La dirigencia opositora no termina de despertar
del sueño inducido por los medios hegemónicos. Siguen hipnotizados por los
mismos cantos de sirena que, primero condicionaron, luego extorsionaron y por
último hicieron naufragar gobiernos democráticos desde que recuperamos la
democracia en 1983.
Ese es el modus operandi de la nueva alianza
surgida entre los personajes reciclados de la dictadura genocida con sus socios
y cómplices de siempre. Cuyas ramificaciones atraviesan sectores políticos,
empresarios, sindicales, judiciales y mediáticos. Que tiene como uno de sus
ejes a la “comunidad de inteligencia”.
Dirigencia que por acción u omisión terminan
como partícipes necesarios de cuanta operación desestabilizadora es orquestada
contra el gobierno nacional que no se somete a los designios de quienes
defienden sus intereses de clase en contra de la inmensa mayoría de la
sociedad.
¿Son tan ingenuos? ¿O tienen tantos compromisos
inconfesables? ¿Tan vulnerables son a los “archivos”?
Si se observa el desarrollo de los
acontecimientos que desencadenó la muerte del fiscal Alberto Nisman, apenas se
vislumbra la punta del iceberg de una asociación en que la corrupción en sus más diversas
formas y la muerte forman parte del menú que ofrecen.
Como contrapartida, la Presidenta de la Nación
le puso el cascabel al gato que nadie se animó a enfrentar y les ofrece en
bandeja la oportunidad de sumarse a una tarea que viene a oxigenar la
democracia en lo más oscuro de las relaciones políticas tal como funcionaban.
Esto es, sumarse al debate y ofrecer su opinión, críticas y propuestas a la ley
que creará la Agencia Federal de Inteligencia, en el ámbito que la democracia
tiene para esos avatares: el Congreso Nacional.
¿Qué respuesta daría una oposición comprometida
con la democracia y no con las movidas propiciatorias de “golpes blandos”, como
los nombra el ex juez Eugenio Raúl Zaffaroni? Con seguridad abrazarían la
iniciativa y brindarían sus aportes.
Pues la dirigencia opositora en la Argentina “…rechazó
debatir el proyecto de ley en el Congreso.” (Diario “Tiempo Argentino” del
28/1/15) con un insólito argumento: “…es una maniobra para profundizar la
politización de los servicios de inteligencia.” (Ib idem)
Si existía una posibilidad de que la dirigencia
opositora se pusiera del lado de la democracia, en los hechos y no sólo en
declaraciones o conferencias de prensa vacías de contenido, la han dejado
pasar. Poniendo de manifiesto donde están sus convicciones, o quienes señalan
el camino por donde deben transitar. Que no es la sociedad, tal vez ni siquiera
la mayoría de sus votantes.
Resulta evidente que estos dirigentes no están
a la altura de las exigencias que la sociedad manifiesta para una democracia
soberana, independiente y sin condicionamientos.
Es de esperar que el pueblo tome nota de la
falta de coraje de esta dirigencia en momentos cruciales para la Nación.
Daniel Mojica
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