El entrenador de fútbol Marcelo “Loco” Bielsa cada tanto llama la atención sobre sí mismo por algún suceso que emociona a sus muchos admiradores. Bielsa es el non plus ultra de la intransigencia principista; sin dudas, es un referente para quien necesite ver cómo luce alguien que es capaz de ir a fondo hasta el final por sus convicciones. La verdad es que luce como un loco.
Tengo dos objeciones respecto de la figura de Bielsa, -y digo “la figura”, no la persona, esa distinción es importante- vamos con la primera: el héroe burgués nos simpatiza, pero termina MAL. Lo más parecido al éxito que logra el héroe burgués es terminar como efigie en una remera, una vez muerto, claro. Tanto las remeras con caras de héroes como los crucifijos, tienen la rastrera misión de informarnos y advertirnos acerca de cómo vamos a terminar si seguimos jodiendo. El héroe burgués lucha contra molinos de viento o mata viejas usureras; a veces defiende el honor de su padre, mancillado por el tío y la incestuosa reina, haciéndose el loco, cosa que le sale de pelos. En otras ocasiones, luego de que su esposa atraviesa la Pampa para rescatarlo de entre los indios, la repudia con dulce ternura pero firmes convicciones porque “ya no es pura”. Hay situaciones en las que el héroe burgués sólo expresa que “preferiría no hacerlo” y no lo hace. El héroe burgués es una construcción literaria de rancia estirpe liberal, que excede la literatura y se instala con fuerza en el imaginario popular. Muere por sus ideas. Nos produce simpatía.
Pero termina mal.
Termina mal porque no entiende cómo son las cosas, termina mal porque es el chivo expiatorio, termina mal porque es la encarnación de la voluntad, pero de una voluntad solitaria, no social, no comunitaria: es él contra el mundo. Termina mal porque el sistema que lo generó no le proporciona las herramientas para luchar en conjunto. Es una gota de agua en el desierto.
No me gusta esa construcción. Es una alabanza que esconde una amenaza.
Tengo otra razón para renegar de la imagen de Marcelo Bielsa que circula por el mundo. Para ser intransigente, para ser un “jacobino”, para ser un convencido y vivir lo que se cree, no es necesario andar por el mundo agitando los brazos y a los gritos. Para vivir lo que se cree no es necesario pegarle una patada en el culo a un jardinero. Permítanme desarrollar el concepto antes de mandame al carajo.
No es el estilo de Bielsa ni sus modales lo que me incomodan. Me incomoda el mensaje que distribuyen esas imágenes que dan la vuelta al mundo y que unen el concepto de convicción con el de locura.
Las personas convencidas, coherentes, intransigentes e intelectualmente honestas son/somos legión, pero el espejo de Bielsa no nos refleja con fidelidad.
Negarse a claudicar, día tras día, defender una postura con toda una vida -no con la muerte, con la vida-, buscar en la mirada del otro esos principios que nos permiten ser coherentes, encontrarse con compañeros de viaje para emprender o continuar el camino que nos hemos propuesto, no necesita del gesto ampuloso ni de la cámara televisiva. Postular a Bielsa como una rara avis, como un ejemplar exótico de una subespecie de la raza humana le hace poco favor a la construcción colectiva y heroica de los miles y millones de personas que transitan su vida en los términos que se propusieron.
Es MENTIRA que no transamos porque no tuvimos la oportunidad. Cuando uno no transa, esa decisión siempre se acota a la realidad particular de la vida de cada uno. Es decir: oportunidades de ser un garca tenemos todos, unos las aprovechan y otros las desechan. Algunos aflojan alguna vez, y otros no aflojan ni abajo del agua.
Bielsa no afloja ni abajo del agua, eso se nota. Pero lucha solo, probablemente porque su campo de acción es individualista, competitivo y mercantilista. Cuando lo vemos hecho una furia o explicando filosóficamente un córner, las imágenes trasmiten a nuestro subconsciente el mensaje de la símpatía, junto con la del hombre de excepción y ambas sumadas a la invulnerabilidad del sistema.
No creo en la invulnerabilidad del sistema, y aunque los haya -y muchos- no creo en la imagen del hombre de excepción, del héroe que nació para héroe y que no puede eludir su destino.
Elijo creer que el heroísmo es una elección, que la honestidad es una conducta, que pudiendo ser malo el bueno elige ser bueno. Que tener principios está al alcance de cualquiera y que siempre se elige. Que lo duro de elegir no se relaciona con la altura del candelero en la que te encuentres, que privilegiar lo correcto es una decisión a considerar.
Elijo creer que si esas elecciones no se toman en el seno de un grupo social son apenas gestos pintorescos.
Igual, todo bien con Bielsa… más me molesta Caruso Lombardi.
Publicado en :
http://perraintelectual.com.ar/bielsa-el-heroe-burgues.htm
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