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domingo, 15 de julio de 2012

YA QUE INSISTÍS … HABLEMOS SOBRE LA INFLACIÓN , por Pablo Tonelli, (para “Kirchnerismo border, peronismo outsider” del 10-07-12).



Pablo Tonelli es economista.


La inflación constituye un problema para la política económica argentina. En primer lugar, porque afecta un tema muy sensible para el futuro del crecimiento que es el tipo de cambio. El tipo de cambio real, que es el que consideramos, surge de comparar la cotización oficial de nuestra divisa contra el dólar (digamos 4,52) multiplicarla por los índices de precios de EEUU y dividirlos por el índice de precios de la Argentina. De la misma forma hacemos lo propio con las otras monedas con las cuales comerciamos (reales, euros, etc.) En la medida que la inflación local sea considerable y persistentemente superior a la inflación internacional el tipo de cambio se aprecia en relación con estas monedas y la economía pierde competitividad externa, es decir resulta más caro vender al exterior, sobre todo en el sector industrial.
Los salarios formales y posteriormente las jubilaciones se han incrementado por encima de la inflación, se mida ésta como se mida, desde la puesta en vigencia de las paritarias y del ajuste del haber jubilatorio. No han sido los trabajadores en blanco quienes la han padecido hasta ahora, pero los costos del salario en dólares se han incrementado también, por el efecto que mencioné al inicio y esto complica centralmente a las pymes nacionales y a las producciones regionales, base del despegue productivo y del empleo nacional.
Pero qué podemos decir de la inflación? En principio podemos definirla como un aumento general y sostenido del nivel de precios. No cualquier suba de precios, sino un incremento general, y sostenido en el tiempo, de los mismos.
Las explicaciones, los diagnósticos y las políticas a seguir sobre el fenómeno difieren claramente de acuerdo a las diferentes corrientes económicas existentes.
Las interpretaciones tradicionales de la ortodoxia económica se basan en la denominada Teoría Cuantitativa del Dinero (Milton Friedman, Irving Fisher), en la denominada inflación de demanda, o en diagnósticos que utilizan a ambas.
Cito a Milton Friedman “La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario y solo puede producirse por un incremento más rápido en la cantidad de dinero que en el volumen de la producción”. Brutal y sencillo: Si el Banco Central emite, en cualquier circunstancia y lugar, más dinero que el necesario para las transacciones de la economía, los incrementos autónomos de dinero producirán incrementos proporcionales de los precios.
Los que plantean la “inflación de demanda” dentro del pensamiento ortodoxo, buscan el origen de la misma, no ya en el fenómeno monetario sino en las variables reales de la economía. Consideran simplemente que los precios se fijan por la interacción de la oferta y la demanda: cuando la Oferta es completamente inelástica, es decir que no puede incrementarse la cantidad de bienes ofrecidos porque existe plena ocupación de los recursos, un incremento de la demanda global (el consumo, la inversión, el gasto público) produce un incremento proporcional de los precios.
Siendo los componentes básicos de la demanda global cuatro, el consumo, la inversión, las exportaciones y el gasto del gobierno, para este enfoque la inversión y las exportaciones deberían crecer más que el producto. Es el gobierno el que no debe gastar más que lo que recaude por impuestos. Cualquier déficit, en cualquier circunstancia, es por definición inflacionario.
Veamos sucintamente ahora las interpretaciones heterodoxas de la inflación:
En América Latina, haciendo pie en instituciones como la CEPAL (Comisión Económica para América Latina, organismo de las Naciones Unidas), surgió una corriente de pensamiento que recibe el nombre de “estructuralismo latinoamericano” y tiene como representantes a Raúl Prebisch, Ramos, Olivera, Frenkel, entre otros. Para esta corriente la inflación se atribuye a desequilibrios no monetarios ocasionados en imperfecciones de la estructura económica y social de nuestros países, que hacen que un precio o grupo de precios sea inflexible a la baja, lo que provoca que un cambio en los precios relativos (por ejemplo los precios de los bienes industriales suben y los precios de los bienes agropecuarios quedan fijos) se transforme en un incremento general del nivel general de precios. Esto se denomina inflación estructural.
En la visión de Marcelo Diamand es el tipo de cambio el que actúa como “precio rígido” o inflexible a la baja nominal. En nuestras economías el sector agropecuario, que coloca básicamente su producción en el mercado internacional, es más productivo que el sector industrial, centrado tradicionalmente en el mercado interno, lo que Diamand define como una estructura productiva desequilibrada. Esto genera una tendencia a la apreciación cambiaria (=dólar bajo o barato). El crecimiento del sector industrial choca con la escasez de divisas aportadas por el sector primario agropecuario, lo que produce sucesivas devaluaciones que se trasladan a los precios. Es lo que Diamand denomina “inflación cambiaria”, una variante de la inflación estructural. La situación argentina actual, en que la demanda de dólares para sustentar el desarrollo industrial obliga a racionar el uso de divisas con un control de cambios informal, puede interpretarse desde este enfoque. La inflación cambiaria surgiría si el BCRA asumiese el valor del dólar paralelo y comprara las divisas a ese precio.
Es importante tener presente el aporte de Olivera al fenómeno de la inflación estructural. Este economista pensaba que en las estructuras productivas semi-industrializadas la respuesta de la oferta productiva, que posee un desarrollo menor y una rigidez mayor a la de los países desarrollados, necesitaba una variación de los precios relativos (que los precios de sus productos crecieran más en términos relativos que los del resto de la economía) mayor que la tiene lugar en el centro del sistema, a fin de poder incrementar la producción. Esto también se verifica en la actualidad bajo la forma de los precios de los bienes finales industriales que importan insumos y los venden en el mercado interno.
En el campo de la conceptualización estructural Roberto Frenkel introduce el concepto de expectativas sobre el comportamiento de los precios basadas en la experiencia pasada y las indexaciones inerciales que adquieren autonomía del ciclo de actividad y empleo. La famosa inercia de la inflación.
Dentro del enfoque de las interpretaciones heterodoxas consideraremos la de los postkeynesianos, encabezados por Kalecki que sostienen que la inflación es el resultado del conflicto social en torno al ingreso. Esta situación resultaría de un juego en que se fijan salarios y márgenes sobre costos en inestabilidad y desequilibrio. Los empresarios fijan su utilidad como un plus (mark-up), sobre sus costos variables (salarios e insumos). Su comportamiento dependerá de obtener sus expectativas de ganancia. Los márgenes unitarios pueden flexibilizarse si la empresa puede vender mayor cantidad de productos y entonces una tasa de ganancia menor es compensada por una masa de ganancias mayor. Esto ha venido ocurriendo en la Argentina de los últimos años: expansión simultánea de la producción, de las ganancias y de los salarios. Se sabe que no siempre es así y las tensiones entre salarios y ganancias en la coyuntura actual se robustecen y la disputa por mantener ganancias y no perder poder adquisitivo se expresa en mayores precios. Aquí también juega un rol importante el encarecimiento de los insumos críticos para la industria, cuyos precios se fijan internacionalmente y son “nacionalizados” por la industria local.
Por último una reflexión proveniente de un marxista argentino, Rolando Astarita, reflexión que comparto y es fuertemente criticada por muchos compañeros postkeynesianos: Cuando aumenta la circulación monetaria para cubrir déficit fiscales esa emisión es inflacionaria, pero no porque se esté comparando una mayor masa de dinero en relación con cierta masa de mercancías, como afirma la teoría cuantitativa, sino porque aumenta la cantidad de signos monetarios en relación con el dólar, dinero divisa que es el respaldo y la validación última de la producción, que constituye la verdadera reserva de valor como moneda para los capitalistas locales.
Voy a hacer mías las palabras de Martín Abeles, economista de la CEPAL ”Existen distintas interpretaciones acerca del origen de la inflación en la Argentina. Una explicación exhaustiva y consistente (que excede el objetivo de esta nota) seguramente contendrá un elevado (y bienvenido) grado de eclecticismo”.
Tenemos en la Argentina actual, puja distributiva, precios estructuralmente inflexibles a la baja, inercia del fenómeno inflacionario, dificultades fiscales y problemas con el nivel del tipo de cambio.
El problema de la inflación para los neoliberales vernáculos se resuelve con contracción monetaria, restricción fiscal, elevación de la tasa de interés, flotación libre del tipo de cambio, recorte de la demanda agregada, tope al incremento salarial. En todos los casos la variable de ajuste es el nivel de actividad y por ende el salario. Enfriar la economía no quiere decir otra cosa que esto. La receta es clara: Para bajar la inflación hace falta frenar el crecimiento de la economía vía una drástica disminución (desaceleración en el lenguaje ortodoxo) del crecimiento de la oferta monetaria y de los componentes de la demanda agregada, específicamente del gasto público y del consumo.
Atender el problema inflacionario sin comprometer el crecimiento de largo plazo de la economía, sin bajar el salario o producir desempleo es otro cantar.
La particular estructura económica de la Argentina se basa en la centralidad del tipo de cambio como herramienta debido a:
1. La Argentina exporta agro alimentos que consume en el mercado interno. Sus precios, son los precios internacionales. Los salarios no se fijan en el nivel internacional, el precio de los alimentos incide directamente en el poder adquisitivo local, de ahí la relevancia de políticas que “abaraten” los alimentos el mercado local, por caso, las retenciones.
2. La Argentina demanda bienes de capital para su desarrollo industrial que no produce localmente en la intensidad deseada. Su estructura industrial vende en mercado interno bienes que compiten con los bienes importados y sólo son competitivas a un determinado nivel del tipo de cambio que las proteja de la importación masiva. Cerrada la importación masiva por la administración del comercio los precios locales se encarecen.

Las políticas antiinflacionarias posibles pasan por una eficaz política de ingresos, que no se base, como ocurrió en el pasado, en congelar salarios, sino en pautar la dinámica de ganancias, salarios y gasto público en un contexto de crecimiento, que puede incluir la participación de los trabajadores en las ganancias como parte de ese menú. No es sencillo, pero es una alternativa cuya viabilidad es posible de ser construida.


Fuente : el blogg de Abel

Publicado en :

http://mapacheatack.blogspot.com.ar/2012/07/ya-que-insistis-hablemos-sobre-la.html

1 comentario:

Apuntes discontinuos dijo...

Interesante lectura sobre los motivos de la inflación. Una manera elegante de decir que la puja distributiva y el exceso de ganancias por parte de los poderes económicos concentrados es lo que provoca la suba de precios. Desarticular las posiciones dominantes, facilitar la competencia, información sobre el costo de los productos básicos, control sobre las ganancias y sanciones para los abusos. Primeros pasos. Después, el Estado debe poner mercados comunitarios permanentes en todos los puntos del país, con productos producidos a bajo costo por cooperativas y pequeños productores. Y controlar la cadena de comercialización. La inflación es puramente especulativa.