Por Jeb Sprague
En vez de desatar una guerra
convencional, durante meses recientes funcionarios de E. U. se han empeñado en
promover divisiones
internas, el sabotaje, y el
colapso económico dentro
de Venezuela. He aquí la historia
completa de la guerra híbrida de Washington en contra de este país.
La reciente desestabilización
El senador Marco Rubio (R-FL) ante
el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de E. U. el 7 de marzo,
prometió que los venezolanos
“estaban a punto de experimentar una escasez de las más dramáticas que hayan
enfrentado.” Cinco horas más tarde,
comenzó el primer apagón. Misteriosos
fallos sistémicos y explosiones en plantas eléctricas aumentaron con más
frecuencia, estos a su vez desconectando del sistema a las plantas de bombeo de
agua. A principios de marzo, tanques
de almacenamiento que contenían material diluyente
(necesario en el país para las refinerías del crudo pesado), misteriosamente
entraron en combustión, y a principios de abril un
oleoducto repentinamente explotó.
Las agencias de inteligencia de
E. U. (y sus aliados) y sus actores locales, poseen numerosas capacidades para causar
el caos en países alrededor del
mundo. Durante décadas,
las agencias de inteligencia de E. U. se han preparado para la guerra
cibernética, con planes operacionales que han sido
filtrados en el pasado.
Asimismo ha habido reportajes que indican que los recientes apagones
eléctricos en Venezuela, podrían haber sido el resultado tanto de saboteadores
y de ataques
cibernéticos de E. U. planificados de antemano, estos a su vez
empeorados debido a las debilitadoras
sanciones y a una escasez de piezas
de reemplazo.
Por casi dos
décadas, funcionarios de E. U. han querido deponer al
gobierno de izquierda en Venezuela, un país con las reservas
probadas más grandes de petróleo del planeta. Pero los recientes eventos deben ser vistos,
como las últimas y más intensificadas rondas de esta campaña de desestabilización.
Las numerosas tácticas de E. U.
Diferentes métodos han sido
utilizados. Estos consisten en promover el
aislamiento diplomático
del país y la inestabilidad
financiera, hasta fomentar la oposición
interna y los intentos de bloquear al país de sus mercados de exportación
de petróleo.
Washington también ha estado
involucrado con otras recientes derrotas de movimientos progresistas en la
región, tales como el golpe del
2004 en Haití, el golpe
del 2009 en Honduras,
el golpe legislativo contra Dilma Rousseff
en Brasil, y
el dramático giro
a la derecha del gobierno de Ecuador bajo Lenín Moreno.
A finales del 2017 y en búsqueda de
subvertir unas relaciones
más calurosas con Cuba
(las cuales habían comenzado bajo Obama),
el gobierno de Donald Trump comenzó a acusar que Cuba la había emprendido
contra empleados de su embajada en La Habana con un “ataque de armas sónicas”, que según
posteriormente CNN
reportó, eran los llamados para aparearse de una especie de
grillos altisonantes.
La guerra híbrida de hoy día,
destinada al desgaste psicológico de la población de Venezuela, tiene que verse
desde la óptica de años de
agresión por E. U., y el golpe suave que pone en la
mirilla al país.
Para ser más exacto….
Venezuela ciertamente es una
sociedad polarizada. Y ciertamente
existen suficientes críticas válidas, del gobierno constitucional del país.
Mientras tanto hay factores
múltiples, los cuales han culminado en la actual situación. Venezuela al presente encara una severa
depresión económica intensificada grandemente por las barbáricas sanciones
de E. U. y el sabotaje.
Para empeorar las cosas, la economía del país continúa sufriendo de una
falta de diversificación.
Esto ocurre según el gobierno se
ha enfrentado a los bajos precios globales del petróleo (sobre
los últimos cinco años) y ha luchado
por controlar la especulación de su divisa, esto
movido por grupos que buscan lucrarse de la situación de
crisis que vive el país. Además de esto,
una autoimpuesta
crisis inflacionaria mientras tanto, se ha convertido en una
crisis
hiperinflacionaria bajo la guerra económica de E. U.
El contexto político
Encarándose a una oposición
fragmentada no obstante, el actual presidente de Venezuela Nicolás Maduro
derrotó al anterior gobernador del Estado Lara Henri Falcón en las elecciones
presidenciales de mayo de 2018.
Casi unos 9.4 millones de
personas votaron en las elecciones, con Maduro recibiendo más de 6.2 millones
de votos, colocando a la participación
electoral en un 46.07 % del total de la población elegible en
edad electoral.
Los observadores electorales
enviados por la Unión Africana y CARICOM, así
como muchas figuras notables tales como el antiguo presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, fueron testigos y
reconocieron la legitimidad de las elecciones.
En su empeño de cambio de régimen y
rehusando el diálogo, los E. U. y sus aliados cercanos le han urgido a la oposición a boicotear
las elecciones, una decisión que le costó a Falcón muchos votos. Y los ataques a Falcón por sectores
extremistas de la oposición, particularmente el partido derechista de oposición
Voluntad Popular, también le infligió daños a su campaña.
Muy al contrario de los ataques
mediáticos a la democracia venezolana, el sistema electoral del país tiene un
largo historial positivo. En el 2012 al
dirigirse a un evento anual del Carter
Center Foundation, el antiguo presidente de E. U. Jimmy Carter declaró:
De hecho, de las 92 elecciones que hemos
monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor en el
mundo.
Los medios
y otros gobiernos apoyan el ataque de Trump contra Venezuela
Al amplificar su agresión contra
Venezuela en los recientes meses, la administración de Trump ha podido
movilizar una política
exterior bipartidista de consenso.
Esto no habría sido posible si no hubiese sido porque los medios
corporativos por dos décadas han pintado un cuadro unilateral sobre los
acontecimientos en el país, mediante un constante pronóstico de la hecatombe.
A principios de enero, muchos
gobiernos neoliberales y conservadores del hemisferio occidental y Europa
occidental se unieron al gobierno de Trump en reconocer al presidente
derechista de la asamblea nacional de Venezuela (y mayormente
desconocido), Juan Guaidó, como el autoproclamado presidente de
Venezuela. No obstante esto, la inmensa
mayoría de los gobiernos del mundo han rehusado en reconocer a Guaidó.
Medios principales en E. U. desde entonces
han reciclado una intensa campaña de propaganda destinada a subvertir la legitimidad
de Maduro, mientras que apoyan a Guaidó.
Se estima que más de
$30 mil millones de dólares en activos venezolanos (de la compañía
energética CITGO propiedad de Venezuela pero basada en los E. U., hasta
reservas de oro y otros activos), han sido congelados por Washington y sus
aliados, y muchas terceras partes y compañías están siendo presionadas para
dejar de hacer negocios en el país.
Una cruda, coercitiva y violenta
estrategia desarrollada por los halcones guerreristas del régimen de Trump
Los neoconservadores bajo Trump ven
en esto como un tiempo oportuno para aplicar una estrategia mas crudamente
coercitiva y violenta. Esto se vió
especialmente claro con la designación
de Elliott Abrams
el 25 de enero de 2019 como el hombre puntero de Washington para Venezuela.
Abrams, un antiguo funcionario de las
administraciones de Ronald Reagan y George W. Bush, supervisó las guerras
sucias en Centroamérica, las cuales tuvieron un costo de cientos
de miles de vidas en los ochenta.
En solo un macabro evento, la
Masacre de Mozote que ocurrió bajo la tutela de Abrams, soldados
armados y entrenados por los E. U. y fuerzas paramilitares asesinaron a 800
civiles. En este evento hubo horribles
reportajes de mutilaciones y violaciones.
Bajo la tutela de Abrams, era de
común conocimiento que las operaciones de inteligencia de E. U. utilizaran a
compañías fantasmas para entablar
negocios con compañías privadas para enviar armas ilegalmente
a América Latina para armar a los escuadrones de la muerte.
La nueva designación de Abrams bajo
Trump claramente está enviando señales que los E. U. anda en búsqueda de
detonar un nuevo conflicto de baja intensidad en Venezuela. Y desde la designación de Abrams, los eventos
han ido desarrollándose rápidamente.
Los envios
secretos de armas de la CIA
El 3 de febrero autoridades
venezolanas descubrieron un cargamento
secreto de armas y equipos a bordo de un Boeing 767. El cargamento incluía 19 rifles de asalto
(mayormente tipo AR-15) y “90 antenas para radios militares”. El vuelo había despegado de Miami rumbo a
Valencia en el estado venezolano de Carabobo.
Las autoridades venezolanas acusaron a las autoridades de E. U., y
grupos de extrema derecha en Miami de este trasiego de armas hacia el país para
detonar una guerra civil.
Dias más tarde, el portal mediático McClatchy con sede en Washington, D. C.,
reportó que esta aeronave había estado efectuando vuelos entre Miami
y Philadelphia y a través del Continente de Norteamérica.
No obstante, McClatchy descubrió que a principios de enero, este avión había
estado llevando a cabo constantes travesías – unas 40 en total – hacia Colombia
y Venezuela, algunas veces incluso múltiples vuelos diarios. Los vuelos comenzaron inmediatamente luego de
la juramentación en su cargo del actual Presidente Nicolás Maduro.
Luego que las armas fueron incautadas
en Valencia a principios de febrero, surgieron más noticias. Según reportó el buró en Washington de McClatchy, la aeronave era propiedad de
21 Air LLC, un charter aéreo con base en Greensboro, Carolina del Norte. De acuerdo a un reportaje
de Amnesty Internacional, el “chairman” y dueño mayoritario de 21
Air, era Adolfo Moreno, y la compañía estuvo envuelta en más de 30 vuelos
charteados utilizados por la CIA para el programa de secuestros. Esto fue cuando individuos bajo sospecha de
terrorismo por autoridades de E. U., fueron torturados e interrogados, en “lugares
negros” alrededor del mundo.
Si uno observa en las redes sociales e investiga entre los antecedentes
de empleados de 21 Air y entre compañías asociadas, uno verá que hay muchas
cuentas de empleados que siguen a la oposición venezolana, y a cuentas de la
oposición que les siguen a su vez.
Ciertamente existe cierto nivel de simpatía de empleados dentro de la
compañía por la oposición a Maduro en Venezuela.
21 Air ha negado alegaciones de ser una compañía que
sirve de frente a la CIA o de estar involucrada en el trasiego ilegal de armas
hacia América Latina.
Una visita
a 21 Air
En febrero, yo ubiqué las oficinas de 21 Air, a solo días
luego que apareciera el reportaje de Mclatchy. Según descubrí, la compañía con sede en
Greensboro, Carolina del Norte, se había trasladado a una nueva oficina al otro
lado del parque de oficinas donde estaba ubicada. Adyacente a sus oficinas se encontraba una
pequeña oficina de Lockheed Martin con su puerta bajo llave.
Douglas Hoggatt, un ex-oficial de inteligencia en
comunicaciones de la Marina de E. U., me explicó que hay agencias de
inteligencia de E. U. con profundas raíces en Carolina del Norte, y que la oficina de Lockheed Martin
claramente sirve como una oficina de apoyo de “SCIF” (“SENSITIVE COMPARTMENTED INFORMATION
FACILITY”). Es a través
de oficinas de SCIF, que los organismos de inteligencia del gobierno (de E. U.)
y las operaciones que son contratadas a lo externo, de ese modo pueden cooperar
y mantener comunicaciones seguras.
Según este autor revela en el video a
seguir, el estado de seguridad nacional de E. U. y sus aparatos de inteligencia,
tienen un largo historial de contratar y utilizar compañías que sirven como frentes
para operaciones clandestinas, incluyendo el envío ilegal de armas a fuerzas
que sirven a sus intereses.
Los oficiales de 21 Air no solamente
rehusaron hablar conmigo sobre sus operaciones en América Latina, si no que también
sugirieron que llamarían a la policía si yo no me retiraba de los predios.
A finales de marzo, 21 Air había
expandido su flota a dos aeronaves en funciones, adquiriendo un Boeing 747-400F
perteneciente a Korean Air.
La Tormenta
sobre el horizonte
El historial de intervenciones clandestinas y militares
por parte de E. U. en el período posterior a la Guerra Fría, deja claro que lo
que estamos viendo es el desarrollo de una campaña de guerra híbrida. De acuerdo a un nuevo libro por Andrew McCabe, un antiguo director del
FBI en funciones, Trump aparentemente preguntó por qué E. U. no estaba en
guerra con Venezuela, al notar que:
Ellos tienen todo ese petróleo y están ahí en nuestra puerta
trasera.
La campaña de E. U. al parecer ahora
luce que se va a intensificar, como una versión del Siglo XXI de la guerra económica de E. U. contra Chile
bajo el gobierno electo de Salvador Allende.
En marzo oficiales del gobierno venezolano aseguran haber descubierto un complot terrorista por parte de líderes del
partido de oposición de extrema derecha Voluntad Popular (el partido de
Guaidó). Una red ultraderechista se sospecha haber contratado a
gatilleros paramilitares (de Colombia) así como de células locales dentro del
país, para identificar como objetivos a proyectos claves de infraestructura y
para asesinar a líderes de movimientos sociales. Eventos similares se han desarrollado en
el pasado.
El último
intento golpista
No obstante al fallar los repetidos
intentos por Guaidó y los que le apoyan, para deponer a Maduro o para detonar
una guerra civil, dichos esfuerzos se han vuelto más erráticos. El 30 de abril, Guaidó – haciéndole eco al
apoyo vía Twitter del Vicepresidente Mike Pence de E. U. – Guaidó hizo el
llamado para lanzar la “Operación Libertad”, según
el describió como la
“fase final”
de un levantamiento. En torno a Guaidó había miles de sus
seguidores, el político derechista y golpista Leopoldo López, y decenas de
desertores militares y de la policía con dos vehículos blindados.
Los medios occidentales y los que
apoyaban esto en las redes sociales inmediatamente amplificaron el evento para el consumo masivo,
aparentemente con miras a escalar aún más la situación en una guerra
civil. El intento de capturar una de las
instalaciones más importantes del país, la base aérea de La Carlota, falló estrepitosamente. Los medios corporativos como de costumbre, por
supuesto fallaron en cubrir las grandes demostraciones pro-gubernamentales y el
hecho que la mayoría de los venezolanos continuaron con sus vidas
cotidianas. Muchos no están ni a favor
de la oposición o del gobierno, pero no obstante luchan bajo una crisis en
aumento.
Los planes de cambio de régimen han
fallado a corto plazo, con las fuerzas militares del país (a excepción de un
pequeño grupo de desertores), rehusando traicionar al gobierno
constitucionalmente en funciones. Pero
los funcionarios de E. U. no pueden dar marcha atrás, a una política que ahora
ha recibido apoyo bipartidista de los centros de poder de Washington, y han
movilizado a aliados en el exterior y en los medios de difusión masiva. El engranaje pesado dedicado al cambio de régimen
ha echado a andar. Los intelectuales de
los tanques pensantes están produciendo análisis políticos, y desfilando en CNN y en el “Atlantic Council”, apuntalando al
último proyecto de cambio de régimen por parte de Washington.
Washington, sus aliados, y muchas
de las facciones transnacionales de negocios más poderosas a través de la
región, quieren ver una refundación del escenario político venezolano, borrando
por completo las últimas dos décadas de “chavismo” progresista del país, y
una apertura a la reestructuración neoliberal y los préstamos del FMI.
El futuro
abierto
Los funcionarios venezolanos parecen
estar escudriñando en búsqueda de los medios, para que su país sobreviva el
bloqueo mientras que evitan una guerra civil.
Una intensificada diversificación de las rutas de
suministros básicos, alejándose de aquellas
por los E. U. y sus aliados, y en vez de esto reorientándose a través de
empresas estatales y firmas capitalistas de orientación estatal de otras partes
del mundo, tales como que estén basadas en China y Rusia, esto parece ser como la
única opción que queda. Aún así, según
el economista del CEPR Mark Weisbrot y el profesor Jeffrey Sachs de Columbia University
explican: La economía de
Venezuela se va a contraer enormemente
en el próximo año, esto a su vez trayendo el resultado de mucho dolor y
sufrimiento, lo que a su vez itensificará la actual crisis migratoria. En un estudio a fondo, los dos economistas
han documentado las consecuencias socioeconómicas de la guerra económica de E.
U., la cual golpea a un país que ya se encara a una depresión. Las sanciones, según explican ellos, ya han
costado las vidas de decenas de miles de vidas de personas.
Las sanciones impuestas por los E. U.
y sus aliados están bloqueando o decelerando todo desde las
actividades financieras internacionales hasta la importación de medicinas de
malaria e insulina, y hasta el acceso a el tratamiento antiretroviral para aquellos afectados
por el VIH. Los funcionarios de E. U.
además están considerando restringir las transacciones de VISA y Mastercard en el país. Estas políticas que ponen a Venezuela en la
mirilla, eventualmente podrían estar encaminadas a imitar las brutales
sanciones llevadas a cabo contra Irak durante la década de los noventa. Como una forma de castigo colectivo, un estudio de UNICEF de 1999
encontró que aproximadamente 500,000 niños irakíes habían muerto como resultado
de estas sanciones, con la entonces Secretaria de Estado de E. U. Madeleine
Albright de forma infame declarando que “creemos que el precio lo vale”.
Pero las fisuras en el plan de E. U.
de cambio de régimen están apareciendo.
En vez unirse a su causa golpista, durante una reciente visita a un barrio de bajos ingresos en Caracas, el autoproclamado
presidente Juan Guaidó fue recibido con intensa ira por parte de sus
residentes. En las capitales europeas
mientras tanto, Guaidó parece estar sufriendo de una merma de reconocimiento, y en el Caribe los movimientos anti-imperialistas
están en ebullición hacia la superficie.
Según aumenta la oposición a la
guerra híbrida de Trump con Venezuela como el objetivo, más estados e
instituciones podrían pronto entrar en apoyo al plan de México y Uruguay, para entrar en un
acuerdo negociado. Mucho también
dependerá si Trump accediera a un segundo cuatrenio, o exactamente de quién
será el nominado de las primarias del Partido Demócrata.
Jeb Sprague
diserta en la University of Virginia y anteriormente impartía cursos en la
University of California, Santa Barbara. El es el autor de: Globalizing the Caribbean: Political Economy, Social Change, and the
Transnational Capitalist Class (Temple
University Press, 2019) y Paramilitarism and the
Assault on Democracy in Haiti (Monthly
Review Press, 2012), y es el editor de Globalization and
Transnational Capitalism in Asia and Oceania (Routledge, 2016). Es miembro fundador del “Network for
Critical Studies of Global Capitalism” (NCSGC).
Traducción: Ariel Fornari
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