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viernes, 11 de diciembre de 2015

MIRANDO HACIA ADENTRO DE UNA DERROTA, por Adrián Corbella



Arriba: Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón... el peronismo es el General y Evita. Ni uno ni el otro... ambos .

Cuando se pierde una elección, evidentemente se cometieron errores. Uno podría plantear como razonamiento abstracto que si se hubiera hecho todo bien se habría ganado. El análisis de dichos errores no hay que hacerlo con la idea de echar culpas o pasar facturas –actitud que puede ser atractiva pero no sirve para nada- sino con la idea de evitarlos en el futuro de cara a las elecciones parlamentarias de 2017 y las presidenciales de 2019.
En el kirchnerismo siempre convivieron dos sectores : uno centrista, oriundo de un peronismo muy tradicional y anclado al Partido Justicialista, y otro más de izquierda, integrado por peronistas de izquierda, personas con un pasado en diversas fuerzas políticas de izquierda y centroizquierda y radicales progresistas. La convivencia de estos dos sectores se logró durante más de una década, pero no estuvo exenta de rispideces y conflictos, que se reflejaron claramente en momentos como las elecciones de 2009, 2013 y 2015.
Ante la derrota, el kirchnerismo “paladar negro”, más de izquierda, tiende a acusar al otro sector, al que llama despectivamente “pejotismo”, de traicionar en momentos clave, o al menos de adoptar una estrategia de apoyo tan tibio que casi no es apoyo. El peronismo más tradicional acusa al kirchnerismo paladar negro de ningunearlo, de no tenerlos en cuenta ni darles espacio. Ambos sectores tienen una parte de la razón, pero no toda.
Es evidente que la elección no se gana en primera vuelta porque una parte importante del voto peronista se fue con el Frente Renovador de Massa. Esos votos peronistas se recuperan parcialmente en el ballotage, pero no en su totalidad. De hecho lo que define el triunfo de Macri en la segunda vuelta es el voto de cuatro provincias tradicionalmente peronistas que lo acompañan: Córdoba(1), donde Macri supera el 70% sumando los votos radicales y peronistas, Santa Fe donde supera holgadamente el 50% sumando votos radicales, “socialistas” y peronistas, y dos pequeños bastiones del PJ como San Luis y La Rioja donde casi llega a los dos tercios de los votos. Sin esos votos peronistas, y otros similares que obtuvo en otras partes del país (2), Macri hoy no sería Presidente.
Desde el otro lado tienen sus razones. Néstor y Cristina se formaron ideológicamente en la década del ’70 cuando había una fuerte división en el PJ entre un ala derecha que se identificaba más con Perón y un ala izquierda (“La Tendencia” revolucionaria) que ponía sus fichas en la figura de Eva. Dentro de esta tendencia estaba “Montoneros”, sector que tenía en su ADN el uso indiscriminado de la violencia como herramienta política. El kirchnerismo, si bien se inscribe ideológicamente en ese sector que mira a Eva y a John William Cooke, es visceralmente opuesto al uso de la violencia como herramienta política, lo cual no es una diferencia menor. Sin embargo, hubo actitudes que pudieron y debieron evitarse. Algunas que tienen que ver con charlas y posicionamientos privados sobre las que apenas si podemos especular. Pero otras que son públicas y por todos conocidas. La estatua de Juan Domingo Perón en la ciudad de Buenos Aires, debió haberla inaugurado Cristina en 2014, cuando se cumplieron cuarenta años de la muerte del tres veces presidente. Hacer un billete con la cara de Eva Perón fue una reivindicación histórica muy justa, políticamente indiscutible. Pero el General Perón merecía el propio, no solo por haber sido tres veces Presidente sino por su rol como pensador latinoamericano de primer orden.
Este divorcio entre el kirchnerismo paladar negro y el peronismo tradicional fue una de las claves del fracaso en las elecciones de 2015. Profundizarlo no es la manera de resolver el problema.
El peronismo sin el kirchnerismo se transformaría en un partido de centro-derecha populista, espejo del PRO. El kirchnerismo sin el peronismo sería una especie de Frepaso, una fuerza de centroizquierda con 25 o 30% de los votos condenado a ser el tercer partido.
Si se quiere ganar en 2017 y 2019 se debe intentar resolver ese conflicto y lograr que todos puedan trabajar juntos teniendo como eje algunos principios básicos de todo el peronismo –que son compartidos por los sectores no peronistas del kirchnerismo-. El peronismo nunca fue anticapitalista, pero la Marcha dice claramente “combatiendo al capital”, principio correcto si lo interpretamos como combatir al capital concentrado, monopólico e imperialista. Ese es un objetivo en el que deberían coincidir todos los sectores del peronismo. Tampoco debería dejar de lado una estructura peronista unificada la justicia social, la soberanía política y la independencia económica. En tiempos de neoliberalismo ajustador y transnacionalizador, esos principios son absolutamente revolucionarios.

Adrián Corbella
11 de diciembre de 2015

NOTAS:

(1): Si bien Córdoba tiene una larga tradición radical, en esa provincia vienen ganando dos autodefinidos "peronistas" (José Manuel De La Sota y Juan Schiaretti) desde hace mucho tiempo.
(2):  Algunos ponen énfasis en la elección de Provincia de Buenos Aires, donde si bien Scioli le gana a Macri en el ballotage, lo hace por una diferencia mínima. Sin embargo, debemos tener en cuenta que en 2011, en una elección donde el kirchnerismo obtuvo el 54% de los votos a nivel nacional, CFK obtuvo en Provincia un 55%, cifra levemente superior a la de Scioli en el ballotage. Scioli obtuvo en el ballotage dos de cada tres votos del massismo bonaerense. Si hubiera logrado similar captación entre los votantes massistas de Còrdoba y otras provincias, hoy el presidente sería el ex motonauta. Entonces lo significativo, lo extraño, lo decisorio ha sido el voto de las provincias del interior que se mencionan en el texto, en donde votos peronistas varios (massistas, adolfistas puntanos, menemistas riojanos) rechazan la candidatura de Scioli y votan a Macri.

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