Lorenzo Ramírez ha analizado la estrategia comercial y geopolítica de Donald Trump, destacando su enfoque bilateral en las negociaciones, sin depender de organismos supranacionales. En el caso de
México y Canadá han utilizado "la amenaza arancelaria como herramienta de presión" para alcanzar acuerdos en materia de seguridad y comercio, logrando que ambos países cedan a sus exigencias, comenta Lorenzo Ramírez, economista. Mientras tanto, con China, la situación es más compleja, ya que Pekín ha respondido con "aranceles propios y medidas contra empresas estadounidenses". Sin embargo, esta guerra arancelaria beneficia a China, que se presenta como un "socio comercial más estable" en comparación con la política agresiva de EEUU. Además, el impacto de estos aranceles recae sobre las "empresas y consumidores estadounidenses", lo que podría generar presiones inflacionarias y afectar la economía interna.
Por otro lado, Ramírez ha resaltado el control que Trump busca ejercer sobre organismos internacionales como la USAID, a la que ha señalado como una "herramienta de influencia política y económica encubierta". La reciente intervención de esta organización por parte de la Casa Blanca ha generado tensiones, ya que expone posibles prácticas de "financiamiento ilícito y manipulación política en el extranjero". Además, en el sector energético, Trump presiona a la OPEP y a Arabia Saudí para "incrementar la producción de petróleo y reducir los precios del crudo", lo que podría aliviar la inflación, pero también afectar a la industria petrolera de ciertos países.
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