Los eslavos aparecen por
primera vez en la historia en un área oval que se encuentra en las fronteras
entre las actuales Polonia, Bielorrusia, Ucrania y Rusia . Desde allí se fueron
extendiendo hacia los 4 puntos cardinales, alcanzando por el sur los Balcanes y
las costas del Mar Negro, por el norte la tundra ribereña con el Ártico, por el
Oeste el río Oder, y por el Este el río Volga
y los Montes Urales.
Cuando los vikingos
comenzaron su expansión militar y comercial por
los ríos y mares de Europa, ingresaron a los ríos rusos y llegaron vía Dnepr y Mar Negro a
Bizancio. Como bastión de esta ruta
comercial un grupo de guerreros nórdicos fundó el Rus de Kiev, estado con
aristocracia escandinava y pueblo eslavo, que alcanzó en su máxima expansión a
controlar el oeste de Ucrania, Bielorrusia y buena parte de la Rusia Europea.
Los reyes vikingos (“rus”) de Kiev rápidamente se eslavizaron (los “rus”
nórdicos se hicieron “rusos” eslavos) y este Estado, el primer gran estado de
los eslavos orientales, es visto como Estado madre tanto por Rusia como por
Ucrania y Bielorrusia. Este estado adoptó el cristianismo ortodoxo y se vinculó
por matrimonio con las dinastías bizantinas.
Las invasiones mongolas
del siglo XIII destruyeron el Rus de Kiev y lo dividieron en diversos estados
tributarios del Imperio de Gengis, así como de sus estados sucesores (como la
Horda de Oro).
Desde Polonia al Este de
China se extienden por Eurasia praderas y estepas que en la Antigüedad y el
Medioevo actuaron como una especie de “autopista” por la que pueblos de jinetes
nómadas y seminómadas partían de Oriente y se derramaban por Europa. Pasaron
por allí escitas, sármatas, hunos, ávaros, magiares, búlgaros, pechenegos, jázaros,
mongoles, tártaros. Algunos se afirmaron en Europa y fundaron estados: es el
caso de los magiares en Hungría, y el de los búlgaros (que en Europa se
eslavizaron). Otros fueron conquistados, barridos por la siguiente invasión con
la fuerza de un tsunami.
En estos años, en el
territorio que en el siglo XX llamábamos Ucrania, se distinguen varias zonas:
el sur y el este eran zonas de tránsito de los jinetes, hogar de Imperios
transitorios, dónde sólo se consolidó el Kanato tártaro de Crimea, siempre
vinculado al Imperio turco Otomano, que controlaba, además de la península Crimea,
tierras y puertos del Bajo Dnepr y sobre el Mar de Azov, es decir buena parte
del sur de la actual Ucrania.
Por el norte presionaban
y avanzaban los estados rusos o protorusos, entre los que pronto se destacará el
Gran Ducado de Moscovia, origen de la Rusia moderna.
El Oeste hasta Kiev fue
zona de control de Polonia y Lituania, luego unidos en una monarquía dual.
En esa zona fronteriza
entre rusos, turco-tártaros y polaco-lituanos, el recodo del Dnepr y las orillas
del Don, comienza a surgir una etnia eslava por su idioma y cristina por su
religión: los cosacos. Los cosacos a veces luchaban para sí y otras se
enrolaban como soldados de algún rey de la zona. Para los ucranianos son el
origen de su nacionalidad. Para los rusos son parte de la suya, un grupo
surgido en la frontera (ese es elsignificado de Ucrania).
Al norte de esta zona
fronteriza, y a partir de Moscú, comenzó en el siglo XVI un proceso de
expansión y unificación protagonizado por monarcas como Iván III e Iván IV (el
famoso Iván el Terrible), o Pedro el Grande o Catalina (ya en el siglo XVIII),
que construyen el Estado ruso.
Iván IV conquistó los
estados tártaros del Volga, como Kazàn y Astracàn, cortando de esa manera la
ruta de acceso de los jinetes orientales hacia Europa. Los reyes posteriores
pusieron su mirada en el sur, en esas llanuras fronterizas de posesión cambiante,
y en los puertos de aguas cálidas del Mar Negro, lo que llevaba a Rusia a
enfrentarse con las potencias de la zona:el Imperio Turco, el Kanato de Crimea
y el reino de Polonia-Lituania.
Fue Catalina la Grande la
que logró en el siglo XVIII apoderarse de Crimea (Kanato habitado por tártaros,
eslavos y griegos), y las costas hoy ucranianas del Mar Negro.
En 1794 la Rusia de
Catalina la Grande fundó el puerto de Odessa, la joya del Mar Negro, ciudad dónde
aún el ruso es la lengua predominante, pero que fue desde su origen una ciudad
cosmopolita, como buena parte de la costa del Mar Negro, donde además de rusos
y ucranianos abundaban los griegos, búlgaros, rumanos, turcos, tártaros,
judíos, alemanes y otras etnias. De hecho Odessa fue fundada por el Almirante
ruso Iosif Mijailovich Deribás, noble español nacido en Nápoles con el nombre
de José Miguel de Ribas y Boyons. La Avenida principal de Odessa todavía se
llama Deribasivskaya en honor a su fundador ibérico.
En los siglos XVIII y XIX
tenemos a la mayorparte de Ucrania dominada por Rusia, mientras la parte
occidental se encuentra bajo dominio de Polonia –y luego de Austria-.Estos
ucranianos del Oeste siempre han mantenido diferencias culturales con los
ucranianos del Este. De hecho muchos no son cristianos ortodoxos sino UNIATOS,
miembros de una Iglesia local asociada a la católica romana.
Hoy los eslavos
orientales hablan 3 idiomas (ruso, ucraniano,bielorruso) que son distintos pero
están muy emparentados, son semejantes. La diferencia entre estos idiomas es
parecida a la que existe entre el español y el portugués, que son idiomas
inteligibles por escrito y en forma oral pueden los hablantes de ambos indiomas
comunicarse si hablan despacio y tienen paciencia.
A fines del siglo XIX el
gigantesco imperio ruso comenzó a verse afectado por nacionalismos
secesionistas, no sólo de los ucranianos, sino también de polacos, finlandeses,
estonios, letones, lituanos, etc.
En marzo de 1918, con una
Rusia jaqueada por la guerra, Alemania impuso en el Tratado de Brest-Litowsk la
independencia de Ucrania, y rápidamente las tropas alemanas impusieron en Kiev
un gobierno títere presidido por el Hetman Skoropadsky.
La derrota alemana en la
Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa transformaron a Brest-Litowsk en
letra muerta.
La situación de Ucrania
fue particularmente confusa, por no decir caótica. Skoropadsky fue rápidamente
desplazado del poder y Ucrania se hundió más aún en el caos. Por un lado fue
campo de batalla entre dos ejércitos “rusos”: el Ejército Rojo (comunista) y el
Ejército Blanco (anticomunista). Había al menos tres grupos ucranianos
distintos, cada uno de los cuales intentó organizar su Estado: los
nacionalistas de Simòn Petliura, los anarquistas de Nèstor Machno (que
controlaba un par de provincias en el Este) y los ucranianos de la ex Galitzia austrìaca
que organizaron un Estado de la Ucrania occidental. Grupos cosacos intentaron
montar una República en torno al rìo Don, en las áreas de Rostov y el Donbass.
A todo esto debemos
sumarle tropas extranjeras: los alemanes no se retiraron de inmediato; los
polacos invadieron desde el Oeste llegando
hasta Kiev, reclamando territorios que habían sido suyos en el siglo XVIII; los
rumanos avanzaron sobre Besarabia y Bukowina; ingleses y franceses
desembarcaron en Odessa.
Este caos se cerró en
1921 con cuatro quintos de Ucrania transformados en República soviética dentro
de la URSS, y el resto bajo control de Polonia (Galitzia, Volinia, Polesia),
Rumania (Besaraba, Bukowina) y Checoslovaquia (Rutenia subcarpàtica o
Zakapartija). Crimea siguió siendo rusa, como siempre lo habìa sido desde el
siglo XVIII, y siguió así hasta que Nikita Jruschov, premier de la URSS de
origen ucraniano, la transfiriò administrativamente de Rusia a Ucrania en 1954.
Los ucranianos no la
pasaron bien en tiempos de Stalin, cuya política de industrialización a marchas
forzadas que transfería recursos del campo a las ciudades pegó duramente en el
país, y provocó una extendida hambruna.
Por eso muchos ucranianos
recibieron a los soldados de la Wehrmacht como a “libertadores”, y se
encuadraron bajo el liderazgo de Stefan Bandera (hoy héroe nacional para el Régimen
de Zelenski) que destinó efectivos ucranianos a los Einsatgruppen y a la división
“Galizien” de las Waffen-SS. Estos ucranianos nazis lucharon codo a codo con
los alemanes hasta 1945, y Stalin los trató duramente. La mayoría de los que
capturó o le fueron transferidos por USA o el Reino Unidos fueron fusilados.
Con la desintegración de la
URSS, Rusia, estado heredero de la misma, aceptó la independencia de Ucrania
con dos condiciones:
*mantener una base en
Crimea
*que Ucrania se
mantuviera neutral
Los ucranianos cumplieron
escrupulosamente estas condiciones hasta que en 2014 se produjo el Maidán, golpe
blando en formato “Revolución de Colores” impulsado por los países de la OTAN.
La Ucrania de comienzos
del siglo XXI tenía dos áreas bien diferenciadas: El Oeste y el centro hablaban
masivamente ucraniano y votaban partidos nacionalistas pro integración a
Occidente. El Este y el Sur estaban habitados mayoritariamente por rusófonos que votaban partidos favorables a
la neutralidad de Ucrania y de las buenas relaciones con Rusia. A estos
sectores pertenecía Viktor Yanukovich, el presidente derrocado en el Maidan.
Cabe señalar que Zelenski
llegó al poder con amplia mayoría pero haciendo la promesa de mantener buenas
relaciones con Rusia. Luego traicionó esa promesa negociando el ingreso a la
OTAN, prohibiendo el idioma ruso, la iglesia ortodoxa rusa y una decena de
partidos políticos, y permanece en el cargo con mandato cumplido desde mayo de 2024.
El golpe de 2014 tuvo
varias consecuencias: los crimeos se rebelaron y pidieron su incorporación a
Rusia; las provincias del Donbass, de abrumadora mayoría rusa, no reconocieron
al nuevo gobierno y comenzaron a luchar; la OTAN comenzó una penetración en
Ucrania rearmando y entrenando al ejército, construyendo fortificaciones y
reconstruyendo desde la base a las fuerzas de seguridad.
En el Protocolo de Minsk
de julio/septiembre de 2014 se acordó un alto el fuego y una descentralización
del poder, y “arreglos provisionales de gobernación local en algunas zonas”,
pero las estipulaciones no se cumplieron y la lucha continuó hasta la invasión
rusa de 2022.
El 7 de diciembre de
2022, Ángela Merkel reconoció en una entrevista concedida a “Die Zeit” que el
único objetivo de los acuerdos de Minsk fue dar tiempo a los ucranianos para
armarse y fortificarse con ayuda occidental.
Rusia toleró esta lucha
entre el ejército ucraniano y las milicias rusas de Donetz y Lugansk por ocho
años (2014-2022), pero señaló con meridiana claridad que no aceptaría el
ingreso de Ucrania en la OTAN.
Finalmente, a comienzos
de 2022, y luego de múltiples advertencias, el ejército ruso ingresó en
Ucrania. No sólo en Kiev se hablaba del ingreso a la OTAN sino que el ejército
ucraniano parecía amenazar con invadir las pequeñas repúblicas rebeldes del
Donbass.
El resto es historia
conocida. El acuerdo de paz al que habían llegado Rusia y Ucrania en Estambul,
a pocas semanas de comenzada la guerra, fue vetado por el Reino Unido y los
Estados Unidos. Le prometieron a Zelenski apoyo militar y económico “hasta el
último ucraniano”. Lo están cumpliendo…cada vez quedan menos ucranianos.
En los últimos años, el
ejército ucraniano no para de retroceder, en
forma lenta pero continua, dejando tras de sí un reguero de cadáveres de
ucranianos y mercenarios occidentales, junto a grandes masas de armamento
destruido que les fue proporcionado por los países de la OTAN. Ruinas de tanques
y vehículos blindados de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania,
Polonia, Turquía, Australia, España, y otros países decoran los campos del este
de Ucrania.
El único final que parece
estar cerca es un colapso militar, ya que los países europeos insisten en
pretender incrementar la presencia militar occidental en Ucrania, no
entendiendo que Rusia comenzó el conflicto, justamente, para evitar que Ucrania
ingrese a la OTAN -organización militar que no para de expandirse desde la
desaparición de la URSS y el Pacto de Varsovia-. Desde la perspectiva de Moscú,
la guerra no terminará hasta que no cumpla
el principio “Ucrania fuera de la OTAN, la OTAN fuera de Ucrania”.
Adrián Corbella, 26 de
noviembre de 2025






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