Durante el homenaje al ex mandatario en la cumbre de la Unasur
La presidenta destacó el talento de Kirchner para afrontar dificultades
La presidenta destacó el talento de Kirchner para afrontar dificultades
Publicado el 27 de Noviembre de 2010
Por Martín Piqué
“Nunca conocí a alguien que viviera tan intensamente como él”, dijo Cristina sobre su compañero de vida ante los mandatarios reunidos en Guyana. “A él lo fácil lo aburría, lo difícil lo convocaba, así fue con todas las cosas”, afirmó.
Entre un lugar en la Historia y congraciarse con los poderosos, Néstor Kirchner eligió un lugar en la Historia. Es el legado más importante que me dejó a mí y a mis hijos.” La presidenta Cristina Fernández pronunció esa frase, sentida pero visiblemente orgullosa, y luego hizo un silencio para tomar aire. Buscaba mantener la serenidad en medio del clima de emoción que conmovía, por dentro, sin perder las formas contenidas de la diplomacia, a los jefes de Estado. Todo el auditorio del centro de convenciones tenía la mirada fija en ella. De negro y más delgada, Cristina hacía el balance de los seis meses de actuación de su marido y compañero al frente de la secretaría general de la Unasur. “Nunca conocí a alguien que viviera tan intensamente como él”, había dicho a modo de presentación. Y luego, como ejemplo de esa intensidad, la presidenta dijo que Kirchner había llevado adelante “una auténtica diplomacia de bajo perfil, sin estridencias”. “Él, que tanto tiempo fue acusado de ser poco diplomático”, se rió.La presidenta había escuchado con una leve sonrisa, aplaudiendo de cuando en cuando, las palabras en homenaje a su esposo que iban pronunciando los otros jefes de Estado. Y cuando llegó el momento de su discurso, luego de la intervención en inglés del presidente anfitrión Bharrat Jagdeo, Cristina quiso recordar algunas anécdotas. Eran historias conocidas, otras de carácter más íntimo, que permitían trazar un retrato de la personalidad de Kirchner. También de su trayectoria política. “Él era frontal cuando había que ser frontal, y diplomático cuando se necesitaba ser diplomático”, dijo para presentar la primera anécdota. Y entonces contó que cuando se produjo el intento de golpe contra Rafael Correa, hace apenas dos meses, Kirchner pensó en viajar de urgencia al lugar de los hechos. “Quiso subirse a un avión e irse a Ecuador, pero en Guayaquil estaba la oposición y en Quito no nos dejaban bajar”, recordó.El relato de la presidenta permitió asomarse, también, al trabajo en equipo que solían realizar ella y su esposo cuando lo demandaba algún hecho inesperado de política exterior. Como un golpe de Estado en curso, que en el caso de Ecuador incluyó toma del aeropuerto, intento de copamiento de la TV pública y secuestro del presidente en el hospital militar de Quito. “Nunca hablé con tantos presidentes como ese día”, confió Cristina. En aquel 30 de septiembre, mientras Correa seguía detenido contra su voluntad por los policías sublevados, Néstor y Cristina optaron por convocar de urgencia a todos los mandatarios de la Unasur para realizar una reunión extraordinaria en Buenos Aires. “Fue inédito que se pudiera hacer una reunión en tan poco tiempo donde absolutamente todos fueron a Buenos Aires. Todos querían estar presentes y dar testimonio de sus convicciones democráticas”, fue su balance.Tras destacar la intensidad con que se manejó aquella crisis, la mandataria volvió luego sobre la actitud de vida frenética e impetuosa que según ella siempre caracterizó a su marido. “Fueron 60 años de una intensidad bien fuerte. Desde que fue intendente, tres veces gobernador de la provincia de Santa Cruz, presidente de mi país en la crisis más terrible. Y si hay algo que lo caracterizó, es que nunca se amilanó, que nunca se achicó, a pesar de la difícil que fueran los problemas. A él lo fácil lo aburría, lo difícil lo convocaba. Así fue con todas las cosas”, recordó. Y entonces, en un gesto de coquetería que dibujó sonrisas en la mayoría de los presentes, Cristina aseguró que entre los desafíos difíciles que Néstor había encarado con éxito se encontraba también el haberse acercado a ella para proponerle una relación amorosa. “Así fue con todas las cosas y así fue cuando logró conquistarme a mí”, contó, sonriente y orgullosa.Las revelaciones de Cristina eran traducidas en simultáneo al inglés, idioma oficial de Guyana, ex colonia británica independizada en 1966, y también al portugués. Los presidentes y los cancilleres la escuchaban concentrados. Los jefes de Estado estaban sentados a lo largo de un semicírculo de sillas que se había formado en el centro del auditorio. En la punta izquierda, la presidenta tuvo a su lado a Lula, quien ayer se despidió de las cumbres de la Unasur como presidente en ejercicio. Enfrente, al otro lado del semicírculo, estaba Hugo Chávez. El venezolano había sido el único presidente sudamericano en viajar hasta Santa Cruz para acompañar a Cristina en la despedida final de su esposo, que se realizó en el cementerio municipal de Río Gallegos. La mandataria dedicó una parte de su discurso a dar gracias. Y en ese punto los únicos mencionados fueron, precisamente, Lula y Chávez. Al primero le reconoció por haber derribado “el mito de la competencia por el liderazgo” entre la Argentina y Brasil. Al venezolano le agradeció “por habernos ayudado tanto cuando el mundo nos daba la espalda”. “La Argentina había defaulteado su deuda soberana y nadie nos quería prestar”, recordó. Chávez retribuyó haciendo el gesto de sentirse honrado. La mención de los dos presidentes que compartieron vivencias con Kirchner –ambos asumieron antes de 2003– se completó con el recuerdo de la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005. “Fue la gran batalla de la América del Sur por darse un sistema de crecimiento económico propio”, rememoró la presidenta. En una semana, Cristina será anfitriona de la cumbre iberoamericana en la misma ciudad que hace cinco años vio debatir a Kirchner con George Bush. “Las cosas que se decían que no se podían hacer, él las pudo hacer. Eso le valió la ira de los poderosos y el estigma de los poderes fácticos”, insistió la presidenta. Para la despedida dejó un párrafo cariñoso, que completaba el balance de una vida y que al mismo tiempo desbordaba sentimiento. “Él vivió la vida que quiso vivir. En ese sentido fue un afortunado. Me hubiera gustado tenerlo más tiempo al lado mío. Pero bueno, Dios lo quiso así”, dijo sobre su marido con la autoridad de quien mejor lo conocía.
Entre un lugar en la Historia y congraciarse con los poderosos, Néstor Kirchner eligió un lugar en la Historia. Es el legado más importante que me dejó a mí y a mis hijos.” La presidenta Cristina Fernández pronunció esa frase, sentida pero visiblemente orgullosa, y luego hizo un silencio para tomar aire. Buscaba mantener la serenidad en medio del clima de emoción que conmovía, por dentro, sin perder las formas contenidas de la diplomacia, a los jefes de Estado. Todo el auditorio del centro de convenciones tenía la mirada fija en ella. De negro y más delgada, Cristina hacía el balance de los seis meses de actuación de su marido y compañero al frente de la secretaría general de la Unasur. “Nunca conocí a alguien que viviera tan intensamente como él”, había dicho a modo de presentación. Y luego, como ejemplo de esa intensidad, la presidenta dijo que Kirchner había llevado adelante “una auténtica diplomacia de bajo perfil, sin estridencias”. “Él, que tanto tiempo fue acusado de ser poco diplomático”, se rió.La presidenta había escuchado con una leve sonrisa, aplaudiendo de cuando en cuando, las palabras en homenaje a su esposo que iban pronunciando los otros jefes de Estado. Y cuando llegó el momento de su discurso, luego de la intervención en inglés del presidente anfitrión Bharrat Jagdeo, Cristina quiso recordar algunas anécdotas. Eran historias conocidas, otras de carácter más íntimo, que permitían trazar un retrato de la personalidad de Kirchner. También de su trayectoria política. “Él era frontal cuando había que ser frontal, y diplomático cuando se necesitaba ser diplomático”, dijo para presentar la primera anécdota. Y entonces contó que cuando se produjo el intento de golpe contra Rafael Correa, hace apenas dos meses, Kirchner pensó en viajar de urgencia al lugar de los hechos. “Quiso subirse a un avión e irse a Ecuador, pero en Guayaquil estaba la oposición y en Quito no nos dejaban bajar”, recordó.El relato de la presidenta permitió asomarse, también, al trabajo en equipo que solían realizar ella y su esposo cuando lo demandaba algún hecho inesperado de política exterior. Como un golpe de Estado en curso, que en el caso de Ecuador incluyó toma del aeropuerto, intento de copamiento de la TV pública y secuestro del presidente en el hospital militar de Quito. “Nunca hablé con tantos presidentes como ese día”, confió Cristina. En aquel 30 de septiembre, mientras Correa seguía detenido contra su voluntad por los policías sublevados, Néstor y Cristina optaron por convocar de urgencia a todos los mandatarios de la Unasur para realizar una reunión extraordinaria en Buenos Aires. “Fue inédito que se pudiera hacer una reunión en tan poco tiempo donde absolutamente todos fueron a Buenos Aires. Todos querían estar presentes y dar testimonio de sus convicciones democráticas”, fue su balance.Tras destacar la intensidad con que se manejó aquella crisis, la mandataria volvió luego sobre la actitud de vida frenética e impetuosa que según ella siempre caracterizó a su marido. “Fueron 60 años de una intensidad bien fuerte. Desde que fue intendente, tres veces gobernador de la provincia de Santa Cruz, presidente de mi país en la crisis más terrible. Y si hay algo que lo caracterizó, es que nunca se amilanó, que nunca se achicó, a pesar de la difícil que fueran los problemas. A él lo fácil lo aburría, lo difícil lo convocaba. Así fue con todas las cosas”, recordó. Y entonces, en un gesto de coquetería que dibujó sonrisas en la mayoría de los presentes, Cristina aseguró que entre los desafíos difíciles que Néstor había encarado con éxito se encontraba también el haberse acercado a ella para proponerle una relación amorosa. “Así fue con todas las cosas y así fue cuando logró conquistarme a mí”, contó, sonriente y orgullosa.Las revelaciones de Cristina eran traducidas en simultáneo al inglés, idioma oficial de Guyana, ex colonia británica independizada en 1966, y también al portugués. Los presidentes y los cancilleres la escuchaban concentrados. Los jefes de Estado estaban sentados a lo largo de un semicírculo de sillas que se había formado en el centro del auditorio. En la punta izquierda, la presidenta tuvo a su lado a Lula, quien ayer se despidió de las cumbres de la Unasur como presidente en ejercicio. Enfrente, al otro lado del semicírculo, estaba Hugo Chávez. El venezolano había sido el único presidente sudamericano en viajar hasta Santa Cruz para acompañar a Cristina en la despedida final de su esposo, que se realizó en el cementerio municipal de Río Gallegos. La mandataria dedicó una parte de su discurso a dar gracias. Y en ese punto los únicos mencionados fueron, precisamente, Lula y Chávez. Al primero le reconoció por haber derribado “el mito de la competencia por el liderazgo” entre la Argentina y Brasil. Al venezolano le agradeció “por habernos ayudado tanto cuando el mundo nos daba la espalda”. “La Argentina había defaulteado su deuda soberana y nadie nos quería prestar”, recordó. Chávez retribuyó haciendo el gesto de sentirse honrado. La mención de los dos presidentes que compartieron vivencias con Kirchner –ambos asumieron antes de 2003– se completó con el recuerdo de la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005. “Fue la gran batalla de la América del Sur por darse un sistema de crecimiento económico propio”, rememoró la presidenta. En una semana, Cristina será anfitriona de la cumbre iberoamericana en la misma ciudad que hace cinco años vio debatir a Kirchner con George Bush. “Las cosas que se decían que no se podían hacer, él las pudo hacer. Eso le valió la ira de los poderosos y el estigma de los poderes fácticos”, insistió la presidenta. Para la despedida dejó un párrafo cariñoso, que completaba el balance de una vida y que al mismo tiempo desbordaba sentimiento. “Él vivió la vida que quiso vivir. En ese sentido fue un afortunado. Me hubiera gustado tenerlo más tiempo al lado mío. Pero bueno, Dios lo quiso así”, dijo sobre su marido con la autoridad de quien mejor lo conocía.
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