La bronca por las políticas del gobierno se expresó en todas las movilizaciones, como la de esta semana en defensa de la educación pública. El desorden está en los partidos del oficialismo y de la oposición amigable y no amigable.
Por Luis Bruschtein
27 de abril de 2024
La lucha de las universidades, y de la educación pública en general, no es por mayor presupuesto, sino por su supervivencia. El gobierno no les dejó margen. Las universidades necesitan que les tripliquen la cantidad que les asignó Milei, lo que simplemente sería recuperar lo que perdieron con la inflación. El radicalismo apoyó la movilización pero al día siguiente boicoteó la reunión en el Congreso convocada de urgencia por Unión por la Patria y la izquierda para aumentar el presupuesto. El radicalismo juega con fuego un conflicto que no tiene puntos intermedios.
Los radicales, a través de la agrupación Franja Morada, siempre tuvieron una presencia importante en el movimiento estudiantil y en los claustros universitarios. Muchos de sus dirigentes provienen de la militancia universitaria. La decisión del bloque radical de obstruir el debate que planteó la inmensa movilización del martes puede ser visualizada como una traición a sus propias bases.
El responsable de esa voltereta fue el cordobés Rodrigo De Loredo, jefe del bloque radical. Los cordobeses aseguran que la movilización del martes en su capital fue la más grande que se realizó en democracia. Otros radicales afirman –y no exageran-- que por lo menos la mitad de los que marcharon eran votantes de Milei y muchos de ellos radicales.
Hubo dirigentes de casi todas las fuerzas políticas en las columnas. Cuando De Loredo quiso incorporarse a la del radicalismo fue el único insultado. Le recordaron su sociedad con “el milico” Oscar Aguad, ex ministro de Defensa de Mauricio Macri y amigo del genocida Luciano Benjamín Menéndez. De Loredo pasó un mal momento en la marcha. Y al día siguiente la traicionó. Cuando hacía declaraciones periodísticas en la puerta del Congreso, desde un colectivo que circulaba por Rivadavia se escuchó que le gritaban “sorete”.
De Loredo encabeza el sector del radicalismo interesado en estrechar su alianza con el gobierno. La mayoría de los votos radicales y de Hacemos Coalición Federal e Innovación Federal, junto con los de La Libertad Avanza y el macrismo facilitaron el dictamen favorable a la Ley Ómnibus reducida que el oficialismo tramitó con urgencia.
La conmoción que provocó la estrategia destructiva del gobierno desestabilizó a los partidos de oposición, a la oposición amigable, al oficialismo y también a las centrales empresarias como la UIA. La caída abrupta del consumo en todos los niveles, desde automóviles y electrodomésticos hasta carne o indumentaria provocó la rebelión de medianos y pequeños empresarios contra la conducción mileísta de Paolo Roca, que ha colocado a varios de sus gerentes en empresas estatales y oficinas del gobierno.
El seguidismo a Milei, que caracterizó hasta ahora a la central empresaria, fue interrumpido el miércoles por un documento crítico donde expresó su “seria preocupación por la caída de la actividad y su impacto, principalmente en las pequeñas y medianas industrias”. Según el Centro de Estudios de la UIA, en febrero la caída interanual en el primer bimestre del 2024 fue del 8,3 por ciento, en comparación con el mismo período del año 2023. Esos números corresponden a la caída de la producción. Pero la caída del consumo, en algunos rubros alcanzó el 40 por ciento.
En un contexto donde todos los meses cierran cientos de empresas, incluyendo alguna de las grandes, como Acindar, para muchos de esos empresarios también se trata de sobrevivencia. Pero el alineamiento de Techint y de las empresas de alimentos lideradas por ARCOR con el gobierno las empuja a la inmolación.
Tras describir un panorama desolador y reconocer que va a empeorar, se limitaron a reclamar “políticas que permitan sostener la demanda”. Poco después, una delegación encabezada por Funes de Rioja se reunió con el secretario de Trabajo, Julio Cordero quien, en respuesta, les explicó la reforma laboral. Eso se relacionó en parte con la urgencia y el dictamen favorable relámpago en las tres comisiones que tuvo la ley ómnibus con flexibilización laboral adentro.
Presentado así parece un concilio de neandertales. Un escenario grotesco donde la corporación empresaria pide que detengan el derrumbe de cientos y miles de empresas y el gobierno la conforma con una reforma laboral. Total, si pueden despedir trabajadores no tendrían que bajar la persiana. Los empresarios de Milei, los del Llao Llao, se han favorecido del Estado con todos los gobiernos, pero no residen en el país para no pagar impuestos. En el extremo opuesto a esa actitud miserable, al ciudadano común se le exige un esfuerzo inhumano, debió estirar el consumo de alimentos y restringir al máximo los servicios, pero no tiene alternativa ante el aumento del transporte. No se puede reemplazar ni estirar. La paciencia va llegando a un límite con este gobierno y las grandes corporaciones que lo sostienen.
El peronismo y Unión por la Patria, que representan junto con la izquierda la oposición a este modelo, todavía pagan el costo de la derrota electoral y no alcanzan a presentar una alternativa a la sociedad. Hay un reclamo y hay conatos de desarrollo, pero no se reconstruyó el puente con la sociedad. Son dos zonas amorfas que recién empiezan a moldearse. La oposición que perdió tras un gobierno que defraudó expectativas. Y la mayoría de la sociedad que votó a un gobierno que la está masacrando. Son conjuntos o expresiones que, a medida que se amoldan y reformulan, tienen que entrar en contacto.
Los reclamos de la sociedad se han expresado con mucha masividad en las grandes movilizaciones que se han realizado desde que asumió Milei, pero todavía no se han reflejado en un cambio decisivo en sus referencias políticas.
A los referentes de la oposición que perdieron la elección, como Sergio Massa, les resulta todavía difícil superar el desgaste que sufrieron. Los que salvaron la ropa y ganaron en sus distritos, como Axel Kicillof, tendrán que superar el enorme desgaste de gestionar durante cuatro años con el permanente ahogo financiero al que los somete la Casa Rosada. En el medio se suma otro factor de desgaste, como disputas de entrecasa que debilitan la imagen de la fuerza política ante la sociedad.
El despunte de discordia entre el titular del PJ bonaerense y jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, y dirigentes del distrito, funcionarios y algunos intendentes que responden al gobernador, generó confusión en sus propias filas ya de por sí disconformes, al mismo tiempo que, como el resto de la sociedad, sufren las consecuencias de las políticas económicas del gobierno. Esas bases son las que más reclaman la recomposición de una fuerza de oposición con referentes, propuestas y organización.
El adelanto de Cristina Kirchner sobre su participación este sábado en el acto de inauguración del gimnasio Néstor Kirchner en Quilmes, invitada por la intendenta Mayra Mendoza, que integra La Cámpora, tendrá un efecto ordenador, aún cuando no haga referencia a esa disputa. La ex presidenta se corrió del centro de la escena y no mostró interés por ocupar candidaturas ni puestos partidarios. Pero su imagen se mantiene como un referente importante en los núcleos militantes del kirchnerismo peronista y no peronista.
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