SIGUE LA POLÉMICA
Después de 300 posteos y luego de la carta de María O´Donnell, en respuesta a mi nota Las Pautas del Periodismo Independiente, mi editor me preguntó el viernes “¿y para cuándo la respuesta?”. Acá va, y quiere ser una ruta para que sigamos discutiendo. Por C. Barragán.
Por Carlos Barragán
10.01.2011
Respete las señales
Aunque sea desagradable la evocación a Neustadt este sí que es un Tiempo Nuevo. Un tiempo tan nuevo que muchos están tardando en comprender. Lo que pasó con la carta de María O´Donnell es una muestra de la novedad. Casi 300 posteos le responden a M.O. reconociendo que está en otra vereda política e ideológica, pero sin embargo no se utilizan insultos, ni descalificaciones, ni chicanas, ni los vomitados resentimientos que encontramos en La Nación, Perfil y demás cuando aparecemos los oficialistas.
Pero el respeto no es suficiente, el respeto es parte de esta manera de estar atentos, pensantes, y seguros de comprender los cambios que estamos viviendo y construyendo. Y este es uno de esos cambios: la discusión de ideas, la crítica. Que podamos todos nosotros estar discutiendo con M.O. es novedoso y sano. Hace unos años esto era impensable. El país cambia, y cambia de manera feliz para algunos y dolorosa para otros. Ya no hay pontífices del periodismo, ni del poder empresarial, ni de nada. Y si quedan algunos intocados, saben que ahora viven en un lugar donde nadie es intocable. Entonces hay nervios. Están inseguros. Pero acá hay gente que no se siente insegura, por eso no necesita el insulto.
Ganado suelto
Me sorprendió que M.O. quisiera exponerse de esta manera publicando su carta aquí. Aún sabiendo que tendría lectores hostiles. Y me sorprendió también que esa esperada hostilidad –yo la esperaba- fuese mínima, que las contradicciones se trataran sin apelar a ofensas. Y esa actitud de M.O. la diferencia de otros periodistas que sencillamente descartan discutir con nosotros, porque somos unos cuatro de copas, somos nadie, somos una mierda. Y sólo nos dedican una palabras de desprecio para después seguir por su camino. M.O. en cambio demuestra que está dispuesta a entrar en contacto con el monstruo –una excepción entre sus pares- ella también con convicciones, pero que no la llevan a pensar que no nos merecemos que nos dirija la palabra.
Cruce de caminos
Por ahora no creo que podamos ponernos de acuerdo. Yo sigo sintiendo que decirme que hago propaganda gubernamental me duele. M.O. asegura que no utiliza esa definición para ofenderme, pero igual me molesta. Me molesta porque insisto en que nuestras diferencias no son de método. No es que haya un método correcto de hacer periodismo y uno tramposo. Acá la diferencia es ideológica. Cuando un periodista elige qué informar está editorializando. De la infinidad de información que circula por el mundo minuto a minuto el periodista elige algunas. ¿Con qué criterio las elige? Partamos de la base de que el tipo es hiper-honesto: las elegirá porque le parecen importantes. ¿Y cuáles le parecerán importantes? La vara que mida ese tipo de magnitud será su ideología. ¿Es más importante que haya demasiados pobres? ¿Es más importante que mataron a un tipo en un asalto? ¿Es más importante que haya demasiados ricos? ¿Es más importante que una empresa estafó al Estado? ¿Es más importante que el Gobierno se fumó una guita? ¿Es más importante que un diario opere políticamente? El periodista decide porque tiene ideología. Y todos la tenemos. Hasta Macri que detesta lo ideológico la tiene, y la tiene más a flor de piel que muchos.
Fin de la banquina
Por eso lo de “la mosca en la oreja del poder” tal como lo toma M.O. resulta un concepto mecánico. Y si la definición es de García Marquez, hace un año espiado por el gobierno mejicano por considerarlo un agente de Fidel Castro, por lo menos hay que pensarlo. Por lo que sé García Marquez no está en la oreja de Fidel ni mucho menos. Creo no equivocarme que lo que propone es que molestemos al poder que nos molesta. Y el poder que nos molesta depende de nuestra ideología. El periodista Grondona está en la oreja de Cristina, pero no estuvo nunca en la oreja de Videla, ni en el de la Sociedad Rural. Aliverti, por su parte, anda siempre por otras orejas diferentes. Y otros, los más, no sé en qué oscuros agujeros.
Es bastante obvio que lo que García Marquez dice es que el periodista debe ser el contra-poder. Pero bueno, ahí hay que tener ojo para no perderse. Uno de los posteos a favor de M.O. (y reconozcamos que tuvo mala suerte con ése) aduce “cómo no va a ser el poder, si se llama Poder Ejecutivo”. Fijesé: Juan Carlos Mesa se llama así, pero es no es una mesa, es un señor.
Doble mano
M.O. me dice “vos mismo decís que gracias al gobierno ustedes están en el canal público”. No fue un lapsus mío, pensé un par de veces antes de escribirlo, sabiendo que en el universo republicanista decir eso es una blasfemia. Porque un gobierno republicano no debe influir prácticamente en nada de lo que ocurre en el país. Y si lo hace debe pedir permiso y conformar a todos. Lo pensé antes de escribirlo y me dije “para mí es una virtud del gobierno, o de sus funcionarios, que 678 esté en el Canal 7”. Y no quise esconderlo. Estoy muy contento, y lo estaba cuando era un televidente de 678, con el gobierno que permitió que ese programa existiera.
Tengo una hipótesis ¿no será que un país como Gran Bretaña puede tener una televisión pública pluralista porque carece de un multimedios tan poderoso que funcione como un factor de presión para el gobierno de turno? Lo del pluralismo en la TV Pública me suena parecido al postulado del libre mercado: compitamos libremente sin que el Estado moleste. Entonces yo que soy un elefante compito contra un mono tití. La TV Pública debería entonces tener una neutralidad informativa suiza, mientras los multimedios tiran misiles las 24 horas. Porque ahí sí la libertad de expresión es libertad para decir lo que se les antoje. Pero en la TV Pública no. Ahí sólo deberían decirse cosas que no molesten a nadie.
Duda: ¿en la BBC hablarán mal de la reina, criticarán las británicas matanzas en oriente, dirán que las Malvinas son nuestras? Quizá lo hagan todo el tiempo.
Ceda el paso
¿Por qué molestaba tan poco el Canal 7 del menemismo? Salvo porque la programación era una porquería y porque la plata se iba por el caño, no hubo desde el periodismo independiente demasiados pedidos de pluralismo y diversidad. ¿Por qué? Porque con Menem los problemas con los periodistas, fueran aprietes o sobres, ocurrían en silencio. Ahora los problemas los discutimos cuatros salames todas las noches y eso lo ve todo el país. No hay sobres ni aprietes, hay crítica pública. ¿Se puede ser más democrático que eso?
Por lo que sé este gobierno no acalló a ningún periodista crítico. La libertad de expresión ha llegado a un punto tan alto que los periodistas pueden crear sus universos como si fueran Ray Bradbury. Lo que hizo este gobierno es inventar un espacio para que se escucharan voces que no se escuchaban. Porque lo que está fallando acá es el derecho a la información. Esa es la oreja que nos tiene que importar, la del tipo que tiene que soportarnos todos los días diciéndole cosas.
por Carlos Barragán.
NOTA DE MIRANDO HACIA ADENTRO :
El subrayado es nuestro. No aparece en la nota original de Diario Registrado. También modificamos un poco la imagen que acompaña a la nota. Como diría don Carlos Barragán, estamos "editorializando".
Publicado en :
http://www.diarioregistrado.com/index.php?secc=nota&nid=46169&pagina=2
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