viernes, 18 de marzo de 2016
LA MATRIX, por Ricardo Luis Plaul (para "Redacción Popular" de marzo de 2016)
¿Habremos elegido la pastilla de la mentira? Según el gobierno sí. Vivíamos en una crisis terminal y no nos habíamos dado cuenta. Resulta que los despidos, el tarifazo en los servicios de electricidad, transporte y gas, la devaluación, la quita de retenciones a cerealeras y mineras, el cierre de proyectos y programas sanitarios, pedagógicos y culturales, la detención de la obra pública son nada más que medidas “antipáticas” para revertir la profunda crisis, la ineptitud y la ineficiencia del gobierno anterior y devolvernos al escenario mundial. Con estas medidas nos dicen en pocos meses volverán las inversiones, bajará la inflación, se reducirá el déficit público, aumentarán las reservas, desaparecerá la pobreza y la corrupción y todos y todas seremos amigos y estaremos felices.
Hasta organismos internacionales como la Celac, la FAO, Unesco y hasta el Banco Mundial deben haber tomado la píldora de la mentira porque no dudaban en felicitar a la Argentina por los indicadores de desnutrición, mortalidad infantil, lucha por los DDHH y contra la usura internacional de los fondos buitres, la legislación en materia de comunicaciones, de igualdad género y matrimonio igualitario. Todos creían que nuestro país había ampliado los derechos de las minorías discriminadas y que se ubicaba tercero, después de Chile y Cuba, en materia de seguridad.
Metidos en la Matrix creíamos que se habían abierto 9 universidades nacionales que ponían al alcance de los jóvenes estudios que de otro modo no podrían haber hecho nunca, pensamos que se había repatriado más de mil científicos que trabajaban incansablemente en nuevos laboratorios y centros de investigación relacionados con los centros más prestigiosos del exterior como el Instituto Mark Plank.
Todos pensábamos que se habían abierto cientos de pequeñas editoriales que le daban oportunidad de imprimir sus libros a miles de escritores. Creíamos ver abrirse cientos de centros culturales que les ofrecían una diversidad de cursos, talleres, charlas y eventos culturales a los vecinos en diversos barrios.
La Matrix nos había ilusionado con un notorio desendeudamiento en dólares, con créditos de China y Rusia para la construcción de represas y reactores que nos asegurarían el autoabastecimiento.
Todas y todos nos engañamos pensando que ahora la juventud se interesaba y participaba en política y no dudaba en actuar como voluntaria en las emergencias ambientales.
Todos y todas iban alegres a disfrutar en distintos lugares del país durante los fines de semana largos como si pudieran tomarse ese merecido descanso. Hasta los ñoquis decían estar trabajando para que el Estado pudiera cumplir con su cometido de satisfacer las necesidades de la población.
Millones de engañados empoderados festejaron en las calles las fiestas patrias, se acongojaron con la muerte del Presidente Kirchner y lloraban emocionados al escuchar a la Presidenta Cristina.
El problema es que ahora la Matrix se descompuso y ya nadie cree estar bien. Al abrir los ojos esa mitad de engañados quiere volver al estado anterior y se rehusa a creer en “la pesada herencia”. Comienzan a manifestarse en las plazas, en las redes sociales, en unos pocos medios que van esfumándose. Se están convirtiéndose en un pueblo incómodo para los gobernantes.
Los gobernantes quieren amedrentarlos con palos, tiros y pistolas eléctricas. Tienen miedo a que los hoy dispersos indignados (traicionados por un puñado de cipayos panqueques) se organicen, se unan, construyan colectivamente alternativas liberadoras. Saben que en las calles, “codo a codo” no hay quien los venza.
Publicado en:
http://redaccionpopular.com/articulo/la-matrix
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