Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 23 de Febrero de 2011
Por Martín Piqué
Por Martín Piqué
La primera reacción que circuló en el gobierno tras conocerse la detención de José Pedraza fue una orden tajante, una consigna que no dejaba espacio para distintas lecturas: “No interferir de ningún modo.”
El diputado Carlos Kunkel, ex miembro del Consejo de la Magistratura, y conocedor de la relación del Ejecutivo con la justicia, fue quien mejor formuló la postura: “Hay que sacar la presión a los miembros del Poder Judicial cuando tienen que evaluar la conducta de personas con mucha notoriedad pública”, subrayó ayer a Tiempo Argentino.
El mensaje que recorrió las primeras líneas de la Casa Rosada estaba en sintonía con la definición del titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, quien aprovechó el acto de apertura del año judicial para enviar un mensaje a toda la dirigencia política: “Los jueces no pueden sentirse presionados.”
La advertencia era una alusión a las protestas contra los jueces que en los últimos días ordenaron detener a dirigentes sindicales: el antecedente más cercano fue Norberto Oyarbide, quien incluso llegó a ser amenazado por haber dispuesto la detención del titular de UATRE, Gerónimo “Momo” Venegas.
En el gobierno no mostraron sorpresa por la decisión de la jueza Wilma López. “La causa estaba abierta, así que era una alternativa que se manejaba”, aseguró el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
Aseguran que la jueza tiene el perfil de los magistrados que al reunir las pruebas avanzan con la causa sin hacerse eco de presiones. “Pedraza va a pasar mucho tiempo entre rejas”, pronosticaban ayer fuentes oficiales que también vaticinaban tiempos oscuros para las autoridades de la Policía Federal. Se referían a la citación a indagatoria de Luis Mansilla, inspector del Departamento de Control de Líneas, y el comisario Jorge Ferreyra, jefe de la División Roca de Ferrocarriles.
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