El primer esbozo de plan de gobierno de la oposición. El futuro del radicalismo y los fondos buitres.
Son destellos, señales esporádicas pero de una claridad reveladora. El "socialista" adorador de la mano invisible del mercado Hermes Binner picó en punta. Pero el revuelo lo armó Ernesto Sanz en medio de un nuevo pico de fiebre en la larga disputa por la aplicación de la ley de medios.
Ambos referentes del zigzagueante Frente Amplio UNEN anunciaron que en caso de llegar a la Casa Rosada en 2015 anularían "las leyes del kirchnerismo". Ni el mismísimo Mauricio Macri, que disfrutó esta semana de una afeitada en el sur de Italia, tierra de sus ancestros, se atrevió a tanto.
Hay en el origen de ese desesperado corrimiento hacia la derecha de partidos con orígenes populares una combinación de factores en los que es difícil encontrar la preocupación de lo que algunos sectores gustan definir como "la gente". Hace ya rato que la oposición ha hecho del rechazo abierto y sistemático a cualquier iniciativa del oficialismo la única herramienta de política. Como contracara el kirchnerismo fuerza su condición de mayoría para imponer su proyecto político.
El último ejemplo de esa dinámica se dio con la aprobación del Código Civil y Comercial, un plexo normativo que viene a reemplazar a una legislación pensada en una Argentina en la que ni siquiera regía el voto universal. El texto, redactado por una comisión de notables encabezada por el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, fue ampliamente debatido y contó con la venia de referentes de la oposición, entre ellos destacados juristas del radicalismo. El proyecto obtuvo media sanción en el Senado con los votos de los partidos de la oposición que se retiraron ofendidos del recinto de Diputados en rechazo a ese texto ahora transformado en un atentado a la democracia.
El disenso es celebrado y necesario en el juego democrático, la falta de respeto a la inteligencia de los ciudadanos que implica la banalización de la discusión política, es inadmisible.
La tensión se incrementó esta semana luego de la decisión de la AFSCA de impugnar la propuesta de adecuación a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que efectuó el Grupo Clarín por considerar que la oferta escondía una maniobra para disfrazar una autoventa.
Ese sector mayoritario de la oposición que encontró en los sets de televisión el reemplazo ideal para su carencia de construcción política militante, se sumó sin disimulo a la posición de defensa de la empresa que siempre apela a la libertad de expresión como argumento defensivo.
En ese revulsivo se llega al extremo de algunos legisladores del radicalismo que ya anticiparon su oposición y rechazo al anuncio de que el oficialismo enviará al Parlamento un proyecto (que todavía no se conoce) para reformar el Código Procesal Penal, en una exacerbación de ese postulado simplista que sostiene: "No sé de qué se trata, pero estoy en contra".
Hace rato que la discusión en torno a la definición de justicia en la Argentina es un mamarracho. El ex ministro de Economía Domingo Cavallo fue exculpado por un tribunal en la causa que investigaba la presunta comisión de delitos durante el Megacanje del gobierno de la Alianza. Ese fraude de dimensiones bíblicas que se perpetró hace 15 años, incrementó la deuda de los argentinos en 50 mil millones de dólares y benefició a banqueros internacionales, alguno de ellos –como David Mulford– amigo personal de Cavallo.
Es probable que el fallo absolutorio tenga sustento jurídico, pero está lejos de hacer justicia. Cavallo estatizó primero la deuda privada durante la dictadura sanguinaria, luego destruyó el aparato productivo y multiplicó la deuda externa durante el menemismo y la gestión de la Alianza. El impacto de sus decisiones de política económica marcó a la Argentina del último cuarto de siglo pasado.
Sin embargo, ese proceso judicial ocupó en el debate mediático menos de una décima parte de lo que se dedicó al análisis del accionar delictivo de un moto chorro que asaltó a un turista en La Boca. Sobre casos como esos se construye la discusión sobre la "inseguridad" en la Argentina, porque –como le gusta decir a Sergio Massa– esa es la realidad que vive "la gente".
Sanz o Binner con la derogación de las leyes –habrá que ver si el listado incluye al matrimonio igualitario, la estatización del sistema previsional y de YPF u otras más cuestionadas al interior del kirchnerismo como la ley Antiterrorista–. Macri y Massa con la propuesta de eliminación o reducción de impuestos que implicarían el desfinanciamiento del Estado. A su manera, unos y otros dejan bien claro su mirada del país que esperan construir dentro de catorce meses cuando comience un nuevo período presidencial. Ese es, en definitiva, el primer esbozo de un plan de gobierno de la oposición.
Desde el oficialismo, el gobernador Daniel Scioli reafirma su condición de defensor de la gestión kirchnerista, que además esta semana sumó un nuevo respaldo del Consejo Nacional del Partido Justicialista en su disputa con los fondos buitre. Pero aun no está claro el panorama puertas adentro del oficialismo. La presidenta Cristina Fernández demora la nominación de su sucesor en un intento comprensible por prolongar su liderazgo.
El FAUNEN atraviesa, mientras tanto, un proceso de autodestrucción que se forja en las contradicciones constitutivas de esa fuerza. La derecha radical, que inicialmente coqueteó con Mauricio Macri ahora toma distancia del jefe de Gobierno porteño y se inclina por el Frente Renovador de Massa.
La voltereta estaría inspirada en el crecimiento electoral del alcalde porteño. Inicialmente, los radicales pensaron en un acuerdo en el que podían aportarle al PRO la estructura partidaria en el interior del país para garantizar un triunfo electoral en 2015, pero la evolución de Macri en las encuestas cambió los términos de esa negociación.
Por eso, con la misma convicción ideológica, se volcaron ahora hacia la construcción de acuerdos con el massimo. El disparador fue la foto del propio Massa con el senador jujeño Gerardo Morales, pero ya hay negociaciones avanzadas en seis distritos.
La iniciación del proceso de adecuación de oficio para el Grupo Clarín corrió el eje de la información. Eso y que el recambio en el Banco Central parece haber forzado un replanteo del mercado cambiario, en particular en la operatoria de Contado con Liqui, que se había disparado en los días previos a la renuncia de Juan Carlos Fábrega y el discurso de Cristina Fernández sobre un movimiento de pinzas de productores agropecuarios y sistema financiero.
No es que el Gobierno haya conseguido resolver las enormes dificultades que presenta el tipo de cambio, pero la fuerte retracción en esas operaciones parece confirmar la existencia de maniobras poco claras que parten de una operación absolutamente legal.
Mientras tanto, el ministro de Economía Axel Kicillof y el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, participaron en Washington de la Asamblea Anual conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El jefe del equipo económico reiteró la voluntad argentina de resolver el contencioso con los fondos buitres pero no sólo con los beneficiarios de la sentencia del juez Thomas Griesa sino con todos los que no aceptaron los canjes de 2005 y 2010.
Esos comentarios parecieron incrementar las versiones sobre la posibilidad de una nueva perspectiva en las conversaciones con los buitres a partir de enero, cuando caiga definitivamente la cláusula RUFO que obliga a equiparar a quienes aceptaron el canje con cualquier oferta que mejore las condiciones de 2005.
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http://www.infonews.com/2014/10/12/politica-166776-una-propuesta-clara-cambiar-todo.php
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