Después de Cañuelas
El punto central de la cuestión es que fue Buenos Aires la única provincia que dividió en cuatro los aguinaldos de sus trabajadores públicos, porque, como dijera la presidenta Cristina, ‘no basta poner la cara, sino que hay que gestionar todos los días’.
Seguro que no fue mérito propio, sino que la vida me puso ahí, en la necesidad pero también maravillosa aventura de ejercer el periodismo en articulación con la actividad académica acerca de su teoría y práctica. Si no fuese por ello quizás jamás me hubiese puesto a estudiar a un pensador del XVII, Baruch Spinoza, para entender cómo, desde los orígenes mismos de la modernidad, los lenguajes, los relatos, la comunicación en términos contemporáneos, estuvieron en el centro de las reflexiones en torno al poder, a su construcción y puja en torno a él.
La presencia de innumerables diccionarios y textos sobre gramáticas y lenguas vulgares en la biblioteca personal de ese gran filósofo de la Ámsterdam en ebullición contra los sistemas absolutos, de insoslayable lectura para Freud, Marx, y tantos otros, quien introdujo la dialéctica del deseo en la construcción de lo humano; esa especialidad en su biblioteca, escribía, es para el spinozista argentino Diego Tatián, prueba de que quien fuera expulsado del Templo judío y puesto en la mira por la Inquisición, concebía una “explícita política del lenguaje: la resistencia a la lengua única” (Baruch. La Cebra. Bs. As. 2011). Y el propio Spinoza nos dice: “Además, vulgo y doctos hablan en el mismo idioma, y los últimos son los depositarios del sentido de un discurso de los libros, consideración que justifica que los sabios habrán podido alterar el significado de las palabras” (Tratado Teológico-Político. Lautaro. Bs. As. 1946).
Los doctos, los dueños del poder, en especial los poseedores de los dispositivos de producción y distribución de palabras (sentidos); la corporación mediática como “depositarios del sentido de un discurso”, acaso diría Spinoza, son quienes hoy pueden “alterar el significado” de las mismas.
Cuando el neogolpe de Estado en Paraguay y al relatar parte de los diálogos que los cancilleres sudamericanos mantuvieron con los golpistas, Héctor Timerman contó que, para estos, las acusaciones contra Fernando Lugo, entre otras “no resolver los problemas de seguridad”, no debían ser probadas porque eran de “público conocimiento, a través de los medios de comunicación”. Paraguay es el país de la región con mayor índice de concentración empresaria en el sector mediático, y una de las primeras medidas de los conjurados fue la intervención del flamante y aún débil sistema de medios públicos.
Ayer a la mañana, y en el contexto de las movilizaciones callejeras en Cañuelas tras el asesinato en un asalto, el domingo último, de los hermanos Marcelo y Leonardo Massa, el ex intendente de esa localidad y actual ministro de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires, Gustavo Arrieta, dijo que el canal “TN (del Grupo Clarín) le sugería a la poca gente que estaba que se quedara. Formará parte del negocio o alguna forma de entender el periodismo”.
Creo que no, es obra de, y me repito “los doctos, los dueños del poder, en especial los poseedores de los dispositivos de producción y distribución de palabras (sentidos); la corporación mediática como ‘depositarios del sentido de un discurso’, acaso diría Spinoza, son quienes hoy pueden ‘alterar el significado’ de las mismas”. Y añado, no como consecuencia de una forma errónea de entender al periodismo, sino como le explicaron en Asunción al canciller Timerman, para construir hechos de “público conocimiento”, los mismos a los que aludían los más exaltados de la movilización de Cañuelas, que pedían la renuncia de la intendenta Marisa Fassi.
Es lógico que el asesinato de dos vecinos provoque la indignación del pueblo. No tan lógico es que las organizaciones que convocaron a las marchas callejeras, entre ellas y en primer lugar la Sociedad Rural, hayan incitado, como pudieron constatarlo periodistas que cubrieron los hechos, a pedir la renuncia de la intendenta y hasta proclamar el deseo de vuelta a la dictadura y la necesidad de “matar y cortarle las manos” a los delincuentes, como se oyó vocear entre algunos de los movilizados.
La única lógica que explica esos exabruptos podría surgir de los siguientes datos. El ministro Arrieta es el marido de Marisa Fassi; ellos dos siempre se enfrentaron a los reclamos de la “mesa de enlace” de las patronales agrarias y, hace pocas semanas, salieron en defensa del revalúo de las tierras rurales de la provincia, mientras aquellos intentaban tomar por asalto la Legislatura que sesionaba para convertir en ley un instrumento de justicia impositiva; al menos en cierto punto, porque los desmanejos fiscales del “campo” merecen mucha más energía y controles.
Y atención que quienes se plantaron ante las bravatas de la “mesa de enlace” fueron muchos otros intendentes, tanto del Conurbano como del interior de la provincia, porque los teóricos del neogolpe, de las madejas destituyentes, sostienen que los “hechos de público conocimiento”, tan defendidos por los usurpadores paraguayos, requieren de algunos movimientos contemplados dentro del concepto de Guerra de Baja Intensidad (dixit universidades y gobierno de Estados Unidos para defender al denominado Consenso de Washington): crisis, desestabilizaciones y “descontentos populares”, focalizados, concentrados y a repetición.
El gobernador Daniel Scioli no debe estar pensando en otros ‘fulbitos’ como los que muy sonriente celebró con Mauricio Macri y después Hugo Moyano. No le resultarán suficientes las cuidadosas aunque elípticas cargas de responsabilidades hacia el gobierno nacional que formulara ayer por la mañana su ministro de Infraestructura, Alejandro Arlía, cuando por las pantallas de CN23 se refirió a los problemas financieros de la provincia y dijo que descartaba “toda intencionalidad política” por parte de la Nación, aunque sí, estimó, la ayuda que esta suele dar está afectada por cierta crisis económica; entonces “hace lo que puede”. El punto central de la cuestión es que fue Buenos Aires la única provincia del país que dividió en cuatro los aguinaldos de sus trabajadores públicos, porque, como dijera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner hace una semana, “no basta poner la cara, sino que hay que gestionar todos los días”.
Scioli tampoco debería creer en la sinceridad de ciertos amigos. “Continúa la campaña mediática de ‘victimización’ (del gobernador) afirma un reciente análisis sobre las actitudes de los medios dominantes respecto del jefe provincial, publicado por la agencia pública de noticias AgePeBa
“Los depositarios del sentido de un discurso de los libros (…) los sabios que habrán podido alterar el significado de las palabras” no perdonan; ni siquiera a sus amigos.
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http://tiempo.infonews.com/2012/07/04/editorial-80084-buenos-aires-tambien-es-sudamerica.php
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