No se hagan los boludos. Les dijo que era especialista en crecimiento con y sin dinero.
Que sus perros eran hijos. Que miren a la cámara.
Le pego palazos a la imagen de Alfonsin. Los trató de arrastrados. De ratas, de mandriles, de orcos.
Les habló de pedofilia y niños envaselinados.
Les dijo, de verdad les dijo, que los órganos eran variables del mercado.
Que el derecho a comprarse un auto era mayor que el valor de la vida.
Les dijo ensobrados. Ratas. Amenazó a los zurdos, a los paralíticos, a los ciegos.
Les sacó la guita a los chicos con cáncer. A los científicos que los curan. A los que también estudian estrellas culonas en el mar.
Se cago en Malvinas.
Les dijo mogólicos. Les dijo que ser gay y pedófilo eran sinónimos. Que los viejos ganaban demasiado y que sus remedios eran una picardía.
Lo vieron haciéndose el judío. Que íbamos a ser Suecia, suiza y la mar en coche, que iban a pagar el pan con centavos de dólar.
Lo vieron con tantísimas camperas, lo vieron desorbitado, colérico, sin enfocar la mirada. Lo vieron bailando como un bufón con sus carpetitas de tarado.
Yendo de aquí para allá con una motosierra.
Lo vieron. Claro que lo vieron soretes de mierda. Y así y todo lo apoyaron, lo defendieron, lo militaron. Lo militaron, soretes.
Que nuestro pueblo nos haya dado la espalda, vaya y pase, deberán hacer decenas de autocríticas quienes permitieron que semejante desquicio nos haya recagado la vida.
Pero que ustedes, periodistas canallas, ustedes, políticos de mierda, ustedes empresarios cipayos. Ustedes y tantos otros, se hagan los boludos, no. Ustedes no. Son el nombre y el apellido de esta tragedia que espero gracias a dios se acabe lo antes posible. Pedazos de hijos de puta.
por Ernesto Argañaraz
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