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domingo, 29 de octubre de 2023

LA INMORALIDAD FINANCIERA, por Mario Mazzitelli

 


Por Mario Mazzitelli


Cuando uno observa que el riesgo país elaborado por el JP Morgan marca arriba de 2600 puntos (es decir que Argentina debería pagar una sobretasa de interés del 26 %. Por ejemplo: si la tasa de interés fuera del 5% anual, deberíamos pagar 31%) y una parte de la dirigencia política y los medios de comunicación no dan cuenta del grado de inmoralidad y corrupción de esta práctica, queda claro que los buitres financieros son parte del problema nacional, con ramificaciones espurias. 


Cuando Horacio Rovelli nos dice que de “las 100 empresas que compraron 24.769 millones de dólares…ninguna de ellas puede demostrar contablemente de dónde obtuvieron los recursos en efectivo para hacerlo (evasión fiscal)”; o que el Banco Central “se limitó a cumplir con toda la legislación de la dictadura militar de Videla y Martínez de Hoz, que implica la consolidación y dominio de las finanzas especulativas por sobre la producción y la subordinación al capital extranjero”; o permitiendo  que “Shell Argentina compre dólares a precio oficial (sin pagar ningún impuesto, ni tasa de ningún tipo) a 63 pesos el 2 de enero de 2020 y, en octubre de 2023, a  367 pesos (cuando el dólar paralelo llegó a superar los 1.000 pesos), para pagar deudas que tiene con su controlante Royal Dutch Shell de Inglaterra (le compra dólares al BCRA para pagar la deuda con su casa matriz), permitido por la Ley 21.382 de Inversiones Extranjeras del 13 de agosto de 1976”; es visible que buena parte del drama nacional se ubica en el manejo de las finanzas.


Cuando leemos que el propio FMI nos cobra una sobretasa (por el exceso de deuda solicitada en 2018) llevándola de 4,25 a alrededor del 8% anual (mientras el país decrecerá un 2% en 2023) se entiende que no están para ayudar a los pueblos a su desarrollo, sino para garantizar las ganancias de los especuladores financieros. Lo expreso con lucidez el economista y tributarista Raúl Cuello, en el año 1999: “una vez que comienzan las dificultades para afrontar los pagos externos, aparece en escena el inefable FMI, que con el pretexto de ayudar financieramente a los países…, lo que realmente hace es evitar las pérdidas de quienes asumieron riesgos financieros más allá de lo prudente y transferirlas a quienes deberán ver incrementados sus impuestos, generalmente los más pobres... El FMI y los consorcios de bancos…aportan capitales para que el país pague a esos mismos acreedores. En definitiva, lo que importa es seguir cobrando los intereses de la deuda que tienen como contrapartida fondos que no estarán disponibles ni para el consumo ni para la inversión local. El FMI es el auditor del endeudamiento y de la recesión estructural…”


Cuando en una escala barrial, en los centros comerciales del GBA, pasamos frente a un local de préstamos personales rápidos y vemos que el crédito al consumo que ofrecen puede tener una tasa de interés del 300% o 400% (aunque haya que descontar la inflación) ratificamos que el horror del manejo financiero es uno de los instrumentos de saqueo más extendido y más dañino para nuestro pueblo. 


Dentro de ese mundillo financiero, donde se maneja sin escrúpulos el dinero de los argentinos que emite el Estado (como parte del acuerdo político de la sociedad argentina refrendado en el artículo 75 de la Constitución Nacional) y también el extranjero (el dólar principalmente) vemos con nitidez que uno de los principales instrumentos para la consumación del saqueo son “las tasas de interés usurarias”. La usura hace estragos entre nosotros. Usura con la que estamos enredados como país y como individuos. Así, desde lo macro hasta lo micro, el capital financiero (Bancos, Organismos de crédito, Financieras, Prestamistas, etc.) nos chupan la sangre, sin que veamos una contrapartida que lo justifique. 


En defensa del crédito.

El crédito es una herramienta que permite hacer realidad una idea, acelerar un emprendimiento, satisfacer una necesidad (una vivienda o un par de zapatillas) El crédito es un instrumento que toda economía debe tener a mano para mejorar la producción, circulación, cambio y consumo de bienes y servicios. Diría que es imprescindible para la industria, la producción agropecuaria, la logística, el comercio, la familia, etc. No obstante su importancia, en Argentina hemos aprendido a vivir sin crédito. ¡Con semejante usura! Al punto que, mientras en otras sociedades se progresa estando endeudados, en Argentina se progresa no teniendo deudas. Esto es así para familias, empresas y el país. La razón son las tasas inmorales de interés. 


Analizarlo en profundidad y sacar conclusiones válidas para el conjunto de la sociedad debería ser una responsabilidad del Estado. Aquí también tenemos otro escollo, el Estado ha sido un desastre en el manejo del crédito, generalmente expresado en una deuda pública cuestionada por ilegal, ilegítima, odiosa, fraudulenta, etc. Jamás auditada seriamente por el Congreso Nacional. Será una tarea en la que deberemos involucrarnos políticos, académicos, economistas que se fundamenten en los principios económicos de Manuel Belgrano, etc. para, de ésta manera tener un papel activo frente a la avaricia de los dueños del capital.


Las tasas usurarias de interés. Diferencia entre ganancia y saqueo (Usura).- 


Es bueno aclarar el punto. El prestar dinero (sea un particular, un banco o una institución internacional) tiene una retribución que se la llama “interés”. Es razonable. Ejemplo: Si tengo en mi poder dinero que me pertenece legalmente (ahorro) y puedo disponer de él en cualquier momento, conforme mis preferencias o necesidades ¿Por qué se lo prestaría a otro? ¿Por qué lo enajenaría transfiriéndole al otro la capacidad de usarlo como le plazca? Simple, solo porque de ese préstamo voy a obtener la devolución del capital más intereses. Al final del ciclo pretendo tener una mayor cantidad de dinero. Sin interés, el volumen de dinero prestado sería muy pequeño y no habría crédito. Sobre ese sencillo razonamiento resulta aceptable que se cobren intereses sobre los créditos. Con una condición: que generen un beneficio para el prestamista y para el tomador del crédito. Que no sea perjudicial para ninguno de los dos. 


El saqueo (usura) comienza cuando las tasas de interés son desmesuradas, imponiéndole al deudor condiciones ruinosas. 


El Estado no fija políticas públicas en torno a las tasas de interés. Probablemente sienta que el desquicio de la inflación no le otorgue autoridad moral para tal intervención. Sin embargo, las propias tasas de interés son una fuente de inflación. Al tiempo que una transferencia inmoral de riqueza de la gente trabajadora a los parásitos dueños del dinero. Esto es visible en el accionar de los fondos buitres. Su maniobra consiste en comprar títulos o bonos en situaciones de crisis, con supuestos riesgos altos (aunque siempre está el FMI y la Justicia de los EEUU para salvarlos) que induce a los tenedores pequeños a desprenderse de ellos a bajo precio. Luego accionan judicialmente contra el país endeudado y los pobres contribuyentes de la nación agredida serán los que , con su empobrecimiento, paguen este festín de la corrupción, nunca condenada por la élite de nuestro país.


Para graficar un poco mejor lo que representan los espurios manejos financieros, elijo la circular 1050, del Banco Central, en 1980, durante la dictadura y la gestión económica de Alfredo Martínez de Hoz. Los créditos que se generaban tenían una tasa de interés variable, conforme lo resolviera la “libertad de mercado”. Quiere decir que al tomar un préstamo se podía pagar un interés bajo, pero en el transcurso de su devolución podía subir, conforme lo dispusiera el mercado, sin que el Estado interviniera para evitar abusos. Eso fue lo que ocurrió. Las tasas de interés subieron por las nubes. Mucho del crédito tomado en aquel tiempo fue hipotecario. Así hubo familias que aportaron el 70% del precio de una casa, tomando un crédito por el 30% restante. Ese 30% restante fue creciendo (por las altas tasas de interés) transformándose en el 35, 40…100% del valor de la vivienda. Quiere decir que hubo familias que habiendo aportado un alto porcentaje del valor de una vivienda y pagado muchas de las cuotas del crédito, terminaron perdiéndolo todo. Una transferencia brutal y despiadada de las familias a los dueños del dinero, al capital financiero. Al servicio del cual estaba el Estado en aquel entonces. Todo bajo la monigotada de la "libertad de mercado", libertad de las tasas de interés…


“Las deudas  no son buenas ni malas…”

Acordemos que la confusión es clave para el saqueo. Por eso hay que estar atentos a dichos, frases o afirmaciones que parecen de sentido común, nos familiarizamos con ellas y las terminamos tomando como propias. Veamos este caso. Escuché muchas veces la frase “Las deudas  no son buenas ni malas…”. Veo que se ha repetido como una suerte de latiguillo entre los economistas. Mi impresión, que proviene de una larga experiencia en el comercio, es profundamente diferente. Las deudas jamás son neutrales. Siempre son: buenas o malas. 


En pocas palabras, que “no sean ni buenas ni malas”, implicaría que al saldar esa deuda y hacer un balance de su uso, el resultado es 0 (Cero). En ese caso: “No fue ni buena ni mala”. Eso no ocurre nunca. Son buenas o malas. La deuda argentina es mala, porque en el haber, no hay prácticamente nada y en el debe, hay cientos de miles de millones de dólares. Por eso, en éste caso, antes que definirla como deuda habría que llamarla "tributo colonial".


La deudopatía y la usura.

La deudopatía de gobierno la defino como "el impulso irrefrenable por pedir dinero prestado" que tienen nuestros dirigentes políticos y economistas cuando sufren el síndrome de la escases de fondos públicos. 


Los Estados tienen una demanda de prestación de servicios u oferta de bienes superior a sus posibilidades. Cuando se toma deuda (corrupción mediante: comisiones, sobres, regalos, futuros trabajos, fuga de capitales, etc.) se genera una sensación de riqueza. Que será bien transitoria. Porque lo que fácil llega más fácil se va. El drama es que la devolución del capital, junto a intereses usurarios, hará que el pago se vuelva imposible. Así se empezará a renegociar la deuda, con un riesgo país más alto, mayores tasas de interés, etc. El tributo colonial perpetuo empezará a estar garantizado. Luego los acreedores (bancos, estados, organismos, buitres) si lo creen necesario, vendrán por el oro, el agua, el petróleo, las empresas públicas, el territorio, el mar, etc. Para servirlos, uno de los candidatos al ballotage 2023, lo está ofreciendo, incluso antes de que se lo pidan. Sumemos que el pago del tributo colonial golpea las cuentas públicas, genera déficit fiscal, inflación, falta de inversión, pobreza, etc. 


Quiero agregar que hay una deudopatía individual. Puede ser el caso de un jugador en un casino que, habiendo perdido el dinero que tenía disponible, sale por la revancha a pedir prestado en condiciones leoninas (donde algunos ludópatas llegaron a perder propiedades) También consumidores que frente a la tentación que les produce comprar algo que vieron en una vidriera buscan la forma de financiarlo, sin reparar en las consecuencias posteriores sobre la economía familiar. No es deudopatía el que se endeuda para poner algo en la olla. Ese es un pobre condenado por las circunstancias. Pero señalo la deudopatía de los da abajo, porque entre los de abajo y los de arriba, en algo nos parecemos. No sé si hay que cambiar antes el abajo o el arriba, pero en todo caso todos necesitamos un cambio cultural en ese sentido.


Algo más sobre las tasas de interés.

Es un dicho popular que: “De enero a enero, la plata es del banquero” o la vieja expresión de Bertolt Brecht “Robar un banco es un delito, pero más delito es fundarlo”. Tomar y prestar dinero debería ser el principal negocio de la banca. Atraer depósitos a una tasa de interés y prestar a una tasa  superior, su mayor fuente de ingreso. Visto en estos tiempos que, la automatización está permitiendo la reducción de costos de la operatoria bancaria, esa diferencia entre tasas de interés podría ser mínima. Esto permitiría junto a una nueva política fiscal, monetaria y cambiaria; recrear el crédito en el país.


En cualquier circunstancia, deberíamos abrir un gran debate para buscar un valor aceptable. Tomar una determinación es muy importante.


Una deuda y su correspondiente tasa de interés pueden ser estudiadas desde distintos ángulos. 

El monto. Es claro que una mala o buena operación pequeña no alterarán la vida de nadie. Por ejemplo: si la deuda argentina fuera muy chica, por mal perfilada que esté, resultaría sencillo su abordaje. En cambio, al haber ganado en magnitud, su determinación en el destino común de los argentinos se ha vuelto determinante.


Los plazos. También en este caso se puede entender que no es igual pagar en 1 cuota que hacerlo en 12 o 120.

 

La tasa de interés. En general hay que compararla con los cambios generales de precios (Inflación/deflación) Mucho sabemos los argentinos que si nos cobran un interés del 120% anual, será buen negocio financiar el crédito si la inflación es del 200% y nada recomendable si es del 50%. El problema que tenemos como país o individuos es el maremoto en el que vivimos,  donde terminamos arreglando tasas usurarias de interés.


Los riesgos. Si el monto es menor y los plazos mayores, se reducen los riesgos, por tanto debería bajar la tasa de interés. 


Los gastos administrativos son un costo a tener en cuenta. 

Y mucha atención merecen las grandes renegociaciones de deuda argentina que se ejecutan en cuartos oscuros poco democráticos; cuyos resultados son catastróficos ¿Corrupción?


En fin, aportar a la apertura de un debate en torno al saqueo del inmoral sistema financiero, es el principal objetivo de estas líneas. También darse políticas para el resurgimiento del crédito cuyas dos principales condiciones -para mí- son: 1.- Que la tasa de interés sea inferior a la tasa de crecimiento económico esperada. De manera que el dinero sea invertido en la economía real y no en la timba financiera; y 2.- Que resulte conveniente para el ahorrista/prestamista y para el tomador/inversor. Creo que por ahí pasan algunas de las condiciones para terminar con ésta parte del saqueo y emprender la etapa del crecimiento sustentable con equidad. Ojalá así lo entienda el próximo gobierno.



Mario Francisco Mazzitelli (Haedo, Buenos Aires, 17 de agosto de 1956) es un político argentino, dirigente del Partido Socialista Auténtico de su país.





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