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sábado, 13 de septiembre de 2014

SE FUE DE BOCA, por Andrea Recúpero (para “Revista Veintitrés” del 12-09-14)





El sincericidio de Mauricio Macri




Entonado por el triunfo electoral del Pro-UCR en Marcos Juárez, el alcalde porteño adelantó algunas de sus políticas económicas. Endeudamiento, un Estado pequeño y libertad de mercado a ultranza. Sus asesores salieron a aclarar.







Inflación e inseguridad. Inseguridad e inflación. Y así sucesivamente. Esa es la ecuación que intenta descifrar la oposición desde que comenzó 2014. Qué es lo que más le preocupa al electorado. Y aunque parezca lo mismo, pero dicho en distinto orden, para los asesores de campaña y las consultoras no lo es. El orden de los factores, en este caso, altera el producto. Según las mediciones que manejan los precandidatos presidenciales de cara a 2015, esas son las principales preocupaciones de los ciudadanos. Sin embargo, a contrapelo de esa agenda, Mauricio Macri sorprendió al afirmar que si llega a la presidencia eliminará el Impuesto a las Ganancias y las retenciones. Puertas adentro del Pro, según pudo saber Veintitrés, derivaron en pases de factura y en sucesivas reuniones para decidir cómo salir a explicar lo que a simple vista fue un “sincericidio”.


Todo comenzó el domingo pasado, cuando el candidato del Pro, en alianza con la UCR y el Frente Cívico, se impuso en las elecciones municipales celebradas en Marcos Juárez, Córdoba. Animado por el resultado, que dentro del macrismo se leyó como el primer paso de una serie de triunfos que le aguardan al Pro si sabe tejer alianzas locales con el radicalismo y fuerzas provinciales y municipales, Macri metió en la campaña el tema Ganancias. Ya había hecho lo mismo con las retenciones. Palabras más o menos, el alcalde aseguró que de acceder al Sillón de Rivadavia “no va a haber más impuesto a las ganancias para los trabajadores” y que eliminará “todas las retenciones a las exportaciones”. En el caso de la soja, incluso, aclaró que rebajará las cargas “cinco puntos por año” hasta su eliminación. Dijo que la inflación es “un monstruo” y fue más allá al señalar que el impuesto al cheque “con el tiempo hay que sacarlo”. En ese mismo marco, el alcalde anticipó que “el campo es un socio de la Argentina que viene” y deslizó que le gustaría que “nos transformemos del granero del mundo al supermercado del mundo porque por ahí pasan muchísimos puestos de trabajo a lo largo y a lo ancho del país que van a permitir poblar equilibradamente la Argentina”.


Hombres y mujeres de su entorno se agarraron en silencio la cabeza porque “no era el momento de hablar de ese tema porque falta mucho para las elecciones”, confió a esta revista una fuente macrista. “El tema Ganancias quedó dando vueltas después del paro de Moyano, pero no hacía falta meterlo ahora en el debate”, agregó. La reacción de los economistas cercanos al Pro fue algo destemplada, mientras dirigentes de peso en la estructura del partido amarillo, excepto Horacio Rodríguez Larreta, prefirieron guardar silencio sobre las revelaciones de su jefe en materia económica. En general, los economistas alineados con el Pro salieron a bancar públicamente a Macri, pero nunca explicaron con claridad de dónde saldrán los fondos para compensar los ingresos que dejará de percibir el Estado si se eliminan esos impuestos.


“En una reforma tributaria lo que hay que hacer es que el que más gane pague el impuesto. Tenemos que volver a una situación normal”, matizó el economista Carlos Melconian, uno de los espadachines de Carlos Menem y de Domingo Cavallo y, en consecuencia, uno de los ideólogos de la estatización de la deuda privada, entre otras medidas de la etapa neoliberal que culminó con la megacrisis económica de 2001. Según Melconian, lo que quiere Macri es volver a la normalidad, lo que no aclaró es a qué se refiere cuando dice “normalidad”. Por su parte, el diputado nacional y economista del Pro Federico Sturzenegger avanzó un casillero más al intentar explicar cómo se financiará el Estado en ese eventual escenario que prometió Macri. “Quizá la Argentina tendrá que cubrir ese déficit de recursos con endeudamiento”, se sinceró. Una receta conocida, cuyas consecuencias fatales llevaron al país al default.

Pero para vislumbrar las bases del modelo económico macrista no hace falta esforzarse demasiado. Los grandes trazos están a la vista de todos en la administración de la ciudad de Buenos Aires, donde el endeudamiento es un ingrediente clave y la bicicleta financiera, el otro pilar. El ideólogo es Macri y el ejecutor Néstor Grindetti, o al revés. A contrapelo de la sostenida política de desendeudamiento del gobierno nacional, el alcalde que competirá por la presidencia el año que viene incrementó alrededor de un 300 por ciento la deuda pública porteña desde que asumió al frente de la comuna. La deuda pasó de 574 millones a 1.794 millones de dólares con los intereses sujetos a las variables de esa divisa extranjera. Un dato relevante a la hora de pensar el modelo que aplicará el Pro si llega a ganar las elecciones en 2015.


En ese marco, el pasado 26 de junio, la Legislatura local autorizó al Ejecutivo porteño a emitir deuda por 890 millones de dólares en una nueva toma de crédito público, que según adelantó el macrismo servirá para amortizar la deuda de la ciudad. Es decir, para pagar deuda vieja con deuda nueva. Suena conocido, ¿no?


Como lo anticipó esta revista en su edición del 2 de julio pasado, el endeudamiento aprobado por la Legislatura equivale prácticamente a la mitad del stock de deuda actual de la ciudad y servirá para canjear la deuda de los Bonos Tango serie 8, con vencimiento en 2015, y serie 10, que caducan en 2017. Así, los fondos servirán para pagar en dos etapas los 890 millones emitidos en 2010. “El Pro deja una ciudad hipotecada, con vencimientos que caerán en la próxima gestión”, alertó el auditor porteño Eduardo Epszteyn.


En sintonía, el rol del Estado en cuestiones sociales se redujo en la ciudad a la mínima expresión desde que Macri está al frente del Ejecutivo local. La subejecución de partidas en áreas sensibles como Vivienda, Salud y Educación lo confirman. Además, en el ejercicio en curso, un 83 por ciento está destinado a gastos corrientes, esto es salarios y bienes de consumo. Un informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), que publicó Veintitrés el 28 de agosto pasado, tras el violento desalojo del barrio Papa Francisco, ubicado en la Comuna 8, demuestra cómo el gobierno porteño subejecuta el presupuesto asignado al área vivienda a excepción de la Corporación Buenos Aires Sur, que insumió en el primer trimestre el 63% de lo proyectado. En todos los demás ítems (ICV, traza ex AU3 y atención a los sin techo) la ejecución fluctúa entre el 14,7 y el 5,6% del presupuesto asignado. Es notable observar que respecto del programa Mejoramiento de Villas la meta era otorgar subsidio a 37 cooperativas, pero en el primer trimestre todavía no hay datos registrados en relación con los subsidios otorgados. Lo que indica que su ejecución es hasta ahora prácticamente nula.


Al endeudamiento y a la subejecución de partidas sociales hay que sumarles el aumento sideral del ABL y de la tarifa del subte que –también a contrapelo de la política económica nacional– no es otra cosa que la eliminación en los hechos de los subsidios al transporte público. Después de confrontar con el gobierno nacional por el traspaso del subte, desde que Macri se hizo cargo la tarifa no paró de aumentar. En 2012, el Pro llevó el costo del pasaje de 1,10 a 2,50 pesos (un incremento del 127% de una sola vez). Fue el aumento anual más elevado del servicio en los últimos veinte años. Luego, en 2013, la tarifa subió a 3,50 y este año a 4,50 pesos. Un total de 309 por ciento en dos años, con su consecuente impacto en la inflación. La curva ascendente del ABL tampoco se detiene, lleva aproximadamente un 1.200 por ciento de incremento desde que el ex presidente de Boca Juniors es el alcalde porteño.


Con esos antecedentes, Macri promete eliminar Ganancias y Retenciones. Desde la época del menemismo, desde aquel recordado “síganme, no los voy a defraudar”, que no había en la escena nacional un candidato que formulara en voz alta promesas de campaña de ese tenor. Entonces Carlos Menem prometía un “salariazo” para ganar las elecciones, mientras escamoteaba sus verdaderas intenciones. Les hablaba a los votantes del peronismo, pero gobernaría con y para los mercados. Con promesas falsas logró ser el elegido. Macri, con sus promesas, le habla a una franja del electorado que añora los ’90. Está prometiendo una vuelta a aquella década, sin escalas: volver al endeudamiento, al Estado pequeño y al mercado todopoderoso.


Desde el Frente para la Victoria, como era de esperar, salieron a alertar sobre el país que promete Macri. En declaraciones a Radio América, el ministro de Economía, Axel Kicillof, fue claro ante una pregunta de esta cronista sobre la promesa de eliminar Ganancias y Retenciones: “Veo un olorcito a los ’90, al menemismo, a mí me suena a eso. No dicen cuál es el plan económico, pero parece que le dicen a cada uno lo que quiere escuchar. Prometer es una cosa, pero la responsabilidad de gobernar es otra cosa, porque si no es un carnaval carioca”, respondió el titular del Palacio de Hacienda.


En la misma línea hicieron declaraciones los precandidatos del Frente para la Victoria Daniel Scioli, Florencio Randazzo, Agustín Rossi y Aníbal Fernández. “Es muy fácil ir a cada sector y decirle lo que quiere escuchar”, coincidió el gobernador bonaerense, al tiempo que le reclamó “responsabilidad” en diálogo con radio La Red. Y acto seguido se preguntó lo que se pregunta todo el mundo: “¿Qué se va a sacar? ¿Todas las políticas sociales, la política de subsidios a los sectores que lo necesitan?”. En tanto, el ministro del Interior y Transporte dijo que “se hace difícil” creerle a Macri que eliminará impuestos, al recordar que “en la ciudad el ABL aumentó 1.200 por ciento”. El senador Aníbal Fernández, fiel a su estilo, fue más directo. Dijo que Macri “hace demagogia barata” y advirtió desde su cuenta de Twitter: “Cuidado… hay mucho farsante suelto”.


En los últimos días, Macri comenzó a verbalizar cómo sería la Argentina si el Pro llega a la Casa Rosada. Las patronales agropecuarias se frotan las manos porque al fin encontraron una oreja para los reclamos que le vienen haciendo al kirchnerismo desde 2008 junto con los empresarios que resisten la reforma a la Ley de Abastecimiento porque no quieren que el Estado controle sus márgenes de ganancia. En otro sincericidio, hace un año afirmó que hay una minoría sumamente influyente y poderosa, a la que bautizó “círculo rojo”, que pretende comandar la política nacional. Ese círculo de paladar negro, deslizó entonces, lo quiere a él en la presidencial. 





La ofensiva sobre Faunen



Desde que se lanzó el Frente Amplio Unen, el 22 de abril de este año, se habla de una posible alianza electoral con el Pro. Faunen nació como frente y al otro día sus dirigentes ya estaban desmintiendo que esa alianza pudiera concretarse. Pero la fuerza que comanda Mauricio Macri, cual gota que horada la piedra, fue trabajando en silencio para que esa unión pudiera darse, hasta que lo logró en la ciudad de Marcos Juárez, provincia de Córdoba, donde triunfó una alianza entre macristas y radicales que llevó como candidato a Pedro Dellarossa. Ágil de reflejos, el Pro trabajó rápidamente sobre esa victoria y una de sus espadas dentro del radicalismo, Oscar Aguad, dijo que esa alianza significaba algo que podía replicarse a nivel nacional. “Hemos sido muy criticados pero hemos demostrado que juntos podemos”, destacó Aguad al día siguiente de la elección, y confirmó que en Córdoba se logrará “un gran frente” común para derrotar al peronismo encabezado por José Manuel de la Sota. “UNEN hoy tiene cinco candidatos y ese es un problema. Para mí tiene dos candidatos muy considerados por la sociedad que son Cobos y Binner y a partir de ahí tendrían que construir una fórmula para ser un frente poderoso”, precisó. Para Aguad, el socialista Hermes Binner y el de nuevo radical Julio Cobos deben disputar las PASO con la fórmula macrista. Para el político cordobés, el ganador de esa interna será el futuro presidente.


Mientras tanto, precisamente Cobos y Binner, conformaron un frente político anti-Macri para evitar que el partido amarillo se les meta por la ventana y les cope la parada. Es que Mauricio Macri necesita imperiosamente proyectarse a nivel nacional si quiere tener chances de ser candidato serio a ganar la elección presidencial del 2015. Nada mejor que la estructura nacional del radicalismo para que el jefe de gobierno porteño pueda utilizarla de plataforma para su lanzamiento.


Pero una cosa son los números y las conveniencias, y otra las definiciones políticas. En ese terreno, tanto el Pro como los radicales tienen planteos de fondo muy diferentes respecto de la deuda externa. Por ahora, el Pro cuenta con dos aliados importantes dentro de UNEN: Oscar Aguad y Elisa Carrió. Y el partido amarillo sabe de trabajar pacientemente en busca de un objetivo. Hace muchos años, cuando Macri se propuso como presidente de Boca Juniors, ya soñaba con la jefatura de gobierno, y lo cumplió. Hoy sueña más en grande, y trabaja en pos de eso. Los radicales tendrán que decidir si coadyuvan hacia ese objetivo o, por el contrario, deciden dar la pelea con sus propias consignas históricas.

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