martes, 12 de julio de 2016
#TARIFAZO Y “PESADA HERENCIA”, por Adrián Corbella
Anoche nos enteramos, una vez más, que todo lo malo que hace este gobierno es culpa del gobierno anterior, que nos hacía vivir en una hermosa “fantasía” que se prolongó por apenas doce años. Que nos “mentía”, incluso cuando la boleta de la luz o el gas venía con un monto bajo o moderado y un cartelón “Servicio Subsidiado por el Estado Nacional”.
Trabajamos, estudiamos y ahorramos. Vivimos y pagamos las cuentas. Cambiamos el auto y cambiamos o arreglamos la casa. Muchos viajaron al exterior, varias veces. Otros, más modestos, compraron motos o celulares –perdón, González Fraga-. Pero eso no era “verdadero”. Eso era “mentira”. La única verdad son las boletas de Metrogas que dicen lacónicamente 2.800 $ -la mía-, o 2.400, 3.000, 3.100, 4.500, 7.000, 11.000 –otros vecinos de mi barrio-.
¿Es realmente “culpa” del gobierno anterior el grosero tarifazo –antes más del 1000%, ahora “apenas” 400%- de este gobierno?
Dicen que no se invirtió. Eso es falso. En lo que a energía eléctrica se refiere, uno puede decir casi de memoria que se terminaron Yaciretá y Atucha (1), y se incluyó en la red eléctrica nacional a una decena de provincias que estaban afuera de ella en 2003 . Por supuesto que hubo errores. Las redes urbanas de las ciudades principales son viejísimas. Cuando hay mucho consumo se queman y generan cortes. En esas redes no se invirtió, pero sí en las que interconectan las 24 provincias y en las fuentes generadoras de electricidad (2).
¿Falta gas?... Por supuesto. La explicación es simple: Por un lado, el crecimiento industrial y económico de Argentina entre 2002 y 2015 generó una creciente demanda de gas y energía eléctrica. Esto se suma a dos factores: uno es el crecimiento de la demanda domiciliaria. No es porque la gente “derroche”, sino porque ha mejorado el nivel de vida en esos años comprando aires acondicionados, estufas, termotanques, calefones, heladeras, freezers, cocinas, televisores, computadoras. Esa mejoría del nivel de vida es “culpa” del gobierno kirchnerista, indudablemente.
El segundo factor de ninguna manera puede atribuirse al gobierno anterior, tiene nombre y apellido: REPSOL. La empresa española manejó YPF no con un criterio prospectivo sino con un criterio extractivo.
En la industria del petróleo y el gas lo más difícil es la prospección, o sea, encontrar dichos recursos en el subsuelo. Hay que excavar incansablemente hasta que aparezca. Luego se extrae sin demasiadas complicaciones –el petróleo y gas tradicional, no el shale-. Lo que hacía REPSOL era extraer ambos recursos de pozos ya encontrados por la vieja YPF estatal premenemista, y explotarlos hasta el agotamiento. Sin buscar pozos nuevos, porque era caro. Invirtiendo lo ganado aquí en otros países. La producción de ambos recursos no cesaba de bajar. Esto sólo empezó a revertirse con la nueva YPF estatal de Miguel Galluccio -mediados de 2012- (3).
¿Hay culpa del kirchnerismo?. Si… fue un error no haber nacionalizado YPF mucho antes. Es lo único que se les puede reprochar. Cabe señalar que las fuerzas políticas que hoy gobiernan Argentina mostraron oposición o escaso entusiasmo ante la nacionalización cuando esta se produjo por iniciativa de Cristina Fernández.
Anoche escuchamos a los ministros Peña, Garavano y Aranguren hablar de la necesidad de poner a los servicios públicos en su “valor real”. Sabemos que hasta 2015 los servicios estaban subsidiados, es decir, el Estado pagaba una parte importante de la boleta de agua, luz y gas. De hecho, la luz y el agua estaban muy baratos. No tanto el gas, que merced al sistema PURÉ que penalizaba el consumo creciente, tenía tarifas diferenciadas.
Subvencionar no es “mala palabra”. Japón subsidió durante 40 años su industria automotriz hasta que logró ser competitiva sin esa ayuda. USA y Europa subvencionan su producción de alimentos, como aquí se hacía con la luz o el gas.
Por lo tanto, subvencionar o no, subvencionar esto, aquello o nada, es una decisión de política económica. Antes se decidía hacerlo. Ahora no lo quieren hacer.
Más discutible aún es el argumento de que estas tarifas no cubren el “valor real” del gas.
¿Cuál es el precio del gas?
En una economía capitalista, un bien cuesta su valor de producción más un margen de ganancia razonable. No es así con productos como el gas y el petróleo, recursos naturales que tienen un valor internacional. Curiosamente, el que produce MÁS CARO agrega una ganancia razonable a su costo de producción y vende a ese precio. Los demás productores, que producen más barato, venden al mismo precio con una sobreganancia que se llama “renta diferencial”.
En el caso del gas y el petróleo al costo se agrega lo antes mencionado: lo caro que es la búsqueda, la prospección. Uno es el costo del gas cuando se está amortizando ese gasto de prospección, y otro muy distinto cuando ya se ha amortizado.
Por eso no hay un valor “verdadero” del gas. Todo es relativo. Este gobierno aumentó a principios de año, dramáticamente, el valor del gas a boca de pozo (4). Es una decisión política, no económica. El gobierno decide, las compañías cobran, nosotros pagamos.
Así como el petróleo se mide en “barriles”, el gas usa una unidad llamada BTU. El valor internacional es de 2 dólares, el del gas boliviano de 3 dólares, y el que compra Aranguren a “su” Shell vía Chile, 6.9 dólares… … …
Por lo tanto no hay un valor universal del gas marcado por el altísimo. El valor varía y depende de decisiones políticas, po-lí-ti-cas.
Finalmente, el gran problema de este gobierno para afrontar los subsidios que pagaba el anterior tiene que ver con decisiones propias. Como renunciaron en los primeros días de gobierno a miles de millones que ingresaban por retenciones al campo, a las mineras, y otros impuestos que bajaron o eliminaron, ya no tienen recursos para pagarlas. Son decisiones políticas. El “campo” y las mineras tienen ingresos muchísimo mayores. El ciudadano común paga tarifas “impagables”.
Hay poco de la mal llamada “pesada herencia” que explique este tarifazo.
Se le puede achacar al gobierno anterior haber subvencionado demasiado y por demasiado tiempo –en beneficio de la gente-, no invertir en la renovación de los cables de transmisión eléctrica en algunas grandes ciudades, y no haber echado a patadas a REPSOL mucho antes de 2012 –cosa que el PRO y la UCR nunca pidieron-. Esa es la parte de “pesada” herencia que se aplica a este tema.
Todo lo demás tiene que ver con decisiones políticas del actual gobierno, decisiones que no eran inevitables sino que tenían alternativas. En la actual administración a algunos les solucionan los problemas “heredados” al instante (campo, mineras), a costa de los demás. Los otros, a la cola… será en el segundo, tercero o vigésimo semestre…
Sería bueno que alguna vez las actuales autoridades empiecen a hacerse cargo de las decisiones que toman. Hasta ahora no han podido.
Adrián Corbella
12 de julio de 2016
NOTAS:
(1): En Yaciretá se elevó la cota. Se terminó la central nuclear de ATUCHA II, se construyó en Neuquén la planta de producción de agua pesada, se obtuvo un crédito de 240 millones de dólares para aumentar la vida útil de la central nuclear de Embalse, se mejoró Complejo hidroeléctrico de Río Grande, se inició la construcción del Dique Punta Negra, la Central Termoeléctrica de Río Turbio y un Parque eólico en Chubut, entre otras obras.
(2): 5.500 km de líneas de conexión eléctrica y 3.500 km de gasoductos incluyendo las muy importantes obras de interconexión NEA-NOA.
(3): La producción de gas venía disminuyendo hasta 2012, y empezó a aumentar luego de la estatización de la petrolera fundada por Mosconi.
(4): Lo subieron sin anestesia de 2,7 dólares a 4.7 dólares... un 74%.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Excelente artículo, Adrian Corbella. Es como un recordatorio para clarear la mente. Pregunto: Adónde está la plata HOY que se robaba el kirschnerismo en aquellos 12 años tan infelices?
Publicar un comentario