domingo, 12 de enero de 2020
El plan para bajar la inflación: Dólar, tarifas, precios, salud, retenciones y acuerdo social, por David Cufré (para "Página 12" del 11-01-20)
Imagen: Alejandro Leiva
Panorama económico: Desinflación
Cómo es el plan heterodoxo que ya se empezó a desplegar. Las diferentes etapas para frenar la inercia. Los ejes de la nueva política para frenar los aumentos.
Por David Cufré
El plan del Gobierno para bajar la inflación se concentra en cinco frentes principales. Son los motores de los aumentos de precios que operaron a full durante el macrismo. Para apagarlos, el equipo económico y el Banco Central empezaron a tomar medidas en distintos planos, que serán reforzadas con nuevas regulaciones más adelante.
* Precios Cuidados tiene como misión poner un freno a las subas en el renglón más sensible del consumo popular: alimentos y bebidas, artículos de tocador y limpieza.
*El congelamiento de tarifas de electricidad, gas y agua por 180 días, junto con el de colectivos y trenes por cuatro meses, más el de peajes de rutas nacionales, busca anclar otro de los costos fundamentales para la industria, el comercio, el transporte y los usuarios residenciales. Por ahora también están contenidas las subas en combustibles, aunque el Gobierno dio indicios de que habilitará incrementos a corto plazo.
* La estabilidad del dólar con la ratificación del límite de compra de 200 por mes, más el nuevo impuesto del 30 por ciento al atesoramiento y a los gastos en moneda extranjera es esencial para contener la indexación de la economía. También la reducción de las tasas de interés del BCRA va en esa dirección, de quitar costos a empresas que después se trasladan a las góndolas.
* El rubro salud aumentó casi 20 puntos más que la inflación general en 2019. Hasta noviembre del año pasado el sector había registrado incrementos acumulados en doce meses del 71,6 por ciento, contra un alza del IPC del 52,1 por ciento en el mismo período. El Gobierno hasta ahora consiguió una rebaja en el precio de medicamentos del 8 por ciento, pero deberá ser efectivo en evitar futuros aumentos de los laboratorios y en acotar las subas de las prepagas, que el año pasado recibieron autorización para ajustar las tarifas un 60,7 por ciento.
* Aumento de retenciones. La medida es clave para desacoplar los precios internos de los alimentos de los valores de exportación. La experiencia del macrismo en sentido inverso es bien ilustrativa de los perjuicios que causa en materia inflacionaria. El precio de la carne, por ejemplo, se disparó 63 por ciento el año pasado por el alza exponencial de las exportaciones a China, mientras que el mercado interno se contrajo al menor nivel de consumo en toda la década. El Gobierno hasta ahora actualizó las retenciones al valor que determinó el macrismo en agosto del año pasado, pero tiene autorización del Congreso para elevarlas en 3 puntos adicionales.
El ataque de la inflación por esos cinco frentes genera expectativas en las autoridades de quebrar la inercia de los aumentos. El próximo miércoles, cuando el Indec difunda el dato de diciembre, se cumplirán 23 meses consecutivos con alzas del IPC por arriba del 2 por ciento mensual. En enero la inflación también superará ese registro, por el arrastre que deja el mes anterior, pero a partir de febrero el objetivo es terminar con esa secuencia agobiante.
El acuerdo social entre el Gobierno, los empresarios, los sindicatos y los movimientos sociales deberá jugar un rol determinante en esa tarea. Administrar la puja distributiva es otro aspecto clave del proceso de desinflación que encara el Gobierno con instrumental y filosofía heterodoxas, muy distinto al que intentó Cambiemos, basado en la receta neoliberal de las metas de inflación, con suba de la tasa de interés, contracción monetaria, ajuste fiscal y apertura importadora. Esa estrategia que Mauricio Macri decía que era lo más fácil de hacer terminó llevando la inflación a su nivel más alto en casi tres décadas.
La negociación con industrias y supermercados para la puesta en marcha del nuevo Precios Cuidados se planteó en ese marco de la construcción de un nuevo pacto social. La respuesta empresaria dejó conforme a los funcionarios, que aplicaron dosis equilibradas de la vieja fórmula del palo y la zanahoria. En relación a lo primero, el Gobierno puso sobre la mesa la carta de la Ley de Góndolas, que los supermercados resisten porque representa un avance significativo de regulación sobre su actividad. El propio Alberto Fernández les hizo llegar el mensaje de que si el funcionamiento de Precios Cuidados no se ajusta a lo previsto, ese proyecto sería incluido en las sesiones extraordinarias del Congreso. La iniciativa ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados. El Gobierno avanzará con la aprobación de la ley más tarde o más temprano, eso ya lo saben los empresarios, pero los tiempos y la rigurosidad en su instrumentación dependerán de la buena voluntad que exhiban las cadenas para ayudar a bajar la inflación.
Para la industria y también para los supermercados, Precios Cuidados ofrece la zanahoria de un aumento significativo de las ventas. El mensaje oficial a los empresarios fue que tienen que aspirar a elevar las ganancias con un alza de las cantidades despachadas, no mediante la suba de precios. Para eso, la inclusión de primeras marcas en el plan era una condición básica. Los productos líderes en cada segmento del consumo masivo son los únicos que pueden fijar referencia de precio. Si se utilizan segundas y terceras marcas, con menos demanda, los artículos con más salida podrían seguir aumentando sin restricción, devaluando la efectividad del programa. Lo mismo ocurriría si se pusieran marcas premium. En este caso, por ejemplo en shampoo se descartó ofrecer la marca Dove, como proponía Unilever, y se optó por la más popular Sedal.
Por la misma razón el Gobierno le exigió a Coca Cola que incluyera en el listado la gaseosa regular y no las versiones sin azúcar. La empresa mostró resistencia en un principio a aportar su producto estrella, que concentra el 75 por ciento de sus ventas de gaseosas, pero finalmente accedió frente al planteo de que, en todo caso, ingresara con las dos versiones de la bebida cola en Precios Cuidados. Así como ocurre con la Coca Cola regular, la presencia de primeras marcas busca garantizar el abastecimiento y la próxima extensión del plan a nivel nacional. En ese sentido, los funcionarios ya mantuvieron reuniones con las cámaras de supermercados que representan a las cadenas provinciales y a los autoservicios. Son la Cámara Argentina de Supermercados (CAS) y la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA). Esos sectores trabajan en la elaboración de sus propias canastas de bienes para Precios Cuidados, con la inclusión de productos regionales que puedan garantizar un abastecimiento adecuado.
El acuerdo con la industria dejó en claro que los precios del programa no son ofertas con las cuales las empresas vayan a pérdida, sino que mantienen márgenes de rentabilidad positivos, pero acotados a la necesidad de parar el tren de la inflación. Por ese motivo, más el restablecimiento del IVA a la canasta básica tras la jugada electoral del macrismo, llevó a que algunos productos actualizaran sus valores. El pan lactal subió 17 por ciento, la harina 8, los fideos 12. Pero también hubo rebajas significativas en otros productos. Por ejemplo, en papel higiénico fue de hasta 40 por ciento; en shampoo, de 20; en acondicionador, del 33; toallitas femeninas se sumaron al plan con una disminución de precio del 17 por ciento; la polenta bajó el 10; las galletitas dulces, entre 10 y 15; las tres marcas líderes de pañales incorporaron los paquetes familiares –antes eran solo 9 unidades- con una rebaja de 13 puntos. En el agregado, los 310 productos de Precios Cuidados registran un descenso de precios del 8 por ciento.
Hacia adelante, además de la Ley de Góndolas, la prioridad del Gobierno en el combate a la inflación será la reconstrucción de los equipos de fiscalización de Precios Cuidados y para el análisis de los costos empresarios en las cadenas de valor. En relación a este punto, están en la mira los productores de insumos difundidos para la industria, en su mayoría concentrados en pocas grandes empresas, que son formadoras de precios y habituales propagadoras de inflación. También se analiza volver a impulsar los tribunales de consumo que quedaron desactivados con la llegada de Cambiemos.
El Gobierno, en definitiva, puso en marcha un plan de desinflación que tendrá que tomar cuerpo con nuevas regulaciones y controles. Como la economía en general, en materia de precios el colectivo que iba hacia el precipicio cambió de rumbo y empezó a recorrer nuevos caminos.
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