En política al menos, dos más dos rara vez es
cuatro. Cada persona vota por motivos que son muy lógicos y racionales para
ella, pero que frecuentemente son incomprensibles para la persona que está al
lado. Se vota en distintos niveles (nacional, provincial y municipal, y ahora
también para el Parlasur), en distintos momentos –votaremos casi todo el año-,
con distintas metodologías (con o sin PASO, con PASO simultáneas a las
nacionales o desgajadas, con voto tradicional o boleta electrónica).
Las provincias que pusieron las PASO o las
elecciones locales en fechas distintas a las nacionales lo hicieron porque les
convenía, cosa que es muy evidente en muchos de los casos.
En Santa Fe, por ejemplo, donde Miguel
Lifschitz le ganó a Del Sel (PRO) por 1700 votos y al tercero, Omar Perotti
(FJpV) por 26.000 es evidente que el resultado hubiera sido distinto de haberse
votado en octubre. El candidato
presidencial del ganador socialista, Margarita Stolbizer, seguramente no
llegará a los dos dígitos. En cambio, los correspondientes a los otros dos,
Daniel Scioli y Mauricio Macri, son los favoritos para pelear la elección
presidencial. Se puede especular con cierto grado de precisión, que de haber
sido las elecciones santafesinas en agosto y octubre, el gobernador sería
Perotti, o en su defecto Del Sel, por arrastre del candidato presidencial
triunfante. Pero nunca Lifschitz.
En Mendoza, toda la oposición unida (radicales,
PRO, massistas, socialistas, demócratas) derrotó al kirchnerismo 45,5 a 39,5. Difícilmente el
resultado hubiera sido igual en caso de que coincidiera con la elección
presidencial, en la cual ese 45,5% se hubiera repartido entre Macri, Massa,
Stolbizer… y el propio Scioli.
Por lo tanto, el análisis de las cinco
elecciones de ayer es complejo, y se presta a posibilidades diversas.
CABA, distrito hostil al oficialismo nacional
si los hay, tuvo resultados bastante similares a lo esperado. Larreta (PRO)
obtuvo 46% de los votos, cuatro o cinco por ciento más de lo que indicaban las
encuestas, a costa de Lousteau (ECO, radicales más cívicos), y en esto
seguramente influyeron las denuncias de corrupción en el entorno del ideólogo
de la resolución 125. Recalde (FpV) mejoró en 3% respecto a las PASO, lo que no
es poco partiendo de un 18% -casi 20% de incremento-. Con estos márgenes,
seguramente Larreta ganará el ballotage de CABA, y Mauricio Macri será el
candidato presidencial más votado en el distrito, aunque no puede descartarse
que Scioli mejore notablemente el resultado de Recalde, ya que el perfil del ex
motonauta se adapta mejor a las peculiaridades del votante porteño, siempre tan
“especial”.
En La
Rioja, el FpV se impuso claramente por 52% a menos de 40% de
casi toda la oposición unida. Si sumamos este resultado a los ya alcanzados
en Salta y Chaco, podemos tener un
anticipo de lo que pueden ser los resultados en todo el Noroeste y Noreste
argentinos, donde el kirchnerismo saca amplias ventajas.
En Corrientes se impuso en las elecciones
locales una alianza provincial (Encuentro por Corrientes) que reúne partidos de
perfil opositor al kirchnerismo, con la
UCR como eje. Massa corrió presuroso a atribuirse la
victoria, pero, en rigor de verdad, no es claro que los votantes del triunfador
Colombi –más o menos la mitad de la provincia- voten al tigrense en octubre.
Probablemente se dispersen. Como en CABA, Scioli seguramente mejorará la
performance del FpV local (un tercio del electorado), pues llega a sectores que
se encuentran a la derecha del kirchnerismo “duro”.
Las elecciones de Córdoba y La Pampa son las más difíciles
de interpretar.
La Pampa hizo elecciones
internas primarias entre un candidato peronista tradicional y hostil al
kirchnerismo (Carlos Verna) y un peronista K (Fabián Bruna). Verna se impuso
claramente, 62 a
38% en esa interna, pero, seguramente, la mayoría de los votantes de ambos
elegirán en agosto y octubre a Daniel Scioli. Hay que esperar a las PASO
nacionales para aclarar el panorama.
Córdoba es un caso similar, difícil de leer.
Allí, el candidato que representa al gobernador De La Sota, Carlos Schiaretti,
obtuvo 38,1% de los votos (menos que el 42,6 % del delasotismo en 2011), frente a
un 33,7% de la alianza UCR-PRO (en 2011 Juez 29,5 % más UCR 23 %, mucho más que
ahora) y un 18,8 % del kirchnerismo (fuerza que en 2011 no presentó candidato,
no teniendo por ende ni un voto). O sea que todos bajaron menos el
kirchnerismo, que pasó de nada a casi un 19%.
Arriba: Pinchar la imagen para leer los datos. Con estos datos de 2011, peores a los de 2015, Cristina Fernandez de Kirchner ganó las elecciones presidenciales en Córdoba con 37,34%...
Schiaretti, peronista de derecha con aires menemistas, representa en teoría a UNA, el espacio en el que competirán José Manuel De La Sota con Sergio Massa en las PASO. Sin embargo, en este espacio artificial, creado ad hoc para la interna, resulta difícil creer que los votantes del perdedor voten al ganador. Si Massa le gana la interna a nivel nacional a De La Sota y lo deja fuera de la competencia presidencial, como es probable, no es imposible que su delfín arregle con el ganador de la interna del PJ (Scioli). Los votos delasotistas se dispersarían. Scioli sería probablemente el principal beneficiario, terminando otros en manos de Massa y Macri. Esto se vio claramente ayer en la celebración de la victoria cordobesa. Schiaretti hablaba micrófono en mano, desde un atril, con Massa sentado detrás en un segundo plano. El cordobés agradecía los llamados para felicitarlo de Daniel Scioli, Carlos Zannini, Maurice Closs… y Cristina Fernández de Kirchner. Las emociones que reflejaba la cara de Massa eran inocultables.
Schiaretti, peronista de derecha con aires menemistas, representa en teoría a UNA, el espacio en el que competirán José Manuel De La Sota con Sergio Massa en las PASO. Sin embargo, en este espacio artificial, creado ad hoc para la interna, resulta difícil creer que los votantes del perdedor voten al ganador. Si Massa le gana la interna a nivel nacional a De La Sota y lo deja fuera de la competencia presidencial, como es probable, no es imposible que su delfín arregle con el ganador de la interna del PJ (Scioli). Los votos delasotistas se dispersarían. Scioli sería probablemente el principal beneficiario, terminando otros en manos de Massa y Macri. Esto se vio claramente ayer en la celebración de la victoria cordobesa. Schiaretti hablaba micrófono en mano, desde un atril, con Massa sentado detrás en un segundo plano. El cordobés agradecía los llamados para felicitarlo de Daniel Scioli, Carlos Zannini, Maurice Closs… y Cristina Fernández de Kirchner. Las emociones que reflejaba la cara de Massa eran inocultables.
¿Cómo se debe leer la elección cordobesa?
¿Obtuvo 81% la oposición y 19% el kirchnerismo? ¿O, por el contrario, debemos
leer 57% el peronismo y 43% las demás fuerzas?. Sólo las PASO nacionales en
agosto, y la elección general de octubre nos aclararán el panorama, cuya
lectura no es tan simple.
Lo que si queda claro con estos resultados es
porqué CFK apostó por Scioli. Los votos del kirchnerismo duro, de “paladar
negro”,peronistas y no peronistas pero claramente de centro-izquierda, constituyen,
voto más voto menos, un tercio del electorado a nivel nacional.
Cristina Fernández de Kirchner pudo, tanto en
2007 como en 2011, romper este techo y alcanzar cifras que le permitieron
vencer (45% en el primer caso, 54% en el segundo). De los precandidatos
presidenciales kirchneristas a esta elección, el que más se acerca a esa
capacidad es Daniel Scioli. La estrategia de CFK (y de Scioli) es unir todo o
casi todo el Partido Justicialista detrás de la candidatura de DOS, en una
fórmula que represente al PJ-FpV. Los operadores del candidato presidencial y
de la jefa del espacio están trabajando en conjunto, en un trabajo lento,
paciente, de hormiga, para tejer esa red que una a estos sectores del
panperonismo disperso y que lleve una vez más a un candidato del Frente para la Victoria, a la victoria.
Como le dijo Rafael Correa la semana pasada a
los opositores que intentaron derrocarlo: “Nos vemos en las urnas”
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