La historia no ha experimentado una avance tan significativo en la las ciencias y las tecnologías como lo ha hecho en los últimos tres siglos. Sin embargo nunca, en miles de años, se ha agredido a la Madre naturaleza de tal manera que pone en peligro no sólo a los seres humanos, sino al mundo tal cual lo conocemos hasta ahora. Esa doble ecuación es sin dudas una de las incógnitas más importantes de la disputa de poder, a nivel mundial que se darán en los próximas décadas, ya que la maximización de los conflictos geopolíticos, en términos económicos y de áreas de influencias a preservar para su explotación, nos puede llevar como Humanidad, a nuestra propia desaparición.
La Pandemia es sin dudas una de las expresiones más claras de la depredación y la agresión humana a la naturaleza, que ha llevado a la desertización de las tierras fértiles, la contaminación de las aguas dulces, la tala de los bosques nativos, la utilización de los agro tóxicos que arrasan flora y fauna, la concentración obscena de la riqueza, la muerte por hambre de millones de personas y además agrediendo a los seres humanos en su calidad de vida, elementos que en conjunto constituyen una bomba de tiempo.
Es en esas circunstancias cuando el pensamiento crítico de la política irrumpe en la escena, intentando dar respuestas a una proyección estratégica del mundo, que nos compromete por generaciones, ya que decisiones equivocadas pueden llevar a efectos irreversibles sobre la propia vida humana. No es casual la paradoja: una molécula ha puesto en vilo a la Humanidad, un virus que ni siquiera se reproduce fuera de la parasitación, que habitaba un huésped no identificado aún y entonces el virus instintivamente, ha mutado frente a la eventualidad de su desaparición, trasladando su capacidad de penetración a los seres humanos, produciendo la tragedia mundial que estamos viviendo.
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La pregunta es entonces: seremos capaces de frenar un capitalismo voraz e insaciable, extractivista y depredador que pretende crecimiento económico financiero de carácter infinito, a cualquier precio, que sólo puede darse a costa del conjunto de la Humanidad, llevándola a su fin.
Esa pregunta cuestiona todo el sistema global colocando al colonialismo en primer lugar, como objetivo a derrotar por los pueblos, venciendo una sujeción imperativa a criterios supuestamente universales, que marcaba con el discurso al Mercado como ordenador social, pretendiendo someter no sólo a los países, sino hacer de la naturaleza su propia capitalización, a costa de arrasarla sin fin, construyendo un supuesto éxito económico hoy, sin un mañana posible, con la impudicia propia de los dueños del poder, que concentrando la riqueza han llevado al hambre, la muerte y la destrucción al mundo.
La disminución de las tierras fértiles, la ampliación de las fronteras sojeras, las cría de animales concentrados por millones en condiciones críticas, la explotación mineral contaminante de las aguas, el calentamiento global ocasionado por múltiples causas, el derretimiento de los polos, con sus secuelas de tempestades, inundaciones, catástrofes climáticas, de una tierra que grita de dolor, nos anticipa un futuro de ciencia ficción, que reflejan algunas películas, que ya no vemos con tanto asombro.
Entonces es cuando recordamos los llamados que desde hace decenas de años, alertaron sobre esta situación y lo siguen haciendo, como el discurso ambientalista dirigido al Congreso de Copenhague en 1972 por el General Perón aún en el exilio, que ha sido retomado en las Encíclicas Laudato Si y Fratelli Tutti del Papa Francisco, los llamados de los ambientalistas de las Naciones Unidas, los científicos del mundo, colocando una alerta a la Humanidad, que compartimos.
Lo hacemos desde nuestra mirada nacional y popular, con una visión biocéntrica de los modelos sociales a construir en el futuro, superiores a los Estados de Bienestar del siglo XX por el mayor compromiso con la naturaleza, que el peronismo siempre proclamó como eje vertebral del cuidado de las personas, como objetivo estratégico de país soberano.
Los pueblos del mundo y nosotros mismos nos asomamos a una nueva realidad, nacional e internacional, en un cambio de época que si no es protagonizado por los intereses de los seres humanos y el cuidado de la naturaleza, serán los cultores de la muerte anunciada quienes sigan dirigiendo los destinos de un mundo herido, una naturaleza devastada, personas por miles de millones excluidas, con guerras y destrucciones siempre amparadas en frases grandilocuentes de “libertad y democracia”, que no sólo no practican, sino que cooptan y manipulan, borrando culturas, identidades y memorias colectivas de los pueblos.
Es entonces cuando el pensamiento americano, mestizo, moreno y criollo, esa construcción profunda de cuidado y paz, que ha caracterizado a la región, se exprese con mayor fuerza a nivel internacional, ya que un mundo inundado de pragmatismo, basado en una financiarización macro económica que todo lo justifica, la emergencia de los pueblos, del poder popular organizado, la Comunidad Organizada, deberá irrumpir con la fuerza revolucionaria de cambiar la ecuación del poder, colocando los Estados al servicio de los intereses de las mayorías populares y de las soberanías en las decisiones, derrotando tutelajes colonizadores y construyendo modelos sociales solidarios, que permitan humanizar la vida y la política, democratizando el poder.
JORGE RACHID
PRIMERO LA PATRIA
www.lapatriaestaprimero.org
CABA, 24 de julio de 2021
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