Arriba : La Bolsa (foto de TELAM)
Miradas al Sur. Año 5. Edición número 195. Domingo 12 de febrero de 2012
Por
Alfredo E. Calcagno. Doctor en Ciencias Políticas
El refrán popular afirma que “la confianza mata al hombre”. Sin entrar a considerar si esta afirmación es válida en general, es absolutamente cierta cuando se refiere a la confianza de los mercados, en especial del financiero. La actual crisis financiera internacional se originó en el sector financiero de los países desarrollados, que distribuyó una gran cantidad de créditos inmobiliarios y de consumo a deudores que no tenían capacidad de repago. Esto fue posible por la escasa supervisión y capital con el que operaron, y por la total irresponsabilidad en sus decisiones de crédito; pero mientras la burbuja no se pinchaba, todos los intermediarios, agencias y banqueros hacían pingües beneficios. Acreedores y deudores estaban felices; pero duró poco.
El grado de ineficiencia micro y macroeconómica de estos sistemas financieros tiene pocos antecedentes en la historia. Cuando vino el crash financiero, se contrajeron el crédito y el gasto privado, y los gobiernos tuvieron que sostener la demanda global y rescatar a los bancos y a otros intermediarios financieros. El sector financiero consiguió varios logros que evidencian su enorme poder económico, político y mediático: no sólo se hizo rescatar con dinero público prácticamente sin contrapartida, sino que ha logrado endosar la causa de la crisis a los gobiernos que los salvaron: todas las políticas apuntan ahora a reducir el déficit fiscal y la deuda pública, que son la consecuencia de la crisis, no su causa.
El establishment afirma que para recuperar el crecimiento es indispensable mantener o recuperar la confianza del sector financiero: de ese modo volverá el crédito y podremos crecer; para ello –dicen– es menester reducir el déficit fiscal, ya que debe pagarse la deuda pública que creció con la crisis, y que está en gran medida en manos del propio sistema financiero. Y para reducir el déficit hay un solo medio, y es el mismo que se impuso repetidamente en América latina desde 1980: el ajuste. Eso significa cortar el gasto público, sobre todo en salarios, jubilaciones e inversión, con lo cual se agrava la crisis (es lo que se llama aplicar una política “procíclica”). La caída de la actividad económica acarrea consigo un menor cobro de impuestos y un mayor gasto asociado a la crisis, como los seguros de desempleo. Por consiguiente, el déficit se mantiene alto y la deuda no cae. Este ajuste no sólo es costoso, sino que además es ineficaz: ha logrado sumar déficit y recesión.
¿Quiénes son?
Es importante saber quiénes son los que manejan el sector financiero, es decir, quiénes otorgarán –o no– su confianza a quienes se porten bien. Ante todo, no se trata de especuladores aislados, de vocacionales independientes, sino que su magnitud es gigantesca. Alrededor de la mitad de los flujos internacionales de capitales escapa a toda forma de control y circula de modo ilegal (Dominique Plihon, Regulation financière internationale, Encyclopaedia Universalis). Son fondos que provienen en parte de actividades ilegales o criminales; gran parte de ellas se originan en el comercio de la droga (los narco-dólares), en la venta de armas y en el fraude fiscal. Constituyen una parte fundamental de los mitológicos mercados, a los cuales –según los economistas neoliberales– habría que infundirles confianza con una política económica que los favorezca.
A escala internacional, la comunidad financiera exige que los gobiernos sigan las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que es la institución que salvaguarda los intereses del establishment financiero internacional y nacional. Lograr el apoyo del FMI y su visto bueno aumentaría, así, la confianza de los mercados financieros. Para eso deben privatizar empresas públicas, bajar el gasto público y los salarios, flexibilizar las relaciones laborales, subordinar la política económica interna al pago de la deuda externa.
¿Dónde actúan? Los especuladores financieros internacionales tienen su base en los principales países desarrollados y en los alrededor de 80 paraísos fiscales que funcionan en el mundo; pero estos centros no están aislados, sino que actúan en el núcleo de las finanzas internacionales y comunican directamente con Wall Street y la City de Londres; o bien son bancos locales vinculados con los internacionales, o filiales de grandes bancos internacionales, y en ambos casos escapan a toda vigilancia. Su finalidad es intercalar entre el cliente y el país de origen una pantalla opaca infranqueable. ¿Qué prueba de confianza pedirán a los gobiernos las personas, grupos o corporaciones cuyo enorme dinero sucio es el producto de delitos? Pero tales especuladores no medran sólo con las pruebas de confianza, sino que también actúan por cuenta propia.
¿Qué hacen?
Una de las actividades preferidas de cierto grupo de especuladores es el ataque a las monedas nacionales: compra masiva de dólares, devaluación en catástrofe de la moneda nacional y lucro con las diferencias de cambio. La Presidenta, en su discurso de asunción del mando el 10 de diciembre de 2011, recordó que durante su primer mandato el país sufrió cinco corridas bancarias, con la salida de 16.000 millones de dólares, para forzar una devaluación o marcar la cancha. Por suerte, la solidez financiera argentina hizo fracasar estos remedos de golpe de mercado.
Otro negocio importante es el lavado de dinero de la droga, que introduce en la economía un importante ingrediente de ilicitud. Además incorpora un factor de degradación en la vida política y social de los lugares en los que existen carteles establecidos. En lo social, en cada país envenena a miles de personas y crea el poder de los traficantes de la droga. En el plano político, introduce al delito –en particular el asesinato– como modo de acción. En México, entre 2010 y 2011 fueron asesinados 21 alcaldes (datos de la Federación Nacional de Municipios de México). En Colombia, entre febrero y octubre de 2011 fueron asesinados 41 candidatos presentados a las elecciones locales (ONG Misión de Observación Electoral).
¿Cómo actúan en política?
La corporación financiera salvaje no lucha sólo por el dinero; también pretende el poder político. Es un ejemplo de la realimentación recíproca entre ambos factores: más poder para hacer más dinero; y más dinero para tener más poder. Por eso la confianza plena del establishment financiero sólo se obtiene cuando él mismo gobierna; eso ocurrió históricamente en países subdesarrollados y ahora sucede en los desarrollados.
Como en una democracia normal existe una incompatibilidad entre ser una oligarquía y ganar las elecciones, entonces el establishment ha inventado un aguantadero, que es la independencia del Banco Central. Así, en los períodos en los que no gobiernan, tratan de refugiarse en ese bunker y desde allí manejar la política monetaria y cambiaria. De ese modo, gerencian las finanzas y conservan un control parcial de la economía; además, disponen de una base de operaciones para recuperar el poder político. De allí su furia cuando no lo consiguen, como les ocurre ahora en la Argentina.
¿Qué hacer en la Argentina?
La experiencia argentina muestra que para salir de una crisis, hay que olvidarse de la confianza de los mercados financieros. No se ve por qué deberíamos adecuar nuestras propias políticas a las opiniones o los intereses de quienes siempre actuaron en contra del interés nacional y ahora provocaron la crisis.
En la Argentina , lo fundamental es merecer la confianza del pueblo. No existe ninguna razón moral ni práctica para ganarse la confianza del establishment financiero internacional y local, que sólo se obtiene cuando ellos manejan el poder político y el económico. Las instituciones financieras respetables ya tienen toda la garantía de nuestro sistema legal y judicial y de la extraordinaria expansión económica que vivimos desde 2003. Éstas son las pruebas de confianza que ofrece la actual política económica y que bastan para cualquier empresario o financista serio. Lo otro es avivada.
Publicado en :
http://sur.infonews.com/notas/%C2%BFconfianza-del-mercado-financiero-o-avivada
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