Rogelio Frigerio fue el alter ego del ex presidente Arturo
Frondizi, además de impulsor de la emblemática revista Qué, usina
ideológica del pensamiento desarrollista nacional, donde llegaron a
escribir Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz. Celestino de un
acuerdo herético con el "tirano prófugo" Juan Domingo Perón en el exilio
post Revolución Fusiladora, era capaz de citar a Lenin para defender
las inversiones extranjeras en el área petrolera, pelearse con los
beneficiarios del modelo agroexportador porque condenaba a nuestro país
al subdesarrollo y, en simultáneo, promover la educación libre para
sumar a la Iglesia al entramado y la densidad de su proyecto político.
Controversial y paradójico en su apuesta al cambio, Frigerio terminó
eyectado del gobierno por las presiones del partido militar, que
aprovechó su adolescencia marxista para estigmatizarlo y una coyuntura
inflacionaria sumada a una abrupta caída en la balanza comercial para
instalar como gurú de la economía a un enemigo suyo, y de varias
generaciones de argentinos más hasta la década del '90: el capitán
ingeniero Álvaro Alsogaray. Tiempo después, aún aplicando los consejos
liberales y monetaristas que profundizaron la grieta con el país
peronista, Frondizi siguió los amargos pasos de su viejo amigo: abandonó
la Casa Rosada para nunca más volver.
Pero ese revés indigerible no amilanó a Frigerio, que siempre soñó
con regresar e influir con sus ideas en el escenario del poder real.
Entre los '50 y '60, el desarrollismo se planteó algo bastante parecido a
la actual "batalla cultural". Quiso sustituir valores decadentes en
crisis por otros que aseguraran la integración de un bloque histórico
que consagrara una nueva hegemonía. Para eso, era indispensable generar
una élite de cuadros y crear las plataformas necesarias para que estos
pudieran comunicar sus ideas. Después de la influyente Qué, cuando
todavía ejercía el gobierno, el desarrollismo lanzó el diario El
Nacional y más tarde el tabloide Democracia.
Fue, sin embargo, Roberto Noble, el fundador de Clarín, el que le
dio las mayores satisfacciones, integrándose al proyecto político
desarrollista sin ambagues. Se sabe que los buenos negocios ayudan a la
convicción. Clarín se había beneficiado con la Revolución Fusiladora,
que le permitió un contrato muy ventajoso para imprimir en los talleres
confiscados del diario Crítica. Con el aval de Frondizi, según consigna
el periodista Martín Sivak en su libro Clarín, una historia, recibió
además "apoyo crediticio del Banco Nación y de otros bancos estatales
para comprar más máquinas y más papel para imprimir, dinero no declarado
para la compra del nuevo edificio del diario y apoyo publicitario".
El escritor Jorge Asís, apelando a nombres de
fantasía, cuenta en detalle la pelea interna entre los cuadros
magnettistas y los frigeristas por el control de la redacción.
Para justificar ese abordaje, Frigerio escribió: "Nuestros críticos
dicen que ayudamos a Clarín a equiparse con las más modernas máquinas
que durante años tuvo el periodismo argentino. Es verdad. Lo hicimos no
por favoritismo o amistad, sino conscientes de que en la nueva etapa que
inaugurábamos había que producir también una revolución en la cabeza de
los argentinos." Cuando partió al exilio uruguayo, Noble ayudó
económicamente a Frigerio. Los rumores sobre una participación
accionaria en el diario eran moneda corriente. La línea editorial era
claramente desarrollista, más específicamente hablando, frigerista. El
control de la redacción, lo mismo, por casi dos décadas. Aquello que el
MID (Movimiento de Integración y Desarrollo, sello partidario del
frondicismo ya alejado de su linaje radical pretérito) no obtenía por la
vía electoral, lo conseguía por la penetración e influencia de Clarín.
A principios de los '70, un contador y joven militante
desarrollista de La Plata se incorporó al staff del diario. Héctor
Magnetto pronto se convirtió en hombre de confianza de Ernestina Herrera
de Noble, la viuda del fundador. Su mayor conquista fue negociar con la
dictadura la apropiación ilegal de Papel Prensa (PP) a cambio de
silenciar el genocidio y apoyar los lineamientos generales de la última
dictadura. Ya no habría problemas de papel, obsesión de todo diario, y
del propio Magnetto, que no dudó en pasarle letra al general Bartolomé
Gallino, interrogador de Lidia Papaleo de Graiver, heredera legítima de
las acciones de PP, mientras enfrentaba el calvario en el Centro
Clandestino de Detención de Puerto Vasco, dentro del tenebroso y
sanguinario Circuito Camps. Y aunque Frigerio también respaldó el golpe
–después de padecer en carne propia una nueva frustración con el Perón
repatriado que eligió a José Gelbard y no a él como asesor financiero–,
mantenía cierta distancia crítica con el programa económico adoptado por
los militares.
En Diario de la Argentina, el escritor Jorge Asís, apelando a
nombres de fantasía, cuenta en detalle la pelea interna entre los
cuadros magnettistas y los frigeristas por el control de la redacción.
En 1982, ante la inminencia del retorno democrático, Magnetto convenció a
la viuda de Noble de que había que terminar de extirpar a los
desarrollistas residuales y encarar una etapa empresaria expansiva,
despartidizada. Clarín ya no sería de los desarrollistas, que
políticamente estaban en extinción. Clarín sería de Clarín, y lo
manejaría Magnetto personalmente. En adelante, ya no sería un diario
fiel a una estrategia político-partidaria, sino un instrumento de lobby
para hacer crecer al grupo y enriquecer a sus accionistas. Dejaría de
ser el diario, solamente, para pasar a ser el Grupo Clarín SA. Los
tiempos eran otros y las decisiones, como se ve, cambiaron de mano.
Frigerio creía en un modelo de país, equivocado o no. Magnetto, en
cambio, creía en un modelo de negocios. Al primero lo seducía la
política del poder. Al segundo, el poder del dinero. Frigerio quería una
tribuna doctrinaria para retornar a un gobierno de ideas fuertes.
Magnetto buscó gobiernos débiles que le garantizaran fuertes
dividendos.
Hasta que llegó el kirchnerismo y desairó sus exigencias. Desde la
125 para acá, ya recuperado de la sorpresa que le produjo la rebeldía, y
viendo que no había posibilidad de acuerdo ni pacto bajo la mesa que
sedujera a su oponente, Magnetto se propuso erosionar de todas las
formas posibles a su enemigo insumiso. La cantidad industrial de tapas
en contra es para una antología de la obsesión. El intento de armados
opositores desde las páginas del diario, donde llegó a reunirse con
Duhalde, Macri y De la Sota en su casa para animarlos a un frente, una
larga lista de equívocos. En seis años, el CEO del Grupo Clarín SA no
pudo obligar al kirchnerismo a ceder en la pelea, ni con su influencia
en la agenda mediática, ni con su manejo del humor social, ni con los
jueces afines que le dieron tiempo y comprensión en exceso. Hubo un
punto de inflexión: el fallo de la Corte Suprema que declaró la
constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
(LSCA), días después de las elecciones de octubre pasado.
A Magnetto no le alcanzó con la derrota del FPV en la provincia de
Buenos Aires y las más previsibles de Santa Fe y Córdoba, porque aun con
el invento de Sergio Massa y las distintas cooperativas de opositores
creadas al sólo efecto de la elección, el gobierno mantuvo su supremacía
parlamentaria y el "Operativo Garrochas" que vaticinaba y promovía
desde las páginas de su diario, no se produjo en el volumen ni en la
calidad de dirigentes que hubiera necesitado para hacerlo verosímil. En
el lenguaje a veces indolente del poder, el fallo cortesano fue una
respuesta a la impotencia del CEO. La justicia le dio cuatro años, fue
mucho tiempo. Pero sin una catástrofe electoral de magnitud del
oficialismo, la Corte dejó de sentirse en la obligación de extenderle
los plazos. Su estrategia fracasó. Ningún exitoso es eterno. Cuando el
socio de Magnetto y dueño de Fintech, el mexicano David Martínez, se
presentó antes del ya célebre 7D para dejar asentado en la AFSCA
(Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) que él
quería adecuarse a la LSCA, mostró una alternativa a la colisión
destituyente de todo o nada que fogoneaba el CEO para llegar a las
elecciones de 2013. Un año más tarde, con un escenario en contra de
Clarín, esa presentación sobre la hora le permitió a Magnetto evitar la
adecuación de oficio que Martín Sabbatella fue a notificarle a las
puertas mismas del Grupo. Ni las campañas sobre el financiamiento de los
militantes de Nuevo Encuentro, ni la difusión de la compra de zapatos
por 640 pesos del titular de la autoridad de aplicación de la ley, ni la
bufa por la notificación en persona lograron lo que Magnetto buscaba:
que Sabbatella se asustara por eventuales escraches o que Cristina
Kirchner retrocediera en el cumplimiento de la ley.
Martínez, como alguna vez Magnetto hizo con Rogelio Frigerio,
planteó una posibilidad desde la contabilidad más elemental, dando por
superada la estrategia política no exitosa de su socio. El día del fallo
de la Corte, las acciones del Grupo Clarín SA cayeron un 30 por ciento.
Podían haber caído más si no presentaba voluntariamente el plan propio
de adecuación, apropiándose del que Martínez había llevado ante la AFSCA
un año antes. En este caso, en una historia cara a la interna del
propio grupo, el poder del dinero volvió a vencer a la egomanía política
inconducente.
Martínez, que tiene una oferta hecha por Telecom Argentina, es a
Magnetto lo que Magnetto fue a Frigerio en su momento. Al día de hoy, el
mexicano no entiende cómo el CEO se negó a poner el canal Paka-Paka en
la grilla: es gratis, es de calidad y lo puede cobrar a sus clientes.
Nada más atractivo a los ojos de un inversor extranjero promedio, a los
que él representa desde el fondo de inversión estadounidense Fintech.
Cuando por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, si es que
finalmente adquiere Telecom, Martínez deba desprenderse del 40% de
acciones de Cablevisión en su poder, pretende venderlas al mayor precio
posible. Su lógica es ganar plata, no voltear gobiernos. Necesita que
Clarín se adecúe a la ley. Se suponía que Magnetto sabía lo que hacía en
el marco de un "mercado regulado" como el de Argentina. Pero no le dio
resultado y Martínez le arrojó un salvavidas. Dicen que el CEO terminó
asumiendo algo parecido a una derrota ante sus propios accionistas,
aunque es verdad que mantiene las riendas emocionales del holding, con
la ayuda de sus socios más fraternales, Héctor Aranda y Lucio Plagliaro,
que juraron acompañarlo adonde sea, incluso a la bancarrota.
El plan de adecuación voluntaria que el Grupo Clarín SA presentó
ante la AFSCA, que divide al oligopolio en seis unidades productivas, en
teoría, sin relación entre sí, es lo más parecido a una increíble
capitulación ante el gobierno kirchnerista y su política pública de
pluralización de voces en la comunicación: de los 3,25 millones de
abonados de Cablevisión SA, Magnetto y Cía sólo se quedarían con 422
mil. Es decir que resignan casi el 90% de la facturación de la compañía
financiera madre del holding, que ronda los $ 4800 millones. Si la
autoridad de aplicación acepta el plan, cuya idea original es del ubicuo
y movedizo Martínez, Clarín se quedaría con los canales abiertos de
Artear (Canal 13, Canal 12 de Córdoba y Canal 6 de Bariloche, más una
señal de cable: TN, que no desapareció); Radio Mitre y FM 100 de AMBA,
Am 810 y FM 102,9 de Córdoba y FM 100.3 de Mendoza; y con una
Cablevisión escindida (la 1) que reúne 24 licencias por vínculo físico y
dos por vínculo radioeléctrico, es decir, con sólo el 5,2% de los
actuales abonados, y con una facturación en el negocio de apenas $ 622
millones. Del resto de las unidades productivas, Fintech y Fontinalis
–otro fondo de capitales mexicanos y estadounidenses– se quedan con la
continuadora de Cablevisión (la 2), que es la que más se parece a la
actual por volumen, facturación e incidencia en el mercado. Y para que
haya una idea más clara, la Cablevisión residual restante (la 3), que
quedaría en manos del estadounidense Federico Fernández y del chileno
Gerardo Casadevall, va a administrar sólo 42 mil abonados, con una
facturación anual de $ 64 millones.
Claro que, para que este plan pueda concretarse, debe estar
aprobado por la AFSCA. Cumpliendo instrucciones de la presidenta,
Sabbatella puso el listón muy alto. O, lo que es lo mismo tratándose de
Magnetto, dentro de la legalidad más elemental después de cuatro años de
lidia: primero, Clarín tiene que reordenar la grilla en función de la
resolución 296/10, que incluye en la oferta tanto analógica como digital
a las señales Paka Paka, Telesur, e Incaa TV, CN 23 y 360 TV. Así se lo
expresó el propio Sabbatella a Hernán Verdaguer, gerente de Asuntos
Regulatorios de Clarín SA, en la primera cita tras del fallo cortesano.
Verdaguer admitió que no tenía mandato para hablar de la grilla, y la
reunión terminó antes del café. Hubo una posterior, esta vez con un ex
Cablevisión que ahora es gerente de Asuntos Financieros del grupo, con
rol sumado de apuro de relacionista externo. Su nombre: Alejandro
Alberto Urricelqui. Vino a remplazar en los hechos a Jorge Rendo, añejo
operador judicial, de modales impolíticos. Urricelqui, en cambio, es una
persona que goza de la confianza de Magnetto, pero está en sintonía con
las formas conducentes que alienta el empresario Martínez. Por caso,
después de que Sabbatella la insistiera con la obligación de cumplir con
la grilla, el 17 de enero último, el Grupo Clarín SA dejó expresamente
asentado un compromiso en sede administrativa por el cual el 31 de este
mes incluirán todos las nuevas señales en el sistema digital, con Canal 7
entre el 13 y el 11, remplazando a TN; y Paka Paka, Incaa TV y Telesur
encabezando los bloques de señales infantiles; y CN23 y 360 TV, la
primera en el canal 23 y la segunda en el canal 25, cinematográficas e
internacionales. Y, a partir del 15 de febrero próximo, estos mismos
cambios en el sistema analógico, en AMBA y principales ciudades del
interior, para las señales estatales y una discusión pendiente por CN23 y
360 TV a resolver en el período de estudio del plan de adecuación de
180 días, una vez aprobado. El compromiso lleva la firma de la joven
abogada María de los Milagros Páez, pero la letra es de Urricelqui –cuyo
antecedente más rutilante es haber vendido en 2001 a precio vil el 18%
del Grupo Prima de Clarín al Banco Provincia en la época de Carlos
Ruckauf como gobernador bonaerense– y el espíritu acuerdista lo insufló
el mexicano Martínez, promotor de la nueva estrategia que vino a
suplantar, al menos por ahora y en lo que respecta exclusivamente a los
negocios, los aires belicosos del herido Magnetto.
El jueves 23, Sabbatella comunicó a la presidenta que Clarín
comenzaba con los cambios en la grilla. La integralidad del cumplimiento
de la Ley 26.522 era el requisito gubernamental para ponerse a tratar
el plan de adecuación del grupo. El 17 de febrero, el directorio va a
reunirse a estudiar la división voluntaria en seis unidades. Pero
Sabbatella ya dijo que habrá un control remoto sobre la mesa y que si,
al encender los televisores del organismo, los directores no visualizan
los cambios comprometidos por escrito en la grilla, la adecuación
quedará estancada. La no inclusión de CN23 y 360 TV en los canales
previstos originariamente por la resolución 296/10 no invalida que
pronto estarán compitiendo dentro de los preferenciales y esto
constituye un avance enorme en relación a la censura empresaria aplicada
por Cablevision en todos estos años. Sin embargo, desde AFSCA se dejó
trascender que pasados los 180 días, es decir, en octubre a más tardar,
estos tendrán que pasar al segmento de señales de noticias junto a TN,
C5N, A24 y 26, y que si eso no llega a ocurrir –advierten– "no habrá
aprobación final de la adecuación". Los nuevos dueños de la continuadora
de Cablevisión lo saben y ya avisaron que se moverán dentro de la
máxima peronista que dice que dentro de la ley todo es posible y fuera
de ella, la nada misma.
¿Por qué Magnetto resignaría Cablevisión, pulmotor financiero de
todo el Grupo Clarín SA y se quedaría con los bienes de mayor valor
simbólico como Canal 13, Radio Mitre o TN? Hay dos teorías: 1) Porque
confía en su capacidad de creación de realidades desde esos medios para
acorralar al gobierno hasta que este se vaya y poder reabrir así una
discusión sobre la LSCA, que le permita volver a anexar mediante otra
ley o la modificación de la actual a su cableoperadora histórica. 2)
Porque, al fin y al cabo formado juvenilmente en la política, tuvo una
pelea en su vida –en este caso, contra un gobierno democrático insumiso–
y jamás la resignaría, aun a costa de perder plata, mucha plata. Tal
vez, lo más realista sea decir que una cosa y la otra pueden ir juntas
en la cabeza de una persona, aunque esta debe cumplir el requisito de no
ser cualquier persona. De Magnetto, el último empresario florentino que
queda en la Argentina, fundador de un grupo que funcionó hasta el
kirchnerismo como un Estado paralelo dentro del Estado, negociante con
la dictadura genocida más atroz de la historia nacional para hacerse de
un monopolio, proveedor de letra a los interrogadores de la ilegalmente
cautiva Lidia Graiver para apropiarse de Papel Prensa, puede esperarse
todo, menos que cambie. Salvo que se enfrente a un poder mucho mayor.
Hay que reconocerlo: Cristina Kirchner fue la militante más consecuente
de todo su gobierno en la política de democratización de medios. La
primera en dar el ejemplo y no dejarse atropellar por Magnetto y sus
operaciones de demolición. No le tuvo miedo ni comprensión. Jugó limpio
todo el tiempo, al límite de soportar las dilaciones judiciales y el mal
trago del 7D. Pero resultó implacable.
Los resultados están a la vista. De ahora en más, al alcance del control remoto.
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