Pueblo de mi Patria: aquí estamos una vez más en esta histórica Plaza
de todos los argentinos, para celebrar un nuevo aniversario del
nacimiento de la Patria.
204 años de la Revolución de Mayo, y quiero aclarar algo, quiero
hacer hincapié en estas palabras, “Revolución” y de “Mayo”. porque
muchas veces y hasta a mí también me ha pasado, que cuando recordamos el
25 de Mayo, solo lo hacemos recordando a un puñado de hombres
patriotas, próceres que pasaron a la historia, pero nos olvidamos del
pueblo. Porque cualquier esfuerzo individual, cualquier esfuerzo de un
puñado de hombres, no pueden construir una nación. Solamente lo hace
cuando ese puñado de hombres es acompañado por el pueblo.
Por eso, siempre debemos recordar que puede haber pueblo y no
revolución. Lo que nunca puede haber es revolución sin pueblo. Esto lo
tenemos que tener todos muy claro.
Porque hoy venimos a celebrar esta fiesta del pueblo que también nos
exige nuevos desafíos, nuevos e importantes desafíos a todos los
argentinos. Pero sobre todo, a los hombres y mujeres que tenemos
vocación política, vocación de organizar, participar y dirigir el
derrotero de un pueblo en la construcción de una gran nación.
Hoy también, se cumplen 40 años, exactamente 40 años de la
desaparición de un gran argentino, de un gran pensador nacional, don
Arturo Jauretche. Y esto, hoy lo leía a un periodista historiador por la
mañana en el desayuno, plantearse que el último gran pensador nacional
que estructuró el pensamiento de muchas generaciones, como lo habían
estructurado también los próceres de mayo, habían muerto hace 40 años
sin que fuera suplantado por ningún pensamiento.
Y digo, ¡qué gran desafío que tenemos en este siglo XXI! Hace pocos
días inaugurábamos el monumento a ese otro gran argentino que fue el
padre Carlos Mugica.
Dentro de muy pocos días, tal vez en junio, inauguremos casi a una
cuadra, una cuadra y pico, el monumento a don Arturo Jauretche. Y
planteo entonces la necesidad de que esta generación del siglo XXI, que
ha dejado atrás un mundo y un país, el del siglo XX que ya no existe, ni
política ni geopolíticamente, la necesidad de elaborar a partir de
nuestras propias experiencias como país, de las cosas que nos contaron
que sucederían, si nos atrevíamos a hacer determinadas cosas, reelaborar
todo ese pensamiento del siglo XX y retomar como generación la
necesidad de formular un proyecto de país, que tiene sus cimientos y sus
pilares fundantes en ese 25 de mayo de 2003, cuando un hombre al que le
habían dicho como a todos los argentinos, que era imposible construir
un país donde hubiera trabajo, donde hubiera buenos salarios, donde
además los empresarios pudieran ganar plata y además, pudiéramos hacer o
pagar la deuda, le habían dicho que era imposible si no hacían
determinadas cosas, él dijo que había otra manera de gobernar, que había
otra manera de pensar y que él la iba a llevar adelante y dejó la vida
en eso de llevarla adelante.
No tenemos que tener miedo a esos desafíos. Hoy por la mañana, cuando
escuchaba la homilía en el Te Deum, la primera frase de la homilía que
me impactó y que me quedó repiqueteando para unirlo a esto que estoy
hablando, es cuando se relata la Última Cena de Jesucristo, sí se
relata, seguramente mañana algún medio dirá que alguien relató también y
es un relato Jesucristo con la Última Cena, pero todos los cristianos
sabemos que no, relata la Última Cena y en esa Cena de Pascua,
Jesucristo decide apartarse de ritos ancestrales, de ritos que llevaban
miles de años para festejar las Pascuas y decide lavarles los pies a sus
discípulos para expresar la vocación de servicio, la vocación de
humildad, la necesidad de servir a los excluidos, a los pobres y a los
que menos tienen, se atrevió a cambiar las reglas preestablecidas. Y eso
es lo que nosotros hemos hecho en estos años.
Pero es necesario, es imprescindible que esto se materialice, no
solamente en un puñado de ideas, en acciones o en gestión, significa que
el conjunto del pueblo argentino, al que convoco en esta fiesta patria,
a la unidad nacional, pero no a cualquier unidad, no me interesa la
unidad nacional para volver para atrás, no me interesa la unidad
nacional para no ocuparse de los pobres y de los excluidos, no me
interesa la unidad nacional que me dice que tengo que decir que sí a
culturas que no tienen nada que ver con nuestra historia ni con nuestras
necesidades.
La unidad nacional que quiero, la unidad nacional que necesitamos los
argentinos es lograr que cada vez podamos entendernos más y mejor a
partir de la palabra y de ideas claras, sin agresiones, sin
descalificaciones y, sobre todo, sin discriminaciones. A veces me duele
como argentina, como mujer cuando se nos critica porque somos cosas a
los pobres o a los negros o al hijo de algún inmigrante. Digo que es más
importante cuando pareciera ser que solo importa la suerte de cada uno.
Yo quiero hoy en este 25 de Mayo apelar al amor, al amor por el otro
como se decía hoy por la mañana. Es mentiroso el que dice que ama a Dios
y odia a su prójimo o no se ocupa de su prójimo. El amor es,
fundamentalmente, ocuparse del otro.
Por eso, cuando aquel 2 de abril, allá en el Sur, en la Patagonia
recordando Malvinas dije “la Patria es el otro”, no estaba pensando en
una frase o en un eslogan; la tragedia que después ocurrió vio a esta
juventud increíble que se incorporaba a la política, volcarse al trabajo
solidario para ayudar a esos que habían sufrido la tragedia.
Y verlos hoy enarbolando sus banderas cuando vienen a los actos;
cuando los veo hoy en los barrios junto al Ejército Argentino ayudando a
los que menos tienen cavando zanjas; cuando los veo hoy investigando en
las universidades y en los laboratorios porque hemos vuelto a tener
universidad, recursos para poder hacerlo; cuando los veo hoy en las
nuevas universidades y con las nuevas posibilidades, siento realmente
que se ha cumplido una parte importante de la tarea. Pero falta todavía,
porque como lo dije alguna vez, mientras haya un solo pobre en la
Patria, estaremos en deuda con ella y nuestra obligación como
argentinos, como cristianos es, precisamente, llevar, no solamente el
mensaje, sino la acción, el gesto, la palabra y la acción que nos
permitan ser coherentes con lo que decimos todos los días y hacemos
todos los días.
Yo también los quiero mucho a todos ustedes, mucho, más de lo que se imaginan.
Y creo entonces, argentinos, que estamos ante una oportunidad
histórica, oportunidad histórica que es cierto que algunos quieren
boicotear, que es cierto que algunos quieren sembrar cizaña, algunos
quieren dividir y enfrentar. No cuenten conmigo, no cuenten conmigo, voy
a seguir trabajando como siempre lo he hecho por las ideas que creo,
con la fuerza de mis convicciones.
Pero también les pido, como lo hicimos en la oración hoy por la
mañana, que no angustien más a los argentinos, que ayuden a construir
esperanza, que no asusten más a los argentinos, que ayuden a generar fe
en el país y en las posibilidades que tenemos porque hemos hecho mucho
pero necesitamos todavía hacer mucho más.
Y para ello necesitamos de argentinos y argentinas convencidos, de
fe. Fe en la Patria, fe en la Nación, fe en nuestra historia, fe en
nuestras posibilidades, esperanzas en el futuro. Pero también saber que
el futuro vino a quedarse y hoy está más firme que nunca y lo vamos a
seguir llevando adelante.
No hay misterios. Muchas veces me miran como si yo fuera la Esfinge
para notar un gesto o algo interrogándome. Son ustedes, son ustedes los
que saben muy bien qué clase de convicciones, qué clase de certezas, qué
clase de conductas y qué clase de historias requiere la Nación para
seguir cambiando de ese destino que algunos nos quisieron imponer y que
empezamos a torcer ese 25 de mayo del 2003, como también lo habíamos
hecho un 25 de mayo de 1810.
Nos habían querido convencer que estábamos equivocados y hace cuatro
años, masivamente ese pueblo se lanzó a las calles de esta maravillosa
ciudad de Buenos Aires a recordar, a conmemorar y a festejar su
Bicentenario. Y ahí pudimos vernos los argentinos las caras y nos dimos
cuenta que tenemos una historia que recordar para no repetir viejos
errores, que tenemos un presente en el que seguir trabajando, pero por
sobre todas las cosas, tenemos un futuro que seguir construyendo entre
todos, cada vez con más fuerza, cada vez con más inclusión. Incluir
argentinos, porque hasta eso ha cambiado.
Cuando yo era joven como ustedes y empecé a militar, no se hablaba de
inclusión. Las palabras “inclusión” o “exclusión” no eran categorías
políticas; las categorías eran la explotación del hombre por parte del
capital. Y estoy hablando de los años 60, 70, no estoy hablando de hace
dos siglos. Esas eran las categorías políticas.
Hoy, no han transcurrido 50 años y han cambiado esas categorías
políticas, hoy ya ni siquiera se requiere la explotación. Les basta con
la exclusión para apoderarse unos pocos de lo que le corresponde al
conjunto del pueblo.
Por eso les digo que es necesario repensar esa historia, repensar
este presente y repensar el esfuerzo que tenemos que hacer. Porque
siempre, siempre las ideas preceden a las gestiones.
Yo sé que por allí hay algunos que hablan de las ideologías han
pasado de moda o decían que las ideas no sirven, que da lo mismo ser
Juan, Pedro o Diego para gestionar. No, no es lo mismo y todos lo
sabemos. El que dice eso, es porque también tiene ideas, tal vez no las
puede contar porque a lo mejor son las que nos les conviene a las
grandes mayorías.
Por eso, esas grandes mayorías, casi absolutas mayorías –diría- que
fueron despojadas tantas veces y que luego de procesos históricos de
recuperación, como se dieron durante el siglo pasado, en la media mitad
del siglo, junto al peronismo, luego de la recuperación que tuvimos
ahora en esta década en la que hemos vuelto a recuperar patrimonio
nacional que creíamos definitivamente perdido y que necesitamos para
hacer la verdadera soberanía de la Argentina, yo los convoco a estas
grandes mayorías que a lo mejor algunos dentro de ese sector están
mejor, que por favor no olviden cómo estaban, porque hay un sino
histórico que no es de nosotros únicamente, pasa en todos lados.
Muchos creen que las cosas se han obtenido únicamente por esfuerzo
propio. Y es cierto que mucha gente trabaja y se esfuerza, pero también
no es menos cierto que antes se esforzaba y trabajaba y no conseguía ni
trabajo ni obra social ni salud ni educación ni jubilación ni
absolutamente nada.
Entonces, por ahí si ve la acción de alguien, si ve la acción de
alguien que no hace honor a lo que el Estado le brinda, que no se
confunda. Pero a mí me decía una señora que me había venido a ver: “Pero
si hay uno que tienen un plan social y no sé qué cosa…”. Cuántos serán,
uno y cuántos otros millones que no tienen nada son los que contribuyen
también a sostener la demanda y sostener que la economía siga andando
para todos y cada uno de nosotros. Quiénes se creen que son, o que van a
comprar o que van a consumir.
Por eso, pensemos los argentinos, dialoguemos los argentinos con
palabras, con ideas y que esa unidad nacional sea, precisamente, para
ser cada vez más grandes y cada vez mejores, pero cada vez mejores
tenemos que ser todos, no solamente pedir que sea mejor el de al lado y
yo hacerme el estúpido; mejores tenemos que ser todos.
Y ahora, hemos recuperado esta noción de Patria, ahora que los argentinos cantamos con orgullo el himno.
Yo le preguntaba hoy a una persona muy grande, va no tan grande, si
me escucha se va a enojar, no es tan grande, “¿Vos te acordás -le digo
yo- que se hayan festejado los 25 de Mayo y los 9 de Julio y las fiestas
patrias como las festejamos desde que estamos en el Gobierno?” “Y no,
había un desfile militar, y algo más y nada más”.
¿Se dieron cuenta argentinos que nos reunimos en la Plaza vuelta para
festejar el 25 de Mayo que es la fiesta patria y la recuperación de la
Nación para todos los argentinos? Parece una tontería, pero no es una
tontería, es una reafirmación de la pertenencia y de la identidad
cultual. Y a esta reafirmación de la pertenencia y de la identidad
cultural, es a la que apelo, con humildad.
Yo sé que muchas veces, por mi forma de ser, soy como soy…No, no, sé
como soy, por ahí soy dura en mis palabras, por ahí tengo un tono
sincera sí, pero uno puede ser sincero y un poquito más suavecito. Pero
bueno, si a alguno le ofende por ahí mi estilo, mi forma de hablar, le
pido perdón. Pero sepa, sepa de corazón, que siento este país y a esta
Patria, sepan que más allá de las formas, que más allá del tono, sepan
que acá van a tener una Presidenta que jamás va a traicionar los
intereses del pueblo ni los intereses de la Nación.
Gracias, argentinos, ¡viva la Patria! ¡Vivan estos 204 cumpleaños de la Nación Argentina!
Los quiero a todos y muchas gracias por todo.
Publicado en:
http://www.redaccionpopular.com/articulo/discurso-completo-de-cristina-fernandez-de-kirchner-25-de-mayo-2014