En palabras de George Taylor (Charlton Heston): "¡Maniáticos! ¡Lo destruyeron todo! ¡Los maldigo! ¡Váyanse todos al infierno!"
Las guerras son muy malas, y lo son pese a haber acompañado y seguir acompañando la historia de la Humanidad. Cuando terminan, el vencedor le impone condiciones al vencido. Y ahí aparece la diplomacia. La diplomacia sirve, antes de las guerras para evitarlas, y durante y después de las guerras para cerrarlas.
Cuando hay un vencedor claro, impone las condiciones. En 1918, si bien se peleaba en las puertas occidentales de Alemania, el ejército alemán estaba irremediablemente derrotado. Por eso los aliados, en el Armisticio de Compiegne le impusieron el repliegue hasta el río Rin como base para comenzar a delinear un Tratado de Paz, que fue muy desfavorable para Alemania. Perdió territorios, se le impusieron reparaciones, y se la desmilitarizó parcialmente (un ejército de 100.000 hombres con armamento muy sencillo). Obviamente no le otorgaron ninguna “garantía de seguridad”: Alemania se transformó en un estado sin poder militar entre vecinos armados hasta los dientes.
En la Segunda Guerra Mundial, la derrota alemana fue total. El territorio fue ocupado y el Estado dejó de existir por unos años. Los sellos postales alemanes ya no decían “Deustchland”, porque el país había sido disuelto. Decían “Bayern”, “Sachsen”, “Thüringen”, etc. Los vencedores impusieron sus condiciones sin importarles demasiado los deseos o necesidades de los alemanes, justamente porque éstos últimos eran el bando derrotado.
Cuando la guerra termina en una suerte de empate, la diplomacia tiene mucho trabajo. Se suele trabajar sobre la línea del frente, y se busca algún tipo de equilibrio entre las aspiraciones de uno y otro bando. Si este equilibrio no se alcanza, el acuerdo es apenas una pausa entre dos guerras, porque el conflicto vuelve a estallar más adelante.
En 2022 estalló una guerra entre Rusia y Ucrania, corolario de un conflicto que arrancó en 2014 con el golpe del Maidan contra el presidente neutralista ucraniano Yanucovich y el establecimiento en Kiev de figuras que comenzaron a integrar a Ucrania en la estructura política, económica y militar de Europa y la OTAN. Consecuencia directa del Maidan fue la incorporación de Crimea a Rusia, producto de una rebelión de los crimeanos rusoparlantes ayudados por los soldados de la base rusa de Sebastopol, y el alzamiento de la provincias de Donets y Lugansk, habitadas por una abrumadora mayoría de personas de cultura rusa.
Hubo 8 años de enfrentamientos entre el gobierno ucraniano y las provincias rebeldes del Donbass, bastante sangrientos. Kiev utilizó a su ejército y a los milicianos fascistas del Batallón Azov, admiradores de Stephan Bandera, líder de los ucranianos que lucharon junto a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. (1)
Los dulces muchachos del Batallón Azov
Zelenski llegó al poder en Ucrania prometiendo resolver el conflicto con la minoría rusoparlante, pero en lugar de eso comenzó a gestionar el ingreso de Ucrania a la OTAN, a la vez que prohibió el idioma ruso, la iglesia ortodoxa y una docena de partidos opositores (que representaban a la minoría rusa y a sectores de izquierda).
A comienzos de 2022, y ante el anuncio de la inminencia del ingreso de Ucrania a la OTAN, Rusia reconoció la independencia de Lugansk y Donets e ingresó con tropas en los territorios de esas repúblicas secesionistas, comenzando la guerra contra Ucrania.
Cuando se produjo la caída del Muro, los norteamericanos le prometieron a Gorbachov que la OTAN no iba a extenderse hacia el Este. Cuando Moscú aceptó la independencia de Ucrania, el nuevo estado ucraniano incluyó en su Constitución la condición de Estado neutral. Nada de esto se cumplió. La OTAN incorporó múltiples estados de la Europa Oriental, como Polonia o Rumania, e incluso a repúblicas ex soviéticas, como los tres estados bálticos. Muchos analistas norteamericanos advirtieron (2) que la expansión de la OTAN hacia el Este iba a generar un conflicto con Rusia. De hecho Rusia intentó tres veces ingresar a la OTAN y se lo negaron, lo que afirmó la convicción de que la alianza tenía un carácter antirruso (3).
Por eso ante el anuncio del inminente ingreso de Ucrania (que llevaba 8 años fortificando su frontera oriental) a la OTAN, Rusia advirtió, y al no haber respuesta, invadió.
En marzo-abril de 2022, a pocas semanas de haber empezado el conflicto, diplomáticos rusos y ucranianos firmaron un preacuerdo en Estambul, que no preveía pérdidas territoriales para Ucrania pero si el compromiso de Kiev de renunciar al ingreso en la OTAN (4). El acuerdo no fue refrendado por los ucranianos por presión de Inglaterra y Estados Unidos, que le prometieron ayuda militar hasta la victoria final.
La guerra va en este momento por su cuarto año, con presencia rusa en los oblast de Donets, Lugansk, Jerson, Zaporizhia, Jarkov y Sumy.
Rusia, ayudada solo por un contingente de norcoreanos que lucharon en defensa de la provincia rusa de Kursk, ha enfrentado a Ucrania que ha sido ayudada militar y económicamente por los 32 países de la OTAN y por otros aliados de USA (como Australia y Corea del Sur). Trescientos mil millones de dólares de fondos rusos depositados en bancos occidentales han sido bloqueados. Occidente entregó a Ucrania, a pagar, armamento de todo tipo, incluyendo misiles que para ser operados necesitan de personal occidental en tierra y de los datos del sistema de satélites de Estados Unidos. Además han luchado del lado ucranianos miles de mercenarios de diversos países: desde polacos y georgianos, hasta colombianos. Muchos de estos “mercenarios” son altos oficiales de la OTAN en situación de licencia. Es decir que afirmar que Rusia lucha contra Ucrania no es una afirmación exacta. Rusia lucha contra la OTAN.
En 2025, Ucrania ha perdido la guerra. Se sostiene a la defensiva por el apoyo masivo occidental, pero tiene graves dificultades para reemplazar a los caídos, debido a las enormes pérdidas (se habla de 2 millones), la deserciones, la emigración de pobladores a otros países, y el poco entusiasmo de los ciudadanos ucranianos por continuar la guerra. Kiev está recurriendo a levas forzosas que recuerdan los métodos de los reyes del siglo XVIII: secuestros de ciudadanos en la vía pública que son llevados al frente por la fuerza.
El nuevo presidente norteamericano, Donald Trump, declaró que esta no era su guerra, que todo era culpa del mandatario anterior-Joseph Biden-, que iba a terminarla rápidamente, pero ha tenido iniciativas muy contradictorias. Algunos analistas piensan que desea terminar con la guerra pero no puede superar la oposición de los belicistas en su propio partido y en Europa. Otros suponen que desea vender armas pero sin comprometerse directamente, dejando el trabajo sucio a los europeos. Lo que parece claro es que el conflicto principal d Trump no es con Rusia sino con China, y que un modus vivendi entre Moscú y Washington sería beneficioso para ambos. Ucrania sería, en todo caso, visto por los norteamericanos como un “daño colateral”.
Pero en medio de toda esta locura, los reyes del desquicio son los europeos, quienes anuncian un rearme por 800.000 millones de euros para ir a la guerra contra Rusia en 2028 .es raro avisarle a un país que los vas a atacar -pero que necesitás que te den 4 años para prepararte-. Además, solicitan un alto el fuego incondicional (lo que solo sirve al que va perdiendo, o sea a Ucrania) y que ponen como condiciones de paz cuestiones que Rusia solo podría aceptar en caso de perder (renunciar a los territorios, aceptar la presencia militar occidental en Ucrania, pagar reparaciones, seguir soportando las sanciones económicas). El mundo ha vivido muchas guerras, pero este es el primer caso en el que el derrotado pretende imponer condiciones al vencedor. Eso nunca ha pasado y es novedoso (y grotesco).
La bandera del día son las “garantías de seguridad” para Ucrania, que Zelenski y los occidentales pretenden que sean dadas por países de la OTAN –aliados de Ucrania, y derrotados como ella-. Además anuncian que terminada la guerra van a seguir armando a Ucrania, y se niegan a dialogar con los rusos, con los que rompieron relaciones diplomáticas (algo que no pasó ni siquiera en la Guerra Fría).
Es curioso que ante un acuerdo de paz, el derrotado pretenda imponer condiciones. Es extraño que el derrotado exija “garantías de seguridad”, en lugar de exigirlas el vencedor, que ha enfrentado a más de 30 países que tienen una población y un gasto militar diez veces superior al de Rusia. Es increíble que la situación que provocó el comienzo de la guerra (el anunciado ingreso de Ucrania en la OTAN), sea puesta por los vencidos como condición para llegar a una paz (presencia en Ucrania de tropas de la OTAN). Esto simplemente empujará a Rusia a conseguir, no una victoria como la de 1918, sino una similar a la de 1945.
Es un mundo gobernado por psicópatas que tienen armas nucleares y se quieren enfrentar a la mayor potencia nuclear del mundo.
Los creyentes, recen. A los que no lo somos sólo nos queda encomendarnos al Chapulín Colorado.
Adrián Corbella
22 de agosto de 2025
NOTAS:
(1) Aquí una nota de un medio tan poco sospechoso de rusofilia como CÑÑ https://cnnespanol.cnn.com/2024/06/12/batallon-azov-ultraderecha-brigada-ucrania-orix/
(2) Henry Kissinger ha tenido idas y venidas con este tema https://unherd.com/newsroom/henry-kissinger-nato-membership-for-ukraine-is-appropriate/ y https://kuali.com.mx/web/2023/06/05/error-querer-a-ucrania-en-la-otan-kissinger/ . Lo mismo dijeron Zbigniew Brzezinsky https://noticiaslatam.lat/20150325/1035735769.html y Jack Matlock https://jackmatlock.com/2022/11/there-must-be-a-negotiated-settlement-with-russia/
(3) https://www.elcorreo.com/xlsemanal/historia/rusia-otan-union-sovietica-putin-historia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.elcorreo.com%2Fxlsemanal%2Fhistoria%2Frusia-otan-union-sovietica-putin-historia.html y https://www.youtube.com/watch?v=y5-lqFcJ6HU
(4) https://mondiplo.com/las-conversaciones-que-pudieron-poner-fin-a-la y https://www.understandingwar.org/backgrounder/fact-sheet-istanbul-protocol-draft-document-april-15-2022
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