Por Beatriz Chisleanschi (*)
En el día de ayer el gobierno de Mauricio Macri, decretó la “Emergencia en Seguridad Pública” que incluye entre sus puntos más importantes el “control del espacio aéreo”,
“Todo el objetivo de las políticas prácticas es mantener a la población alarmada (y de ahí, reclamando ser guiada hacia la seguridad) amenazándola con una serie interminable de duendes, la mayoría imaginarios.”
H.L. Mencken, 1920 (periodista y escritor estadounidense)
En el día de ayer el gobierno de Mauricio Macri, decretó la “Emergencia en Seguridad Pública” que incluye entre sus puntos más importantes el “control del espacio aéreo”, bajo excusa de combatir el delito organizado por narcotráfico o contrabando de armas; delitos relacionados con asociación ilícita; por fraude contra la Administración Pública; prostitución o pornografía infantil; extorsión o trata de personas o financiación al terrorismo, entre otras.
Cuando controlar la tierra no es suficiente, dominar la dimensión espacial se convierte en un recurso vital para mantener el “Estado de Vigilancia” aunque en realidad no es más que un doble juego donde, en la necesidad de tener enemigos, se vigila “por arriba” y “por abajo”.
Sin enemigos, no hay componentes válidos para garantizar un Estado de Seguridad Nacional, no hay reinvención de sí mismos por parte del poder gobernante, no hay cómo mantener a la población alarmada, no hay forma de dominación.
La Vigilancia por arriba
El decreto firmado en el día de ayer, establece Reglas de Protección Aeroespacial orientadas a “identificar, advertir, intimidar y hacer uso de la fuerza (como último recurso) a vectores incursores en el espacio aéreo Argentino”. La autoridad de aplicación para estas medidas serán nada más ni nada menos que las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y personal retirado de seguridad al que se lo volverá a convocar para cumplir con ésta tarea.
Es decir, que si en los años setenta los militares habían actuado en la persecución de una militancia activa que, más allá de su identificación partidaria, tenía el objetivo de luchar por un mundo más justo e igualitario, ahora actuarán atrapando narcotraficantes, extorsionadores o derribarán aviones desviándose del objetivo esencial de su existencia que es el de asegurar la soberanía del país, tal como lo señala Telma Luzzani en su libro Territorios Vigilados.
Sin embargo, más allá de que varios países de Latinoamérica cuentan ya con la “Ley de derribo” , no existe desde el punto de vista internacional acuerdos o tratados que den legitimidad a esta práctica “tal como lo indican el Convenio Internacional sobre Aviación Civil de 1944, el Convenio para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación Civil de 1971 y el protocolo relativo a una enmienda al Convenio Internacional sobre Aviación Civil de 1984 (…)Aún en el marco actual de la llamada "guerra contra el terrorismo", no existe un instrumento que habilite y le otorgue legalidad internacional al abatimiento de aviones no militares.” (Juan Gabriel Tokatlian, La Nación 2013).
Pero, fundamentalmente, la práctica ha demostrado que el narcotráfico se expande con o sin leyes de “derribo de aviones”, y su propagación puede ser por vía marítima, terrestre y también aérea, además de correr el riesgo de derribar aviones, cual “daños colaterales”, que sólo transporten mercancía o personas como sucedió en Perú.
Lo delicado y sinuoso en éste tipo de leyes está en ir un paso más allá de lo que la propia ley indica (tenemos amplia experiencia en éste sentido) y la intromisión, una vez más de las FF.AA. en cuestiones internas que coloquen en peligro a la democracia, poniéndose a la cabeza del control civil.
La Vigilancia por abajo
Pero cual panóptico foucaultiano, el control no sólo es por arriba, en el día de hoy la ministra de Seguridad, Patricia Bulrich declaró a la radio FM Latina que "Vamos a ir entrando en aquellos lugares que consideramos que el poder está en manos del narcotráfico y no del Estado. Lo vamos a hacer de manera confidencial, son operaciones con información confidencial. Vamos ir entrando, ya estamos trabajando con los grandes distritos” y habilitará bajo este criterio a las fuerzas federales a entrar en villas y barrios de la Capital Federal, Córdoba, Santa Fe, y el llamado Gran Buenos Aires, donde según el criterio de la derecha gobernante en Argentina “el poder está en manos del narcotráfico”.
Con estas nuevas disposiciones lo que se busca no es más que establecer una estrategia cuyos efectos de dominación se basen en relaciones de permanente tensión que habiliten una “batalla perpetua” entre la clase dominante y la sociedad en su conjunto y amenazarla con una serie de “duendes imaginarios”.
(*) Lic. en Ciencias de la Educación. Periodista. Editora de La Nave de la Comunicación.
Publicado en:
http://nos-comunicamos.com.ar/node/5454
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