Reportaje de Tomás Forster a José Pablo Feinmann (PRIMERA PARTE)
Tiempo Argentino, Año1, nro.29, domingo 13 de junio de 2010, pag.16 a 18.
Intelectual, polémico e irreverente, políticamente incorrecto y multifacético, José Pablo Feinmann es capaz de desmenuzar en pocos trazos a pensadores de una profundidad insoslayable, como su admirado Jean-Paul Sastre, y de acercarlos al lector curioso, o de cruzar el ensayo con la narrativa, o la anécdota personal con la crónica histórica.
El eclecticismo que caracteriza la fértil obra de José Pablo Feinmann desaparece cuando se exploran los rastros de una existencia siempre signada por las identificaciones, las pasiones, las alegrías y las penurias del mundo popular, que lo llevaron a sentirse parte, en sus propias palabras, ‘de la tradición del intelectual comprometido capaz de sublevarse ante la injusticia’. Esa pertenencia subyace en esta entrevista con Tiempo Argentino, en la que el filósofo y escritor analiza el actual proceso político. E indaga, entre otros aspectos, en la reverdecida relación entre el kirchnerismo y la soiciedad, resalta lo que considera los aciertos del modelo, señala las cuestiones pendientes, analiza el fenómeno del Bicentenario, hurga en las posibilidades de transformación de la región, y cuestiona a las perspectivas dominantes y afines a la neoliberal.
Tomás Forster -¿Coincide con los que afirman que el oficialismo ha recuperado y revitalizado su imagen ante la sociedad?.
J.P.Feinmann – Es claro que luego de la derrota del 28 de junio, el gobierno retomó la iniciativa. Unos días después de la derrota electoral, estaba con Juan Manuel Abal Medina, a quien le tengo mucho aprecio y que me ayudó mucho para mi novela Timote, y él me dijo algo que sonaba medio delirante en ese momento : ‘mirá… Hoy hablé con Néstor (Kirchner) y esperaba verlo destrozado, y en vez de eso lo primero que me dice es : ¡Vamos por todo!’. Me pareció espectacular y ahora, después de un buen tiempo, veo que se largó realmente ese ‘vamos por todo’. Pero también hay que tener en cuenta que quien encabezó la profundización fue Cristina Fernández y demostró una garra política inusitada. Se ve una capacidad muy grande para la iniciativa que en política es muy importante. El que tiene iniciativa es el que piensa con mayor velocidad.
T.F.- ¿Ubica algún momento de inflexión?
J.P.F.- Varios, me parece. Después de la elección tomaron la decisión de no retroceder en nada y de ir por todo. Y así fue. Fueron por todo : la estatización de las AFJP, el fútbol para todos, la fundamental Ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo, los cambios en el Banco Central, la profundización de los juicios a los militares y la causa en la que se investiga a la señora de Noble, que si se comprueba la apropiación ilegal, bueno… realmente va a ser un golpe fuerte porque va a develar ante la sociedad la relación entre el poder mediático y la dictadura.
T.F.- ¿Cómo analiza el papel de la oposición?
J.P.F.-Después del 28 de junio, la oposición se quedó quieta al punto de que los medios monopólicos le reprochaban su falta de unión. Hay que agregar que los monopolios comunicacionales son la verdadera, la más poderosa oposición al gobierno y el gran poder del capitalismo actual. Podríamos teorizar mucho sobre esto, pero lo fundamental del poder mediático pasa por colonizar las conciencias. Esto lo logran atrapando la subjetividad de los receptores, en otras palabras, que el emisor es el dueño de los receptores o, como diría Michel Foucault, tiene el poder de sujetar a los sujetos.
T.F- En las elecciones presidenciales de 2007, pese a su triunfo, el Frente para la Victoria perdió en las principales ciudades del país. El conflicto desatado por el lockout agropecuario aumentó aún más la brecha entre una parte importante de la clase media y el giobierno. En los últimos tiempos, ¿se evidencia algún cambio favorable en ese espacio social en relación al oficialismo?.
J.P.F.-A la clase media le importa mucho su poder adquisitivo y, en este momento, advierte que éste modelo funciona. Es muy difícil llevar adelante este país. Y del otro lado no hay nadie capaz de hacerlo. Los restaurantes están llenos, se compran autos 0 km a más no poder, el turismo interno registra cifras récord. No entendía los cacerolazos durante el conflicto por las retenciones, porque ¡caramba!, esa gente está caceroleando contra sí misma porque está protestando a favor de un clase, la oligarquía, a la que la clase media nunca va a pertenecer. Hay que señalar que la condición ontológica de la clase media es no querer ser lo que es, sino querer ser lo que no es, es decir, pretende ser clase alta y no quiere ser otra cosa que no es, no quiere ser clase baja.
Posee una situación ontológica indefinida marcada por una permanente insatisfacción. Siempre quiere trepar y siempre tiene miedo de caer. En el 2001, tenía terror de caer y el lema fue ‘piquetes-cacerolas, la lucha es una sola’, apenas recuperó su nivel económico cambió su discurso. Pero, también hay otra clase media que es la que hace, en parte, lo que Buenos Aires tiene de interesante, que es la clase media culturizada, inquieta, que escribe, genera teatro, cien, va a las librerías. Acá vienen los extranjeros y se sorprenden de que haya dos o tres librerías por cuadra. Eso también es la clase media.
T.F.- ¿Cuál es su balance del Bicentenario?
J.P.F.-Pareciera que nos encontramos con la unidad nacional, algo que no se vio nunca aquí. Las familias en la calle, millones de personas, pibes y viejos, conurbano profundo y Capital, y todo sin enfrentamientos. Un izquierdista diría que se eliminó la lucha de clases, el bonapartismo cubrió el país, pero alguna vez uno tiene ganas de ver al país unido y festejando. No creo mucho en el Bicentenario pero, bueno, es una fecha simbólica. Fueron millones celebrando y no tuvieron miedo. Eso, de por sí solo, es extraordinario.
T.F.-Usted criticó, desde los tiempos de su temprana obra de ensayos Filosofía y Nación, el rol de una parte importante de la dirigencia criolla que lideró la Revolución de Mayo. Más allá de que también se apuntaló a otros defensores de la gesta latinoamericanista, ¿Cómo analiza la exaltación de la figura de Mariano Moreno que suscitó el Bicentenario?.
J.P.F.- Si quieren tener un héroe revolucionario que lo tengan, pero no fue un revolucionario.. Observó que había que cambiar la globalización española por la moderna que era la de Inglaterra. La cuestión, para Moreno, radicaba en integrarse al Occidente capitalista. Ahí están los libros de José Carlos Mariátegui que dijo todo esto antes que yo (Feinmann señala hacia un rincón de su atiborrada y laberíntica biblioteca, desde donde se dejan divisar varias obras del marxista peruano). Moreno propone la expropiación de las fortunas parasitarias : ¿cómo y con qué iba a expropiar?. Las milicias las tenía Saavedra así que tendría que haber armado un ejército y no invadir el interior. Tal como lo dice Juan Bautista Alberdi, Moreno simboliza el intento de Buenos Aires por hegemonizar el país. Era, vuelvo a decirlo, un jacobino sin una burguesía revolucionaria.
T.F.- A principios de su mandato, Néstor Kirchner planteó la idea de la transversalidad que quedó inconclusa. Así y todo, en el 2007, varios no peronistas votaron por Cristina Kirchner. ¿Considera que esa porción del electorado puede aparecer en 2011?
J.P.F.- Entre los que firman y firmaron en algún momento en Carta Abierta o tienen un compromiso propio de alguna índole, hay varios que no son peronistas pero saben razonar. De paso aclaro que yo no estoy en el espacio de Carta Abierta aunque tengo los mejores pensamientos respecto de la gente que lo integra. Vuelvo al punto : ¿Qué significa razonar bien en este momento?. Hay una máxima de Karl von Clausewitz, que usaba mucho Napoleón, a quien cita Perón (Juan Domingo) en Apuntes de Historia Militar : ‘ hay que ser más fuertes en el lugar en que se define la batalla’. Acá la batalla se define entre el gobierno y la llamada oposición que son un conjunto de políticos mediocres, unos medios de comunicación monopólicos poderosísimos y sectores del agro que entraron en crisis porque los pequeños productores comenzaron a tomar conciencia de que fueron utilizados. Vengo de Villa María, estuve en Tucumán y allí se dan cuenta de que Eduardo Buzzi es una figura que no representa al pequeño productor. Se está intensificando mucho la fuerza del llamado kirchnerismo al que prefería denominar como un peronismo keynesiano como el de Perón. Este gobierno es bien peronista en el sentido de distribuir la riqueza, enfrentarse con la oligarquía, respaldarse en los sectores populares. Es el primer gobierno desde el primer peronismo que combate a una parte del capital, porque la esencia del capital es tender a la concentración. Son otros tiempos, pero está tomando, a partir del último año y medio, una herencia, incluso, del peronismo de los ’70 en eso de formar cuadros militantes, de acercarse más a los cadenciados, de hacer barrio y de algo que el primer peronismo no pudo concretar que es la unidad de América Latina. Acá no se dan cuenta pero Cristina es una figura muy fuerte afuera. Lo que hizo con el juez Garzón en España fue impresionante en medio de la avanzada del neofranquismo. Si eso no es izquierda que me digan qué fue eso : reunirse con el juez de los Derechos Humanos con dibujos de rep de fondo.
Tiempo Argentino, Año1, nro.29, domingo 13 de junio de 2010, pag.16 a 18.
Intelectual, polémico e irreverente, políticamente incorrecto y multifacético, José Pablo Feinmann es capaz de desmenuzar en pocos trazos a pensadores de una profundidad insoslayable, como su admirado Jean-Paul Sastre, y de acercarlos al lector curioso, o de cruzar el ensayo con la narrativa, o la anécdota personal con la crónica histórica.
El eclecticismo que caracteriza la fértil obra de José Pablo Feinmann desaparece cuando se exploran los rastros de una existencia siempre signada por las identificaciones, las pasiones, las alegrías y las penurias del mundo popular, que lo llevaron a sentirse parte, en sus propias palabras, ‘de la tradición del intelectual comprometido capaz de sublevarse ante la injusticia’. Esa pertenencia subyace en esta entrevista con Tiempo Argentino, en la que el filósofo y escritor analiza el actual proceso político. E indaga, entre otros aspectos, en la reverdecida relación entre el kirchnerismo y la soiciedad, resalta lo que considera los aciertos del modelo, señala las cuestiones pendientes, analiza el fenómeno del Bicentenario, hurga en las posibilidades de transformación de la región, y cuestiona a las perspectivas dominantes y afines a la neoliberal.
Tomás Forster -¿Coincide con los que afirman que el oficialismo ha recuperado y revitalizado su imagen ante la sociedad?.
J.P.Feinmann – Es claro que luego de la derrota del 28 de junio, el gobierno retomó la iniciativa. Unos días después de la derrota electoral, estaba con Juan Manuel Abal Medina, a quien le tengo mucho aprecio y que me ayudó mucho para mi novela Timote, y él me dijo algo que sonaba medio delirante en ese momento : ‘mirá… Hoy hablé con Néstor (Kirchner) y esperaba verlo destrozado, y en vez de eso lo primero que me dice es : ¡Vamos por todo!’. Me pareció espectacular y ahora, después de un buen tiempo, veo que se largó realmente ese ‘vamos por todo’. Pero también hay que tener en cuenta que quien encabezó la profundización fue Cristina Fernández y demostró una garra política inusitada. Se ve una capacidad muy grande para la iniciativa que en política es muy importante. El que tiene iniciativa es el que piensa con mayor velocidad.
T.F.- ¿Ubica algún momento de inflexión?
J.P.F.- Varios, me parece. Después de la elección tomaron la decisión de no retroceder en nada y de ir por todo. Y así fue. Fueron por todo : la estatización de las AFJP, el fútbol para todos, la fundamental Ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo, los cambios en el Banco Central, la profundización de los juicios a los militares y la causa en la que se investiga a la señora de Noble, que si se comprueba la apropiación ilegal, bueno… realmente va a ser un golpe fuerte porque va a develar ante la sociedad la relación entre el poder mediático y la dictadura.
T.F.- ¿Cómo analiza el papel de la oposición?
J.P.F.-Después del 28 de junio, la oposición se quedó quieta al punto de que los medios monopólicos le reprochaban su falta de unión. Hay que agregar que los monopolios comunicacionales son la verdadera, la más poderosa oposición al gobierno y el gran poder del capitalismo actual. Podríamos teorizar mucho sobre esto, pero lo fundamental del poder mediático pasa por colonizar las conciencias. Esto lo logran atrapando la subjetividad de los receptores, en otras palabras, que el emisor es el dueño de los receptores o, como diría Michel Foucault, tiene el poder de sujetar a los sujetos.
T.F- En las elecciones presidenciales de 2007, pese a su triunfo, el Frente para la Victoria perdió en las principales ciudades del país. El conflicto desatado por el lockout agropecuario aumentó aún más la brecha entre una parte importante de la clase media y el giobierno. En los últimos tiempos, ¿se evidencia algún cambio favorable en ese espacio social en relación al oficialismo?.
J.P.F.-A la clase media le importa mucho su poder adquisitivo y, en este momento, advierte que éste modelo funciona. Es muy difícil llevar adelante este país. Y del otro lado no hay nadie capaz de hacerlo. Los restaurantes están llenos, se compran autos 0 km a más no poder, el turismo interno registra cifras récord. No entendía los cacerolazos durante el conflicto por las retenciones, porque ¡caramba!, esa gente está caceroleando contra sí misma porque está protestando a favor de un clase, la oligarquía, a la que la clase media nunca va a pertenecer. Hay que señalar que la condición ontológica de la clase media es no querer ser lo que es, sino querer ser lo que no es, es decir, pretende ser clase alta y no quiere ser otra cosa que no es, no quiere ser clase baja.
Posee una situación ontológica indefinida marcada por una permanente insatisfacción. Siempre quiere trepar y siempre tiene miedo de caer. En el 2001, tenía terror de caer y el lema fue ‘piquetes-cacerolas, la lucha es una sola’, apenas recuperó su nivel económico cambió su discurso. Pero, también hay otra clase media que es la que hace, en parte, lo que Buenos Aires tiene de interesante, que es la clase media culturizada, inquieta, que escribe, genera teatro, cien, va a las librerías. Acá vienen los extranjeros y se sorprenden de que haya dos o tres librerías por cuadra. Eso también es la clase media.
T.F.- ¿Cuál es su balance del Bicentenario?
J.P.F.-Pareciera que nos encontramos con la unidad nacional, algo que no se vio nunca aquí. Las familias en la calle, millones de personas, pibes y viejos, conurbano profundo y Capital, y todo sin enfrentamientos. Un izquierdista diría que se eliminó la lucha de clases, el bonapartismo cubrió el país, pero alguna vez uno tiene ganas de ver al país unido y festejando. No creo mucho en el Bicentenario pero, bueno, es una fecha simbólica. Fueron millones celebrando y no tuvieron miedo. Eso, de por sí solo, es extraordinario.
T.F.-Usted criticó, desde los tiempos de su temprana obra de ensayos Filosofía y Nación, el rol de una parte importante de la dirigencia criolla que lideró la Revolución de Mayo. Más allá de que también se apuntaló a otros defensores de la gesta latinoamericanista, ¿Cómo analiza la exaltación de la figura de Mariano Moreno que suscitó el Bicentenario?.
J.P.F.- Si quieren tener un héroe revolucionario que lo tengan, pero no fue un revolucionario.. Observó que había que cambiar la globalización española por la moderna que era la de Inglaterra. La cuestión, para Moreno, radicaba en integrarse al Occidente capitalista. Ahí están los libros de José Carlos Mariátegui que dijo todo esto antes que yo (Feinmann señala hacia un rincón de su atiborrada y laberíntica biblioteca, desde donde se dejan divisar varias obras del marxista peruano). Moreno propone la expropiación de las fortunas parasitarias : ¿cómo y con qué iba a expropiar?. Las milicias las tenía Saavedra así que tendría que haber armado un ejército y no invadir el interior. Tal como lo dice Juan Bautista Alberdi, Moreno simboliza el intento de Buenos Aires por hegemonizar el país. Era, vuelvo a decirlo, un jacobino sin una burguesía revolucionaria.
T.F.- A principios de su mandato, Néstor Kirchner planteó la idea de la transversalidad que quedó inconclusa. Así y todo, en el 2007, varios no peronistas votaron por Cristina Kirchner. ¿Considera que esa porción del electorado puede aparecer en 2011?
J.P.F.- Entre los que firman y firmaron en algún momento en Carta Abierta o tienen un compromiso propio de alguna índole, hay varios que no son peronistas pero saben razonar. De paso aclaro que yo no estoy en el espacio de Carta Abierta aunque tengo los mejores pensamientos respecto de la gente que lo integra. Vuelvo al punto : ¿Qué significa razonar bien en este momento?. Hay una máxima de Karl von Clausewitz, que usaba mucho Napoleón, a quien cita Perón (Juan Domingo) en Apuntes de Historia Militar : ‘ hay que ser más fuertes en el lugar en que se define la batalla’. Acá la batalla se define entre el gobierno y la llamada oposición que son un conjunto de políticos mediocres, unos medios de comunicación monopólicos poderosísimos y sectores del agro que entraron en crisis porque los pequeños productores comenzaron a tomar conciencia de que fueron utilizados. Vengo de Villa María, estuve en Tucumán y allí se dan cuenta de que Eduardo Buzzi es una figura que no representa al pequeño productor. Se está intensificando mucho la fuerza del llamado kirchnerismo al que prefería denominar como un peronismo keynesiano como el de Perón. Este gobierno es bien peronista en el sentido de distribuir la riqueza, enfrentarse con la oligarquía, respaldarse en los sectores populares. Es el primer gobierno desde el primer peronismo que combate a una parte del capital, porque la esencia del capital es tender a la concentración. Son otros tiempos, pero está tomando, a partir del último año y medio, una herencia, incluso, del peronismo de los ’70 en eso de formar cuadros militantes, de acercarse más a los cadenciados, de hacer barrio y de algo que el primer peronismo no pudo concretar que es la unidad de América Latina. Acá no se dan cuenta pero Cristina es una figura muy fuerte afuera. Lo que hizo con el juez Garzón en España fue impresionante en medio de la avanzada del neofranquismo. Si eso no es izquierda que me digan qué fue eso : reunirse con el juez de los Derechos Humanos con dibujos de rep de fondo.
T.F.- ¿Qué opina del espacio centroizquiedista que tiene a Martín Sabbatella entre uno de sus referentes?.
J.P.F.-Opino lo mejor de Sabbatella. Me parece un tipo de gran valor y que, justamente, puede aportar mucho en torno a la problemática de la corrupción estructural. Entiende la delicadeza de la coyuntura. El peso de cada situación histórica. En política, si hay que dar tres pasos hay que darlos, y es tan reaccionario dar cuatro como dar dos. Hay quienes dan cuatro y dicen ‘nosotros somos la verdadera izquierda’. De el que no opino lo mismo es de Pino (por Fernando Solanas) que está equivocando el camino. En cambio, Sabbatella sabe relacionarse con la gente y es joven. No quiero mencionar a los que no lo son pero es evidente a quién me refiero…
T.F.- ¿Es posible la consolidación de un frente nacional y popular en la actual correlación de fuerzas?
J.P.F.- Se lo ve más posible en los últimos tiempos pero un frente con esas características debe ser Latinoamericano, ya no argentino porque el país no puede resolver solo sus problemas. Lo de Honduras no se evitó pero se reunieron todos los presidentes…
T.F.-El intento golpista en Bolivia se pudo evitar…
J.P.F.- ¡Claro! ¡Eso es extraordinario!
J.P.F.-Opino lo mejor de Sabbatella. Me parece un tipo de gran valor y que, justamente, puede aportar mucho en torno a la problemática de la corrupción estructural. Entiende la delicadeza de la coyuntura. El peso de cada situación histórica. En política, si hay que dar tres pasos hay que darlos, y es tan reaccionario dar cuatro como dar dos. Hay quienes dan cuatro y dicen ‘nosotros somos la verdadera izquierda’. De el que no opino lo mismo es de Pino (por Fernando Solanas) que está equivocando el camino. En cambio, Sabbatella sabe relacionarse con la gente y es joven. No quiero mencionar a los que no lo son pero es evidente a quién me refiero…
T.F.- ¿Es posible la consolidación de un frente nacional y popular en la actual correlación de fuerzas?
J.P.F.- Se lo ve más posible en los últimos tiempos pero un frente con esas características debe ser Latinoamericano, ya no argentino porque el país no puede resolver solo sus problemas. Lo de Honduras no se evitó pero se reunieron todos los presidentes…
T.F.-El intento golpista en Bolivia se pudo evitar…
J.P.F.- ¡Claro! ¡Eso es extraordinario!
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