Se cumplen 40 años de la Guerra de Malvinas, un acontecimiento trágico de nuestra historia, el único conflicto bélico del que Argentina participó activamente en el siglo XX.
Desde el punto de vista histórico la cuestión es bastante clara. Se discute quienes avistaron primero las islas, si los españoles, los ingleses, los holandeses o los franceses. Pero para España eran parte de sus posesiones sudamericanas.
De las dos islas principales, en el siglo XVIII, los ingleses se instalaron en una y los franceses en la otra. España protestó y logró el retiro pacífico de los franceses. La isla usurpada por Inglaterra fue tomada por la fuerza.
Fueron parte del Virreinato del Río de la Plata, y de Argentina luego de 1810. El gobernador argentino, Luis Vernet, enfrentó en 1832 a un barco norteamericano que pescaba ilegalmente, pero al año siguiente fue derrotado y expulsado por los ingleses. Luego se dio un confuso episodio en el cual los peones argentinos que habían quedado en las islas, acaudillados por un gaucho entrerriano llamado Antonio Rivero, se rebelaron y retomaron el control de las islas por unos días. Sofocada la rebelión fueron expulsados al continente. No es claro el destino de Rivero. Algunos afirman que murió luchando contra los ingleses, algunos años después, en La Vuelta de Obligado.
Los ingleses conservaron las islas primero por su ubicación estratégica frente al Estrecho de Magallanes, y luego por sus recursos naturales en las islas y en la plataforma marítima, y porque su proyección les permite un reclamo sobre territorio antártico (el mismo que reclama Argentina).
Nuestro país ha reclamado desde entonces la devolución de
las islas, y las Naciones Unidas los consideran un territorio colonial que debe
ser descolonizado por los ingleses.
En 1982 gobernaba Argentina el dictador militar Leopoldo Fortunato Galtieri,
que había sucedido a Viola, a su vez sucesor de Videla. El proceso militar que
había comenzado en marzo de 1976 estaba muy deteriorado, como se vio en la
monumental huelga con movilización convocada por la CGT de Saúl Ubaldini el 30
de marzo (dos días antes de la guerra) que dejó un saldo de miles de detenidos.
Los militares necesitaban alguna victoria que les permitiera perpetuarse en el
poder, o al menos abandonarlo de manera ordenada. Ya lo habían intentado en 1978 con el Mundial, y en 1979 con la casi guerra con Chile detenida por el Papa. Malvinas les permitió al principio llenar la Plaza con manifestantes regocijados por haber recuperado las islas, pero la derrota los enterró más de lo que ya estaban en 30 de marzo.
También experimentamos campañas mediáticas en torno al conflicto. Los noticieros se cargaron de mala información y exitismo, por lo que cuando se produjo la derrota cayó como un mazazo, porque parecía "inesperada", pese a las diferencias abismales entre uno y otro bando.
Desde el punto de vista militar la guerra fue una locura: se enfrentó con armamento de la Segunda Guerra Mundial y conscriptos mal entrenados a un ejército moderno de la OTAN. Desde el punto de vista político fue una locura también, ya que los militares eran aliados de Estados Unidos e Inglaterra, y se declaraban enemigos del comunismo, y terminaron recibiendo propuestas de apoyo de la Unión Soviética marxista…
La guerra dejó 650 muertos argentinos y unos 250 británicos. Los soldados que volvieron de la guerra enfrentaron a una sociedad que quería invisibilizar a la guerra, comportarse como su nunca se hubiera producido; y de ese olvido fueron víctimas los excombatientes. Tampoco debemos olvidar que volver vivos no significa volver bien: muchos regresaron con discapacidades generadas por heridas, o con graves problemas psicológicos que llevaron a cientos de ellos al suicidio.
Los militares se fueron y convocaron a elecciones. Se iban a ir igual, porque el “Proceso” estaba muy desgastado ya en marzo de 1982, pero se fueron muy desprestigiados. En las canchas de la época se oía corear: “No sirven para el gobierno, no sirven para la guerra, los milicos argentinos no sirven para una… … …”. Dejamos a cada uno que complete mentalmente la frase. Serían juzgados por los crímenes cometidos durante la represión ilegal, y siguen pendientes reclamos por maltratos a los conscriptos de algunos oficiales y suboficiales.
Podemos sacar algunas conclusiones de esta experiencia.
La guerra no es buen método para dirimir conflictos. Por eso debemos seguir los reclamos diplomáticos como se hizo hasta el presente.
Pero sobre todo no debemos olvidar a quienes fueron enviados a cumplir una tarea imposible, con armamento y entrenamiento inadecuados, y lo hicieron con honor y valentía.
por Adrián Corbella
28 de marzo de 2022
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