La vicepresidenta Cristina Kirchner en el acto realizado en Ensenada.. Imagen: Télam
El camino del Frente de Todos ante la ofensiva judicial y mediática
El Gobierno considera que el fallo de la Corte sobre la "autonomía porteña" es netamente político. Por eso eligió darle una respuesta también política. Qué busca la cabeza del Poder Judicial en las próximas elecciones una vez rotos todos los puentes con el oficialismo.
Por Luis Bruschtein
06 de mayo de 2021
“No usen las sentencias para favorecer a sus candidatos, porque eso los degrada”, amonestó el presidente Alberto Fernández a los magistrados de la Corte. La respuesta al fallo no fue judicial, ni sanitaria, ni en el plano de la educación. Fue un acto político donde el Frente de Todos se mostró unido alrededor de sus principales referentes. Ante un hecho político, una respuesta política.
El fallo de la Corte fue leído por el Gobierno como esencialmente político. Fue una medida para consolidar la imagen del jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, como supuesto defensor de las libertades, frente al supuesto autoritarismo del Gobierno que quiere cerrar las clases, los comercios y el transporte. Los fascistas españoles acaban de ganar las elecciones en Madrid con la consigna mentirosa “Sí a la libertad, no al comunismo”, cuando el comunismo es nada más que una instalación fantásmatica de la derecha.
El fallo de la Corte es insólito porque saca de contexto una medida que se fundamenta esencialmente en ese contexto de tragedia que plantea la pandemia. Es tan fuerte ese contexto que la misma sesión de los jueces para emitir ese fallo no fue presencial por la pandemia. Y los tipos ni lo toman en cuenta. Por eso se puede decir que el fallo no se asienta en la Justicia, sino en la política. La Corte se sumó a conciencia a la campaña electoral del macrismo.
Como todo lo que se relaciona con la pandemia, su efecto político también es incierto y cambiante. El respaldo al manejo del Gobierno frente a la epidemia oscila entre respaldos muy masivos a otros no tanto, pero nunca, ni en las encuestas opositoras, baja del 40 por ciento. Por lo que se puede inferir que los números reales son más altos. Al inicio era aplastante, ahora es menor. Pero es mayor entre los que han sido vacunados. O sea que lo más probable es que crezca a medida que avance la vacunación.
Pese al enojo que mostró en su discurso en Ensenada por la incursión política permanente de la Corte a través de sus fallos, Alberto Fernández insiste que es esencialmente institucionalista, que no hará trampas ni buscará atajos. Desde esa concepción, las elecciones de medio término que se llevarán a cabo este año son determinantes porque Juntos por el Cambio arriesga muchos más legisladores que el Frente de Todos.
Si mantiene la misma diferencia que logró en las presidenciales, el Frente de Todos, podría consolidar su mayoría en el Senado y ganar mayoría en Diputados. Hay varios temas que el oficialismo no puede discutir por una relación de fuerzas que le es desfavorable, pero el principal es todo lo que se relaciona con el Poder Judicial.
La Corte, que aparece como la cúpula del mecanismo de lawfare --o guerra de persecución judicial-- que construyó el macrismo, es consciente de que no tiene mucho margen para negociar con el Gobierno después de haber cumplido ese rol de degradación de la Justicia. Tendría que hacer concesiones que llevarían implícita su propia condena. Lo peor que pudo haber hecho fue ponerle todas las fichas a Mauricio Macri. Y lo único que puede esperar de todo el espacio que no sea el neoliberalismo conservador son medidas que limiten su poder o que lo anulen.
Los cortesanos son conscientes de la importancia que tienen estas elecciones. Para el Gobierno no se trata solamente de la Justicia, sino de eliminar los obstáculos que le pondría el macrismo para la salida de la profunda crisis económica que deberá afrontar tras la epidemia.
El macrismo está en campaña desde el regreso de Mauricio Macri, al comienzo de la pandemia, quien usó desde el principio esta tragedia mundial para sacar rédito político. El ex presidente viajó ahora a Miami para participar en una reunión de dirigentes de ultraderecha. El secretario de la OEA, Luis Almagro, abrió las reuniones y las cerró el presidente saliente de Ecuador, Lenin Moreno. Dos personajes defenestrados en sus respectivos países luego de traicionar sus partidos de origen.
Al revés que sus oponentes, el Gobierno se acerca a estas elecciones con varios problemas que incluso generan turbulencias internas, como la inflación que no se frena, el precio de los alimentos y un debate sobre las tarifas de los servicios. De la misma manera tiene tironeos por la gestión de los ríos De la Plata y Paraná y por la situación de los presos políticos del macrismo.
Son debates legítimos, pero también son para tener en cuenta las experiencias de la elección reciente en Madrid con el triunfo de la ultraderecha, así como las elecciones regionales en Bolivia, donde el MAS perdió espacios estratégicos frente a facciones golpistas después de haber logrado un triunfo cómodo en las presidenciales.
La imagen de un presidente enérgico en Ensenada, rodeado por Sergio Massa, Cristina Kirchner, el gobernador Axel Kiciloff, los intendentes del conurbano y otros, sumados también a otros gobernadores, fue la respuesta a la intrusión política de la Corte en respaldo a Larreta. La unidad es la propuesta del Frente de Todos ante la ofensiva del macrismo junto a los medios hegemónicos y la estructura del lawfare en el Poder Judicial.
Con la oposición plantada en esa actitud, al Gobierno le resulta indispensable lograr una relación de fuerzas más favorable en el Congreso para frenar esa ofensiva de la derecha, cuya proyección podría derivar en intentos destituyentes.
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