Nadie lo imaginó, pero estamos a un paso del fin de la grieta. Y no es que los adversarios hayan decidido acordar o que uno de ellos haya hegemonizado el escenario. Más bien, la grieta se cierra en la medida en que la irrupción de una tercera fuerza “exterior” ubica a los viejos contendientes de un mismo lado. El peronismo vs antiperonismo aggiornado en el formato de kirchneristas vs antikikirchneristas/liberales/republicanos, se resignifica porque ambos ahora son vistos como parte de lo mismo: “la casta”. A los liberales de JxC le salió un libertario que los acusa de no ser lo suficientemente liberales y hasta de ser “zurdos” y socialdemócratas; y a los progresistas, tras años de recitar a Laclau, les aparece un populista de derecha que genera un “nosotros” versus un “ellos”, solo que el “ellos” no es Clarín ni el poder real, sino los privilegiados de la casta, espacio que compartiría el kirchnerismo no solo con sus “exadversarios políticos” de la grieta, sino con periodistas “ensobrados”, empresarios prebendarios, etc. Dosis de la propia medicina para todos.
La irrupción parece vertiginosa y lo es, pues, al fin de cuentas, hasta hace unos tres años, Milei decía que ni siquiera le interesaba participar en política. Pero las señales abundaban tanto debajo como sobre la superficie de la sociedad y solo esperaban un catalizador. El resto se hizo solo y aquí estamos viendo el milagro: de repente, de manera involuntaria, los ahora excontendientes señalan con el dedo a la “antipolítica” y advierten sobre el riesgo de lo desconocido, del “outsider”, señalamiento que no hace más que confirmar que ellos son los “insiders”, los que están “adentro”.
Y allí aparece una paradoja porque Milei es el que puede llevarse a todos puestos, incluso puede llevarse puesto el país entero, pero, a su vez, es aquel que en un eventual gobierno puede generar tal caos que será el cheque en blanco para el regreso de todos aquellos que, a veces con justicia y a veces no, fueron denostados por él. En un país donde mañana es el largo plazo, puede sonar a futurología barata o ciencia ficción. Pero los pasos en esa dirección ya se están dando en la práctica y desde lo discursivo.
De hecho, esta parece ser la postura del kirchnerismo, en la misma línea del error cometido en 2015. Para este caso, bien cabe eso de “Si vas a cometer errores que sean originales”, aunque no se trata de un mensaje que prenda entre quienes creen hacer política pero solo buscan tener razón. Aquella vez se hizo mucho para perder o, en todo caso, no se hizo todo para ganar porque Scioli no era “de los propios”, “la batalla cultural estaba ganada” y “Macri era la dictadura que no iba a poder avanzar”. El resultado ya lo conocemos: 4 años después el país era otro, la batalla cultural se fue a la mierda y el condicionamiento para el nuevo gobierno sería fatal. Para colmo de males, se volvió pero se volvió peor… y ahora la estrategia parece ser que le explote todo a Massa. Algo así como “el que agarró la papa caliente que le dé el primer mordiscón y la coma toda”.
Entonces, ¿la idea será reaparecer como oposición intensa durante un eventual gobierno de Milei para decir “el kirchnerismo gobernó hasta 2015 y de lo demás no nos hacemos cargo? No tengan dudas. De hecho, entre 2019 y 2023 el kirchnerismo fue oficialismo opositor. De ahora en más, aprovechando el mal presidente que ha sido Alberto y su gran labor destructiva, todo se le achacará a él y a su ministro de economía. Y ya está. Volvamos a la comodidad de resistir con aguante porque somos pocos pero somos mejores y tenemos épica. Capítulo cerrado. Si los hechos han sido distintos, problema de los hechos.
En el caso de JxC la situación parece menos clara. Ante un eventual gobierno de Milei es probable que el espacio se rompa y un sector aparezca como aliado, al menos en un principio. Quizás de esa manera puedan hacer que Milei avance con todo lo que ellos no pudieron y que, cuando la gente se queje, ellos salgan a criticar al libertario y a decir que hay que hacer un capitalismo más humano. Fíjense que al lado de Milei hasta Melconián tiene corazón y da ganas de invitarlo a comer un asado para que cuente chistes y putee.
Pero un eventual triunfo de Milei también permitiría un reciclaje de distintos sectores, no solo los estrictamente vinculados a la política formal. Recuerdan el ¿“Contra Menem estábamos mejor”? Si reemplazamos a Menem por Milei, tendremos allí uno de los posibles escenarios del nuevo “acuerdo antigrieta” que tan bien funcionaba en los años 90 cuando Página 12 y Nelson Castro o Joaquín Morales Solá estaban del mismo lado porque estar en contra de Menem era comodísimo. Ahora incluso sería todavía más fácil porque en aquel momento había muchos que criticaban a Menem por antiperonistas y no por antiliberales, pero ponerse en contra de un presidente como Milei será facilísimo y tendrá costo cero.
Entonces Milei será la ocasión perfecta para que se reciclen todos: los republicanos que son republicanos solo cuando son oposición, no van a criticar las recetas liberales sino que nos hablarán de la división de poderes y de los peligros de los personalismos; los programas de archivo van a hacer informes para concluir que el problema de Milei es que es misógino y que habla con los perros; los progres van a poder volver a intentar ser rebeldes porque ahora gobierna el cuco con todos sus hombres de paja; los ecologistas van a hablarnos de los derechos de los pulpos mientras muestran a Milei con un tentáculo en la boca; el debate de los 70 y la dictadura volverá al centro de la escena para que los trotskistas puedan marchar por algo más que la agenda identitaria de las universidades estadounidenses; los indignados tomarán el exabrupto del día contra los consensos fáciles y mayoritarios para pescar en la pecera y destrozar a alguien en las redes, y los periodistas, después de tantos años, van a volver a poder usar el gesto adusto y decir que están en contra del poder… ¡con lo que eso significa para un periodista!
La lista puede seguir, ya que Milei será el villano ideal para científicos, médicos, docentes, pueblos originarios. Todos van a merecer hasta alguna nota de TN para que las nuevas camadas de sus periodistas crean que no son como las viejas camadas que los contrataron para que crean que no son como ellos.
Contra Milei nadie va a ser de derecha… lo cual se agradece en un país donde nadie puede decir que es derecha y donde ni la derecha se atreve a decir que es de derecha. De modo que, efectivamente, todos gozaremos de ser progres contra Milei. Incluso nos dirán que viene el fascismo y aparecerán los neoalfonsines hablando de democracia mientras el congreso lleva 4 años sin poder resolver, por ejemplo, una ley de alquileres. El consenso democrático roto se sutura contra Milei. Habrá actos con cantantes populares contra el fascismo donde no solo esté Víctor Heredia sino Lali Espósito y finalmente Milei sucumbirá, sea porque su fracaso estrepitoso chocará fuertemente con la sobreexpectativa que genera en un sector que cree en soluciones mágicas; o, por el contrario, porque el éxito de sus políticas demostrará que el país que él tiene en su cabeza tendrá más problemas que el problemático país en el que vivimos hoy. Y allí volverán los derrotados por un tipo que se hizo famoso a los gritos en la TV, para señalarnos y exigirnos que aprendamos la lección. Nos van a decir que si no los votamos “va a volver un Milei” y todo regresará a la normalidad: el señor pobre a su pobreza, el señor rico a su riqueza, el señor casta a su “casteza”.
Hacia el final, en la película Batman, El Caballero oscuro, se indica que Batman no es el héroe que merecemos, pero sí el que necesitamos. La analogía es útil porque, efectivamente, el fracaso de la política merecería un candidato mejor que Milei. Pero quizás Milei sea el candidato que esta deslegitimada clase política y dirigente necesita para que al menos se la pueda valorar en comparación. Si no fuera porque el experimento y el camino hasta allí tiene un final tan abierto como riesgoso, podría decirse que, quizás, hasta les sale bien.
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