En Argentina siempre hubo grupos numerosos de personas con pensamiento de derecha. Pero, durante mucho tiempo, no tuvieron una expresión política orgánica y unitaria.
Una parte de la gente de derecha se refugiaba en el ala más ortodoxa del peronismo; otra nutría los sectores más conservadores del radicalismo; un tercer sector armaba partidos liberales, como fueron la UCéDé o RECREAR. Finalmente, los sectores de derecha católicos y/o fascistas se mimetizaban con los gobiernos militares. Pero nunca estaban unidos. El PRO a través del sello “Cambiemos” logró unificar a la derecha peronista (Amadeo, Niembro, Ritondo, Santilli), la derecha radical (Lombardi, Aguad, Morales, Lopérfido), la derecha liberal, la derecha católica y la derecha fascista. Esto les permite trepar en la Provincia de Buenos Aires a un 35-40% de los votos, hacer buenas elecciones en Santa Fe y ganar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mendoza o Córdoba.
Esto es posible porque el peronismo y la izquierda aparecen fragmentados.
La izquierda clasista, que en su conjunto y según los distritos oscila entre el 5 y el 10% de los votos, a veces aparece dividida en 3 o 4 sellos partidarios.
Algo similar ocurre con el peronismo. En las PASO de 2015 en la Provincia de Buenos Aires, la candidata de derecha Vidal alcanzó el 35% de los votos (un punto más de los obtenidos hace unos días por Esteban Bullrich), mientras que tres candidatos peronistas se repartieron en partes casi iguales un 60% de los votos: Felipe Solá, Aníbal Fernández y Julián Domínguez. En la elección definitiva de octubre Vidal trepó al 39.5%, Solá mantuvo sus votos, y Aníbal sumó a su 20% tres de cada cuatro votos de Domínguez, trepando a un 35%.
La elección de 2015 nos deja otro dato para reflexionar: Daniel Scioli perdió el ballotage a nivel nacional, pero lo ganó en la Provincia de Buenos Aires con más del 51% de los votos, lo que indica que, cuando la polarización es extrema, “cuando las papas queman”, el peronismo tiende a alinearse.
El reciente resultado de 2017 no cambia demasiado estos números. El 34% obtenido por CFK y Bullrich se parecen mucho a los números obtenidos por Aníbal Fernández en la elección 2015 y a los logrados por María Eugenia Vidal en las PASO de ese mismo año.
La suma del 34% de CFK, el 15% de Massa y el 6% de Randazzo da exactamente el mismo 55% que obtuvieron en conjunto, en la elección de 2015, Aníbal Fernández (35%) y Felipe Solá (20%).
La gran novedad de esta época es que en lugar de aparecer en la Provincia una derecha fragmentada y un peronismo unido, se está dando lo contrario. Esta división del peronismo es profunda.
Unidad Ciudadana contiene al peronismo kirchnerista, algunos dirigentes peronistas que nunca fueron K como Alberto Rodríguez Saa, y a sectores progresistas afines como puede ser Nuevo Encuentro o los alfonsinistas del MNA (Leopoldo Moreau, Leandro Santoro) y de Nueva Forja (Gustavo López).
El Frente Renovador contiene un nutrido núcleo de dirigentes peronistas, algunos bastante cercanos al kirchnerismo.
Existe además un amplio arco de peronismos cuentapropistas, más o menos extraviados o claudicantes, entre los que se cuentan desde figuritas como Randazzo, Bossio y Pichetto hasta los gobernadores que necesitan encontrar algún tipo de modus vivendi con el oficialismo para evitar que les cierren la canilla de los recursos federales.
La facción más poderosa de este peronismo disperso es indudablemente el kirchnerismo, y su líder es la candidata con más votos. Pero parece difícil que el kirchnerismo solo pueda ganar una elección presidencial, porque la figura de Cristina despierta resistencias en algunos sectores del peronismo no K y del votante independiente. De la misma manera, el peronismo no K no puede ganar sin Cristina, como bien lo demuestran las frustradas experiencias de Massa y Randazzo, o las pobres elecciones del pampeano Verna, el cordobés Schiaretti o el salteño Urtubey.
Aquellos votantes que deseamos derrotar a la derecha neoliberal y autoritaria en las elecciones presidenciales de 2019, debemos hacernos a la idea de que será necesario organizar un Frente electoral muy amplio, al estilo de los Frentes Antifascistas que los europeos organizaron en los años ’30 –y que le impidieron al fascismo francés llegar al poder por las urnas-. Será necesario unir todo lo que se pueda del peronismo (TODO), a aquellos radicales que no se han olvidado de Yrigoyen y Alfonsín (no sólo Moreau y Santoro sino quizás también figuras como Nito Artaza o Martín Lousteau), a los sectores de centroizquierda afines al peronismo o al radicalismo, y a aquellos sectores de la izquierda clasista que piensan que lo peor es justamente eso: lo peor.
¿Puede Cristina encabezar esa fórmula de unidad?... No lo sabemos; pero para que esa fórmula sea viable debe contar con el apoyo de todos los sectores: de CFK, del peronismo no K, y de los sectores independientes. Quizás haya que pensar en candidatos de consenso… ¿Jorge Capitanich?... ¿Felipe Solá?...¿Agustín Rossi?...¿Alberto Rodríguez Saa?...¿Verónica Magario?...¿Daniel Scioli?... El tiempo lo dirá. Pero ya lo dijo el General: Unidos o dominados. Si no queremos volver a la Argentina colonial y represiva de 1910 en la que un puñado de familias millonarias dominaba todo, debemos prepararnos a aceptar candidatos que no serán los ideales, sino los posibles.
Para aquellos kirchneristas que estamos acostumbrados a hacerle ADN a los dirigentes, a buscar la prueba de pureza ideológica, será un trago amargo. Deberemos comernos muchos sapos. Convendría ir leyendo manuales de cocina, para ver cuál es la mejor manera de cocinar esos sapitos. Vayamos comprando mucho chimichurri: seguramente si le ponemos mucho, va a mejorar el gusto, y quizás hasta nos parezca un choripán…
Adrián Corbella, 10 de septiembre de 2017
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3 comentarios:
Estimado Adrián: no solo suscribo a tu evaluación sino que voy a permitirme desglosar en dos comentarios, dada la extensión, los que, te anticipo, no guardo expectativas de que publiques sino de que lo entendamos a modo de correspondencia epistolar entre personas preocupadas por lo mismo.
Va el primero: entiendo vital, al igual que vos lo planteás, lanzar puentes a la manera de salvoconductos para algunas agrupaciones y referentes que se muestran más lúcidos, quizás, que los nucleamientos que los contienen. Es el caso de Solá (con quien ya sé que existen contactos), Artaza y Lousteau, por citar algunos de los que nombraste. El caso de Lousteau es crucial en tanto viene de atravesar un revés monumental de parte de Cambiemos y nos conviene estratégicamente que no se desvanezca una figura como él. Quizás Moreau sea un excelente articulador para con esos referentes que salen o han coqueteado con el Radicalismo original. No puede negarse la inteligencia de un cuadro como Lousteau, a pesar de que aún nos duela su desresponsabilización de la operatoria de la 125 que éste lanzó. Que nos duela en las tripas su deserción estratégica y la liviandad con las que caracterizó la fuerza que lo contuvo en un Ministerio, no implica que no reconozcamos que pudimos haberlo lanzado a la intendencia de Buenos Aires en el balotaje de CABA, oportunamente, dando un giro colosal a lo que luego sobrevino a nivel nacional. Como bien decís, es hora de abandonar purismos.
Solo tengo cierta prevención con los tiempos de los que disponemos, porque no está en juego solamente una elección legislativa, claramente. Saludos.
Mi segundo comentario apunta a lo siguiente: hace unos días, en el blog Deshonestidad Intelectual, Manolo Barge (en su estilo cáustico y profuso en intertextos y acertijos) lanzó un guante que creo debe levantarse para reflexionar. Entre los textos linkeados apareció una síntesis de Sloterdijk y Canetti a cargo de Adolfo Vásquez Rocca, “El detonante iconográfico y operístico de la política de masas” cuyo contenido no es novedoso, sí lo resulta por la brutalidad (necesaria) de esa exposición. En ese trabajo se desarrolla el preocupante concepto de MUTA (falange operativa con alto poder de inspiración de masas) compuesta por “cristales de masa” perennes y llamados a configurar tendencias populares. Si bien algunos a los que redirigí ese trabajo me cuestionaron la antigüedad del marco conceptual, sostengo que vale. Así, si lo retraduzco groseramente, habría dos posicionamientos entre los más encumbrados de la pirámide social: a) aquellos que suscriben a la “Argentina atendida por sus dueños” cuyo exponente más brutal percibimos en el sur argentino; b) los que se irguieron en rápida avanzada inspiracional operativa y están buscando la despresurización de un clima social inminente (dos masas difusas llamadas a beligerancia), redireccionando la que les es afín hacia el estadio de “acoso de masa”. La víctima propiciatoria de tal despresurización es la masa cerrada del Kirchnerismo, obviamente (masa cerrada en tanto guarda núcleo fiel y no disgregable, códigos ideológicos y de comportamiento y cierta imposibilidad de crecimiento al renegar de lo difuso característico de una masa).
El trabajo echa luz, por carácter transitivo, sobre la carencia notable de cristales de masa de nuestra parte (Cristina sería un super cristal de masa pero, bajo la cual, no hay cohorte inspiradora operativa suficiente; más razón todavía para salir a hacerse vía un Frente, de los cristales faltantes que ya tributan en otros espacios). Lo grave es la inminencia de ese movimiento despresurizante que busca evitar confrontaciones sociales mayores (que claramente ellos no podrían conducir), por una política de arrasamiento de esa masa cerrada vista como anomalía.
Si el Peronismo extenso persiste en su miopía (o complicidad declarada con Cambiemos), cabe al Kirchnerismo hacer ese esfuerzo de apertura (removiendo sus propias rémoras elitistas, por qué no). Saludos.
Sin duda la unidad que describis con nombres y apellidos representantes de distintas fuerzas democráticas, es la única salida legislativa por ahora posible que se visualiza para vencer en las urnas a un proyecto que contiene la precarización laboral, la entrega patrimonial a los poderes concentrados, y resultado de estas dos facetas una sociedad para pocos , dónde algunos se enriquecen cada vez más y muchos pasan a esclavizarse para producir esa riqueza infinita virtual que responde no sólo a la inequidad actual y que necesitan profundizarla, sino que entienden muy bien que es la forma de sostenerse en el tiempo aún cuando tengan que cambiar y renovar las formas de actuar y sirviéndose de los medios de comunicación para hacer propaganda de sus buenas intenciones,a través de la mentira y del Estado para sus fines, llamese gendarmería para controlar la protesta, la bicicleta financiera a través del Banco Central etc etc ,conquistando parte de la clase que sufre sus políticas neoliberales, convirtiéndolas en pares sociales que se mimetizan con su enemigo, en un sentir casi mazoquista por pertenecer a un lugar que no son del palo , ni son Bienvenidos !!! Quizá el voto ya no alcance o no sea conveniente. Sin abandonar la democracia del sufragio,quizá debamos cambiar el campo de lucha , ya que con un peronismo desunido y una derecha que nos ganó con los votos en las últimas elecciones, podamos mantener por ahora algo que ellos no pueden equiparanos , que es el pueblo en la calle y para este objetivo, una autocrítica severa es haber abandonado el viejo trabajo del boca a boca , en el lugar de trabajo, en la escuela, en el barrio, perdimos la empatía con el otro que tanto hablamos . Será que el poder de estos 12 años nos aflojó y subestimamos que la derecha sigue trabajando sin pausa y redoblando esfuerzos. La lucha hoy se plantea más allá de los votos aunque coincido con el análisis de lo más cercano a resolver pero mientras tanto tener poder además de estar en el gobierno es hacernos fuerte en esos lugares de acción, desde abajo es más sólido que desde arriba , es sustento y es conciencia más firme. Muy bueno el análisis y da para otros planteo y un gran debate
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