Por Daniel Mojica
Hay una cierta tendencia entre los argentinos, de solicitar al Presidente de la Nación, que tome decisiones que corresponden a los otros dos Poderes (Judicial y Legislativo) que también constituyen el Gobierno Nacional.
Tal vez sea la urgencia del pueblo en ver a los corruptos, saqueadores, endeudadores seriales y delincuentes de toda laya, que lo precedieron en el manejo de la cosa pública (la Res Pública). Pero si así lo hiciera estaría violando, como lo hizo su predecesor, la Constitución Nacional (CN) por la que juró “observar y hacer observar en lo que de mi dependa”.
El grave y real problema de los argentinos, es que tenemos un serio inconveniente con los MECANISMOS CONSTITUCIONALES.
En verdad, con su funcionamiento. Muchos de los que votamos la fórmula del Frente de Todos, lo hicimos en la certeza y la esperanza de que esos mecanismos que prescribe nuestra CN, ALGUNA VEZ FUNCIONEN.
Si no lo hacen, entonces va siendo tiempo de darnos una nueva CN acorde al siglo XXI, a las necesidades y problemáticas surgidas desde 1994 a la fecha (quizás desde 1853, porque “olvidamos” la de 1949). Es que no existen Constituciones vitalicias. Con el tiempo siempre envejecen y quedan sin resguardo, y sin cumplir los reclamos de los nuevos tiempos, con los nuevos derechos nacidos de la necesidad popular.
Puede ser también que hayamos adquirido una mala costumbre, como es aceptar pasivamente que se viole la Constitución Nacional.
Me atrevo a sugerir que modifiquemos el juramento del Presidente y los funcionarios que asumen el mandato popular. Porque desde que nos rige la presente CN con sus modificaciones, Dios y la Patria no demandaron a ningún funcionario que no cumplió su juramento.
Entonces propongo uno más simple “Si así no lo hiciere que la nación (o el Pueblo) me lo demande”.
Quizás sea el principio de un cambio necesario.
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