El gobierno de Enrique Peña Nieto pretende
eliminar las pocas normales rurales que quedan en el país. Y para ejecutar su
plan tiene a su mejor adalid de la educación y supuesto aliado de los
estudiantes del Poli: Miguel Ángel Osorio Chong.
La historia de Osorio Chong contra las normales rurales empieza en el 2005 en El Mexe, Hidalgo cuando el actual secretario de Gobernación era gobernador.
La Escuela Normal Rural Luis Villarreal, con 81 años de historia, fue liquidada por Osorio Chong. Para realizar su plan contó con la invaluable colaboración de la maestra Elba Esther Gordillo. El argumento de ambos fue inapelable: “Ya no se necesitan maestros rurales”. Pero la realidad es aplastante: 45 por ciento de las escuelas de educación básica son rurales y necesitan un normalista que comprenda el entorno. ¿Entonces, por qué desaparecer las normales rurales? No será porque son semilleros de lucha social.
Terminaba así un proceso de acoso y violencia contra los normalistas. Cuando Osorio Chong era secretario de gobierno, la normal inició las movilizaciones de protesta. El 19 de febrero de 2000, la policía entró al plantel educativo violando la autonomía. Los policías comandados por el señor Chong desalojaron, torturaron y detuvieron a estudiantes y padres de familia que intentaban proteger su escuela. La ira del estado se lanzó incluso contra los normalistas que estaban en huelga de hambre frente al palacio de gobierno. La última generación de la Normal Rural de El Mexe fue de 76 normalistas en 2008.
El plan para desmantelar normales rurales ha funcionado. De las 30 que existían, ahora solo quedan 17, la mayoría con grandes dificultades para su supervivencia. El objetivo del estado es eliminarlas a todas, ir cerrando paulatinamente el resto.
En este contexto no sorprende la situación que vive actualmente la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Al ingresar al plantel cualquier visitante, puede comprobar la pobreza de sus instalaciones. Los normalistas terminan sus estudios a base de mucho esfuerzo. La mayoría son hijos de campesinos, estudiantes de 17 y 18 años con una conciencia social crítica, que ya quisieran muchos estudiantes de las universidades públicas y privadas del país.
Recorrer la normal rural de Ayotzinapa, es recorrer la historia de marginación y extrema pobreza que cubre al estado de Guerrero, cuna de grandes luchas sociales y de ejércitos guerrilleros. Bajo esas condiciones de miseria, cualquiera puede comprender la existencia de grupos subversivos.
La versión no oficial difundida ahora por la Secretaria de Gobernación a cargo del señor Osorio Chong es francamente descabellada. Intentan vincular a los normalistas con el cártel del narcotráfico Los Rojos, antagónico de los Guerreros Unidos.
El dinero es muy escandaloso, imposible de ocultar. ¿Cuántos de los “periodistas” que ahora repiten la versión de Gobernación han visitado la normal rural de Ayotzinapa? Hay que recorrer sus humildes aulas, sus patios, sus pasillos, para descubrir la pobreza en la que viven.
Más allá de los merolicos que repiten las versiones oficiales para desacreditar el movimiento estudiantil de los normalistas, lo más interesante de esta estrategia mediática de difamación, es que el objetivo principal del señor Osorio Chong es desaparecer la normal de Ayotzinapa, semillero de líderes y luchadores sociales.
Para ello cuenta con la invaluable colaboración del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, cuya última estrategia es lanzar en ese interminable hoyo negro de impunidad donde están las víctimas de desaparición forzada, a los 43 normalistas.
No importa que los 28 cadáveres de las primeras fosas sean recientes y tengan entre ocho y diez días de haber muerto; no importa que las versiones y evidencias que muestran algunos involucrados en el levantamiento forense de los cuerpos, indiquen que pueden ser los 43 normalistas desaparecidos, no importa nada, el señor procurador intenta tratar a los mexicanos como personas sin inteligencia, asegurando antes del resultado de las pruebas de ADN que ninguno de esos cadáveres recientes pertenecen a los estudiantes de Ayotzinapa.
¿Entonces quiénes son? La opinión pública no puede ser tratada como tonta. El gobierno debería avergonzarse de estar apostando al olvido. Sus planes a futuro es que esos 43 normalistas sean una cifra más en la interminable lista de los 300 mil desaparecidos que existen en México.
La otra apuesta del gobierno es desaparecer la normal rural de Ayotzinapa. Y las últimas cifras así lo demuestran. De 145 egresados el año pasado, solo 11 de ellos obtuvieron plaza. Cuando uno de los jóvenes preguntó que iban a hacer los demás, el funcionario de la Secretaría de Educación sonrío y le espetó una simple respuesta: “ser campesinos, jardineros, albañiles….”
Ante esta estrategia de acoso y desmantelamiento, la pregunta surge inmediatamente: ¿Cuál fue el crimen cometido por los 43 normalistas para ser sometidos a desaparición forzada? Educarse. Intentar ser maestros. Obtener una conciencia social para ser librepensadores.
La actual política de criminalización contra los estudiantes es grave. Revela una enorme torpeza del gobierno, pero también una involución a etapas tan oscuras donde surgieron ejércitos guerrilleros para defenderse de la opresión del estado. De la matanza de Tlatelolco a Tlatlaya y Azotzinapa. ¿Es eso a lo que le tira el señor Osorio Chong?
Retrasar la entrega de los cuerpos a sus padres es un grave error, independientemente si son normalistas o no. Retrasar los resultados de ADN de los familiares de los 43 normalistas demuestra una inmensa falta de escrúpulos de la clase política mexicana.
¿Dónde están las voces de los intelectuales protestando por esto? ¿Dónde están los maestros, académicos, escritores, artistas, alzando la voz por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa?
México necesita a las normales rurales. Fue Lázaro Cárdenas quien garantizó el derecho a una educación laica y gratuita a través de las normales rurales. Ese ejército de educadores ha combatido la tentación del estado de mantener a una parte de la población sin educación para someterla al arbitrio de sus decisiones.
La existencia de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) que agrupa a estudiantes de las pocas normales rurales que existen en el país, representa el espíritu de lucha por la supervivencia de estos importantes y fundamentales centros de estudio, que significan muchas veces, la única alternativa para romper la herencia de marginación y pobreza.
En tiempos del PRI la involución es asombrosamente rápida. ¿Saben quién era el Osorio Chong de hace 35 años? Gustavo Díaz Ordaz fue quien cerró 15 normales rurales, provocando revueltas estudiantiles que culminaron en la matanza de Tlatelolco.
Apostarle, señor Osorio Chong, a la desaparición de las normales rurales, puede agitar las aguas de las revueltas estudiantiles. Ya vimos de que es capaz el estado que desaparece 43 normalistas. ¿Será capaz también de cometer más masacres contra los jóvenes estudiantes y repetir irremediablemente la historia?
Tal vez, la solución sea que todos, desde nuestro lugar de confort, desde nuestro espacio de lucha; estimulemos, organicemos, el ejército de educadores que el gobierno pretende desaparecer.
Combatir la barbarie, el campo de exterminio que habitamos gracias a la clase política corrupta e impune que nos gobierna, es nuestra obligación.
La historia de Osorio Chong contra las normales rurales empieza en el 2005 en El Mexe, Hidalgo cuando el actual secretario de Gobernación era gobernador.
La Escuela Normal Rural Luis Villarreal, con 81 años de historia, fue liquidada por Osorio Chong. Para realizar su plan contó con la invaluable colaboración de la maestra Elba Esther Gordillo. El argumento de ambos fue inapelable: “Ya no se necesitan maestros rurales”. Pero la realidad es aplastante: 45 por ciento de las escuelas de educación básica son rurales y necesitan un normalista que comprenda el entorno. ¿Entonces, por qué desaparecer las normales rurales? No será porque son semilleros de lucha social.
Terminaba así un proceso de acoso y violencia contra los normalistas. Cuando Osorio Chong era secretario de gobierno, la normal inició las movilizaciones de protesta. El 19 de febrero de 2000, la policía entró al plantel educativo violando la autonomía. Los policías comandados por el señor Chong desalojaron, torturaron y detuvieron a estudiantes y padres de familia que intentaban proteger su escuela. La ira del estado se lanzó incluso contra los normalistas que estaban en huelga de hambre frente al palacio de gobierno. La última generación de la Normal Rural de El Mexe fue de 76 normalistas en 2008.
El plan para desmantelar normales rurales ha funcionado. De las 30 que existían, ahora solo quedan 17, la mayoría con grandes dificultades para su supervivencia. El objetivo del estado es eliminarlas a todas, ir cerrando paulatinamente el resto.
En este contexto no sorprende la situación que vive actualmente la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Al ingresar al plantel cualquier visitante, puede comprobar la pobreza de sus instalaciones. Los normalistas terminan sus estudios a base de mucho esfuerzo. La mayoría son hijos de campesinos, estudiantes de 17 y 18 años con una conciencia social crítica, que ya quisieran muchos estudiantes de las universidades públicas y privadas del país.
Recorrer la normal rural de Ayotzinapa, es recorrer la historia de marginación y extrema pobreza que cubre al estado de Guerrero, cuna de grandes luchas sociales y de ejércitos guerrilleros. Bajo esas condiciones de miseria, cualquiera puede comprender la existencia de grupos subversivos.
La versión no oficial difundida ahora por la Secretaria de Gobernación a cargo del señor Osorio Chong es francamente descabellada. Intentan vincular a los normalistas con el cártel del narcotráfico Los Rojos, antagónico de los Guerreros Unidos.
El dinero es muy escandaloso, imposible de ocultar. ¿Cuántos de los “periodistas” que ahora repiten la versión de Gobernación han visitado la normal rural de Ayotzinapa? Hay que recorrer sus humildes aulas, sus patios, sus pasillos, para descubrir la pobreza en la que viven.
Más allá de los merolicos que repiten las versiones oficiales para desacreditar el movimiento estudiantil de los normalistas, lo más interesante de esta estrategia mediática de difamación, es que el objetivo principal del señor Osorio Chong es desaparecer la normal de Ayotzinapa, semillero de líderes y luchadores sociales.
Para ello cuenta con la invaluable colaboración del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, cuya última estrategia es lanzar en ese interminable hoyo negro de impunidad donde están las víctimas de desaparición forzada, a los 43 normalistas.
No importa que los 28 cadáveres de las primeras fosas sean recientes y tengan entre ocho y diez días de haber muerto; no importa que las versiones y evidencias que muestran algunos involucrados en el levantamiento forense de los cuerpos, indiquen que pueden ser los 43 normalistas desaparecidos, no importa nada, el señor procurador intenta tratar a los mexicanos como personas sin inteligencia, asegurando antes del resultado de las pruebas de ADN que ninguno de esos cadáveres recientes pertenecen a los estudiantes de Ayotzinapa.
¿Entonces quiénes son? La opinión pública no puede ser tratada como tonta. El gobierno debería avergonzarse de estar apostando al olvido. Sus planes a futuro es que esos 43 normalistas sean una cifra más en la interminable lista de los 300 mil desaparecidos que existen en México.
La otra apuesta del gobierno es desaparecer la normal rural de Ayotzinapa. Y las últimas cifras así lo demuestran. De 145 egresados el año pasado, solo 11 de ellos obtuvieron plaza. Cuando uno de los jóvenes preguntó que iban a hacer los demás, el funcionario de la Secretaría de Educación sonrío y le espetó una simple respuesta: “ser campesinos, jardineros, albañiles….”
Ante esta estrategia de acoso y desmantelamiento, la pregunta surge inmediatamente: ¿Cuál fue el crimen cometido por los 43 normalistas para ser sometidos a desaparición forzada? Educarse. Intentar ser maestros. Obtener una conciencia social para ser librepensadores.
La actual política de criminalización contra los estudiantes es grave. Revela una enorme torpeza del gobierno, pero también una involución a etapas tan oscuras donde surgieron ejércitos guerrilleros para defenderse de la opresión del estado. De la matanza de Tlatelolco a Tlatlaya y Azotzinapa. ¿Es eso a lo que le tira el señor Osorio Chong?
Retrasar la entrega de los cuerpos a sus padres es un grave error, independientemente si son normalistas o no. Retrasar los resultados de ADN de los familiares de los 43 normalistas demuestra una inmensa falta de escrúpulos de la clase política mexicana.
¿Dónde están las voces de los intelectuales protestando por esto? ¿Dónde están los maestros, académicos, escritores, artistas, alzando la voz por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa?
México necesita a las normales rurales. Fue Lázaro Cárdenas quien garantizó el derecho a una educación laica y gratuita a través de las normales rurales. Ese ejército de educadores ha combatido la tentación del estado de mantener a una parte de la población sin educación para someterla al arbitrio de sus decisiones.
La existencia de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) que agrupa a estudiantes de las pocas normales rurales que existen en el país, representa el espíritu de lucha por la supervivencia de estos importantes y fundamentales centros de estudio, que significan muchas veces, la única alternativa para romper la herencia de marginación y pobreza.
En tiempos del PRI la involución es asombrosamente rápida. ¿Saben quién era el Osorio Chong de hace 35 años? Gustavo Díaz Ordaz fue quien cerró 15 normales rurales, provocando revueltas estudiantiles que culminaron en la matanza de Tlatelolco.
Apostarle, señor Osorio Chong, a la desaparición de las normales rurales, puede agitar las aguas de las revueltas estudiantiles. Ya vimos de que es capaz el estado que desaparece 43 normalistas. ¿Será capaz también de cometer más masacres contra los jóvenes estudiantes y repetir irremediablemente la historia?
Tal vez, la solución sea que todos, desde nuestro lugar de confort, desde nuestro espacio de lucha; estimulemos, organicemos, el ejército de educadores que el gobierno pretende desaparecer.
Combatir la barbarie, el campo de exterminio que habitamos gracias a la clase política corrupta e impune que nos gobierna, es nuestra obligación.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/20-10-2014/28293. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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Twitter: @SanjuanaMtz
Facebook: Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura
de crimen organizado
Publicado en:
El gobierno de Enrique
Peña Nieto pretende eliminar las pocas normales rurales que quedan en el
país. Y para ejecutar su plan tiene a su mejor adalid de la educación y
supuesto aliado de los estudiantes del Poli: Miguel Ángel Osorio Chong.
La historia de Osorio Chong contra las normales rurales empieza en el
2005 en El Mexe, Hidalgo cuando el actual secretario de Gobernación era
gobernador.
La Escuela Normal Rural Luis Villarreal, con 81 años de historia, fue
liquidada por Osorio Chong. Para realizar su plan contó con la
invaluable colaboración de la maestra Elba Esther Gordillo. El argumento
de ambos fue inapelable: “Ya no se necesitan maestros rurales”. Pero la
realidad es aplastante: 45 por ciento de las escuelas de educación
básica son rurales y necesitan un normalista que comprenda el entorno.
¿Entonces, por qué desaparecer las normales rurales? No será porque son
semilleros de lucha social.
Terminaba así un proceso de acoso y violencia contra los normalistas.
Cuando Osorio Chong era secretario de gobierno, la normal inició las
movilizaciones de protesta. El 19 de febrero de 2000, la policía entró
al plantel educativo violando la autonomía. Los policías comandados por
el señor Chong desalojaron, torturaron y detuvieron a estudiantes y
padres de familia que intentaban proteger su escuela. La ira del estado
se lanzó incluso contra los normalistas que estaban en huelga de hambre
frente al palacio de gobierno. La última generación de la Normal Rural
de El Mexe fue de 76 normalistas en 2008.
El plan para desmantelar normales rurales ha funcionado. De las 30 que
existían, ahora solo quedan 17, la mayoría con grandes dificultades para
su supervivencia. El objetivo del estado es eliminarlas a todas, ir
cerrando paulatinamente el resto.
En este contexto no sorprende la situación que vive actualmente la
Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Al ingresar al plantel
cualquier visitante, puede comprobar la pobreza de sus instalaciones.
Los normalistas terminan sus estudios a base de mucho esfuerzo. La
mayoría son hijos de campesinos, estudiantes de 17 y 18 años con una
conciencia social crítica, que ya quisieran muchos estudiantes de las
universidades públicas y privadas del país.
Recorrer la normal rural de Ayotzinapa, es recorrer la historia de
marginación y extrema pobreza que cubre al estado de Guerrero, cuna de
grandes luchas sociales y de ejércitos guerrilleros. Bajo esas
condiciones de miseria, cualquiera puede comprender la existencia de
grupos subversivos.
La versión no oficial difundida ahora por la Secretaria de Gobernación a
cargo del señor Osorio Chong es francamente descabellada. Intentan
vincular a los normalistas con el cártel del narcotráfico Los Rojos,
antagónico de los Guerreros Unidos.
El dinero es muy escandaloso, imposible de ocultar. ¿Cuántos de los
“periodistas” que ahora repiten la versión de Gobernación han visitado
la normal rural de Ayotzinapa? Hay que recorrer sus humildes aulas, sus
patios, sus pasillos, para descubrir la pobreza en la que viven.
Más allá de los merolicos que repiten las versiones oficiales para
desacreditar el movimiento estudiantil de los normalistas, lo más
interesante de esta estrategia mediática de difamación, es que el
objetivo principal del señor Osorio Chong es desaparecer la normal de
Ayotzinapa, semillero de líderes y luchadores sociales.
Para ello cuenta con la invaluable colaboración del procurador general
de la República, Jesús Murillo Karam, cuya última estrategia es lanzar
en ese interminable hoyo negro de impunidad donde están las víctimas de
desaparición forzada, a los 43 normalistas.
No importa que los 28 cadáveres de las primeras fosas sean recientes y
tengan entre ocho y diez días de haber muerto; no importa que las
versiones y evidencias que muestran algunos involucrados en el
levantamiento forense de los cuerpos, indiquen que pueden ser los 43
normalistas desaparecidos, no importa nada, el señor procurador intenta
tratar a los mexicanos como personas sin inteligencia, asegurando antes
del resultado de las pruebas de ADN que ninguno de esos cadáveres
recientes pertenecen a los estudiantes de Ayotzinapa.
¿Entonces quiénes son? La opinión pública no puede ser tratada como
tonta. El gobierno debería avergonzarse de estar apostando al olvido.
Sus planes a futuro es que esos 43 normalistas sean una cifra más en la
interminable lista de los 300 mil desaparecidos que existen en México.
La otra apuesta del gobierno es desaparecer la normal rural de
Ayotzinapa. Y las últimas cifras así lo demuestran. De 145 egresados el
año pasado, solo 11 de ellos obtuvieron plaza. Cuando uno de los jóvenes
preguntó que iban a hacer los demás, el funcionario de la Secretaría de
Educación sonrío y le espetó una simple respuesta: “ser campesinos,
jardineros, albañiles….”
Ante esta estrategia de acoso y desmantelamiento, la pregunta surge
inmediatamente: ¿Cuál fue el crimen cometido por los 43 normalistas para
ser sometidos a desaparición forzada? Educarse. Intentar ser maestros.
Obtener una conciencia social para ser librepensadores.
La actual política de criminalización contra los estudiantes es grave.
Revela una enorme torpeza del gobierno, pero también una involución a
etapas tan oscuras donde surgieron ejércitos guerrilleros para
defenderse de la opresión del estado. De la matanza de Tlatelolco a
Tlatlaya y Azotzinapa. ¿Es eso a lo que le tira el señor Osorio Chong?
Retrasar la entrega de los cuerpos a sus padres es un grave error,
independientemente si son normalistas o no. Retrasar los resultados de
ADN de los familiares de los 43 normalistas demuestra una inmensa falta
de escrúpulos de la clase política mexicana.
¿Dónde están las voces de los intelectuales protestando por esto? ¿Dónde
están los maestros, académicos, escritores, artistas, alzando la voz
por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa?
México necesita a las normales rurales. Fue Lázaro Cárdenas quien
garantizó el derecho a una educación laica y gratuita a través de las
normales rurales. Ese ejército de educadores ha combatido la tentación
del estado de mantener a una parte de la población sin educación para
someterla al arbitrio de sus decisiones.
La existencia de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de
México (FECSM) que agrupa a estudiantes de las pocas normales rurales
que existen en el país, representa el espíritu de lucha por la
supervivencia de estos importantes y fundamentales centros de estudio,
que significan muchas veces, la única alternativa para romper la
herencia de marginación y pobreza.
En tiempos del PRI la involución es asombrosamente rápida. ¿Saben quién
era el Osorio Chong de hace 35 años? Gustavo Díaz Ordaz fue quien cerró
15 normales rurales, provocando revueltas estudiantiles que culminaron
en la matanza de Tlatelolco.
Apostarle, señor Osorio Chong, a la desaparición de las normales
rurales, puede agitar las aguas de las revueltas estudiantiles. Ya vimos
de que es capaz el estado que desaparece 43 normalistas. ¿Será capaz
también de cometer más masacres contra los jóvenes estudiantes y repetir
irremediablemente la historia?
Tal vez, la solución sea que todos, desde nuestro lugar de confort,
desde nuestro espacio de lucha; estimulemos, organicemos, el ejército de
educadores que el gobierno pretende desaparecer.
Combatir la barbarie, el campo de exterminio que habitamos gracias a la
clase política corrupta e impune que nos gobierna, es nuestra
obligación.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/20-10-2014/28293. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/20-10-2014/28293. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
El gobierno de Enrique
Peña Nieto pretende eliminar las pocas normales rurales que quedan en el
país. Y para ejecutar su plan tiene a su mejor adalid de la educación y
supuesto aliado de los estudiantes del Poli: Miguel Ángel Osorio Chong.
La historia de Osorio Chong contra las normales rurales empieza en el
2005 en El Mexe, Hidalgo cuando el actual secretario de Gobernación era
gobernador.
La Escuela Normal Rural Luis Villarreal, con 81 años de historia, fue
liquidada por Osorio Chong. Para realizar su plan contó con la
invaluable colaboración de la maestra Elba Esther Gordillo. El argumento
de ambos fue inapelable: “Ya no se necesitan maestros rurales”. Pero la
realidad es aplastante: 45 por ciento de las escuelas de educación
básica son rurales y necesitan un normalista que comprenda el entorno.
¿Entonces, por qué desaparecer las normales rurales? No será porque son
semilleros de lucha social.
Terminaba así un proceso de acoso y violencia contra los normalistas.
Cuando Osorio Chong era secretario de gobierno, la normal inició las
movilizaciones de protesta. El 19 de febrero de 2000, la policía entró
al plantel educativo violando la autonomía. Los policías comandados por
el señor Chong desalojaron, torturaron y detuvieron a estudiantes y
padres de familia que intentaban proteger su escuela. La ira del estado
se lanzó incluso contra los normalistas que estaban en huelga de hambre
frente al palacio de gobierno. La última generación de la Normal Rural
de El Mexe fue de 76 normalistas en 2008.
El plan para desmantelar normales rurales ha funcionado. De las 30 que
existían, ahora solo quedan 17, la mayoría con grandes dificultades para
su supervivencia. El objetivo del estado es eliminarlas a todas, ir
cerrando paulatinamente el resto.
En este contexto no sorprende la situación que vive actualmente la
Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Al ingresar al plantel
cualquier visitante, puede comprobar la pobreza de sus instalaciones.
Los normalistas terminan sus estudios a base de mucho esfuerzo. La
mayoría son hijos de campesinos, estudiantes de 17 y 18 años con una
conciencia social crítica, que ya quisieran muchos estudiantes de las
universidades públicas y privadas del país.
Recorrer la normal rural de Ayotzinapa, es recorrer la historia de
marginación y extrema pobreza que cubre al estado de Guerrero, cuna de
grandes luchas sociales y de ejércitos guerrilleros. Bajo esas
condiciones de miseria, cualquiera puede comprender la existencia de
grupos subversivos.
La versión no oficial difundida ahora por la Secretaria de Gobernación a
cargo del señor Osorio Chong es francamente descabellada. Intentan
vincular a los normalistas con el cártel del narcotráfico Los Rojos,
antagónico de los Guerreros Unidos.
El dinero es muy escandaloso, imposible de ocultar. ¿Cuántos de los
“periodistas” que ahora repiten la versión de Gobernación han visitado
la normal rural de Ayotzinapa? Hay que recorrer sus humildes aulas, sus
patios, sus pasillos, para descubrir la pobreza en la que viven.
Más allá de los merolicos que repiten las versiones oficiales para
desacreditar el movimiento estudiantil de los normalistas, lo más
interesante de esta estrategia mediática de difamación, es que el
objetivo principal del señor Osorio Chong es desaparecer la normal de
Ayotzinapa, semillero de líderes y luchadores sociales.
Para ello cuenta con la invaluable colaboración del procurador general
de la República, Jesús Murillo Karam, cuya última estrategia es lanzar
en ese interminable hoyo negro de impunidad donde están las víctimas de
desaparición forzada, a los 43 normalistas.
No importa que los 28 cadáveres de las primeras fosas sean recientes y
tengan entre ocho y diez días de haber muerto; no importa que las
versiones y evidencias que muestran algunos involucrados en el
levantamiento forense de los cuerpos, indiquen que pueden ser los 43
normalistas desaparecidos, no importa nada, el señor procurador intenta
tratar a los mexicanos como personas sin inteligencia, asegurando antes
del resultado de las pruebas de ADN que ninguno de esos cadáveres
recientes pertenecen a los estudiantes de Ayotzinapa.
¿Entonces quiénes son? La opinión pública no puede ser tratada como
tonta. El gobierno debería avergonzarse de estar apostando al olvido.
Sus planes a futuro es que esos 43 normalistas sean una cifra más en la
interminable lista de los 300 mil desaparecidos que existen en México.
La otra apuesta del gobierno es desaparecer la normal rural de
Ayotzinapa. Y las últimas cifras así lo demuestran. De 145 egresados el
año pasado, solo 11 de ellos obtuvieron plaza. Cuando uno de los jóvenes
preguntó que iban a hacer los demás, el funcionario de la Secretaría de
Educación sonrío y le espetó una simple respuesta: “ser campesinos,
jardineros, albañiles….”
Ante esta estrategia de acoso y desmantelamiento, la pregunta surge
inmediatamente: ¿Cuál fue el crimen cometido por los 43 normalistas para
ser sometidos a desaparición forzada? Educarse. Intentar ser maestros.
Obtener una conciencia social para ser librepensadores.
La actual política de criminalización contra los estudiantes es grave.
Revela una enorme torpeza del gobierno, pero también una involución a
etapas tan oscuras donde surgieron ejércitos guerrilleros para
defenderse de la opresión del estado. De la matanza de Tlatelolco a
Tlatlaya y Azotzinapa. ¿Es eso a lo que le tira el señor Osorio Chong?
Retrasar la entrega de los cuerpos a sus padres es un grave error,
independientemente si son normalistas o no. Retrasar los resultados de
ADN de los familiares de los 43 normalistas demuestra una inmensa falta
de escrúpulos de la clase política mexicana.
¿Dónde están las voces de los intelectuales protestando por esto? ¿Dónde
están los maestros, académicos, escritores, artistas, alzando la voz
por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa?
México necesita a las normales rurales. Fue Lázaro Cárdenas quien
garantizó el derecho a una educación laica y gratuita a través de las
normales rurales. Ese ejército de educadores ha combatido la tentación
del estado de mantener a una parte de la población sin educación para
someterla al arbitrio de sus decisiones.
La existencia de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de
México (FECSM) que agrupa a estudiantes de las pocas normales rurales
que existen en el país, representa el espíritu de lucha por la
supervivencia de estos importantes y fundamentales centros de estudio,
que significan muchas veces, la única alternativa para romper la
herencia de marginación y pobreza.
En tiempos del PRI la involución es asombrosamente rápida. ¿Saben quién
era el Osorio Chong de hace 35 años? Gustavo Díaz Ordaz fue quien cerró
15 normales rurales, provocando revueltas estudiantiles que culminaron
en la matanza de Tlatelolco.
Apostarle, señor Osorio Chong, a la desaparición de las normales
rurales, puede agitar las aguas de las revueltas estudiantiles. Ya vimos
de que es capaz el estado que desaparece 43 normalistas. ¿Será capaz
también de cometer más masacres contra los jóvenes estudiantes y repetir
irremediablemente la historia?
Tal vez, la solución sea que todos, desde nuestro lugar de confort,
desde nuestro espacio de lucha; estimulemos, organicemos, el ejército de
educadores que el gobierno pretende desaparecer.
Combatir la barbarie, el campo de exterminio que habitamos gracias a la
clase política corrupta e impune que nos gobierna, es nuestra
obligación.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/20-10-2014/28293. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/20-10-2014/28293. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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