El fondo de inversiones de Kuwait, de 200 mil millones de dólares, declaró a la Argentina como un “destino estratégico”. El fondo qatarí tiene 20 mil millones de dólares más y la Presidenta buscará el mismo resultado.
Por Fernando Cibeira, desde Kuwait City , para "Página 12·
Por Fernando Cibeira, desde Kuwait City , para "Página 12·
Como una experta vendedora, la presidenta Cristina Kirchner se presentó ayer frente a las autoridades kuwaitíes y los empresarios que acompañan su gira por Medio Oriente para subrayar las “muy buenas oportunidades de negocios” que ofrece la Argentina. Y hacer negocios fue en lo que mostraron interés los kuwaitíes. El director del Kuwait Investment Authority (KIA), Bader Al Sa’ad, el hombre que maneja el fondo de 200 mil millones de dólares que declaró a la Argentina “destino estratégico de inversión”, se reunió ayer con la Presidenta y le adelantó que le interesaron varios de los 28 proyectos productivos que le presentaron los empresarios argentinos, por lo que es muy probable que cite a algunos para interiorizarse más sobre sus propuestas antes de firmar la aprobación, algo que se festejó en la comitiva. La Presidenta llegó anoche a Qatar, el segundo punto de su gira, donde se espera obtener una distinción similar de parte del fondo soberano de inversiones de este país, incluso un poco mayor que el de Kuwait, con 220 mil millones de dólares. Serían en total 420 mil millones de dólares de los dos pequeños pero opulentos emiratos del Golfo con la mira colocada en la Argentina.
Bader Al Sa’ad, junto a su equipo de asesores, ya había escuchado el lunes, uno por uno, los proyectos de los empresarios argentinos que viajaron hasta Medio Oriente acompañando el viaje de la Presidenta. En las pocas horas que había tenido para profundizar en la cuestión, le aseguró a Cristina Kirchner que había unos cuantos a los que le veía buenas posibilidades de prosperar. Con todo –son iniciativas de varios millones y no salen de un día para el otro–, el primer paso sería concertar una nueva cita con los empresarios para profundizar en los detalles.
En su última media jornada en Kuwait, la Presidenta también mantuvo encuentros con los CEO de las principales empresas locales y con el presidente de la Cámara de Comercio e Industria, Ali Al-Ghanim, considerado el segundo hombre más rico de Kuwait luego del emir. De repente, los negocios con los países del Golfo, dormidos durante años, parecen dispararse. Un CEO de una empresa petroquímica anunció que busca un socio en América latina y que en dos semanas estará en Buenos Aires para mantener reuniones. El presidente de la Cámara de Comercio completó anticipando el viaje de una delegación de hombres de negocios kuwaitíes en breve.
El desafío es repetir a partir de hoy en Doha, la ultramoderna capital de Qatar. Las perspectivas son buenas porque el fondo soberano qatarí –cuyo nombre y siglas son similares al de Kuwait: Qatar Investment Fund (QIA)– ya dio señales favorables para otorgar ellos también a la Argentina el status “estratégico” que abra la vía para la llegada de capitales. Su interés en América latina es conocido. Dos meses atrás, este fondo invirtió 2720 millones de dólares para adquirir el 5 por ciento de la filial brasileña del Banco Santander.
Entre jeques
En su última actividad en Kuwait, Cristina Kirchner destacó que las puertas del país estaban abiertas de par en par para los inversores extranjeros, que bien podrían ser jeques petroleros. “Tal vez pocos países en el mundo tengan una apertura como la economía argentina en materia de servicios”, destacó. Eso sí, aclaró que lo que se busca “es que los capitales ingresen, que no sean capitales que vengan a especular o a crear burbujas financieras, sino capitales que vengan a ayudar a la producción, a agregar valor a nuestros productos y asociarnos”.
Cristina Kirchner dio el primer discurso del viaje en el almuerzo de ayer en el Palacio Al-Bayan. Originalmente, la Presidenta hablaría sólo ante empresarios como cierre al seminario de negocios que se desarrolló durante estos dos días en forma paralela en la Cámara de Comercio. Pero luego, el gobierno de Kuwait quiso ser parte de la reunión y terminó como otro evento de la agenda oficial de palacio, con el primer ministro Nasser Al-Mohammed Al-Ahmed Al-Sabah cumpliendo el papel de anfitrión.
La Presidenta ingresó junto al sheik, que le fue mostrando el recinto del palacio donde se haría el almuerzo. El techo, con una tela abovedada, simulaba una carpa aunque a todo lujo. La vestimenta árabe para la ocasión contemplaba una capa con ribetes dorados sobre la túnica. Cristina Kirchner y el primer ministro se detuvieron en un sitio preparado con las banderas de ambos países y los infaltables retratos sonrientes del emir Sabah Al-Sabah y del príncipe coronado Nawaf Al-Sabah, donde se formó el besamanos de funcionarios antes de ingresar al salón principal.
Bien escaso en la región, los árabes tienen fascinación por el agua, así que cada salón que se precie debe tener su fuente. En el que se realizó el almuerzo no fue la excepción, aunque al momento de los discursos la apagaron para que el sonido no molestara. En inglés, el primer ministro –que visitó la Argentina el año pasado y fue quien cursó la invitación a este viaje presidencial– presentó en términos elogiosos a Cristina Kirchner y destacó las buenas posibilidades que se presentaban para intensificar el intercambio. Subrayó que se debía apuntalar los acuerdos entre los sectores privados de ambos países.
Cristina Fernández habló poco menos de media hora. La idea que planteó es que la crisis internacional impulsa cambios que más que perjudicar pueden beneficiar a los países emergentes. “Los países emergentes estamos llamados a cumplir un rol sustancialmente diferente en el marco del comercio internacional del que hemos venido desempeñando hasta ahora”, aseguró. Explicó que los términos de intercambio hasta ahora implicaban que los países desarrollados vendían productos con altísimo valor agregado y compraban a precios de ganga los recursos naturales del subdesarrollo, lo que acentuaba la desigualdad entre las sociedades, ya de por sí desiguales. “Era una contradicción que tornaba altamente injustas las lógicas y las reglas del comercio internacional”, subrayó, y se mostró convencida de que “los países emergentes debemos hacernos cargo de esta nueva realidad en la cual el siglo XXI va a tener nuevos protagonistas. Y los protagonistas de este siglo XXI, sin lugar a dudas, van a ser además los alimentos, la energía, la ciencia y la tecnología”.
Hubo una falla organizativa en el sistema de traducción. Se habían distribuido entre las mesas los aparatitos para seguir la traducción simultánea pero se olvidaron de poner a alguien a traducir. Raudo, el traductor de la presidenta, Walter Kerr, se ocupó en la tarea pero sólo al inglés. Los kuwaitíes, que únicamente hablaban árabe, se quedaron en ascuas. Otro de los conceptos sobre el que pivoteó la Presidenta –lo hizo también en los encuentros privados que mantuvo– fue que a diferencia de aquel intercambio desigual entre países desarrollados y en desarrollo, lo que debe buscarse es una relación de socios y no de clientes. “Un comercio win to win, en el cual ambas partes tienen que ganar. Todos quieren ganar, porque todos además quieren darles bienestar a sus sociedades y generar trabajo”, explicó.
por Fernando Cibeira, para "Página 12".
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