

En el caso del cupo femenino es necesario desterrar del imaginario colectivo el cupo Vaginal. Frases del estilo "uso bien las rodilleras" "anda a saber que hizo para conseguir ese puesto" o el viejo y directo "con quien se andará acostando" deben ser eliminadas para siempre del mundillo laboral para dar paso a una nueva era de respeto y de equidad, donde la genitalidad deje de interferir en el mundo del trabajo. Y equiparar las realidades femeninas y masculinas como así también las experiencias en el ámbito laboral con tolerancia cero a la discriminación o al acoso laboral con la diseminación de rumores. Porque yo, mujer que trabajo, lavo las sabanas en mi casa y no las cuelgo en mi oficina

 

por

Sol DiDomenico - @soldidomenico

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