Donde hay espionaje ilegal y potencial armado de una causa, el abogado de Stornelli ve una tierna historia de amor.
por GRACIANA PEÑAFORT
Son las 7 de la mañana de un sábado de marzo, el último sábado de marzo. Me levanté absurdamente temprano para terminar la nota del Cohete a la Luna y como asunto previo de las mañanas, leí los diarios mientras tomaba mi café. Y me tope con una entrevista a Claudio Bonadío, publicada en diario Perfil[1]. Y leí este diálogo:
“Periodista: ¿Cuándo estima que estaría listo para elevar a juicio el primer tramo de la causa?
Bonadio: Es imposible fijarme una fecha. Porque ahora está terminado el trabajo sucio (dibuja comillas con sus dedos) de las llamadas a indagatorias. Falta hacer algunas resoluciones, y después dependo de la Cámara Federal y las Cámaras no tienen plazo, con lo cual no lo puedo calcular”. (La parte resaltada en negritas de la respuesta de Claudio Bonadío a resalté yo.)
Fue cuando leí este diálogo que la nota que estaba escribiendo dejó de tener sentido. Y escribí esta otra nota, que empieza con una historia. Que es fruto de mi imaginación. (Cualquier semejanza con la realidad podría ser puramente accidental.) Esta es la historia.
El 18 de junio de 2018 un programa de TV online llamado El Destape dio a conocer la investigación de un joven periodista llamado Juan Amorín, en la que se describía se cómo la alianza que gobierna un lejano país al sur de casi todo llamado Argentina había robado las identidades de beneficiarios de planes sociales para fraguar aportes electorales.
En pocas palabras, habían usado los nombres de personas en situación de vulnerabilidad para blanquear dinero de origen incierto –cuando no ilegal—, usando las identidades de esas personas para “dibujar” aportes que en realidad no habían hecho. La primera paradoja es que los supuestos aportantes no sólo no estaban en condiciones de desprenderse de dinero, dado que carecen del mismo, sino que, y mayoritariamente, son fervientes detractores de la alianza gobernante. Durante las primeras semanas, los medios de comunicación silenciaron la investigación. Mientras tanto las pruebas del fraude aparecían por doquier. No sólo involucraban ya a beneficiarios de planes sociales, sino a empleados de empresas e incluso a candidatos de esa alianza gobernante.
Diversos funcionarios del gobierno y legisladores aparecían fuertemente involucrados. Las denuncias se sucedieron, siempre en el fuero penal. Y nadie daba una explicación medianamente convincente sobre lo que había sucedido. En un intento desesperado, el gobierno envió incluso un proyecto de reforma de la ley de financiamiento de los partidos políticos que, curiosamente, derivaba la investigación de los ilícitos en materia de aportes de campaña a los juzgados con competencia electoral.
Llegó un momento es que ni siquiera los medios de comunicación pudieron continuar con la invisibilizacion del tema. El día que la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, habló por primera vez del tema, fue el mismo día que ordenó al Senado de la provincia aprobar la designación como contadora general de la provincia de Buenos Aires a María Fernanda Inza, quien había sido la responsable ante la justicia electoral de la recaudación y posterior rendición de cuentas de la alianza gobernante. La designación fue brevísima: a los 5 días de designada, a Maria Fernanda Inza le pidieron la renuncia.
La economía argentina ya crujía de forma estrepitosa. El aumento de tarifas, la creciente inflación, la baja vertiginosa de los indicadores de la actividad económica y el surgimiento de la palabra “hambre” como un deja vù cada vez menos silencioso y más real. La imagen del gobierno comenzó a desmoronarse[2]
También crujía puertas adentro del gobierno. Una enojada María Eugenia Vidal declaraba: “Es más fácil decir que son los aportes truchos de Vidal y no los aportes del frente electoral Cambiemos 2017”[3] El motivo del enojo era la pregunta sin respuesta acerca de quién había sido el responsable de la filtración de la información. Y aunque el gobierno nacional salió a defender a la gobernadora, con Marcos Peña a la cabeza, los rumores del origen de la filtración siempre señalaban a Balcarce 50.
Alguien tenía que hacer algo.
El 1 de agosto de 2018 nos despertamos con una noticia amplificada hasta el infinito por los mismos medios que tan reticentes habían sido para publicar la información sobre la causa de los aportantes truchos. La noticia en cuestión se refería a las detenciones de una serie de empresarios y ex funcionarios en el marco de una causa que la prensa llamaría “cuadernos”, aunque a la postre solo serian fotocopias.
Se trataba de unas fotocopias de unos cuadernos que habrían sido escritos por Oscar Centeno, remisero, chofer —y poeta— de Roberto Baratta, ex secretario de Coordinación y Gestión del Ministerio de Planificación durante el gobierno kirchnerista y que, según su contenido, daban cuenta de fabulosos sobornos pagado por las empresas beneficiarias de concesiones y adjudicaciones de obra pública a funcionarios del anterior gobierno.
La historia tenia —y tiene— vericuetos fabulosos y hasta inverosímiles. Desde el chofer poeta y piromaníaco, amen de desmemoriado, porque recién recordó que había quemado los cuadernos cuando el fiscal de la causa (Stornelli) fue a buscarlos y no los encontró, hasta el periodista (Santoro) que aseguró en televisión que los cuadernos habían sido sometidos a pericias caligráficas, cuando ya eran para esa fecha cenizas. El cómo llego Stornelli a ser fiscal de esa causa, merecerá sin duda un capitulo importante en la reedición del magnífico libro Fórum Shopping de Pablo Slominsqui (especialista en cacao al 70% y amigo de la casa).
Desde los primeros días de la causa de las fotocopias de los cuadernos, todo fue bastante caótico. Pero pareció ordenarse cuando una serie de empresarios comenzaron a presentarse como arrepentidos. Es decir, confesaban haber realizado pagos y como contrapartida no se les aplicaba prisión preventiva. Otros tuvieron menos suerte y antes de arrepentirse, pasaron por un poco agradable hospedaje en las instalaciones del sistema penitenciario federal. Técnica de “ablande” o invitación a la reflexión, los empresarios se acogían al régimen del arrepentido y los diarios decían que los empresarios decían cosas. Pasaron semanas hasta que se hicieron públicas las declaraciones de los arrepentidos. Y cuando ello sucedió, resultó que los empresarios no habían dicho las cosas que los diarios habían publicado como dichas. Pero la verdad no es algo que parece haberle importado demasiado a nadie en esta causa.
Porque en la causa “cuadernos”, lo que no hubo desde el principio fue, entre otras cosas, cuadernos. Tampoco mucho apego a la verdad, ni de los arrepentidos ni de los funcionarios judiciales que intervenían. Con momentos memorables como aquel en el que un arrepentido, ex funcionario célebre por haber intentado dejar unos bolsos con dólares en un convento de la provincia, cambió su versión por cuarta vez, para ajustarla a lo que se requería para el avance de la causa.
Esta falta de apego a la verdad se trasuntó también en las declaraciones públicas del propio fiscal, señalando que había omitido consignar la totalidad de las declaraciones en las actas de los arrepentidos. Y la casi certeza de que al menos una de las personas mencionadas por un arrepentido había sido suprimida de la declaración. De hecho, Eskenazi —tal es el apellido de quien dicen— fue suprimido de la declaración de Clarens y sigue hoy sin ser llamado a indagatoria por Bonadío, pese a la instrucción expresa de la Cámara Criminal y Correccional en tal sentido.
Dado que no soy juez sino una simple abogada, voy a señalar que no puedo, dado que carezco de los elementos necesarios, decir que todo lo que dicen las fotocopias de los cuadernos sea un invento. Tampoco puedo asegurar que todo lo que dicen esas fotocopias sea cierto. Pero sí puedo asegurar, sin dudas y sin titubeos de ninguna clase, que así no se investiga una causa penal.
En lugar de investigar, lo que ha hecho el Poder Judicial en la causa de las fotocopias de los cuadernos es un montaje. La Justicia como espectáculo mediático. Y la verdad y la propia investigación, apenas como un detalle, incómodo acaso, y por cierto soslayable por completo.
A veces pienso que la causa de las fotocopias de los cuadernos es una operación muy inteligentemente ideada pero que tuvo que ser puesta en escena antes de tiempo. Tal vez el plan era que esa causa –y por subsecuente, esa operación— estaba destinada a ser puesta a consideración del publico en el 2019. Y que fue el alud de malas noticias y la investigación sobre los aportes lo que motivó que dicha operación debiese ser “lanzada” antes de tiempo. Diseñada para ganar las elecciones, teniendo como contrincante a Cristina Fernández de Kirchner o al kirchnerismo, terminó siendo usada para intentar salvar a un gobierno que difícilmente pueda ser salvado de su propia naturaleza.
Por eso los cuadernos debieron ser quemados y no encontrados por el fiscal. Por eso, en lugar de filmar a los arrepentidos y poder distribuir esas filmaciones en los canales de televisión, hubo que “arrepentirlos” sobre la marcha. ¿Qué guionista hubiese descartado la potencia comunicativa de pasar en loop contínuo la serie variopinta de testimonios de arrepentidos? Solo un guionista apurado y que no había tenido aún tiempo de “producir” dichos “testimonios”. Apenas alcanzaron a producir los testimonios de los primeros arrepentidos. De hecho, algunos pasillos oscuros cuentan la reunión que habría ocurrido en Tigre, el fin de semana previo a la declaración como arrepentido de uno de ellos, famoso por el único mérito de ser el primo de alguien más.
Y las operaciones “lanzadas” a la calle en forma prematura y que se van produciendo mientras suceden, necesitan mano de obra capaz de “producir” sobre la marcha. Y ahí, en ese hueco es donde está el terreno fértil para que surjan los Marcelos D’Alessio de este mundo. Son ese tipo de personajes los que se encargan de la tarea sucia de producir las declaraciones. Fabrican prueba. Aprietan a potenciales testigos. Se encargan de “arrepentir” a quienes pueden estar involucrados.
Esta “mano de obra” no es limpia ni actúa de modo legal. Mas bien lo contrario, a donde van dejan su estela de impudicia. Y una serie de delitos donde aparecen con los dedos tan marcados, que sólo un sistema de medios que forme parte de la operación puede esforzarse en encubrirlos hasta el punto de perder todo crédito y todo prestigio.
Pero nada de lo que hace esa “mano de obra” podría ser hecho sin la complicidad e incluso la colaboración de los funcionarios judiciales. Que no sólo se sirven de sus “servicios”, sino que incluso los demandan. Tanto para hacer avanzar una investigación plagada de irregularidades, como para asuntos personales. Fue en ese sentido casi conmovedora la explicación del abogado de Stornelli entrevistado por Majul, respecto del chat entre Stornelli y D’Alessio donde el fiscal le pide que investigue a la ex pareja de su actual mujer, un peruano que trabaja como piloto de aviones. Durante ese intercambio, D’Alessio le ofrece plantarle “algo” al piloto para que lo detengan. La respuesta del abogado de Stornelli fue impactante: “Yo veo, en todo caso, una historia de amor”. Debe ser que envejecí o me volví conservadora, pero en mis épocas en una historia de amor lo único que se “plantaba” era un beso, arrancado de sorpresa de quien lo recibía.
Mientras el Poder Judicial a veces reptiliano de Comodoro Py se retuerce, intentando tomar la causa que hoy investiga Ramos Padilla en Dolores, el fiscal Stornelli se ha negado a concurrir a brindar declaración indagatoria. Ha recibido cuatro citaciones y se ha amparado en sus inmunidades para no concurrir. Se le imputa a Stornelli haber participado de maniobras ilegales de inteligencia. Con bastante mas pruebas que unas fotocopias de unos cuadernos cuya existencia dio cuenta el fuego. Stornelli sabe que su destino, si concurre a la indagatoria sea tal vez quedar procesado. Sus explicaciones leguleyas no ocultan el evidente temor que siente.
Pero no quiero hablar tanto de las motivaciones de Stornelli, bastante obvias, sino de quienes defienden a Stornelli diciendo que si cae Stornelli cae la causa “cuadernos”. Curioso republicanismo de algunos que están dispuestos a defender a todas luces una causa cuya investigación ha estado plagada de ilegalidades. Pero señalo, en un mundo donde los cementerios están poblados de imprescindibles, de pronto aparece alguien que desde la perspectiva del extraño republicanismo sin estado de derecho que parecen promover, se presenta como tal.
Yo no creo que Stornelli sea imprescindible. Como tampoco creo que necesariamente su apartamiento de la causa de las fotocopias de los cuadernos signifique el fin de dicha causa. Sí sostengo en cambio que quienes promueven esa tesis sobre lo imprescindible que es Stornelli, en realidad actúan en defensa propia. Porque de una u otra manera aparecen involucrados también ellos en tareas de inteligencia ilegal, que se hacen con soporte material del Estado.
Párrafo aparte merece la actuación de Bonadío. Juez que es conocido por copiar y pegar párrafos de sitios como El Rincón del Vago en sus sentencias y que no tiene ni la más mínima vergüenza en decir que un abogado “corta y pega” la descripción de los hechos efectuada por otro tribunal. Doctor Bonadío, copiar y pegar es lo que hace usted en sus sentencias. Lo que hizo el abogado se llama citar. Debería a estas alturas, y después de haber pasado tantos papelones, comprender las diferencias.
Pero más allá de eso, que señalo porque con mi socio presentamos la recusación a Stornelli que rechazó Bonadío, quiero resaltar esta frase de esa sentencia “Así las cosas, se desprende claramente que los hechos alegados resultan ser manifiestamente inciertos”. No se a qué hechos se refiere, porque los mensajes de WhatsApp entre Stornelli y D’Alessio existen y están acreditados ante la justicia y también existen y son reales las innumerables denuncias que se hacen ante el juez de Dolores, por las maniobras para obtener testimonios de arrepentidos —tanto reales como creados para la ocasión— que habrían pergeñado Stornelli junto con D’Alessio. ¿Qué sería lo manifiestamente incierto? Y aclaro que valoro en extremo el acto de honestidad, inadvertida sin duda, de no tacharlos de falsos directamente.
Hace varios años, un juez investigaba —o hacía como que investigaba— el mayor atentado que sufrió la Argentina desde el regreso de la democracia. Era el atentado a la AMIA. El juez se llamaba Galeano. Acaba de ser condenado por encubrimiento por haber desviado la investigación de ese atentado. Para satisfacer las necesidades políticas de un gobierno. Bonadio debe recordar esa historia, porque él mismo fue acusado de ser el encubridor de ese encubrimiento.
Demasiadas similitudes, demasiados nombres repetidos para creer que solo se trata de una casualidad.
No voy a caer en el planteo maniqueo de sostener que hay que optar entre la causa D’Alessio” o la causa “de las fotocopias de los cuadernos”. Porque ese planteo es una mentira funcional a los intereses de una u otra parte. Sean quienes sean las partes. Creo que necesitamos un poder judicial capaz de investigar y sancionar toda conducta ilícita. Y no un poder judicial que se retuerza, reptiliano repito, entre tolerar maniobras de inteligencia ilegales o cartelización de la obra pública.
Alla lejos y hace tiempo, un señor que se llamaba Ulpiano supo decir: “La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho”. Los tres principios en los que se basaba eran “honeste vivere, alterum non laedere et suum quique tribuere”. (Vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que le corresponde). Demás está decir que, en esta antigua y siempre vigente definición, no parece haber lugar para planteos maniqueos.
NOTAS:
[1]https://www.perfil.com/noticias/politica/bonadio-esta-terminado-el-trabajo-sucio-de-las-llamadas-a-indagatorias.phtml
[2]https://www.cronista.com/economiapolitica/Otra-encuesta-con-datos-preocupantes-para-el-Gobierno-20180803-0039.html
[3]https://www.eldestapeweb.com/aportantes-truchos/vidal-culpo-macri-los-aportes-truchos-n47568
Publicado en:
https://www.elcohetealaluna.com/una-extrana-historia-de-amor/
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