Reportaje de Tomás Forster a José Pablo Feinmann
Tiempo Argentino, Año1, nro.29, domingo 13 de junio de 2010, pag.16 a 18.
El filósofo hace muchos gestos al punto de tornarse locuaz hasta lo inverosímil. La pasión lo desborda y una avalancha de palabras lo envuelve. El timbre singular de su voz resuena vibrante en la estrecha sala de estudio y trabajo donde se desarrolla esta entrevista. La única decoración es su biblioteca, una notebook y una ventana que apenas deja entrar algunos fulgores del sol de otoño. Prosigue.
J.P.F.- Antes se iba a la OEA, ahora lo hicieron los propios presidentes en el contexto de la Unasur. Es un avance en medio de la derrota total del comunismo, no se puede omitir que estamos viviendo aún en tiempos del capitalismo de mercado que ganó la Guerra Fría. Pero como se enterraron en Irak y tienen muchos problemas, América Latina tiene que aprovechar.
T.F.- Ciertas posturas dominantes aseguran que el Estado-nación ha quedado subordinado al predominio de la comunidad global. ¿Hasta que punto es veraz este punto de vista?.
J.P.F.- El capitalismo tiene rango global, pero es una globalización dominadora de carácter neoliberal. Frente a eso lo que se debe oponer es la localización, que refiere al predominio de lo local dentro de la global. Lo que hay que ver es quién globaliza, porque siempre hay un sujeto histórico que globaliza, el que se expande mediante sus multinacionales.
T.F.- ¿Es posible, en éstos tiempos, reflexionar sobre la experiencia moderna y a violencia política y seguir pensando, a la vez, en la presencia de un sujeto transformador?.
J.P.F.- Cuando hice un trabajo sobre la violencia, La Sangre Derramada, en 1998, tenía una comprensión menos profunda que la actual. Puedo proponer la paz, pero la violencia está en el hombre. En este sentido, estoy totalmente desesperanzado. La tortura es una institución legitimada, es el medio para obtener información. Los Estados Unidos no dicen que torturan, sino que buscan información. El hombre no sólo mata, tortura. Los animales no torturan, por lo que el ser humano es el más cruel de los animales.
T.F.- ¿Por dónde pasan las posibilidades de transformación en la región?
J.P.F.- Lo que se está haciendo en Latinoamérica está bien, pero hay que ver hasta qué punto se va a poder seguir desarrollando porque el imperialismo sigue hoy muy fuerte. Te doy un ejemplo Kathryn Bigelow, que acaba de ganar un Oscar por esa película que exalta a los buenos muchachos que desactivan bombas, quiere ir a filmar a la triple frontera. Si ella, que es una campeona del antiterrorismo hollywoodense, elige esa zona, es porque la va a transformar en una segunda Colombia, que es positiva porque lucha contra el terrorismo. Pero en la triple frontera lo van a ir a encontrar al terrorismo, y el Imperio lo va a encontrar donde lo necesite. Por eso siempre está la posibilidad de que si se profundiza la unión latinoamericana, el Imperio podría decidir que Osama Bin Laden está en Berazategui, en el contexto de la guerra preventiva. El Imperio no tiene buenos modales y hará lo que resulte necesario.
T.F.-¿A qué se refiere el populismo como concepto?. En la práctica, ¿Es la única alternativa al neoliberalismo en América Latina?.
J.P.F.- El populismo actual tiene que ver, simplemente, con desechar la teoría liberal de mercado y a la defensa del Estado como ente regulador de la economía. El populismo es estar en contra de los monopolios, de los oligopolios y por eso mismo hay que otorgarle fuerza a la política. El populismo sería la primacía de la política sobre la economía realizada por el Estado, quien debe hacerse cargo de la distribución de la riqueza. Somos populares porque negamos el neoliberalismo, la libertad de mercado, la hegemonía de las empresas. El populismo es el Estado benefactor. También hay una crítica que nos llega desde la izquierda trasnochada que dice que se es populista porque la categoría de pueblo niega la de clase. El populismo encerraría en el concepto de pueblo a toda la sociedad por lo que negaría la lucha de clases. A esta crítica se suman los ‘elegantes socialistas’ que escriben desde las páginas de La Nación y que, en última instancia, rechazan a los grasas populistas que se acercan al pueblo y quieren compartir sus miserias y alegrías sin pretender ser la vanguardia iluminada.
T.F.-Juan Manuel de Rosas tuvo a la élite intelectual en contra, la oligarquía se apoyó en el positivismo de la generación del ’80, el último Hipólito Yrigoyen contó con el germen de lo que sería luego La Forja liderada por Arturo Jauretche, el peronismo fluctuó entre distintos actores intelectuales y con la construcción doctrinaria del propio Perón. ¿Cómo es la relación entre el kirchnerismo y los intelectuales?.
J.P.F.-¡Le sobran intelectuales! ¡Nunca se vio algo así! Nombremos algunos : tiene a León Rozitchner, David Viñas, Horacio González, Ricardo Forster, tenía a Nicolás Casullo y ahora a sus alumnos, Roberto ‘Tito’ Cossa, y varios más que me estoy olvidando.
Del lado opositor no hay casi intelectuales, habrá tres o cuatro, pero la realidad de la oposición es que lo único que tiene son periodistas. La tradición de los intelectuales que acompañan críticamente este proceso es la del intelectual comprometido. Contrariamente, la mayoría de los escritores de ficción de la Argentina se guardan todo, salvo Guillermo Martínez que me dio la alegría de opinar contra la noción de inseguridad que levantan los monopolios mediáticos o Sasturain (Juan) o Saccomanno (Guillermo) que sí son tipos que se interesan. El resto no sé que piensa. Nunca supe que pensaba Saer (Juan José) de política o Piglia (Ricardo) que abre la feria del libro y habla del lector. Tomás Eloy Martínez lo hizo pelota a Kirchner, pero lo prefiero porque, al menos, siempre fue un escritor que se comprometió con su país. Pero hay otros que parecen no saber nada de su realidad, ¡caramba!, todavía están en el postmodernismo del anticompromiso ; pero ¡no,flaco,el país está en juego siempre!. Eso viene de los ’80, del giro lingüístico. Los ensayistas, en cambio, somos más comprometidos.
J.P.F.- Antes se iba a la OEA, ahora lo hicieron los propios presidentes en el contexto de la Unasur. Es un avance en medio de la derrota total del comunismo, no se puede omitir que estamos viviendo aún en tiempos del capitalismo de mercado que ganó la Guerra Fría. Pero como se enterraron en Irak y tienen muchos problemas, América Latina tiene que aprovechar.
T.F.- Ciertas posturas dominantes aseguran que el Estado-nación ha quedado subordinado al predominio de la comunidad global. ¿Hasta que punto es veraz este punto de vista?.
J.P.F.- El capitalismo tiene rango global, pero es una globalización dominadora de carácter neoliberal. Frente a eso lo que se debe oponer es la localización, que refiere al predominio de lo local dentro de la global. Lo que hay que ver es quién globaliza, porque siempre hay un sujeto histórico que globaliza, el que se expande mediante sus multinacionales.
T.F.- ¿Es posible, en éstos tiempos, reflexionar sobre la experiencia moderna y a violencia política y seguir pensando, a la vez, en la presencia de un sujeto transformador?.
J.P.F.- Cuando hice un trabajo sobre la violencia, La Sangre Derramada, en 1998, tenía una comprensión menos profunda que la actual. Puedo proponer la paz, pero la violencia está en el hombre. En este sentido, estoy totalmente desesperanzado. La tortura es una institución legitimada, es el medio para obtener información. Los Estados Unidos no dicen que torturan, sino que buscan información. El hombre no sólo mata, tortura. Los animales no torturan, por lo que el ser humano es el más cruel de los animales.
T.F.- ¿Por dónde pasan las posibilidades de transformación en la región?
J.P.F.- Lo que se está haciendo en Latinoamérica está bien, pero hay que ver hasta qué punto se va a poder seguir desarrollando porque el imperialismo sigue hoy muy fuerte. Te doy un ejemplo Kathryn Bigelow, que acaba de ganar un Oscar por esa película que exalta a los buenos muchachos que desactivan bombas, quiere ir a filmar a la triple frontera. Si ella, que es una campeona del antiterrorismo hollywoodense, elige esa zona, es porque la va a transformar en una segunda Colombia, que es positiva porque lucha contra el terrorismo. Pero en la triple frontera lo van a ir a encontrar al terrorismo, y el Imperio lo va a encontrar donde lo necesite. Por eso siempre está la posibilidad de que si se profundiza la unión latinoamericana, el Imperio podría decidir que Osama Bin Laden está en Berazategui, en el contexto de la guerra preventiva. El Imperio no tiene buenos modales y hará lo que resulte necesario.
T.F.-¿A qué se refiere el populismo como concepto?. En la práctica, ¿Es la única alternativa al neoliberalismo en América Latina?.
J.P.F.- El populismo actual tiene que ver, simplemente, con desechar la teoría liberal de mercado y a la defensa del Estado como ente regulador de la economía. El populismo es estar en contra de los monopolios, de los oligopolios y por eso mismo hay que otorgarle fuerza a la política. El populismo sería la primacía de la política sobre la economía realizada por el Estado, quien debe hacerse cargo de la distribución de la riqueza. Somos populares porque negamos el neoliberalismo, la libertad de mercado, la hegemonía de las empresas. El populismo es el Estado benefactor. También hay una crítica que nos llega desde la izquierda trasnochada que dice que se es populista porque la categoría de pueblo niega la de clase. El populismo encerraría en el concepto de pueblo a toda la sociedad por lo que negaría la lucha de clases. A esta crítica se suman los ‘elegantes socialistas’ que escriben desde las páginas de La Nación y que, en última instancia, rechazan a los grasas populistas que se acercan al pueblo y quieren compartir sus miserias y alegrías sin pretender ser la vanguardia iluminada.
T.F.-Juan Manuel de Rosas tuvo a la élite intelectual en contra, la oligarquía se apoyó en el positivismo de la generación del ’80, el último Hipólito Yrigoyen contó con el germen de lo que sería luego La Forja liderada por Arturo Jauretche, el peronismo fluctuó entre distintos actores intelectuales y con la construcción doctrinaria del propio Perón. ¿Cómo es la relación entre el kirchnerismo y los intelectuales?.
J.P.F.-¡Le sobran intelectuales! ¡Nunca se vio algo así! Nombremos algunos : tiene a León Rozitchner, David Viñas, Horacio González, Ricardo Forster, tenía a Nicolás Casullo y ahora a sus alumnos, Roberto ‘Tito’ Cossa, y varios más que me estoy olvidando.
Del lado opositor no hay casi intelectuales, habrá tres o cuatro, pero la realidad de la oposición es que lo único que tiene son periodistas. La tradición de los intelectuales que acompañan críticamente este proceso es la del intelectual comprometido. Contrariamente, la mayoría de los escritores de ficción de la Argentina se guardan todo, salvo Guillermo Martínez que me dio la alegría de opinar contra la noción de inseguridad que levantan los monopolios mediáticos o Sasturain (Juan) o Saccomanno (Guillermo) que sí son tipos que se interesan. El resto no sé que piensa. Nunca supe que pensaba Saer (Juan José) de política o Piglia (Ricardo) que abre la feria del libro y habla del lector. Tomás Eloy Martínez lo hizo pelota a Kirchner, pero lo prefiero porque, al menos, siempre fue un escritor que se comprometió con su país. Pero hay otros que parecen no saber nada de su realidad, ¡caramba!, todavía están en el postmodernismo del anticompromiso ; pero ¡no,flaco,el país está en juego siempre!. Eso viene de los ’80, del giro lingüístico. Los ensayistas, en cambio, somos más comprometidos.
REPORTAJE DE TOMÁS FORSTER A JOSÉ PABLO FEINMANN PARA "TIEMPO ARGENTINO"
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