Escena de ‘La dictadura perfecta’ (Foto:
Cortesía Bandidos Films)
La dictadura perfecta proyecta una lamentable realidad y deja entrever que, cuando se trata del poder, hasta Nicolás Maquiavelo se queda corto.
Pensar sobre la libertad de expresión en México lleva
necesariamente a reflexionar en los tiempos en que por distintas razones,
generalmente de índole política, era evidente la ausencia de este derecho del
hombre, es decir, desde la carencia de libertad de expresión.
En ese contexto, algunas décadas del siglo pasado, marcadas
por periodos gubernamentales, son recordadas por la carencia de libre expresión
a través de diferentes canales, promovida por las altas esferas del poder
político dominante desde la posrevolución. Eran décadas que deterioraban la
escasa vida democrática, la cultura política y el desarrollo intelectual del
país, y en las que una parte de la prensa, de la “opinión pública”, de las
artes, de las letras, de las manifestaciones, se volvieron oficiales y por
sobrevivencia alinearon su discurso al de un régimen que no respetaba las voces
disidentes.
Tiempos en que criticar, parodiar o exhibir la corrupción
de la clase política por cualquier medio de comunicación, fundamentalmente la
prensa escrita, las carpas teatrales y el cinematógrafo, conllevaba, en el
mejor de los casos, a la cárcel de los osados y, en el extremo, a la misteriosa
desaparición de los autores intelectuales o materiales de dichas expresiones.
No obstante había quien a pesar de los riesgos, expresaba su pensamiento, más
que como en un ejercicio de derecho, como una manera de ofrecer resistencia
ante la situación.
Épocas que parecen haber sido superadas, aun cuando de
repente ha surgido la tentación de imponer discretamente algunos límites a la
libertad de expresión, como sucedió, por ejemplo, con el documental Presunto
culpable, que ha sido prohibido, criticado, aplaudido y ha sido objeto de
varias demandas judiciales, entre otras cosas, por la forma en que puso al
descubierto el peculiar sistema de administración de justicia, especialmente
hacia con quienes menos recursos legales y económicos tienen.
La libertad de expresión en el siglo XX
Por ello, uno de mis primeros pensamientos al ver la
película La dictadura perfecta fue que la misma se hubiera quedado
“enlatada” durante varios años o, en el mejor de los casos, hubiera sido
“cortada” o “restringida” si se hubiera realizado en el siglo pasado, como
sucedió con algunas joyas cinematográficas, entre otras:
- El prisionero 13 (1933), de Fernando Fuentes, disgustó a los militares por la crítica que hace a los manejos corruptos que la milicia realizaba en la época del porfiriato.
- La mancha de sangre (1937), dirigida por Adolfo Best-Maugard fue vetada por mostrar el primer desnudo completo en la pantalla grande, y aunque salió nuevamente a cartelera, ya lo hizo con modificaciones.
- Espaldas mojadas (1953), dirigida por Alejandro Galindo, fue enlatada durante dos años por tocar el tema de la explotación de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.
- El brazo fuerte (1958), de Giovanni Korporaal, toca temas como el caciquismo y el precario sistema electoral mexicano, y sólo pudo ser vista en salas independientes, universitarias y escolares hasta 1974.
- La sombra del caudillo (1960), dirigida por Julio Bracho y basada en la novela del mismo nombre de Martín Luis Guzmán, narra de forma crítica la historia de la sucesión presidencial que ocurrió durante los primeros años posteriores a la Revolución mexicana. Es una fuerte crítica al caudillismo protagonizado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Se impidió su estreno comercial en México bajo un argumento emitido por la Secretaría de la Defensa Nacional, que manifestaba que “la película denigraba a México y sus instituciones” y que “ofrecía una visión falsa de la historia y del Ejército mexicano”.
- La Rosa Blanca (1961), de Roberto Gavaldón, fue “enlatada” 10 años por denunciar la forma en que el poblado de Rosa Blanca fue saqueado por la empresa estadounidense Condor Oil Company Inc.
La dictadura perfecta
presenta a personajes fácilmente identificables con la realidad actual,
incluyendo al presidente de la
República, cuyo peinado, expresiones, gestos y movimientos
son actuados sin dejar lugar a dudas de quién se trata, por Sergio Mayer,
motivo que en épocas pasadas hubiera bastado para “enlatar” o al menos “cortar”
la película.
La manipulación
Fuera de eso, mi siguiente pensamiento fue hacia la forma
en que muchos gobiernos y empresas en el mundo emplean el sistema de la “caja
china” para manipular información y desviar la atención de las audiencias hacia
temas escandalosos y sensacionalistas a fin de cubrir aquellos que ponen en
riesgo la reputación del funcionario o de la propia institución.
En la película, una nota escandalosa difundida por una
televisora en cadena nacional, quita la atención sobre una desafortunada
declaración del presidente que se filtra a las redes sociales y afecta al poder
presidencial, y la desvía hacia otro personaje público de menor nivel quien, a
la postre, recurre al mismo sistema y con la misma televisora para ocultar su
corrupción y llegar hasta la silla presidencial.
Se le llama “caja china” porque cuando se logra abrir,
dentro de ella hay otra caja más pequeña, dentro de la cual hay una más, y así
sucesivamente, construyendo una cortina de humo. En literatura es un recurso
que consiste en introducir un relato dentro de otro, pero haciendo una analogía
con el periodismo, cada caja vendría a ser una nota que llama más la atención
que la anterior y despierta la curiosidad por seguir hasta el fin. Un escándalo
tapa a otro y cuando se desvanece se genera uno nuevo que mantiene el interés
hasta lograr el objetivo.
Un ejemplo de cómo opera esta herramienta aparece en el
blog Regi@ndo, de Monterrey:
“Como anillo al dedo le quedó al Gobierno de Nuevo León el
escándalo de la cantante Miley Cyrus, la cual se vio envuelta en un lío gordo
al faltarle el respeto a la
Bandera Mexicana, aprovechándose de la influencia que tiene
la administración de Rodrigo Medina de la Cruz sobre la televisora de Multimedios, estos
dieron la ‘línea’ de crucificar a la cantante internacional para poder crear
una cortina de humo, para así tapar el escándalo reciente de la amistad de
Humberto Medina Ainslie papá del Gobernador con el constructor José de Jesús
Aguirre Campos dueño de la constructora zacatecana Grupo Profrezac.
“En verdad pocas veces se tiene tanta suerte como la que
tuvo el señor Humberto Medina Ainslie, sus ruegos y súplicas de que hubiese un
escándalo nacional para que se olvidaran de su ‘asunto’ fueron escuchados,
habrá que preguntarle a Humberto Ainslie a qué santo fue al que presionó, ya
que este tipo de ‘milagros’ no ocurren a menudo. Aunque hay algunos malos
pensados que fantasean y dicen que la presión del escándalo Ainslie-Profrezac
llegó hasta el staff de la cantante y que se llegó a un acuerdo para que la
artista realizara lo de la falta de respeto a la Bandera Nacional,
lo cual personalmente no lo creo, pero no niego la posibilidad, conociendo cómo
se las gastan en el Gobierno de Nuevo León.”
Como en la película, en la realidad todo puede suceder. Lo
cierto es que La dictadura perfecta proyecta una lamentable realidad y
deja entrever que, cuando se trata del poder, hasta Nicolás Maquiavelo se queda
corto.
Contacto:
Correo: mmarabotom@gmail.com
Twitter: @mmaraboto
Blog: CorpMedios
Acerca de Mario Maraboto
Lic. en periodismo, consultor en
comunicación, investigador en la
Universidad de Carolina del Norte y autor de “Periodismo y
Negocios. Cómo relacionar empresas con periodistas”.
Escrito por Mario Maraboto en octubre 28, 2014
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