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domingo, 5 de septiembre de 2021

De cisnes y otras cuestiones, por Juan Chaneton (para "Va con firma" del 03-09-21)



Un plus sobre la información.Ciudad de Buenos Aires. La comunidad de una escuela rechazó al director designado por el gobierno porteño, Gustavo Albónico, quien hizo apología de la dictadura.

La oposición ya anda diciendo que en noviembre pierde, sus chicanas fueron ineficaces para esmerilar al gobierno. Lo foto de Olivos importa, y también que una docente desbocada intimide a un alumno. En cambio, a la derecha no le importa que un "profesor" reivindique el terrorismo de Estado.


Juan Chaneton *

jchaneton022@gmail.com

La metáfora del "cisne negro" alude, por si hace falta aclararlo, a la ocurrencia intempestiva e inesperada de algún suceso que cambia, modifica o reordena, de un modo muy radical, un estado de cosas que, hasta ese instante, venía desplegándose en el tiempo y en el espacio de, por caso, la política, con la morosidad propia de una lógica esperable y sin sorpresas.


Como todos los cisnes son blancos, la irrupción del negro -del heteróclito negro- altera una uniformidad y deviene signo que presagia un desenlace, un desenlace tal vez diferente al que, hasta ese momento, unos esperaban con alegría y otros con tristeza, que tratándose de la política podríamos decir: unos con la esperanza que fluye del amor y otros con el adusto ceño que boceta el odio en el percudido rostro del egoísmo.


De eso se trata. Se trata de que los cisnes son negros o blancos según quién sea el que está escudriñando el firmamento.


Hace pocos días, quien esto escribe decía en otra nota que la "foto de Olivos", difundida por los medios de prensa de la oposición con ahínco digno de mejor causa, devenía, precisamente, acontecimiento con potencial propio como para convertirse en una de esas pardas avecillas.


De modo que, si la potencia devenía acto, una eventual alteración del escenario político en términos desfavorables al gobierno podía ser (no lo ha sido, en realidad) uno de esos pájaros de mal agüero. Y un par de días después, un columnista abonado a la derecha y sistemáticamente contrario a todo lo que hace el gobierno, decía que en un país en el que todo anda mal las cosas fluían cual sereno pero caudaloso río hacia una desembocadura cantada de antemano: la derrota electoral del gobierno. Pero, alertaba el columnista, no había que descartar que, pese a todo, apareciera en el cielo... ¡un cisne negro! y, aunque todo anduviera mal, ganara el Frente de Todos. Ése era el cisne negro: que ganara el gobierno.


Así, el cisne negro, según esa interpretación, es que gane el gobierno, no que pierda. Para mí y para los que piensan -en términos generales- como yo, es al revés: el gobierno sólo puede perder en noviembre si aparece el cisne negro, es decir, si el pajarraco oscuro de la oposición levanta vuelo al amanecer de un día agitado y si ese pajarraco, devenido cisne, más que cisne fuera un ganso, un ganso fosco como la pecina, torvo y desmañado, de los que nunca faltan.


El gobierno, en efecto, se encamina hacia un triunfo en noviembre. No se puede decir -como dice el columnista opositor al gobierno- que será un triunfo "tímido" a estar a lo que aseguran las encuestas a las que él confiere credibilidad. Tampoco es seguro que el triunfo será por ocho o nueve puntos, es decir, un triunfo amplio y con consecuencias de valor estratégico en cuanto a las mayorías parlamentarias. Estamos hablando, sobre todo, de la provincia de Buenos Aires, distrito madre.


Lo importante es retener que la derecha ya anda diciendo que en noviembre pierde. Que todo (por lo menos todas las chicanas que han encontrado hasta ahora) les está resultando ineficaz para esmerilar a un gobierno que empieza a anunciar un crecimiento de la economía al 8% del PBI y un control del Covid por la vía de la vacunación completa y masiva para la mayor parte de la población incluyendo, esa mayor parte, a todas las franjas etarias. Claro que si el gobierno saliera, todo el tiempo, a hablar de esto, sería mejor. No se sabe por qué no lo hace.


El cisne de la foto no puso los huevos que la derecha esperaba que pusiera. Imprudencia y negligencia con un costo político alto, eso fue "la foto". Y el costo político se debe a que el universo mediático no es propio sino de la oposición aunque ese universo finja objetividad. Importa la foto e importa, también, una desbocada que intimida a un alumno; pero lo que no importa es que un "profesor" reivindique el terrorismo de Estado, a la Esma y a los torturadores de la Esma, nada de eso es trascendente para el universo mediático de ellos, de la oposición, como sí lo es lo otro, la maestra desbocada y la chicana ruin en sustitución de ideas y de propuestas. Porque tanto la foto como la difusión de la torpe efusión emocional de una docente, en definitiva, no constituyen más que la chicana ruin devenida insumo de campaña.


Sin embargo, nada de ello empece el razonamiento frío y objetivo: no es cierto lo que dice el Presidente en cuanto a que "el debate abre la cabeza". Y no es cierto porque lo que es verdad en abstracto se vuelve falso en el concreto mundo de una escuela en La Matanza donde no hubo ningún debate sino gritos e improperios vertidos contra un alumno al que se le faltó el respeto, siendo que un alumno es lo más sagrado que tiene la escuela.


Esto de que el alumno es sagrado me lo enseñó Carlos Floria, un caballero del derecho y de la vida, un hombre de la derecha liberal de la Argentina que era capaz de coherencias que lo depositaban en el límite: darle trabajo, en su cátedra, a marxistas convictos y confesos, sobre la base de una única consideración: la oposición y los antecedentes califican o no califican para la función docente. La oposición vale decirlo, consistía, en su caso, en un coloquio con el propio Floria, cara a cara, sobre un tema elegido por él mismo tal vez en el mismo instante de sentarse a la mesa examinadora con el diario ahí, con el diario que acababa de leer y del cual podía sacar, en ese segundo, el tema en cuestión. Y había que razonar, ahí. No se podía decir cualquier banalidad ni recitar textos de memoria (como hace Milei). Y, sobre todo, si querés jugarla de rebelde -parecía decir, sin decirlo, el profesor- tenés que fundamentar tu rebeldía. Dame datos, dame cifras, dame citas, dame derecho y filosofía comparados, dame historia y decime si existe el albedrío, quién tenía razón, decime, si Erasmo, Lutero o el Papa de Roma. Poco tiempo después, frente al pelotón de fusilamiento de un aula en modo muchedumbre, recordé aquella fresca mañana en que Floria me llevó a conocer el mundo. Guiño, aquí.


En suma y acotando el atajo digresivo, decimos que si los medios de la oposición (Clarín, La Nación y alcahuetes del Departamento de Estado) definen la coyuntura en términos de la "fiesta", el "adoctrinamiento", lo divertida que es la Argentina en comparación con Suiza y el garche peronista, en ese caso -que es el caso- no queda otra que salir a instalar en la coyuntura otros temas, los temas que importan.


El problema no es que se diga "garchar"; el problema es que, en plena campaña, no se diga nada más.


Publicado en:

https://www.vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_719/id_13945/de-cisnes-y-otras-cuestiones

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