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lunes, 21 de agosto de 2017

ACOSTA ÑÚ: SÍMBOLO DE UNA GUERRA.NIÑOS DE SEIS AÑOS LUCHANDO Y MURIENDO, por Julio José Chiavenato (para "portalguaraní")


Autor: JULIO JOSÉ CHIAVENATO
EXTRACTADO DEL LIBRO "GENOCIDIO AMERICANO . LA GUERRA DEL PARAGUAY", de JULIO JOSÉ CHIAVENATO. Edición original en portugués. Primera Edición en Castellano,Asunción – Paraguay. Mayo 2008 (224 páginas)



58. MATANDO "HASTA EL FETO DEL VIENTRE DE LA MUJER"



Esa guerra de exterminio, brutal genocidio, tenía que exigir procedimientos especiales de los militares. La resistencia paraguaya, cuando todo ya estaba perdido, transformó el año final de la guerra en una caza a Francisco Solano López y a los que le seguían. Sarmiento, como siempre, nos da un buen ejemplo de eso: "La guerra está concluida, no obstante, aquel bruto (se refiere a Solano López), aún tiene veinte piezas de artillería y dos mil perros que habrán de morir debajo de las patas de nuestros caballos". La ferocidad de Sarmiento es profética: ocurrió exactamente lo que él previó, por poco las "patas de nuestros caballos" no fueron argentinas, pero sí brasileñas.

El Duque de Caxías negándose a bailar sobre el enemigo -que él conocía en la lucha y no de lejos como Sarmiento dio por terminada la guerra en Asunción. Al entrar el ejército imperial en Asunción, el 5 de Enero de 1868, para Caxías la guerra estaba terminada; tácitamente se negó a desempeñar el sádico papel del Conde D'Eu. El comandante del ejército imperial sabía lo que era preciso para la "victoria final" sobre el ejército paraguayo. Y deja bien claro en un despacho privado al Emperador Pedro II, el 18 de noviembre de 1867:

"Todos los encuentros, todos los asaltos, todos los combates realizados desde Coímbra a Tuyuti, muestran y prueban de una manera incontestable que los soldados paraguayos se caracterizan por una bravura, por un arrojo, por una intrepidez, y por

una valentía que raya a la ferocidad sin ejemplo en la historia del mundo".

Las palabras de Caxías no eran vanas. Sabía lo que estaba informando al Emperador, anticipando enormes dificultades y procurando evitar que el ejército imperial desempeñase el papel que, finalmente, el propio Pedro II le obligó a ejecutar bajo el comando del feroz conde D'Eu.

El soldado paraguayo, escribió Caxías, prefiere morir a rendirse; acentuó además que la moral de ese ejército ya derrotado aumenta en la derrota y cuando sus soldados están bajo la mirada de López, se sienten magnetizados, pudiendo hacer lo imposible.  "( ...) lejos de economizar su vida, parecen que buscan con frenético interés la ocasión de sacrificarla heroicamente y de venderla por otra vida o por muchas vidas de sus enemigos", agrega Caxías. Y es en ese despacho ya citado anteriormente, que Caxías denuncia el empleo del oro para la corrupción y el soborno, como política imperial:

"Vuestra Majestad tenga por bien encomendarme muy especialmente el destino del oro para concurrir al lugar y allanar la campaña del Paraguay, que viene Haciéndose demasiadamente larga y cargada de sacrificios y aparentemente imposible por la acción de las armas; pero el oro; Majestad, es materia inútil contra el fanatismo patrio de los paraguayos desde que están bajo la mirada fascinante y el espíritu magnetizador de López". La descripción del Duque de Caxías sobre el soldado paraguayo, de cierta forma recuerda lo que Alberdi ya había señalado. Sobre los soldados paraguayos, Caxías, afirmó al Emperador que siendo "simples ciudadanos, mujeres y niños" son una sola y misma cosa, "un solo ser moral e indisoluble". La guerra, por tanto, para la "victoria final" tendría que ser cruel -como fue- y no agradaba al Duque de Caxías, que informó al Emperador Pedro II:

"Cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas vidas y cuántos elementos y recursos necesitaremos para terminar la guerra, es decir, para convertir en humo y polvo a toda la población paraguaya, para matar hasta el feto en el vientre de la mujer?”

Ese es el tipo de guerra que el Duque de Caxías no llevó hasta el fin: él se detuvo en Asunción. Una guerra obviamente de exterminio, que tendría que "matar hasta el feto del vientre de la mujer". Una guerra que intentó en su año final, "convertir en humo y polvo a toda la población paraguaya". Se mataron 96,50% de los hombres paraguayos!



59. BATALLONES DE NIÑOS PARAGUAYOS: LA ÚLTIMA RESISTENCIA



Caxías imputaba la demora de la guerra a los aliados, Mitre especialmente: "Nuestros aliados no quieren terminar con la guerra, porque con ella están lucrando y empobreciendo al Brasil. Desde que Mitre llegó, ha intentado por todos los medios posibles demorar la marcha de las operaciones", escribió Caxías el 20 de septiembre de 1867. Para Caxías la guerra pudo haber terminado ya en agosto, si fuesen obedecidos sus planes. Cuanto más demora la guerra, cuanto más disminuyen los recursos paraguayos, más feroz se vuelven las batallas. Los yerros tácticos que se van acumulando desde el inicio de la guerra acaban por determinar sacrificios increíbles a los cuales se unen epidemias, hambre, enfermedades, etc. Al final de la guerra, lo que ocurría era una lucha absurda; los soldados de la Triple Alianza, enfrentando un ejército de fantasmas, moribundo, con lanceros de seis a quince años! La defensa del Paraguay estaba en la misma proporción que el deseo de exterminio de sus enemigos. Así, cuando el Duque de Caxías entendió que era necesario matar paraguayos en el vientre de sus madres, los paraguayos ya sabían que debían resistir, para salvar la nacionalidad, hasta la muerte. La guerra sin cuartel provocó la resistencia sin esperanza: por eso, surgieron los batallones de niños. Francisco Solano López salió de su cuartel general de Ascurra encabezando una legión de hambrientos y enfermos, para refugiarse finalmente en Cerro Corá, en donde esperó la batalla final. Antes de eso, además, la guerra del Paraguay, ofreció episodios increíbles.

Una guerra e ese tipo, con ejércitos en lucha de brutal desproporción, tenía que provocar métodos originales, especialmente del lado paraguayo. Por la propia conformación socioeconómica del país, el Paraguay estaba apto, como demostró, a crear condiciones propias de resistencia. Construyó sus navíos, hizo sus armas, e improvisó comandantes militares que crearon formas diferentes de lucha.

A partir del momento que comenzó la guerra y durante sus cinco años de penosa duración, el Paraguay no recibió ni siquiera una bala del exterior, ya que la cuenca del Plata estaba cerrada por los aliados de la Triple Alianza. La estructura industrial que se formaba en el país pasó a fabricar cañones y munición; comenzó la fabricación de pólvora en larga escala; en fin, de todo lo que el ejército paraguayo necesitaba para la resistencia. Cuando ya no había más medios de continuar fabricando armas, fue común que los cañones paraguayos usaran como proyectiles, cocos, piedras y pedazos de vidrio!

Desde el inicio -y probablemente por primera vez en la historia- la escuadra paraguaya (más o menos igual en número a la brasileña, pero acentuadamente inferior en la calidad de los navíos) procuró superar esa deficiencia con la guerrilla naval. Los paraguayos usaron chatas -la verdad, grandes jangadas armadas con cañones, para poder aproximarse a los acorazados brasileños e intentar perforar sus cascos.

Los cañones eran obtenidos fundiendo las campanas de las iglesias -uno de ellos, "El Cristiano", fue famoso y los técnicos tuvieron que extraer minerales de material insospechable aún en la época. La fundición de Ybycuí y el arsenal de Caacupé proveyeron hasta el fin las necesidades de la guerra: ellos representaban, proveyendo al ejército paraguayo de armas y municiones, la superioridad industrial de la República del Paraguay sobre sus vecinos. Es una expresión de la superioridad económica que necesita ser destruida. Y lo será de forma criminal.

Ybycuí fue destruida cuando el Mariscal Francisco Solano López estaba abandonando su cuartel general en Ascurra y contaba con apenas mil seiscientos hombres para defenderlo. La increíble voluntad del Conde D'Eu de destruir la fundición de Ybycuí, hizo desviar su atención de la "caza" de López, deteniéndose para que sus soldados se ocupasen en la destrucción de la siderúrgica. El Conde D'Eu deja anotado en su diario de guerra (Diario de la Campaña del Paraguay) la destrucción de la fundición de Ybycuí: "La fundición de Ybycuí está arrasada total y definitivamente por el ingeniero Jardim, quien encontró gran número de máquinas aún aprovechables y cantidad de armamentos, mostrando que el Teniente Coronel Coronado no había realizado la destrucción deseable. La destrucción estuvo a cargo de los ochenta hombres que acompañaban al ingeniero que desmontaron piezas importantes de fábrica de pólvora y fundición de hierro, carpintería, tornería, herrería y armería, así como depósitos de alimentos y combustibles. La obra fue completada mediante la destrucción de una compuerta y posterior inundación del estrecho valle en que se hallaba el establecimiento."

El Conde D'Eu anota ese crimen el 9 de junio de 1869. El ya había mandado destruir Ybycuí, pero no satisfecho con el servicio, volvió para completar la destrucción, inclusive reventando la represa e inundando el valle. Una acción de vándalo, de bárbaro. El Comandante Ynsfran, de Ybycuí naturalmente, fue degollado. Se negaba de esa forma al Paraguay vencido, la oportunidad de resurgimiento de su economía después de la guerra, destruyendo Ybycuí.

Antes, sin embargo, la guerra tuvo largos años de lucha implacable. A pesar de la evidente superioridad, los ejércitos del Imperio del Brasil, de la Argentina y del Uruguay, demoraron un año desde el comienzo de las hostilidades, para pasar a la ofensiva y entrar en territorio paraguayo. Las fortalezas paraguayas caerían por hambre y falta de municiones: eran abandonadas, no fueron tomadas. Humaitá, por ejemplo, sufre un cerco riguroso y acabó siendo desocupada en uno de los muchos ardides que empleaban los paraguayos: cuando no hubo más munición, el Comandante Martínez, hizo dar un gran concierto a la banda de músicos, lo que llevó a los brasileños a pensar que se conmemoraba alguna fiesta nacional. Y al son de la música y ante el descuido y sorpresa de los brasileños, desocupó disimuladamente Humaitá, con los paraguayos llevando inclusive la mayoría de los cañones...

La lentitud de los brasileños para avanzar o la decisión para comenzar una batalla fue muy criticada como causa de la demora de la guerra. Especialmente, a la escuadra se hacen dichas acusaciones. La guerra, en verdad, tuvo largos períodos de tregua espontánea, que generalmente favorecían a los paraguayos que se reorganizaban. Como ejemplo de la indecisión de los brasileños, Thompson cita Curupayty, que fue bombardeada dieciocho meses. Los oficiales argentinos con los cuidados para ellos excesivo del Duque de Caxías, que ganando posiciones, en vez de avanzar procuraba consolidarse en el terreno. Todo eso, no obstante, no es parte de este libro: la historia militar de esa guerra puede ser conocida en varios autores brasileños, argentinos y paraguayos, además de los europeos. Pero, es bueno destacar una de las batallas -generalmente desconocida de los brasileños- que configura la increíble resistencia paraguaya y las condiciones en que se hizo la guerra hacia su final: Acosta Ñú.



60. EL DIA DE LA MÁS HEROICA BATALLA AMERICANA: 20 MIL SOLDADOS CONTRA 3.500 NIÑOS PARAGUAYOS



Acosta Nú fue una de las más terribles batallas de la historia militar del mundo. De un lado estaban los brasileños con veinte mil hombres. Del otro, en el medio de un círculo, los paraguayos con tres mil quinientos soldados de nueve a quince años, no faltando niños de seis, siete y ocho años! Junto a los tres mil quinientos niños paraguayos, combatían quinientos veteranos comandados por el General Bernardino Caballero.

Esa batalla librada el día 16 de agosto de 1869, fue necesaria para que el Mariscal Francisco Solano López continuase su retirada del cuartel general de Ascurra y siguiese con seguridad hacia Cerro Corá, mientras los "niños combatientes" retardarían a las tropas brasileñas. (Esa batalla de Acosta Ñú es aludida por Tasso Fragoso como batalla de Ñú Guazú - Campo Grande).

La batalla comenzó por la mañana, en un campo abierto, cubierto de malezas. Bernardino Caballero -el mejor general de Francisco Solano López- con sus quinientos soldados del VI Batallón de Veteranos, reunió a los tres mil quinientos niños y esperó el ataque. Los paraguayos quedaron, como acentuó Tasso Fragoso, en un "círculo de fuego". Sufrieron el ataque brasileño por los cuatro lados: por el norte, la caballería de Hipólito Ribeiro; por el este, las fuerzas del General Cámara; por el sur, los veteranos del General Resin; y, finalmente, por el oeste, atropellaban las fuerzas comandadas por el Conde D'Eu. Atacados por los cuatro flancos, en una flagrante desproporción de fuerzas de cinco brasileños por cada paraguayo, la resistencia duró todo el día y, aún por la noche, el renombrado Conde D'Eu se tuvo que preocupar con los sobrevivientes heridos.

Acosta Nú es el símbolo más terrible de la crueldad de esa guerra: los niños de seis a ocho años, en el calor de la batalla, aterrados, se agarraban de las piernas de los soldados brasileños, llorando, pidiendo que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en las selvas próximas las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas empuñaron las lanzas y llegaron a comandar grupos de niños en la resistencia. Finalmente, después de todo un día de lucha, los paraguayos fueron derrotados. Por la tarde, cuando las madres vinieron a recoger a los niños heridos y enterrar los muertos, el Conde D'Eu mandó incendiar la maleza. En la hoguera se veían niños heridos correr hasta caer víctimas de las llamas. La resistencia en Acosta Ñú y el sacrificio de esos niños simbolizan perfectamente cómo la guerra se tornó implacable. Tanto por el lado de Francisco Solano López, formando un ejército de niños, como por el lado brasileño que no se avergonzó en matarlos. Simboliza, también, la conciencia máxima de la defensa de la nacionalidad; la lucha extrema por la independencia nacional, llegando al suicidio de un pueblo que no quiso rendirse para no perder la libertad: la libertad, en el Paraguay de la época era un concepto práctico y no una palabra abstracta. Era el derecho a la tierra; a la alimentación; en fin, a la autonomía del país.

(El historiador paraguayo Andrés Aguirre consiguió que el 16 de agosto, sea el "Día del Niño" en el Paraguay, en homenaje a los niños de Acosta Nú. Hay un movimiento para que la OEA reconozca ese día como el Día del Niño en América)

La batalla de Acosta Nú permitió que Francisco Solano López consiguiese escapar del cerco de las tropas del Conde D'Eu. Su fin está próximo: él resiste con un poco menos de quinientos hombres y cercado de conspiradores. Su muerte ocurrirá el día lº de marzo de 1870. Con él murió el Paraguay. Desde 1868 en que Asunción ya había sido tomada -y saqueada por los soldados brasileños- ya había un gobierno títere impuesto y el Paraguay estaba siendo fraccionado y entregado al imperialismo internacional. No obstante, Francisco Solano López continuó la desesperada resistencia. El murió resistiendo.



Arriba: Soldado-Niño paraguayo. Abajo Sarmiento, Presidente argentino en la etapa final de la Guerra del Paraguay





Fuente: GENOCIDIO AMERICANO . LA GUERRA DEL PARAGUAY.

Autor: JULIO JOSÉ CHIAVENATO

Traducción: JUSTO PASTOR BENÍTEZ (h).

Tapa: Ilustración del Álbum de la Guerra del Paraguay,

Tomo II – Nº 27 – Año 1984 – Ed. Argentina

Carlos Schauman Editor,

Primera Edición en Castellano,

Asunción – Paraguay. Mayo 2008 (224 páginas)



Publicado en:
http://www.portalguarani.com/1681_julio_jose_chiavenato/13392_acosta_nu_ninos_de_seis_anos_luchando_y_muriendo_autor_julio_jose_chiavenato_.html

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