Unidad del peronismo | Del "hit del verano" a definir un proyecto de país
Tras la reunión de San Luis, el desafío del peronismo es acordar un programa de gobierno para derrotar al macrismo en 2019., en un Mundo en constantes cambios.
El principal desafío de la oposición política en estos tiempo es transformar el enojo, la bronca, el malestar de la ciudadanía que canta el “hit del verano” en una alternativa de gobierno, evitando que pase a ser un nuevo “que se vayan todos”. Esta tiene que ser necesariamente una propuesta propositiva que enamore y dé esperanzas. Pero para ser suficiente, debe ser real, detallada y sostenible, pensada para un Argentina en un escenario mundial volátil.
El pasado viernes y sábado, tuvo lugar un encuentro de la militancia peronista en La Pedrera, San Luis, bajo una consiga fuerte y decidida #Hay2019. Este evento se suma al compromiso de muchos dirigentes para dejar de lado nombres y rispideces personales, para situar el verdadero debate sobre qué Argentina queremos y necesitamos. La unión de la oposición ayuda entonces a discernir entre dos modelos de país: uno de unos pocos, otro de la mayoría; uno de las offshore, otro la estatización de YPF; uno de la deuda externa, otro de la independencia económica; uno del déficit comercial, otro de la industrialización; uno de los despidos, otro de paritarias sin techo; uno del ajuste a jubilados, otro de la justicia social; uno del gatillo fácil, y el nuestro, el de "la patria es el otro". Ahora bien, partiendo de que la contradicción principal es neoliberalismo sí o no, necesitamos pensar en un proyecto económico de país en un mundo en definición.
Argentina vive cada ocho o diez años episodios de furiosas transferencias de ingresos (hacia sectores concentrados), estancamiento e inflación, que dejan a la desigualdad y la pobreza unos cuantos escalones arriba. Esto es producto de una estructura productiva débil, con una industria que para producir tiene que importar bienes de capital o intermedios, que tiene problemas energéticos, que exporta productos agrícolas y minerales sin agregarle valor, o hasta importa manzanas de Chile o cordero patagónico de Brasil en tiempos de Macri.
Los procesos de desindustrialización como el actual (ya se perdieron 63 mil puestos laborales en la industria) se aceleran en un mundo de globalización financiera y alta digitalización. Cada vez es más rápido contactar con China y traer un conteiner, comprar todo por internet, endeudarse con bancos extranjeros, o fugar capitales.
A su vez, la apertura comercial no conlleva la tan esperada inversión extranjera directa en nuestro país, al contrario, el dinero argentino agranda las arcas de paraísos fiscales o cuentas offshore. Y es que el modelo neoliberal actual, a diferencia de los años noventa, se encuentra con la nueva globalización de la era Trump.
La introducción de tarifas a la importación del acero (25%) y el aluminio (10%) de Estados Unidos es la última señal de una verdadera guerra comercial, el control de la digitalización del trabajo y la producción. La inteligencia artificial; las nuevas tecnologías en la producción de maquinaria, de autos, de infraestructura; y el avance del poder de la información por internet, son elementos que definen el poder económico mundial en disputa entre China y Estados Unidos. El equilibrio entre Estados Unidos poniendo el cerebro del diseño y China la fábrica de producción, se está quebrando.
La nueva definición de la globalización parece dejar de lado la Organización Mundial del Comercio o acuerdos multilaterales de libre comercio. Pero mientras se cierra parte el comercio industrial, los grandes cinco de Silicon Valley (Microsoft, Google, Facebook, Apple y Amazon) y las dos de China (Alibaba y Tencent) amplían los límites de la globalización.
En la era Trump, el neoliberalismo latinoamericano se encuentra desubicado, y parece que la única salida que encuentra Macri es colocarle al país una camisa de fuerza que impida que cualquier otro gobierno que venga pueda redistribuir la riqueza, proteger la industria nacional o controlar los flujo de capitales. La entrada la OECD, el nivel de endeudamiento externo, el acuerdo Unión Europea-Mercosur, u otros acuerdos comerciales, buscan salvaguardar los intereses privados de un gobierno de CEOs, sin importar el desarrollo del país.
Sí, hay dos modelos de país en Argentina, está claro. Pero la nueva guerra fría entre China y Estados Unidos dejará escasos lugares a países periféricos que quieran desarrollarse. Dos retos se les presentan entonces a la oposición:pensar el desarrollo Argentino en un mundo distinto, y evitar la camisa de fuerza del neoliberalismo.
Respecto al primero, Argentina necesita sostener tasas de crecimiento por encima del 4 o 5% para crea empleo en términos netos. Esto se puede conseguir con recomposición salarial, estímulo al consumo e inversión pública en obras e infraestructuras. La demanda interna fomenta la inversión privada, que con ayuda a las empresas industriales en la planificación, acceso al crédito e internacionalización, permite a la industria argentina generar empleo de calidad. Pero se produce una carrera contra el tiempo: cuando la economía crece, las importaciones lo hacen el doble, por lo que es importante exportar con valor agregado y saber a dónde exportar.
Así, el proyecto económico de la oposición antimacrista tiene que tener cuatro ejes claros:
*impulsar de la demanda agregada para crecer, *desarrollar la industria para generar trabajo, *agregar valor a los recursos naturales para exportar; *establecer acuerdos de complementariedad productiva con América Latina para substituir importaciones.Respecto al segundo reto, evitar la camisa de fuerza del neoliberalismo, supone que la oposición tenga unidad de acción en la actividad legislativa y en las calles desde mañana mismo. El ejemplo del sur de Europa es claro: los gobiernos progresistas enfrentan grandes dificultades para llevar adelante sus agenda por pérdida de soberanía sufrida con el proceso de integración europeo. Hoy la oposición tiene un trabajo fundamental, rechazar acuerdo de la Unión Europea y el Mercosur, exigir transparencia en las reuniones con el Fondo Monetario Internacional, declarar deuda ilegitima aquella que fue comprada por la financiera del propio Ministro Caputo, y evitar el socavamiento de los derechos de la ciudadanía. Sin la unión estratégica y programática en el 2018, difícil será construir el proyecto de país que necesitamos para ser alternativa real al gobierno de Mauricio Macri en el 2019.
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