Todos sabemos desde nuestra más tierna infancia que los pilares de la Democracia Representativa son los tres poderes establecidos: El Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. La característica fundamental de estos Poderes, es la independencia de ellos y sus controles cruzados para evitar los excesos.
Esos controles se encuentran organizados, por lo menos en teoría, en un círculo virtuoso de controles recíprocos. ¿Esta afirmación es real? ¿Toda nuestra Democracia es Representativa? En una respuesta rápida, contestaríamos sin dudarlo que sí, que lo es pero… si ahondamos en la cuestión no es tan así.
El Poder Judicial tiene un doble control sobre los otros poderes: Controla el Poder Ejecutivo mediante los juicios que puede hacer a sus integrantes por delitos comunes o políticos (como traición a la patria o corrupción) y al Poder Legislativo mediante el Control de Constitucionalidad. Como todo gran poder, estos mecanismos conllevan una gran responsabilidad: la independencia y ecuanimidad gobierne quien gobierne.
Otro de los peligros de afirmar que nuestra Democracia es absolutamente Representativa, es el siguiente: El Poder Judicial no es elegido por la Voluntad Popular; sin contar que, también, se auto selecciona con dudosos mecanismos que incluirían a los demás Poderes del Estado pero que no funcionan correctamente. El Poder Judicial se auto elige, se auto controla, se auto exceptúa y se auto sanciona… ¿Entonces, podemos creer en su ecuanimidad y respeto por las leyes? ¿Podemos confiar en que este poder emita juicios justos? En el país de las maravillas quizás sí, pero en la Argentina moderna… me permito dudarlo.
El control efectuado al Poder Ejecutivo y también al Poder Político (que indefectiblemente incluye al Poder Legislativo) es deficiente, y ha encontrado una nueva figura legal que fue nombrada por primera vez por el Papa Francisco: El Lawfare. Este vicio profesional y con claros intereses personales y políticos de quienes lo llevan a cabo y que cuenta con la connivencia de cierta parte de la clase política y el denominado Cuarto Poder, el periodismo, deja en evidencia clara el vicio de control que se ejerce desde el Poder Judicial. El Lawfare será motivo de otra discusión que también debemos tener.
Hoy, vamos a hablar del control que se ejerce no a nivel personal de nuestros representantes sino, a su poder de gobernar: El Control de Constitucionalidad. El circuito de una Ley comienza o puede comenzar en el Poder Ejecutivo y ser tratada y promulgada por el poder Legislativo; eso nos garantiza democratización representada de las decisiones… ¿Por qué entonces el Poder Judicial, en cualquiera de sus fueros, puede fallar contra una ley consensuada por mayoría de los Representantes del Pueblo y declararla nula? Porque su misión es velar por el respeto de la Ley Nacional máxima: Nuestra Constitución Nacional.
Ahora bien, planteemos un caso hipotético: Los miembros del Poder Judicial, en su capacidad de autonombrarse con determinada bendición de los demás poderes, son nombrados por el gobierno de turno. Convengamos que es un sentimiento total y absolutamente natural, tener cierta gratitud (sin hablar de intereses económicos non santos) a quienes nos generaron un beneficio, aunque no sea más que laboral. Pues bien, el Poder Judicial es el único poder que establece que sus cargos son vitalicios o hasta los 75 años que sus integrantes se jubilan, lo que pase primero. Bueno, no es tan así. ¿Un juez puede presentar un recurso de amparo a su amigo juez y pedirle no jubilarse a los 75? Si. En este caso, ¿Cómo fallará el juez amigo? Exacto. Por lo cual, solo la muerte extingue la elección en el cargo.
Sigamos imaginando, en un país político pendular (que alterna entre sistemas económicos políticos y sociales antagonistas en cortos periodos de tiempo) tenemos funcionarios judiciales que tienen libre interpretación constitucional y que, quizás, responden a minorías parlamentarias que se oponen a las leyes promulgadas. ¡Bingo! Podemos ejercer presión y veto constitucional en cualquiera de los fueros judiciales… solo necesitamos, otra vez, un juez amigo.
Entonces… ¿Realmente tenemos una Democracia, aunque sea una Representativa? ¿Aunque el Pueblo elija sus representantes, si no elige a todos, sigue decidiendo el curso de su destino como País? ¿Un gobierno elegido por el Pueblo pero sin apoyo judicial sea por los motivos que sea, puede ejercer el poder para el cual fue elegido mayoritariamente? ¿Se puede confiar en la auto regulación de un Poder Judicial absolutista, clientelista y que prioriza sus intereses personales por sobre el bien de la Nación?
Lamentablemente, la respuesta a todos estos interrogantes es no. No se puede. La Reforma Judicial en el país descripto es fundamental, necesaria y urgente. No se puede entregar el poder ultimo de gobierno a un conjunto de funcionarios que no son elegidos por el pueblo. Si eso ocurre, no nos encontramos viviendo en una Democracia. El Poder Judicial, pone en riesgo la Democracia y la gobernabilidad de la Naciónpor oficiar de escribanía de poderes políticos minoritarios que lo utilizan como fuerza de choque para volver a conseguir el poder institucional. Consideramos que el Lawfare y el Control Constitucional descontrolado, son dos patas fundamentales de los golpes blandos.
La Reforma Judicial es un debate que nos debemos en Democracia, del cual, debemos participar todos los actores con derecho a voto. Nuestro poder de elección de Representantes y modelo de país se encuentra en riesgo hasta que podamos garantizar el ejercicio del poder real y responsable de los representantes elegidos por el pueblo. Este es el desafío que enfrentamos para el año 2021. Tenemos la responsabilidad de ejercer nuestros derechos y nuestras obligaciones como electores democráticos, los invito a hacerse oír.
Publicado en:
https://eraseperonia.com/2020/12/22/los-limites-de-la-democracia/
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