Desde la derrota y la postrera transición democrática, un seudopensamiento progresista dejó vacante la problematización de Malvinas y de tal modo el nacionalismo mal entendido copó la parada.
Que nadie se sorprenda. La auspiciosa actualidad que goza Malvinas no es producto de la arbitrariedad del calendario. Desde el comienzo mismo de nuestro gobierno en el año 2003 se procuró poner en agenda este asunto caro al sentir de los argentinos. De tal modo, estamos en una condición inmejorable para interrogarnos sobre el pasado y presente del asunto nacional por antonomasia.
Aquel parteaguas histórico no deja mentir. “Venimos desde el sur de la Patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales y sostendremos inclaudicablemente nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas.” El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner pronunció estas palabras ante la Asamblea Legislativa y pudo llevarlas a la práctica demostrando cómo las convicciones no se dejan en la puerta de la Casa Rosada. En los primeros años de gestión, se hizo un reconocimiento honorífico especial en los montos de la pensión vitalicia a los veteranos.
Desde la derrota y la postrera transición democrática, un seudopensamiento progresista dejó vacante la problematización de Malvinas y de tal modo el nacionalismo mal entendido copó la parada. Aún hoy están los que, en ocasiones, asimilan “lo malvinero” con el despotismo patriótico. Nada más injusto con un gobierno que hizo de la memoria, la verdad y la justicia una política de Estado. En este sentido, el último capítulo que honra a nuestra democracia fue escrito por la presidenta al impulsar, días atrás, la desclasificación del Informe Rattenbach. La soberanía, como es de suponer, no se agota en lo estrictamente territorial, sino que también contempla la defensa de los recursos naturales.
Afortunadamente, todo el arco político de forma unánime acompaña a nuestro gobierno en esta patriada. Malvinas no es una cuestión exclusiva de “los políticos”. Según una encuesta reciente de Ibarómetro, siete de cada diez argentinos desean la recuperación de las islas. También apoyan la forma en que el gobierno lleva adelante el reclamo con decisión pero sin bravatas belicistas. Escenario favorable que demuestra la fortaleza y la confianza del pueblo en sus instituciones democráticas.
Tampoco la Argentina está sola en la región. Pese a las presiones, Brasil, Uruguay y Chile ratificaron su decisión de prohibir el ingreso de buques con la bandera de la colonia a sus puertos. Otros países hermanos como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Guatemala y Panamá expresaron su apoyo, respaldando los legítimos derechos argentinos en la disputa por la soberanía. Esta solidaridad, claro está, no nació de generación espontánea. Es el corolario de un proceso de integración que lo tuvo a Néstor Kirchner como uno de los protagonistas principales. Como presidente primero y como secretario general de la Unasur después, abogó por la unidad, procurando limar asperezas y disuadiendo conflictos como el que existió entre Ecuador y Colombia.
Malvinas, una causa democrática, popular y latinoamericana.
Publicado en :
Tiempo Argentino del 05-02-12
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