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viernes, 17 de agosto de 2018

SAN MARTÍN: "CREO QUE ME HE GANADO MI VEJEZ", por Adrián Corbella



Un día como hoy, 17 de agosto, falleció el héroe máximo de nuestro proceso de independencia, el general don José de San Martín.
La independencia argentina está íntimamente vinculada al proceso de independencia latinoamericano en general, que comenzó en 1810 cuando se producen rebeliones en las principales capitales virreinales que obligaron a Virreyes y Capitanes Generales a abandonar el poder y cederlo a Juntas populares que gobernaban, teóricamente al menos, en nombre de Fernando VII, rey español que había sido encarcelado por el Emperador Francés Napoleón I Bonaparte.
Esta rebelión inicial tuvo un éxito bastante modesto. Los españoles recuperaron rápidamente el poder en la mayoría de las capitales latinoamericanas, y procedieron a reprimir salvajemente a los revolucionarios, como lo indica un fragmento de una de las estrofas del himno nacional que no solemos cantar:
“¿No los veis sobre México y Quito
arrojarse con saña tenaz?
¿Y cuál lloran, bañados en sangre
Potosí, Cochabamba, y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto, y llanto, y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?”
Cuando el 9 de julio de 1816 las Provincias Unidas de la América del Sud decidieron proclamar la independencia, la situación era complicada. Los rebeldes rioplatenses habían quedado casi solos. Los realistas dominaban casi todas las capitales virreinales; sólo el venezolano Simón Bolívar, que estaba comenzando el tercer intento independentista de ese país, quedaba como esperanza. Se hablaba de que los españoles estaban organizando una monumental flota que transportaría un enorme ejército realista a Buenos Aires (era cierto, pero el destino final fue Venezuela). En medio de esa situación tan difícil, surge la figura de don José de San Martín, quien comenzará a hacer en el Sur lo que el venezolano estaba haciendo en el Norte.
San Martín había nacido en Yapeyú, hoy Corrientes, pero por entonces parte de las Misiones Jesuíticas. Era hijo de un funcionario español. La familia San Martín volvió a la madre patria siendo José un niño pequeño, niño que se crió en la península y estudió la carrera militar. San Martín luchó en las guerras que enfrentaron a España con Napoleón, y se destacó en la Batalla de Bailén  y en la de La Albuera.
En 1812, teniendo 34 años, una amplia experiencia militar en el ejército español y un notorio acento peninsular, don José llegó a Buenos Aires y se puso a las órdenes de las autoridades revolucionarias. Aún hoy los historiadores españoles no logran entender porqué San Martín, que había vivido 28 de sus 34 años en España, se les escapó y defendió la causa americana, cuando toda su familia (padres y hermanos) permaneció fiel a la Corona. El historiador argentino Hugo Chumbita sostiene que la estancia del Libertador en España no fue grata ya que, debido a su aspecto “aindiado”,  sufrió frecuentes episodios de discriminación. La idea de un San Martín de aspecto mestizo estaba tan extendida que cuando Juan Bautista Alberdi, otra gran figura del siglo XIX argentino, conoció a un San Martín anciano en París, le escribió a un amigo: “Yo lo creía un indio…”

El hombre de Yapeyú organizó el Regimiento de Granaderos a caballo, comandó el ejército del Norte y se enfrentó a la oscura y ascendente figura de Bernardino Rivadavia.
Nombrado en 1814 Gobernador de Cuyo, comenzó a concebir la idea de llegar a Perú por mar, cruzando los Andes para liberar Chile, y operando desde puertos chilenos. Para eso organizó el Ejército de los Andes, donde coincidieron exiliados chilenos como Bernardo O’Higgins, antiguos esclavos africanos a los que se conceció la libertad a cambio de su enrolamiento militar,  criollos rioplatenses y baqueanos indígenas
San Martín y Boliívar, uno desde Mendoza y el otro desde el este Venezolano, emprendieron un movimiento de pinzas que los llevo hacia 1821-22 a converger sobre Perú, el bastión realista en la América del Sur.
San Martín fue el que liberó la capital peruana, Lima, en 1821, y comenzó a gobernar el país con el título de Protector del Perú. Pero San Martín estaba solo, ya que ni Chile ni Buenos Aires le enviaban hombres, pertrechos o dinero. Por eso finalmente decidió en la Entrevista de Guayaquil dejarle el mando de su ejército al libertador venezolano Simón Bolívar, y alejarse hacia  Buenos Aires, y luego hacia Europa, donde se ocupó sobre todo de la educación de su hija. Las tropas de San Martín, que incluían a prestigiosos oficiales como Juan Lavalle y José María Paz , continuaron luchando junto a los venezolanos hasta lograr la liberación de la actual Bolivia.
San Martín intentó volver a Buenos Aires en 1829, pero desistió ante la guerra civil que ensangrentaba a las provincias. “El general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos” le señaló a su antiguo subordinado, el general unitario Juan Lavalle.
Desde su exilio europeo, San Martín fue muy crítico de los dirigentes unitarios que se aliaban con poderes europeos para derrotar a sus enemigos argentinos: 
“Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española. Una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”. 
Reafirmando esta posición San Martín dejó en su testamento su sable corvo al gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, protagonista de la defensa del territorio nacional ante la agresión colonialista de Inglaterra y Francia -por entonces las dos principales potencias mundiales- “como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.
El 17 de agosto de 1850, pobre y casi olvidado, falleció en Boulogne-sur-Mer don José de San Martín, principal responsable de que vivamos en un país independiente.
Quizás la mejor manera de recordarlo es citar una de sus frases, que tiene una amplia aplicación a una infinidad de situaciones de la vida de cada uno de nosotros: “Hace más ruido un hombre gritando que cien mil callados”




Diez  frases del libertador José de San Martín en el aniversario de su muerte

1. "Una derrota peleada vale más que una victoria casual".    
2. "La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien".    
3. "Mi sable nunca saldrá de la vaina por opiniones políticas".    
4. "Cuando la patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla".   
5. "Si somos libres, todo nos sobra".    
6. "Mi nombre es lo bastante célebre para que lo manche con una infracción a mis promesas”
7. “Hace más ruido un hombre gritando que cien mil callados”
8. “La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”.
9. “Mi mejor amigo es el que enmienda mis errores o reprueba mis desaciertos”
10. “Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles; mi edad mediana al de la Patria; creo que me he ganado mi vejez”

Adrián Corbella
Agosto de 2018

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