Javier Milei junto a Lula da Silva. La única foto de recepción a los presidentes del G20 en la que el presidente de Brasil no sonríe.. Imagen: AFP
Las humillaciones y vergüenzas que pasó Mieli en el G20
Se sacó selfies con famosos en la fiesta de Donald Trump, y volvió sin un peso. Tuvo que asistir al G-20 y firmó documentos con los que no acuerda. Milei mostró ignorancia e improvisación en política exterior.
Por Luis Bruschtein
23 de noviembre de 2024
Al presidente le pusieron la puerta chica en el G-20 y lo obligaron a agacharse para entrar. Javier Milei aceptó la humillación de asistir a una reunión que había despreciado, saludar a líderes que había insultado y firmar documentos que había repudiado. La vergüenza que pasó en el G-20 fue consecuencia de su viaje a los Estados Unidos. La relación con Donald Trump no pasó hasta ahora de ser su mascota.
“Eres mi presidente preferido” o “El trabajo que ha hecho es increíble” son las palmaditas que consiguió Milei de Trump. Pero el norteamericano ya anunció que impondrá tasas aduaneras del 60 por ciento a las importaciones provenientes de China y del 20 por ciento al resto, incluidas las argentinas, desde limones hasta el acero. Y en lo financiero, “no hay plata”.
En ese plano, Estados Unidos tiene un déficit de casi el 8 por ciento de su PBI, una cifra galáctica. Pero como la deuda es en su propia moneda, la financia emitiendo. Trump no es libertario ni le interesa la escuela austríaca que fanatiza a Milei. No cree en el libre mercado y nunca hubiera cerrado Ciccone Calcográfica como hizo el presidente argentino. Pero se dan la mano en otras cuestiones representativas del brutalismo conservador neoliberal. Ambos coinciden en mantener la hegemonía excluyente del imperio norteamericano en el escenario internacional y comparten el estilo político agresivo, rupturista y polarizador.
Hasta ahora, nada más que las palmaditas y frases que uno le susurra a su mascota. De comercio y capitales, nada. A Milei le dieron cinco minutos para hablar en Mar-a-lago, el club privado de Trump. Fue el número vivo. Se cumplió el tiempo y lo bajaron sin ninguna contemplación.
Antes de su participación en los festejos de Trump y de la reunión del G-20, Milei había echado a su canciller Diana Mondino porque su representante en la ONU había votado contra el bloqueo a Cuba. Y a partir de allí mandó a no votar por los derechos de los pueblos originarios y a no repudiar la violencia digital contra mujeres y niñas. Para Milei, los pueblos originarios no tienen derechos, la violencia de género no existe y las sociedades humanas no dañan al clima.
Con ese fundamento retiró la delegación argentina de la reunión del COP 29, que debía discutir, en el marco de la ONU, los avances en la lucha contra el cambio climático. El encuentro se realizó desde el 11 de este mes hasta ayer en Bakú, Azerbaijan. En esa actividad se acuerdan negocios relacionados con el tema. La decisión destemplada del gobierno hizo que se cayeran las acreditaciones de 50 empresarios argentinos.
Si la relación con Trump dependerá de la marcha de la economía, el afán de convertirse en una celebridad internacional sobre la base de desplantes e insultos, generó fastidio y enojo. Quedó claro en la reunión del G-20 en Brasil, donde no le hicieron la más mínima concesión y lo obligaron a firmar dos declaraciones que incluyen temas por los que ha lanzado una caza de brujas entre los diplomáticos de carrera.
Milei había dicho que no asistiría al G-20 en Brasil, porque no quería cruzarse con el presidente Lula da Silva, al que calificó de delincuente. También dijo que nunca comerciaría con un país comunista como China. Ambos países son primero y segundo socio comercial de la Argentina.
La primera afirmación fue por ignorancia. La segunda porque creyó que los Estados Unidos respaldarían financieramente a la Argentina ante los vencimientos de los swap chinos. O sea, que esas declaraciones fueron también por ignorancia.
Y finalmente debió traicionar las tres promesas: fue a Brasil, le dio la mano a Lula y se reunió con Xi Jinping. Lula lo recibió con el gesto adusto. Y Xi Jinping le concedió 15 minutos más fríos que la Antártida. Y nada de eso fue gratuito.
Enojado con las empresas energéticas de Brasil, Lula firmó un acuerdo para que Vaca Muerta abastezca a la gran industria paulista. “Gas barato de Argentina llegará a Sao Paulo”, anunciaron los periódicos del país vecino. Pero para concretar ese negocio, Milei tiene que terminar gasoductos cuya construcción había frenado.
Además, la Justicia argentina emitió orden de captura para alrededor de 60 bolsonaristas acusados de golpistas y del intento de asesinato del presidente Lula. Los prófugos se encuentran en Argentina, donde habían pedido refugio y esperaban protección del libertario.
China le prometió que alargará los vencimientos del swap por 20 mil millones de dólares, que vence en 2026. Pero Milei tuvo que prometer que terminará las dos grandes represas, en Santa Cruz, la Jorge Cepernic y la Néstor Kirchner, que sumarían un 15 por ciento del total a la producción de energía limpia. Las obras se paralizaron el 18 de diciembre, por una decisión que tomó el gobierno apenas asumió.
La empresa china ya invirtió 1900 millones de dólares. La paralización de las obras dejó en la calle a miles de trabajadores. Si las obras se reinician, la empresa China ya prometió la inversión de 750 millones y la reincorporación de dos mil trabajadores.
Los analistas políticos estadounidenses comentaron la actividad de Milei en los festejos trumpistas y en general coincidieron que fue mucho circo, pero con pocos resultados concretos. La pregunta es si le fue tan bien con Trump, como afirmaron en Argentina, por qué iría Milei a una reunión en Brasil que no quería, por qué tendría que darse la mano con dirigentes con los que había jurado que nunca haría negocios.
El principal objetivo de Trump en América Latina es bloquear el ingreso de la economía china. La reunión de Milei con Xi Jinping va en sentido contrario. Si Milei lo hizo, a pesar del disgusto de su admirado Trump, es porque volvió del Norte con las manos vacías.
Más humillante para Milei fue la firma de dos documentos, el oficial de la reunión, y el de la Alianza contra el Hambre y la Pobreza, que propuso Lula. El primer día del debate, expresó sus diferencias con referencias a problemáticas de género; con las críticas a las falsas noticias y a los discursos de odio en la redes, y con la propuesta de un impuesto a las grandes fortunas con el que se podría recaudar unos 250 mil millones de dólares para aplicarlos en programas contra el hambre.
Milei planteó su desacuerdo con estos puntos y primero tanteó si, al no firmar, podría seguir dentro del G-20. Una fórmula tipo 19+1. Pura fantasía del libertario porque no tiene tanto poder. Le dieron a entender que si no firmaba quedaba fuera. La idea fue, entonces, que incorporaran sus críticas al documento, incluso lo anunció así en la red X. Pero tampoco ocurrió. El documento se difundió con las firmas correspondientes sin ningún planteo del presidente argentino.
La Alianza contra el Hambre y la Pobreza, el documento que presentó Lula, plantea avanzar en la erradicación de ambos flagelos para el 2030 a partir de la articulación de políticas nacionales y la movilización de grandes recursos financieros. Milei le puso la firma a la alianza contra el hambre cuando su gobierno esconde la comida de los comedores populares. Más que oportunismo, desde el punto de vista libertario, la firma de ese documento constituyó una derrota enorme.
El derrotero de estos días en la ONU, en los Estados Unidos y en Brasil demuestran que el gobierno no tiene una política exterior real, que no entiende la diplomacia, que va al aislamiento y al desastre, al que se le suma el loco afán de convertirse en figuretti mundial.
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