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sábado, 7 de agosto de 2021

MILITANDO EL TERRITORIO DIGITAL, por Sol Di Doménico y Adrián Corbella




Estos últimos días son vitales para llegar a las primarias fuertes y entender que, como cada voto vale, cada interacción en las redes sociales también. 

Podemos engañarnos pero las elecciones y más las primarias, las definen los indecisos y no los polarizados. Si entendemos eso, logramos comprender que las luchas encarnizadas con los trolls de la derecha por un lado, o con compañeros que tienen una postura distinta, no tienen sentido, no sirven, no suman. Tenemos que apuntar a ese sector que queda en medio, moderado, veleidoso si se quiere, pero que es el que desequilibra la balanza en cada elección.

La militancia en las redes genera siempre polémicas, ya que mientras unos la ven como el eje de todo, otros sostienen que sólo sirve el trabajo en el “territorio” (físico, no digital). Parece claro que ambas posiciones son extremistas. Quitarle importancia a las redes en un mundo donde la derecha apuesta tanto al trabajo en ellas (y logran a veces resultados sorprendentes utilizando compañías que se centran en lo digital -basta con citar el ejemplo de Oxford Analytica-), parece muy necio. También lo es darle la espalda al trabajo territorial más clásico, sin olvidarnos la relevancia que tuvo el timbreo en el 2015. En todo equipo de trabajo hay diferentes tareas, diferentes roles; lo ideal es que cada uno haga lo que mejor sabe hacer. No es una o la otra, sino ambas y saber para qué sirve cada una de ellas.

Los que nos movemos cotidianamente en las redes sociales cometemos muchas veces el error de no ser del todo conscientes.

Como estrategia seria de campaña deberíamos dejar de responder sus tuits. Deberíamos cuidar las cuentas. No usar sus HT. Si quieren responder, se hace con captura de pantalla  Es un laburito más arduo pero dejamos de posicionarlos en el algoritmo y evitamos exponer las cuentas.

Cuando nosotros hacemos tendencia a uno de ellos. Solamente reafirmamos a los anti. Los hacemos candidateables. Que midan más. Y que del otro lado se aferren a ese personaje. Creamos una ola expansiva de odio rechazo y polarización imposible de frenar. Militemos positivo. Basta de campaña de odio. Nos perjudica.

Cuando replicamos un insulto así sea para repudiarlo, revictimizamos. También cuando pedimos que un tercero defienda al o la agredida. Le sacamos el poder propio para entregárselo a otro y encima viralizamos el agravio.

Cada vez que puteamos a un contrario nos perfilamos como inviables entre los indecisos que deciden la elección. 

En resumen, la campaña del odio nos perjudica.

Hace unos días el periodista Kike Masllorens subió una serie de recomendaciones que deberíamos tener en cuenta todos: 


*No des LIKE a sus publicaciones

*No REACCIONES  a sus publicaciones

*No COMENTES en sus publicaciones

*REPORTÁ sus publicaciones como noticia falsa

*Podés elegir entre DEJARLOS DE SEGUIR, o BLOQUEARLOS

*Si publica material irrespetuoso, DENUNCIÁ su cuenta por incitar al odio

*No hay que seguirles el juego NI COMPARTIR sus publicaciones. 


La eterna discusión es, por supuesto, cuál es el rol de las redes sociales en la política del siglo XXI.

La derecha organiza sus redes, ya que cuentan con ejércitos de trolls rentados, encuadrados con mucha disciplina, y los ciudadanos comunes y corrientes que comulgan con esas ideas se alinean detrás de sus HTs y sus consignas.

El campo nacional y popular tiene más dificultades. No hay ni hubo nunca trolls rentados. Si multitud de “espíritus libres”, de gente que milita a su manera, con sus tiempos, con su estilo. Los intentos de organizar esa “tropa” son en general parciales y tienen un éxito más bien modesto. Porque los militantes digitales son (somos) francotiradores indisciplinados, que hacemos lo que sentimos, lo que nos parece correcto, sin medir demasiado consecuencias o estrategias.

De todas maneras, esa “indisciplina”, esa dificultad de alinear a toda la “tropa” en pos de una misma estrategia, no tiene solamente una lectura negativa. Es cierto que al dispersar a los propios se tiene menos peso específico para enfrentar a las disciplinadas hordas de trolls y talibanes de la derecha. Pero, a la vez, no hay que olvidar que una fuerza que actúa unida siguiendo una única estrategia, se detiene encontrando una sola contramedida apropiada.

En cambio, si tenemos un núcleo de militancia digital organizada que se mueve toda en un mismo sentido, y a la vez gente suelta que se mueve alrededor siguiendo sus propios criterios y metodologias, le complicamos mucho la estrategia a quien quiere combatirnos. Esos francotiradores sueltos que se mueven por afuera del campo de batalla principal, encuentran siempre terreno libre porque la estrategia central de la derecha no está pensada para ellos. A veces terminan jugando en contra, pues dispersan los esfuerzos propios. Pero muchas veces encuentran flancos descuidados por donde se puede entrar, puertas y ventanas abiertas porque supuestamente nadie iba a aparecer por ellas.

Y desde la perspectiva rival es imposible saber cuándo esos átomos libres son diletantes emprendiendo una cruzada personal contra los molinos de viento, y cuándo son una parte funcional de una estrategia general.

Somos el ejercito de la empatia; militemos como tales.



por

Adrián Corbella

Sol Di Domenico

6 de agosto de 2021



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